Jean Françoise Revel (Filósofo liberal)
“Pues la democracia no puede vivir sin una cierta dosis
de verdad. No puede sobrevivir si esa verdad queda por debajo de un nivel
mínimo. Este régimen, basado en la libre determinación de las grandes opciones
por la mayoría, se condena a sí mismo a muerte si los ciudadanos que efectúan
tales opciones se pronuncian casi todos en la ignorancia de las realidades, la
obcecación de una pasión o la ilusión de una impresión pasajera. La información
en la democracia es tan libre, tan sagrada, por haberse hecho cargo de la
función de contrarrestar todo lo que oscurece el juicio de los ciudadanos,
últimos decisores y jueces del interés general. Pero ¿qué sucede si es la
misma información la que se las ingenia para oscurecer el juicio de los jueces?
Ahora bien, ¿acaso no se ve muy a menudo que los medios de comunicación que
cultivan la exactitud, la competencia y la honradez constituyen la porción más
restringida de la profesión, y su audiencia, el más reducido sector del público?
¿No se observa que los periódicos, emisiones, revistas o debates televisivos,
las campañas de prensa que agitan las profundidades y originan los más
poderosos oleajes, se caracterizan, salvo excepciones, por un contenido
informativo cuya pobreza corre parejas con su falsedad? Incluso lo que se llama
periodismo de investigación, presentado como ejemplo típico de valentía y de
intransigencia, obedece en buena medida a móviles no siempre dictados por el
culto desinteresado a la información, aunque ésta fuera auténtica”.
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