"Con Cambiemos estamos en nuestro mejor momento, luego de haber pasado los peores 12 años de nuestras vidas"... reflexionó Videla... Cotillón Gómez Centurión, indignación Radical para la gilada...
Esta nota de la AM
1470 La Dorrego me hizo revisar viejos conceptos sobre el tema. Lo que disparó
mi atención fueron los vómitos de buena parte de los comentaristas, tipos
aparentemente jóvenes que parece no tienen inconvenientes en pisar las mismas
perversas huellas del pasado so pretexto de mirar hacia delante, vaya
desaguisado "tempointelectual"...
Antes que nada debo
asumir mi orfandad peronista, aclarando que dicha responsabilidad no le cabe de
modo exclusivo al Movimiento. No lo fui, no lo soy, y considero que muy
difícilmente llegará el día que lo sea de manera orgánica. Simpatizo con gran
parte de su historia reivindicativa, me atraen algunos de sus más notables
artistas y pensadores, pervive en mí un estímulo vibrante y emotivo ante cada
oportunidad en que releo los párrafos de Mi Mensaje. Tengo claro que el
Justicialismo fue una respuesta ante la ignominia, fue construido por personas
que sufrían, apartadas por un sistema que los despreciaba y no por dogmatismos;
que vieron en su líder la figura indiscutida que los acercaba a la dignidad. No
entender, no aceptar lo que significó el Peronismo en nuestra historia es no
intentar involucrarse con nuestras más sensibles raíces culturales; esa cultura
invisibilizada desde 1852, que supo encontrar cierta pureza popular durante el
Yrigoyenismo pero que fue rápidamente cercenada, sin miramientos ni eufemismos,
por una clase dominante y darwiniana que jamás accederá a compartir
equitativamente sus supuestos y sospechosos privilegios naturales.
Hablo de nuestra
cultura profunda, de la identidad de las manos ajadas y los ojos llorosos por
el frío del peón que se encontró, en cierta mañana cualquiera, con un Estatuto
que atendía sus penurias; hablo de los límites a la explotación del hombre por
el hombre reinterpretando a la sociedad como un todo íntegro y no absurdamente
segmentada entre propietarios y proletarios.
Generacionalmente,
hasta el advenimiento del kirchnerismo, no tuve la suerte de vivir la mejor faz
de su desarrollo político. Sus mejores hombres habían caído en la lucha contra
la proscripción y las dictaduras, sea en el exilio o en el cadalso. Su
refundación contó con años de contradicciones con las cuales todavía tiene que
lidiar y dar las explicaciones históricas correspondientes. El enorme poder de
su impronta popular hizo y hace que en muchas ocasiones se acercarán al
movimiento sujetos ideológicos que lejos estaban de expresar aquellos
paradigmas industrialistas y desarrollistas fundacionales; aliados ciertamente
llamativos, propiciadores de la flexibilización laboral y el desempleo, de modo
regular el costo de la mano de obra (siempre la de otros, nunca la de ellos)
que no diluyeran las extraordinarias ganancias que el sistema corpocapitalista
propone.
Tal vez, mi
no-definición a favor del peronismo radique en mi propia experiencia de vida.
La idea de la amnistía como plataforma electoral en 1983, el neoliberalismo
durante la década de los noventa, las sucesivas devaluaciones y pesificaciones
permitiendo transferencias de fondos descomunales desde lo sectores menos
favorecidos hacia los más poderosos marcaron desconfianzas que, por ahora, no
se logran aplacar.
Poco me detengo en
las permanentes y generalizadas acusaciones de corrupción. Todos los
movimientos populares han sido multiacusados y muy poco es lo que se ha
develado probadamente. El propio Yrigoyen y hasta los mismos Illia y Alfonsín
debieron aceptar tardías disculpas. Una forma más de hacer política, un
elemento más de proyección, un síntoma más de las conductas que algunos
sostendrían si fueran poder. Entiendo a la corrupción y a la corruptela como un
mal endémico de nuestra sociedad y no como parte esencial ni del peronismo ni
el de ninguna otra fuerza opositora. En cualquier pequeño distrito, dentro de
la estructura estatal, en el ámbito privado, en los medios de comunicación
audiovisual, en nuestra vida cotidiana, solemos advertir una cosmética de
absoluto desprecio por las normas y las leyes, amparada por cierta
victimización y a la vez, culposa justificación. Un sofisma que suele exhibirse
y en el cual debemos poner suma atención crítica es la aseveración que
determinadas decisiones políticas constituyen per-se un evento viciado
simplemente porque afectan algún interés específico. Por ejemplo la
estatización de los fondos de pensión, los planes de asistencia social, o el
comercio puntual con alguna determinada Nación. Una decisión política,
justamente por el hecho de serlo siempre afecta, y dicho impacto va a tener un
correlato plausible de ser analizado y no de ser estigmatizado bajo el prisma
del desprecio y la ruin imputación propagandística.
