Postales de un día en el cual la escribanía de Cambiemos nos ratificó al pueblo profundo sobre nuestro lento, pero seguro, futuro exterminio…
Gráfica AnRed
La grieta de la calle por La Vaca
Fuente:
El oficialismo de Cambiemos en Diputados otorgó media sanción al proyecto
de Presupuesto 2019. Tras un debate de más de 17 horas, la votación fue 138
votos a favor, 103 en contra y 8 abstenciones. Mientras los legisladores
deliberaban, afuera el Gobierno desplegaba una brutal represión que concluyó
con heridos y 27 personas detenidas. Crónica desde la calle: gases, balas
de goma y detenciones; corridas, bronca y desesperación. De lo macro a lo
micro, cómo palpita la calle la violencia policial y política.
Por lavaca.org
Son casi las 13 cuando Juan Pablo Sassano,
subsecretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de Buenos Aires, da las
últimas indicaciones a tres oficiales. Falta poner diez vallas, una queda
floja. Un pibe se para y hace surf sobre otra. Sale un policía y le pide que
salga. Una señora, detrás, grita: “Tranquilos, que somos todos argentinos”.
Entonces, el uniformado abre el menú de la tarde:
“No, más de la mitad de ustedes no son argentinos”.
La policía y las vallas que cubren Rivadavia,
Hipólito Yrigoyen y el Monumento a los Dos Congresos funcionan de barrera de
tiro libre: de un lado, la gente; del otro, los Diputados.
Está claro quién le patea a quién.
Javier Carrizo tiene 30 años y llegó al Congreso
con sus compañeros y compañeras de un merendero de Barrios de Pie en Ferrari,
Merlo. Junto a otros tres espacios del Municipio, dan de comer a más de 200
niños y niñas. “Arrancamos hace un año con 15 chicos, hoy ya no damos abasto.
Tenés que ver cómo vienen: están descalzos, sin ropa algunos, pero tienen qué
comer gracias a la organización”.
Para Juan, esa imagen resume a la perfección la postal de un Congreso
repleto a las 14.
Como si fuera el trapo de una hinchada, en la
puerta del Congreso –vallado por la policía-, todavía queda un cartel que no
terminaron de sacar: “Derrotemos
el presupuesto de Macri y del FMI”.
Las Madres de Plaza de Mayo pasan en una traffic y se las ve con
máscaras de gas. Aunque la represión aparece a las 15, el
rumor es que “se va a pudrir”. La razón está escrita en el chapón de un local
en Avenida de Mayo al 1281: “Tenemos hambre”.
A las 15, se sienten los primeros
gases lacrimógenos que recuerdan la votación por la Reforma Previsional de
diciembre de 2017 e incluso el debate por la legalización del aborto en agosto.
Fue Maquiavelo el que
escribió que el Estado se define por tener el monopolio de la fuerza. La
escenografía es tal cual: la policía es la custodia de un Congreso que parece
no escuchar los reclamos de la sociedad.
El Monumento a los Dos Congresos
recuerda la Asamblea del año 13. En la cima, hay policías con chalecos celestes
fluorescentes. Desde ahí, tiran balas de gomas y gases. Pican las gargantas y
lloran los ojos. Es recién el comienzo. La respuesta a piedrazos que salen de
los manifestantes cada vez es más grande. Por los alrededores, van llegando
camiones hidrantes y camionetas repletas de uniformados. Suenan sirenas que
anticipan lo que se viene.
Hasta que ocurre la orden y
arranca: las mismas vallas que la Policía puso a las 14 se sacan. La represión
se desata. Los uniformados saltan hacia la plaza y desagotan el espacio en
menos de cinco minutos a fuerza de golpes. Como en diciembre del último año,
avanzan por Yrigoyen. Ganan el terreno arrinconando a la gente. Un camión
hidrante se mete a contramano por Avenida de Mayo. Hay corridas hasta 9 de
Julio.
Y desesperación, ese pánico
construido a lo largo de la historia argentina por no saber hasta dónde pueden
llegar cuando la policía, como hoy, tiene luz verde.
“No se puede rematar un país así”, grita un señora
en Callao y Mitre, cubriéndose la nariz de los gases con un pañuelo húmedo.
“Los que están adentro son unos sinvergüenzas”, remata.
Belén, docente de primaria de la Escuela 7 en el distrito 11, en Parque
Chacabuco, vuelve sobre sus pasos por Avenida de Mayo junto a compañeros y
compañeras del sindicato Ademys: “El recorte del Presupuesto lo vemos todo el
tiempo en infraestructura. Lo vimos con la muerte de Sandra y Rubén en Moreno.
Recortaron mucho en Educación Sexual Integral, algo que nos pidieron cuando fue
la discusión en el Congreso por el aborto. Hablaron de construir 3.000
jardines, pero quieren cerrar la sala de lactarios en el Hospital Ramos Mejía.
Es un desguace”.
Liz, compañera suya en el distrito 12, agrega otra imagen: “No tenemos
papel higiénico. Tenemos que pedirles a las familias que lleven. Y acá nos
tiran balas de goma”.
A las 16, los diputados salen a la
calle y se lanza el primer cuarto intermedio por la represión. En 9 de julio,
la Policía arrincona a los manifestantes que desconcentraban pacíficamente para
el lado del Ministerio de Desarrollo Social.
Comienza la cacería y las
detenciones: son 27, incluidos periodistas de La Garganta Poderosa, Télam,
trabajadores despedidos del Astillero Río Santiago y otros.
A las 17, la Plaza queda desierta. Parece mentira
que hasta hace momentos fue escenario de represión y detenciones. Quedan unos
pocos partidos cantando alto por parlante y está también un oportuno vendedor
de pilotos, Rubén, que analiza su propio presupuesto: “Yo soy pensionado, gano
6 mil pesos por mes: no me alcanza para nada. Tengo que salir a vender. La
gente tiene menos plata en el bolsillo, vendo menos: si antes vendía 3 mil por
semana, ahora vendo mil pesos”. Hasta ahora, vendió 3 de 50 pilotos.
En el medio, un señor pide 10 pesos para la SUBE. Rubén le contesta:
“Estamos en la misma”.
De a poco, las organizaciones se organizan -por
Whatsapp y al viejo estilo- para volver por la tarde.
La votación del presupuesto prosigue dentro del recinto.
En la tevé, dicen que su aprobación será clave “para darle una señal al
FMI”.
Quizás fue inexacto en su dato, pero el policía tenía algo de razón: el FMI
no es argentino.
Lecturas anexas
1- Presupuesto 2019: las pruebas del accionar
criminal policial
2- Habló
el joven turco detenido en Buenos Aires: “No tienen argumentos para culparme”
Anil Baran tenía turno en la
Embajada de Turquía para recoger su partida de nacimiento y tramitar de manera
definitiva la residencia argentina, pero antes quería conocer un poco la Ciudad
de Buenos Aires. Es licenciado en Ciencias Económicas de la Universidad del Mar
Negro, hace casi tres años que vive en Villa María (Córdoba) y está casado con
una cordobesa. El miércoles pasado, cuando llegó desde La Plata a la estación
de trenes de Constitución, comenzó a caminar hacia el centro de la ciudad….
Aquí la crónica completa:
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