El Ómar Milano, antes como protagonista y testigo, hoy como cronista de la historia nos sigue acercando la épica de la resistencia: En esta ocasión dedicada a nuestros compañeros Hugo “Zeta” y Marcelo “El Nono” Frondizi




Hace algunos años el Ómar Milano ha confiado en este medio para desempolvar las osadas y, por qué no, sublimes historias de vida que tuvo la resistencia durante la tragedia Argentina. Lo que parece un oxímiron literario no lo es, acaso como en el Film “La Vida es Bella” de Roberto Benigni, en donde un padre debe extremar su imaginación para proteger a su hijo de los horrores del campo de concentración, aquí los protagonistas de nuestra ignominia debían protegerse, espalda contra espalda, y cuando la espalda del compañero no estaba, una pared y un rincón, y a esperar.... y vuelven a aparece el Dr. Marino, la chacra de Juan Amestoy en Guisasola como mojón, salvoconducto seguro y obligatorio, y toda la logística que el Dr. Alende y la militancia Intransigente diseñó, nada más y nada menos, que para salvar vidas..



Primero Recordemos: ¿Usted qué es de Guisasola, lo conoció a Juan Amestoy?.. me preguntó el Ómar Milano




 
Querid@s tod@s:


En ocasión de escribir la anterior historia sobre Guillermo Quartucci, mis hijas me pidieron que contara estas historias porque ellas, si bien conocen parte de mi vida, no lo sabe todo, por eso estoy aquí y también porque quiero compartirlas con ustedes.

Cerca de fines del año 1976, llegamos con Teresa a Buenos Aires huyendo de Tilisarao, San Luis, donde estábamos viviendo hasta que por LU3, radio de Bahía Blanca (se agarraba al mediodía y a la noche) escuché la noticia de la conferencia del Jefe del Vº Cuerpo de Ejército, Gral. Acdel Vilas, el cual  democráticamente se debe estar pudriendo en la tumba sin que le haya valido de nada ser un asesino, hablando de la infiltración marxista en la Universidad Nacional del Sur, nombrando con jactancia a los ya detenidos y a los “prófugos”, categoría ésta que había utilizado para ilustrar mi persona.

Ya en Buenos Aires fuimos a vivir con Isabel, hermana de Teresa y a partir, otra vez, de la solidaridad de don “Anuncio” (al que nunca olvidaré) padre del Ómar Milano y éste mismo, con el que aún me encuentro hermanado, nos consiguieron una entrevista con un abogado cercano al Doctor Oscar Alende debido a que ambos militaban en la Intransigencia, un tal Dr. Marino, militante del PI… sí, en los papeles militante del PI, pero para nosotros: UN COMPAÑERAZO QUE SE JUGÓ.
Y ahí fuimos a verlo, Teresa y yo y le planteamos que mi itención era meterme en un campo y que Teresa se quedara en Buenos Aires…

- “No, no, pibe… (en ese momento yo era un pibe, hay testimonio fotográfico para los incrédulos), de ninguna manera – me insistió el Doctor - : vos tenés que comprarte un pantalón, un saco, una o dos corbatas, andar siempre bien vestido y afeitado, te tenés que dejar el bigote y fundamentalmente se tienen que conseguir laburos y mimetizarse en esta jungla de cemento sin salir mucho”.



Así lo hicimos. Afortunadamente teníamos algo de dinero de manera que me compré un saco, acaso una corbata o creo que ya tenía, quedando por delante dos cosas un tanto más difíciles: una de las cuales es el motivo de esta historia: conseguir laburo y… dejarme el bigote…

Como estas historias suelen ser un tanto pesadas, voy a hacer una pequeña digresión: a quien suscribe, Hugo “Zeta” le crece el pelo… pero no el bigote… 
Sigamos... Teresa consiguió laburo bastante rápido por los clasificados del diario, pero yo no, por lo tanto, me quedaba todo el día encerrado en el departamento, de vez en cuando a la tarde me acicalaba, me vestía con el saco y la corbata, y “del bracete” íbamos “de compras” con Teresa.

Nueva digresión: el verdulero, cuando nos atendía, me miraba y se tocaba la parte superior del labio donde tiene lugar el bigote y decía burlonamente:  
 - ¿cómo anda?...
Debo reconcoer que lo mío, en dicho lugar, era apenas una sombra…

Esta historia de estar encerrado se estaba poniendo pesada para mí. A los pocos días, Isabel, que había estado ligada sentimentalmente a los Frondizi, me dijo que a raíz de la persecución política casi toda la familia estaban emigrando a Europa en barco, o por lo menos esto es lo que recuerdo, y que Marcelo iba a venir a verme para pasarme un laburo. Así fue que en días posteriores tocan timbre, abro con todas las precauciones del caso y en la puerta estaba Marcelo Frondizi, con un maletín de los que usan los visitadores médicos y un sobretodo en la mano; entró, nos sentamos, hablamos un rato y me dijo:

- ya hablé de vos en mi laburo. Se trata de vender termos, ésta es la dirección, andá que te van a dar una zona para empezar a trabajarla. También hay otro compañero trabajando y no creo que vayas a tener problemas. Aquí te dejo el maletín con los termos y este sobretodo que perteneció a “Santiaguito Bullrich” y que por razones obvias no me voy a llevar…

se lo agradecí, se levantó y se fue.  