En escritos
anteriores he detallado la gran cantidad de medidas que durante estos 12 años modificaron
buenamente la vida de los sectores más castigados desde el Rodrigazo hasta la
Pesificación Asimétrica, omito entonces dicha nómina para no pecar de
publicista. Quiero decir que con ambas gestiones POLÍTICAS, me reencontré con
las ideas del Yrigoyenismo pueblo, volvió a tomar cuerpo la FORJA de Fleitas,
Dellepiane, Jauretche, Manzi y Scalabrini, se han desempolvado los textos de
Hernández Arregui, de Cooke, comenzaron a tener historicidad y respeto los
martirios de Dorrego, José Font, Severino Di giovanni, Felipe Vallese, Juan B. Maciel, Costa, Vera,
Navarro, Ortega Peña, Agustín Tosco, Héctor Oesterheld, Paco Urondo, Carlos
Mujica, de los muertos cuando los bombardeos de la Plaza de Mayo, de Valle y
sus compañeros fusilados, de nuestras treinta mil almas pensantes que hoy se
ponen en perversa duda y de tantos otros que por ideales y militancia
entregaron, a lo largo de la historia, lo máximo, el único capital verdadero e
indivisible que se tiene : La Vida.
El Kirchnerismo, en
el año 2003, ordenó un desquicio social y colectivo que se llamaba Argentina,
que llenaba de honores a periodistas y empresarios inescrupulosos, entusiastas por ventajas del que cuanto peor, mejor. Comunicadores que ejercían y siguen ejerciendo una
suerte de foquismo destructivo, tipos que suponen ostentar moralidades
superiores, que deben sospechar y sentenciar por fuera de la justicia misma,
que se creen con derecho natural a un relato indiscutible, no debatible,
ciertamente dictatorial.
Néstor Kirchner
supo abrir sin temores ni complejos un sinfín de debates postergados, no sólo
en el ámbito del mismo Partido Justicialista, cosa que le provocó soportar
traiciones y destratos, sino dentro de una sociedad que poco se atrevía, hasta
ese momento, a organizar y tabular sus íntimas y arrinconadas miserias. Como
bien menciono un buen amigo del Pago Chico, el kirchnerismo le resultó incómodo
al peronismo orgánico..
Al fijar el incuestionable
concepto de Dictadura Cívico Militar resume el arquetipo. Hasta la década
pasada la idea de los dos demonios, instalada por la Conadep en el primer
informe Nunca Más, había echado raíces profundas en el inconsciente colectivo
determinando que un par de bandas de desmadrados se disputaban la tenencia del
país, mientras que una mayoría silenciosa y civil era víctima de una obra de
teatral por la cual no había pagado la entrada. A partir de ese salvoconducto,
la civilidad, progresista y liberal, puso la tragedia colectiva en manos
militares y guerrilleros, guardándose para sí sus propios correlatos y
posicionamientos ideológicos.
El siniestro rostro
de la formal impunidad develado por el coraje de Néstor Kirchner nos posibilitó
visualizar, de modo tangible, la connivencia extrema que existió entre los
formadores de opinión (base y sustento de la propaganda y el ocultamiento
totalitario) las cúpulas empresariales (como reaseguro de los negocios) con las
fuerzas armadas (responsables del orden establecido) para que todo funcione
según las formas y placeres de una mass media ilustrada que fijó un estatus de
convenientes filones a la sombra de aquel relato políticamente correcto. Esta
suerte de refrescante revisionismo histórico jamás será perdonado ya que muchos
actores tuvieron la obligación de correr sus velos a propósito de sus propios
intereses del pasado, situándolos en un cuello de botella que ni siquiera la
dignidad del suicidio enaltecería. La solución escogida por estos fue huir
hacia delante, disparando las mismas balas que durante treinta años aseguraron
reprobar.
Hasta dónde
entonces somos lo que decimos ser y hasta dónde creemos que tiene efecto lo que
pretendemos hacer creer... En ambos casos los intereses de una corporación
oligopólica son determinantes en los comportamientos individuales de sujetos
que durante años mostraron un deber ser, hoy por hoy, insostenible y
ciertamente sospechoso. O nunca fueron lo que dijeron ser o nunca dijeron lo
que realmente son. Poco importa. Ya no hay retorno. El debate político, el
grito, el trapo, lo real y lo simbólico hacen que las sociedades y sus
protagonistas se reconozcan, en ocasiones con la tristeza de algún hallazgo
inesperado, en otras con la firmeza de comprender que el error forma parte del
camino, un camino que aprendimos a construir andando. “La política produce
rituales y es hija de rituales que por pudor no desea analizar”, sostiene
Horacio González.
Néstor Y Cristina
fueron factor y esencia de esa construcción; sentimiento y correlato colectivo
que no se rinde ante la adversidad, que no se dobla ante la amenaza y las
operaciones corporativas, que no se deja amedrentar por la reiteración del
embuste y la mentira.
