La nueva ola de derecha en América Latina
no tardó para decir a que vino. Los gobiernos de Mauricio Macri en Argentina y
de Michel Temer en Brasil se dedican, única y exclusivamente, a aplicar el
mismo tipo de duro ajuste fiscal que ya había sido aplicado en esos y otros
países del continente, con las desastrosas consecuencias económicas y sociales
que se conoce.
Para ello, tuvieron
que reimponer el viejo diagnóstico, según el cual, los problemas de los países
son resultado de gastos excesivos del Estado. Un diagnóstico totalmente
desmentido por la forma cómo, en esos mismos países, los gobiernos han
reaccionado a los duros efectos de la crisis internacional iniciada en 2008. Se
podría haber hecho lo que se hace ahora, cortando drásticamente los presupuestos
para políticas sociales. Las economías habrían ingresado en recesiones
profundas y prolongadas, de las cuales no habrían salido, como ocurre con las
economías europeas.
Sin embargo, los
gobiernos de Argentina y de Brasil, con orientaciones distintas de las
actuales, no se dejaron llevar por la crisis y han reaccionado en contra de la
recesión, con medidas anticíclicas. Con ello pudieron recuperar rápidamente las
economías de la recesión, volver a crecer, superar el desempleo y retomar la
dinámica de expansión económica con distribución de renta, que ha permitido el
momento más virtuoso de la historia de esos y de otros países del continente en
este siglo.
La derecha vuelve a
los gobiernos de esos países, como si hoy no hubiera pasado nada desde que se
aplicaron por primera vez esos modelos. Como si no hubieran fracasado y sumido
a los países en las peores crisis recesivas en mucho tiempo, con altos niveles
de desempleo y profunda crisis social. Como si no se hubieran dado gobiernos
que han recuperado esas economías superando la crisis social, desarrollado los
programas de inclusión social más amplios de su historia.
La derecha retoma
el mismo diagnóstico que ha llevado a los ajustes, a las recesiones, a las
crisis sociales. Necesita, para ello, borrar o descalificar todos los avances
logrados a lo largo de este siglo. Como si Argentina y Brasil no fueran mucho
mejores, de todos los puntos de vista, con las políticas de reacción a la
crisis que con las que han ahondado la crisis.
Tratan de pasar la
idea de que la crisis actual es generada por el modelo que más ha dado
resultado en la actualidad. Se habría gastado demasiado. Los gastos
con políticas sociales serían la causa del desequilibrio de las cuentas
públicas. No las tasas de interés muy altas, no el pago de las deudas interna y
externa, no la evasión de impuestos, no los paraísos fiscales, no los subsidios
a los grandes empresarios, no la especulación financiera.
En realidad, la
derecha vuelve para destruir lo que fue construido a lo largo de este siglo en
los países donde logra, por una u otra vía, volver al gobierno. Su agenda es
estrictamente negativa: privatización de propiedades públicas, menos recursos
para políticas sociales, menos derechos para los trabajadores, más recesión,
más desempleo. Y más EEUU en el continente y menos integración regional.
No pueden decir que
son lo nuevo, porque rescatan viejos economistas neoliberales. Ni que van a
retomar el crecimiento económico, porque ahondan la recesión. Ni que van a
controlar las cuentas públicas, porque aumenta la inflación y el déficit
público. No tienen que prometer, porque lo que hacen no tiene nada de popular,
ni de democrático. Solo pueden sobrevivir, blindados por los medios.
¿Cómo deben
reaccionar las fuerzas populares frente a esa ofensiva conservadora?
Antes de todo,
buscando el más amplio proceso de conciencia, de movilización y de organización
de los sectores populares, víctimas de las políticas de esos gobiernos. Sin eso,
no será posible revertir la situación.
En segundo lugar,
buscar la más amplia unidad de las fuerzas opositoras, tomando como línea
divisoria entre los dos campos, al modelo neoliberal. Unir a todas las fuerzas
antineoliberales.
En tercer lugar, hacer
un balance del pasado reciente, pero antes que todo valorar todo lo
conquistado, antes que la crítica de los errores.
En cuarto lugar y
finalmente, reconquistar la hegemonía de los valores que han llevado los
gobiernos progresistas a ser elegidos por la mayoría. Reelaborar los temas de
la justicia social, de la democracia política, de la soberanía nacional, entre
tantos otros, en los términos actuales, después de los avances de la derecha.
Total, como cada
vez que se da una victoria política de la izquierda o de la derecha, es
antecedida de una victoria en el plano de las ideas, hay que reimponer como
objetivos fundamentales del país el desarrollo económico con distribución de
renta, después de desarticular las falsedades con que la derecha vuelve a países
de América Latina.
Fuente: http://www.alainet.org
Como se puede ver la derecha y los traidores van y vienen.
ResponderEliminarLo que importa son los millones de amigos enojados con el gobierno y lo grandioso de los amigos viejos experimentados y jovenes fuertes la resistencia.
Neoliberales no son improvisadas barricadas.
Son algo nunca visto no somos los trescientos, somos 300 millones de iberoamericanos que les decimos fueraaaaaaaa!!!!!!!!!
Basta a las invasiones inglesas en Argentina.
Basta alas invasiones alemanas en España.
Basta de estafarnos con dolares y euros emitidos sin respaldo!!!!!!!!