Kautsky el "Papa del marxismo”, y la actitud de los socialistas ante el proletariado – Ensayo - (Tomate tu tiempo para leerlo)
Por Marc Mulholland para Revista Sin Permiso
Karl Kautsky, como
es bien sabido, fue reconocido como el intérprete más autorizado del marxismo
de la Segunda Internacional. En broma, se referían a él como el "Papa del
marxismo”. Kautsky, en cierta medida simplificó y sistematizó el corpus
marxista, pero también fue un pensador original, y con el trabajo de toda una
vida desarrolló el sistema que había heredado.
En relación a su
obra, me interesan particularmente las actitudes de los socialistas hacia el
proletariado. Los socialistas escriben mucho sobre el capitalismo, pero
sorprendentemente poco sobre el proletariado - la clase obrera moderna
asalariada - y esto incluye al propio Marx, así como a sus sucesores. En
algunos aspectos Kautsky es parte de esta tradición: no escribe directamente
sobre el proletariado como tal, pero se pueden encontrar en su obra
consideraciones más relacionadas con el proletariado como clase social que las
que se pueden encontrar en la obra de Marx.
Probablemente la
más útil es su importante trabajo, La cuestión agraria,
publicado en 1899, que era parte de un debate en el seno de la socialdemocracia
alemana sobre el revisionismo. También su Anti-Kritik , que fue su respuesta específica a
Bernstein en el debate sobre el revisionismo. He tratado de extraer de ellos lo
que dice Kautsky del proletariado y su relación con el socialismo.
Clases candidatas
Quiero empezar por
examinar lo que Kautsky dice acerca de esas otras clases, no proletarias, que
podrían considerarse como candidatas a jugar un papel progresista. No dice
mucho acerca de los ricos ilustrados y filantrópicos - él mismo era de origen
burgués - pero estaba de acuerdo con Marx en que ese tipo de personas siempre
serían una pequeña minoría.
Se concentró más en
la población trabajadora en general, señalando que sólo el proletariado
asalariado es un agente social con tendencias socialistas espontáneas. Esto no
es debido a que sean los más pobres de la sociedad - Kautsky es bastante claro
en el sentido de que el proletariado moderno no se caracteriza por su pobreza. De
hecho, otras clases distintas del proletariado son más explotadas (en el
sentido no técnico). Los campesinos y los artesanos, por ejemplo, trabajaban
incesantemente para preservar su pequeña propiedad y por esta razón tendían a
aceptar estándares de vida más bajos que los esperados por los asalariados.
Incluso cuando estaban semi-proletarizados, los campesinos y los artesanos
estaban demasiado apegados a su propiedad privada residual como para
desarrollar cualquier tipo de simpatía en general por el socialismo. De hecho,
Kautsky creía que, en tanto los trabajadores creyeran que podían ser
independientes, que podían poseer su propia propiedad productiva, se
resistirían Al socialismo. Cito:
“Aunque las personas viven en el presente, trabajan
para el futuro ... El obrero asalariado industrial que todavía cree que la
artesanía tiene un futuro, o el jornalero que se imagina a sí mismo como un futuro
maestro, es diferente de aquel que ha abandonado toda esperanza de llegar a ser
independiente dentro del actual modo de producción”.
Si se cree que se
puede llegar a ser un productor independiente en el actual modo de producción,
no se será socialista. La implicación aquí es que la pequeña propiedad es más
atractiva naturalmente que la propiedad colectiva, que sería una segunda opción
en el mejor de los casos, por lo que se refiere a los trabajadores. Los
campesinos y los artesanos, por otra parte, están acostumbrados a trabajar por
su cuenta y por lo tanto carecen del sentimiento común y la disciplina de los
trabajadores industriales, a los que la empresa capitalista les forma en el
trabajo socializado, y en los que la resistencia organizada contra la
explotación capitalista ha fomentado las virtudes de cooperación, confianza en
sus compañeros y sumisión voluntaria al colectivo. De nuevo, para Kautsky, el
instinto socialista sólo emerge entre aquellos trabajadores que carecen de toda
esperanza de actuar individualmente.
El proletario está
en posición antagónica con su empleador, pero como consumidor también está en
conflicto con todos los que son dueños de sus medios de producción, incluyendo
a campesinos y pequeños comerciantes. El socialismo, por tanto, no puede ser
construido a partir de un interés común con los pequeños propietarios, estén
más o menos explotados. Ahora bien, es cierto que la clase de los pequeños
propietarios tenía su propia tradición revolucionaria heroica. Históricamente
había sido la primera piedra del movimiento democrático, lo que Kautsky
reconoce sin ambages. Pero a finales del siglo XIX esto había cambiado:
“Hace cien años, el pequeño comerciante superó con
creces a todas las demás clases populares en inteligencia, autosuficiencia y
coraje. Hoy en día, el proletariado desarrolla vigorosamente estas virtudes,
mientras que el pequeño comerciante se ha convertido en el prototipo de la
estrechez, el servilismo y la cobardía”.