En la histórica
jornada en la cual Néstor Kirchner hizo bajar los cuadros de los genocidas
Videla y Bignone, colgados en las paredes del salón principal del Colegio
Militar de la Nación, muchos entendimos que nadie desde el Estado, hasta ese
momento, se había interesado con marcada seriedad por el tema de los Derechos
Humanos, advirtiendo que el éxito popular que había tenido la dictadura militar
se encontraba muy claramente definido en la existencia y exposición de esas dos
imágenes en una entidad estatal educativa y formadora de jóvenes. Poco tiempo
después, al inaugurar el Museo de la Memoria en la ex Escuela de Mecánica de la
Armada, en un recordado discurso, el extinto ex Presidente pidió perdón a
las víctimas de la represión por los últimos veinte años de claudicaciones.
Esto molestó y fijó una divisoria de aguas definitiva con aquella burguesía que
estaba muy complacida con el placebo institucional edificado 20 años atrás, que
si bien juzgó a los Comandantes hizo todo lo posible, a partir de la sentencia,
para detener la historia a como de lugar, instalando la teoría de los dos demonios
y el falso concepto de guerra sucia. Kirchner, en ese momento, estaba
anunciando una suerte de declaración de principios, base fundacional de su
política sobre DD.HH. De ningún modo estaba agrediendo al ex mandatario Raúl
Alfonsín, tal como fue interpretado su discurso por cierta progresía mediopelo.
Como afirmara Eduardo Galeano, había comenzado un diálogo entre dos
silencios. El Presidente en ejercicio sólo relató los eventos tal cual
sucedieron, haciéndose cargo, poniéndole el cuerpo a un sombrío dilema
histórico / ético desde un Estado cuyo comportamiento fue ciertamente cobarde,
sinuoso y acomodaticio.
Arturo Jauretche, sentenció
“la falsificación de la historia ha perseguido precisamente esta finalidad.
Impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos
la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional.
Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que
la falsificación de la historia es una política de la misma historia destinada
a privarnos de la sabiduría madre: la experiencia.
A propósito de esto ayer debatía con el amigo Emilio
Liébana con relación a esta suerte travestismo socialdemócrata atreviéndome a
afirmar: “De todos modos insistir, aún
sabiendo el resultado negativo de la batalla, no deja de ser una linda manera
de perder. Convengamos que
cualquiera pelea lides con seguro resultado de victoria. Acaso estas son las
que más me gustan. La escasez de aliados “meritúa”, y la cabeza gacha de los
timoratos le dan tasación al intento. Y lo que más me gusta es la fenomenal
cobardía que tienen ante un tipo sin espaldas y que lo único que tiene es el
valor de una palabra que no tiene precio. Hoy me dio asco el comunicado del
pibe Blázquez contra Centurión.. Son hipócritas desde pichones. Pretenden ser
políticamente correctos y se revelan como estúpidamente perversos. Hace rato
que saben qué tiene adentro el Pro y quién es Macri y cuál aliado fue su grupo empresario
a la dictadura. Sin embargo no desdeñaron la alianza y allí están disfrutando
de las limosnas neoliberales que les da el hacendado local Reyes. Criticar a
Centurión es de cotillón y para la gilada. Son lo mismo, de lo contrario rompé.
Son Morales y el secuestro de Milagro, de lo contrario rompé, son los que
cagaron a tiros a los Mapuches, de lo contrario rompé. Nunca hay que olvidar
que estos brotes verdes tilingosfascistoides presupuestados justificaron y
estuvieron de acuerdo con censurar la muestra de Abuelas en el HCD.
CUANDO CRISTINA Y NESTOR
ResponderEliminarAPARECIO AEROLINEAS
APARECIO YPF
APARECIO EL ANSES QUE LAS JUBILACIONES ESTABAN EN MANOS PRIVADAS LAS MISMAS QUE ESTAFARON A LOS CHILENOS.APARECIAN BARRIOS
APARECIAN, ESCUELAS, UNIVERSIDADES, HOSPITALES.
SE PAGABAN DEUDAS 100 MIL MILLONES DE DOLARES
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CUANDO MACRI TODO ESTO DESAPARECE
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ACASO LAS COSAS NO SE ROBAN CUANDO DESAPARECEN??????????
Como lo hicieron mierda por izquierda y por derecha al dinosaurio Bernie en los comentarios de La Dorrego. Es un chiste viviente ese pibe, pero lo más triste de todo es que no falta mucho para que tenga poder de decisión en la municipalidad. Espero estar muerto o radicado afuera cuando ese momento llegue.
ResponderEliminarEn Dorrego se arman dinastías. Una cabeza de playa municipal y atrás de ella vienen los gurkas políticos. Hace poco en un reportaje Gaston Nondedeum dijo muy claramente: "Yo trabajo por un Dorrego para mis hijos y para los amigos de mis hijos".. a confesión de parte... Don Sala, lo suyo es bárbaro, pero me da pena su soledad. Ni los nuestros tienen sus pelotas para decr las cosas como son. Y encima sé que la mayoría no lo quiere.. Deberíamos armar una línea interna. Saludos
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