Fui a la dirección y me entrevisté con el dueño de la prestigiosa y por entonces famosa empresa de termos  “Termirey”. Sin mayores inquisitorias me ofreció para trabajar la zona del oeste debido a que le dije que no podía vender en Capital, sin explicarle los motivos aunque el hombre los suponía ya que venía de parte de Marcelo Frondizi. De inmediato pasé a ser “el vendedor Mario”, sin apellido… Así fue como el que viste y calza se corporizó en el representante de Termirey en el Oeste (Once-Pilar) y les digo que llegué a ser el primer vendedor, bueno, es cierto que había uno solo, yo…

Volviendo a Marcelo “El Nono” Frondizi; son de esos compañeros que uno ve una sola vez, ya que luego aquí no tuvimos contacto, y en realidad no nos conocíamos salvo en esa ocasión que vino a dejarme lo que para mí fueron muchas cosas importantes. Me sacó del bajón que tenía, me dio tranquilidad por lo menos interior, exteriormente ni hablar, y seguridad de poder andar por la calle ante la posibilidad de que me parara la cana o el ejército dado que tenía laburo (los milicos en ese momento no sólo te pedían documentos sino te preguntaban qué hacías y en dónde). Me facilitó ingresar en  una cierta “normalidad”… Ese pequeño gesto para mí representó mucho e hizo más llevadera la clandestinidad que estábamos viviendo… Luego salió la captura para Teresa o sea, que ya éramos los dos “prófugos subversivos” y más tarde, inevitablemente, el exilio.

Bueno, esta una pequeña historia que da cuenta de la solidaridad de Marcelo “el Nono” Frondizi, compañero que caba de fallecer, muy recordado, muy querido, por ser un militante del pueblo, un compañero, que siempre militó en ATE y en CTA. Solíamos cruzarnos eventualmente porque en la actulidad yo paso por ATE Capital de camino a mi laburo; él iba siempre rodeado de otros compañeros y me daba pudor interrumpirlo para charlar.

No quiero dejar este relato sin recordar a los compañeros que se cruzaron en esta historia: Anuncio y Emilia, padre y madre de mi hermano de la vida y la militancia El Ómar, un abrazo donde estén, los llevo en mi corazón, inolvidables… Al Dr. Marino, que se la jugó más que otros compañeros del palo a los que fuimos a ver, cuando nos recibió a pesar de que yo ya tenía la captura pública o sea que si caía la cana al estudio, yo ya estaba perdido, Teresa lo mismo, pero él también perdía… eran de esos que hacían y no preguntaban… Cuando volvimos del exilio y quisimos ir a verlo ya había fallecido. Hablando de él con un compañero de aquellos tiempos y que pudo querarse me dijo:
- Flaco, ¿sabés la cantidad de gente que lo fuimos a ver?... era uno de los pocos que quedaba y que ayudaba… 

 - Che, Cumpa Marino, un abrazo donde estés, tampoco te vamos a olvidar, sos de los nuestros

Les dejo una foto de Marcelo y un texto de Yasky sobre su fallecimiento. Abrazos para todos y todas.

Hugo “Zeta”


QUERIDO NONO... a tomar por el culo la tristeza

24 de junio de 2018 por Hugo Yasky

Se nos fue el Nono Frondizi. La muerte, para evitarse el desaire, no le avisó y lo sorprendió en un bar con sus compañeros de ATE. Ahora, viéndonos tristes porque uno siente que va a empezar a extrañar la ternura que su condición de militante aguerrido acentuaba aún más, el Nono nos hubiese sacudido con esa frase que se le quedó pegada durante el exilio en España: A tomar por culo la tristeza que mañana hay paro! Lo veo un sábado a la noche, en un bar de la ciudad fría, tomando el último vino con los compañeros de ATE y discutiendo cómo sigue la lucha después del paro.
El Nono me decía "bien, ahí" cuando alguna frase lo conmovía y yo sentía, en su abrazo generoso, los brazos de muchos otros cuyas luchas nos antecedieron. Una noche, que se hizo larga y deliciosa me contó, ya con unos cuantos vinos encima, que haber sido parte de la epopeya popular del rechazo al ALCA y de los tiempos de recuperación de derechos y utopías durante los gobiernos de Néstor y Cristina, fue para él como volver a conectar con esa vibración de cuando sentíamos que la revolución estaba a tiro de piedra. También me contó de una operación para secuestrar a un toro campeón de La Rural, que debía ser reducido con un bombón narcotizado. Nos reíamos y terminamos cantando "El bombón asesino". Lo cierto es que este hombre tierno, duro, bondadoso y aguerrido. Este hombre de otra época, acaba de morir y nos deja un vacío enorme.Sí, ya sé, Nono, a tomar por culo la tristeza que mañana hay paro y sigue la pelea. Ya lo sé, Nono, pero dejame que por un momento llore tu ausencia.

Hugo Yasky




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