Continuamente bajo
la presión tanto de los grandes capitalistas como de los asalariados, el
pequeño comerciante tiende a la histeria política y es presa de los demagogos.
Como clase, tienden hacia lo que Kautsky llama una "democracia
reaccionaria": el colapso del movimiento democrático pequeñoburgués
en una rabiosa hostilidad hacia el proletariado organizado. Esta tendencia,
Kautsky argumentó en 1909, era aún más avanzada en Francia, Austria y Suiza que
en Alemania, mucho antes del ascenso del fascismo alemán, por supuesto. la
socialdemocracia internacional no tenía ningún enemigo más encarnizado que la
"democracia reaccionaria”.
También están las
famosas "nuevas clases medias". El modo de producción capitalista
también produce esta nueva clase media de intelectuales, profesionales,
académicos, artistas, ingenieros y otros. ¿Podrían ser un sujeto social
progresista? No. Carecen de una conciencia propia coherente, siendo los
intereses de cada sector demasiado particulares. Esta clase en crecimiento, a
pesar de su falta de propiedad, no es en absoluto un campo de reclutamiento
prometedor para el movimiento socialista.
Y ¿qué pasa con las
personas que viven en la economía gris, sumergida y marginada en las zonas
urbanas (probablemente la mayoría de la llamada clase trabajadora en nuestro
actual "sur global")? Kautsky dice que este proletariado pobre, o
lumpenproletariado – sin empleo o criminal - es superfluo a la producción, a
pesar de que representaba una proporción creciente de la población en las zonas
industriales. En general, es servil con los poderosos, y no puede tomar la
iniciativa en el movimiento revolucionario, aunque puede pescar en las aguas
turbulentas de las turbulencias revolucionarias.
Esto es lo que el
historiador socialista del siglo 20, Raymond Postgate, escribió:
“Puede, como en Baviera en 1919, que
momentáneamente apoye la revolución, sólo para abandonarla rápidamente a la
primera dificultad. Puede, como cuando Cavaignac lo armó en París en 1848, que
tome las armas por unos cuantos centavos para aplastar a los mismos
revolucionarios que luchan en su defensa”.
El proletariado
Para Kautsky el
verdadero proletario era el trabajador sin posibilidad de llegar a ser
independiente. Esto es importante: el proletariado no es sólo una posición
objetiva de clase: es una psicología de clase. El proletario tiene la misma
voluntad de vivir que cualquier otra clase, pero esta voluntad de vivir se
despliega en condiciones apropiadas a sus medios de vida definidos en términos
de clase. Los proletarios no se esfuerzan por el beneficio, sino que venden su
fuerza de trabajo, y es natural que busquen precios más altos para esa fuerza
de trabajo y precios más bajos para los alimentos, etc. Esa es la base
elemental de la conciencia de clase proletaria.
Kautsky reconoció
que en un principio, con el inicio de la industria moderna, el término
"proletariado" implicaba una degeneración absoluta. Históricamente,
durante la primera industrialización, el proletariado fue reclutado entre las
clases pobres, semi-criminales, perezosas de los barrios populares, como se
podría encontrar, ya fuese en la antigua Roma o de hecho en los barrios pobres
de la Turquía moderna o Londres. Kautsky afirma que el proletariado surgió como
una chusma con poca conciencia política. Sin embargo, el proletariado
industrial moderno era también un fenómeno absolutamente sin precedentes. Por
primera vez, surge como una clase hereditaria,
radicalmente distinta de sus empleadores. Parte de esta línea de argumentación
proviene de Marx, y algunos de estos argumentos creo que viene de los
pensadores socialistas franceses de la década de 1830, en particular la noción
de una clase hereditaria, y tal vez de Lorenz von Stein.
En marcado
contraste con la industria de la Edad Media, en la industria moderna el lugar
de trabajo está completamente separado del hogar. En la época de los gremios,
los trabajadores del taller artesano eran parte de la familia, a la familia del
maestro. Los trabajadores no podían establecer su propio hogar: no podían
casarse y formar una familia sin establecerse primero como una unidad económica
autónoma, es decir, sin llegar a ser aprendices en el camino de convertirse en
maestros. En términos muy prácticos, el proletariado pre-moderno no podía
reproducirse a sí mismo como una clase, porque era casi imposible tener una
familia sin escapar de la condición proletaria. Esto contrasta con la industria
moderna, como surgió a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, donde los
hogares y la fábrica están separados. Los trabajadores ahora pueden crear sus
propios hogares y familias sin antes tener que convertirse en artesanos
independientes. Los asalariados se multiplican y se convierten en una clase
distinta, que se auto-reproduce. (Marx subrayó que los capitalistas pueden
dejar la reproducción del proletariado a los propios proletarios. Hay una
cantidad sorprendente de textos de Marx, que nos parecen ahora extraños, sobre
la vida sexual del trabajador asalariado).
Kautsky argumenta
que el proletariado es una clase hereditaria que se auto-reproduce de una
manera que, tradicionalmente, el asalariado no había sido. La separación entre
el hogar y la fábrica fue crucial para permitir al proletariado desarrollar una
conciencia de clase cohesiva. Esto es debido a que permitió al asalariado
convertirse en un individuo libre fuera de su trabajo, y desarrollar las
cualidades que hacen posible que el proletariado pueda conquistar el poder del
Estado.
