El objetivo corporativo de maximizar ganancias está en generar el “ejército industrial de reserva”. Los CEOs que hoy operan a ambos lados del mostrador coordinan acciones para que la escuela se pliegue a los dictados de la empresa mientras la política económica destruye empleos
Amos de
la economía y la educación
En
la última entrevista concedida en Olivos, previa a las PASO, el presidente
Macri insistió en que su “obsesión” es lograr una “educación de calidad y
empleo genuino para los ciudadanos”. Para Mario de Casas es importante
entonces, desentrañar qué entiende el Presidente por “educación de calidad” y
“empleo genuino”.
Por
Mario de Casas, Ingeniero civil. Diplomado en Economía
Política, con Mención en Economía Regional, FLACSO Argentina – UNCuyo. FpV
para La Tecl@ Eñe
En la última entrevista
concedida en Olivos, previa a las PASO, el presidente Macri insistió en que su
“obsesión” es lograr una “educación de calidad y empleo genuino para los
ciudadanos”. Y agregó: “No puedo dejar de reconocer que mi padre me dio una
gran educación”. Es importante entonces desentrañar qué entiende el Presidente
por “educación de calidad” y “empleo genuino”.
En declaraciones referidas al “Estudio Económico Multidimensional
de la Argentina”, que presentó recientemente en Buenos Aires la directora de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) Gabriela
Ramos, el ministro de hacienda Nicolás Dujovne aseguró que “refleja
acabadamente nuestra visión y nuestros objetivos y estamos muy satisfechos” con
el estudio. El informe destaca las reformas realizadas por el gobierno
macrista; pero pide más: más apertura de la economía, más ajuste en el sector
público, etc.; eso sí, siempre afectando los intereses de los sectores más
vulnerables.
La
OCDE, como el FMI y el Banco Mundial son instrumentos a través de los cuales
impone sus preceptos el capitalismo en la fase actual. Así, lo primero que se percibe con claridad es
el alto grado de dependencia al que la derecha está sometiendo al país. Menos
evidente es la estrecha conexión que establece aquel conjunto de exigencias
entre dos áreas claves como la economía y la educación, y sus consecuencias.
Aunque es parte de lo que intentaré demostrar, me adelanto a
postular que hay un correlato para nada casual entre las declaraciones de
Dujovne, las del Presidente -no sólo las ya citadas, también aquellas con las
que atacó a la escuela pública haciendo una patética apelación a la tragedia de
Hiroshima (Página12:
06/4/17)- y la obstinación de miembros prominentes de la
alianza Cambiemos por explicitar y sostener -desde la perspectiva de los
sectores dominantes- distintos aspectos de la relación poder
económico-educación pública.
Un rápido repaso de pronunciamientos sobre la cuestión no puede
obviar a la diputada Carrió:
“Hay trabajo pero no gente capacitada”; al ex ministro de educación y candidato
E. Bullrich: “Hay que entender que no saber lo que viene es un valor, debemos
crear argentinos capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla”; al
secretario de empleo M. A. Ponte: “La única forma de integrar la educación con
el mundo del trabajo es con prácticas formativas, la posibilidad de entrar y
salir del mercado laboral hace a su esencia; es como comer y descomer”.
El panorama se completa con el forzado renunciante a la Dirección de Enseñanza
Técnica de la Provincia de Buenos Aires Gerardo
Marchesini, quien denunció el “desguace de líneas de trabajo históricas e
intentos de desmembramiento” de las escuelas técnicas.
No sorprende que un gobierno cuyas políticas apuntan a una
acelerada desindustrialización del país -mandato no escrito de aquellos
organismos “multilaterales”- destruya el sistema de educación técnica, es una
secuencia lógica que no requiere mayores explicaciones.
