Lo ocurrido en
River es extremadamente funcional para poner el práctica el paradigma tan
buscado de Ciudad Sitiada, y aprovechando el G-20 haciendo extensivo el
concepto hacia el de País Sitiado. Explotar el desmadre provocado, esta suerte
de burda emboscada laissez passer para
laissez faire (muy neoliberal por
cierto) de modo luego y a pedido de las masas, media hegemónica mediante, poner
a las fuerzas de seguridad y a las fuerzas armadas a tener el absoluto control
de las calles durante esta semana y reducir toda protesta política posible,
incluso hasta apostando durante este lapso a favor de un acostumbramiento
ciudadano que observe con siniestra comodidad dicho despliegue policial y castrense
so pretexto de su seguridad individual. Tevez y compañía jamás van a pensar,
menos creer y sentir que fueron conejillos de quienes avalan y admiran hasta el
límite de perder por completo su conciencia de clase original, encerrados en lo
que pudo haber sido su ataúd de no haber mediado la pericia del chofer hasta
donde pudo, y luego de Horacio Paolini al tomar el volante ante una situación
límite.
Para el neoliberalismo la vida no vale nada. Somos objetivo de
mercado, costos y o recursos, el concepto persona incluye derechos y esto es
incompatible con el paradigma fundacional del sistema, porque los derechos
masificados, según la neoacademia “Financierista”, estimula el crecimiento del
gasto público debido que el presupuesto se obliga demagógicamente a entretener
partidas en cuestiones improductivas, a saber: la gente.
Leer con suma atención el posteo al respecto que
hace nuestro amigo Mayolero Antonio Diez
La vida no vale nada, cantaba Milanés, si ignoro que el asesino cojió por otro camino y prepara otra celada,
la vida no vale nada si se sorprende a otro hermano cuando supe de antemano lo
que se le preparaba…
Y de este tipo
de emboscadas habrá decenas hasta los comicios venideros, porque es necesaria
la creación de un enemigo interno marginal, inadaptado, bárbaro que justifique
la “bolsonara” ocupación, colectivo
social el cual no precisa de gruesos leños de carrasca u olivo para que su fuego
de iracundia se encienda, solo precisa que le muestren canallescamente lo que
nunca va a poder tener, y más perversamente aún, el goce y la alegría de
quienes lo tienen, más allá que algunos de estos meritocráticos cool del
sistema posverdad utilice a sus propias hijas como mulas cargando en sus inocentes e ignorantes cuerpitos
bengalas con olor a vuelta olímpica y derechos televisivos…
Macri y su
runfla de psicópatas no tienen ningún prurito en limitar y manchar la pelota,
las pasiones, el fervor, la alegría, las calles, las fiestas, el afuera común y
colectivo, esos pocos intersticios que aún le quedan al pobre tipo que colgado mira
con nostalgia desde la abandonada estación a ese último vagón de ese último tren
al cual no se aventuró a subir por voluntad y cobardía propia, y para satisfacción
de los caníbales que hoy lo asechan tras la fronda del andén, muy lejos de “la
final del mundo…”
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