En cambio, las declaraciones de Macri, Dujovne, Bullrich, Carrió y
Ponte - en línea con la pretendida precarización de las condiciones laborales y
estigmatización de las conducciones gremiales - no dejan captar directamente
los poderosos intereses que las impulsan; dificultad que se acrecienta si se
tiene en cuenta que más de un observador inadvertido puede suponer que la
incumbencia de la OCDE se limita a cuestiones vinculadas al intercambio
comercial u otras, pero “circunscriptas” a la economía. Entonces, es necesario
analizar las expresiones citadas a la luz de algunos antecedentes de esa
institución.
En 1998, en la sede de la OCDE -París-, los responsables del
Centro para la Investigación y la Innovación en la Enseñanza presentaron ante
la prensa su informe “Análisis de las políticas de educación”. El tema central
fue el "aprendizaje a lo largo de toda la vida". Los gendarmes supranacionales del capitalismo
indicaron en primer lugar que "las
escuelas no podrán responder a esas nuevas expectativas a menos que sean
capaces de ocupar una posición central en la sociedad y que se transformen en
instituciones 'abiertas', al servicio de intereses muy diversos y de una amplia
clientela". Este informe de la OCDE concluye
con una asombrosa claridad: “La
globalización -económica, política y cultural- vuelve obsoleta la institución
implantada localmente y anclada en una cultura determinada a la que llamamos
‘la escuela’ y a su vez, al ‘enseñante’”.
Este
planteo - manifestado contundentemente por Bullrich, Carrió y Ponte - busca que
la escuela se someta a la división del trabajo determinada por el mercado
laboral, como se intentó en los ’90 con la llamada Ley Federal de Educación.
Desde el punto de vista de la democratización de la enseñanza, las
consecuencias de esta “desregulación” son desastrosas. La autonomía y la
competencia liberan la tendencia al desarrollo desigual y, por lo tanto, al
refuerzo de la jerarquización de las escuelas. El abandono de objetivos
cognoscitivos en beneficio de las competencias únicamente ligadas a la
empleabilidad (la adecuación escuela-empresa) significa más selectividad
regresiva y abre un abismo entre las distintas ramas de la enseñanza; pero lo más
grave es que priva, sobre todo a los chicos y chicas de los sectores populares,
del acceso a saberes generales que proporcionan los elementos necesarios para
entender el mundo y, por lo tanto, para transformarlo. Una de las razones por
las que es defendido con ahínco por los sectores dominantes, aunque lo intenten
camuflar con el argumento de que “la principal estrategia preventiva” contra el
desempleo, como afirma la OCDE, "consiste en procurar que los jóvenes
hayan adquirido, al finalizar su escolaridad, las competencias, los
conocimientos y los comportamientos que hacen que un trabajador sea productivo
y empleable”.
Afirmación insostenible según las investigaciones llevadas a cabo
en el marco de la teoría del “capital humano”, tan apreciada por los pensadores
neoliberales, que ponen de manifiesto una correlación directa entre la
educación y el posicionamiento individual en el mercado de trabajo; pero, al
contrario, y a pesar de numerosas tentativas, nunca han permitido observar una
correspondencia entre el nivel general de formación y el volumen global del
empleo. Es decir, quienes
tienen mejores títulos tienen mayores posibilidades en la carrera por el
empleo. Pero cuando cien personas compiten por setenta empleos, se pueden
formar, educar e instruir todo lo que quieran, que siempre quedarán treinta en
la calle. En otras palabras, la empleabilidad no crea empleos,
los crea la economía.
Conclusión, los CEOs
que hoy operan a ambos lados del mostrador coordinan acciones para que la
escuela se pliegue a los dictados de la empresa mientras la política económica
destruye empleos. Así, el objetivo corporativo de maximizar
ganancias estará asegurado al impedir el incremento de salarios que ocasionaría
la escasez relativa de trabajadores “competentes” que, además de abundar, serán
dóciles. Se trata -ni más ni menos- de generar el “ejército industrial de
reserva”, lo que el lenguaje duranbarbista llama “educación de calidad” y
“empleo genuino”.
Fuente:
http://www.lateclaene.com/mario-de-casas-amos-economa-educacin
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