A diferencia de los
proletarios del mundo antiguo y medieval, el proletariado moderno abastece las
necesidades de la clase dominante en lugar de ser abastecido por ésta. No
envidian ni imitan a los ricos, sino que los desprecian como ociosos. Fue este
cambio de conciencia lo que hizo a la clase obrera moderna. La sensación de
poder que acompaña a la conciencia de clase implica la regeneración de la clase
obrera. La gran industria conduce inevitablemente a la concentración progresiva
de la masa de la población y de la vida económica en grandes ciudades. Esta
concentración y urbanización es crucial para el desarrollo de la conciencia de
clase proletaria. Los trabajadores pueden comunicarse y organizarse con mayor
facilidad en los centros urbanos, y son más difíciles de controlar y
disciplinar. La multiplicidad de oportunidades de empleo significa que si es
necesario pueden normalmente esperar encontrar un nuevo trabajo en otro lugar.
La ciudad estimula el intercambio intelectual a través de innumerables asociaciones,
reuniones, exposiciones, museos, teatros y bares. Es aquí donde el proletariado
alcanza la conciencia de clase, se organiza y alcanza la madurez política.
Kautsky cree que el proletariado es, más o menos necesariamente, una clase
urbana.
Dos tendencias
opuestas, Kautsky argumentó, actúan sobre el proletariado bajo el capitalismo.
Por un lado, la degradación que producen un trabajo desmoralizador y la
pobreza. La primera industrialización produjo una degeneración absoluta, tanto
física como moral, pero fue sólo una etapa de transición. En términos
generales, la industrialización mejora el nivel de vida de los trabajadores, lo
que evoluciona, en general, en menos horas de trabajo, salarios más altos y
condiciones más higiénicas de vida. Los trabajadores, por otra parte, se
esfuerzan por regenerarse a sí mismos - en primer lugar, mediante la limitación
de la jornada de trabajo. Kautsky no estuvo de acuerdo con la idea común de que
la revolución social surge de la miseria proletaria y la degradación. Con el
tiempo, dijo, la tendencia a la mejora de las condiciones de vida del
proletariado, inevitablemente, acaba prevaleciendo.
No obstante,
incluso en las mejores circunstancias, el proletariado se ve privado de la
cultura, de tener poco de tiempo libre para adquirirla y ser intelectualmente
embrutecido por unas máquinas que no le exigen pensar. Sin embargo, el
trabajador está ansioso por escapar del lugar de trabajo con el fin de
desarrollar su potencial. El mismo proceso de la producción moderna, al agrupar
a los trabajadores en áreas urbanas, rompe los confines limitados de la vida
rural, mezcla culturas y requiere la alfabetización. Todo ello actúa sobre la
vida intelectual del proletario y despierta en el la sed de conocimiento. El
proletario tiene el deseo de ejercitar su mente fuera de sus horas de trabajo.
A diferencia del intelectual burgués, cada vez más encerrado en su especialidad
esotérica, el trabajador trata de abarcar todos los campos del saber: "Es en el
proletariado despreciado e ignorante donde renace el espíritu filosófico de los
miembros brillantes de la aristocracia ateniense".
La importancia del
deseo de mejora cultural del trabajador asalariado aumentó en el pensamiento de
Kautsky. Antes de 1916 el deseo de los proletarios de educarse de forma
autodidacta y el aumento de la capacidad de la sociedad para educarlos se había
convertido, para Kautsky, en crucial para su papel histórico. Así afirma:
“Si esperamos mejores resultados de la lucha de
clases del proletariado moderno que de las luchas de las clases trabajadoras de
épocas anteriores, la razón esencial es la mayor sed de conocimiento y las
mayores oportunidades educativas del trabajador moderno”.
La lucha de la
clase obrera por el salario no puede superar por si misma la degradación del
capitalismo o revertir su tendencia creciente hacia la crisis. La elevación de
la clase obrera provocada por la lucha de clases, por lo tanto, es más moral
que económica. Sin embargo, la elevación moral de la clase obrera genera un
creciente descontento con las limitaciones impuestas por el orden capitalista.
Kautsky, al menos
en la década de 1890, admitió que el nivel de vida de la clase obrera estaba
mejorando. Inicialmente, argumentó que esto era debido a una caída de los
precios agrícolas, que hacía que los alimentos y otros productos básicos fueran
más baratos. Con el cambio de siglo lo fue atribuyendo más a la reforma social
y económica. Siguiendo el consejo de Engels, Kautsky en su crítica del programa
de la socialdemocracia alemana no se concentró en la pobreza de la clase
obrera, sino en la incertidumbre de sus medios de existencia como el factor más
potente de radicalización:
“De todos los males del actual sistema de
producción, el más difíciles de sobrellevar – el que vacía con más saña las
almas de los hombres y hace brotar de su raíz todos los instintos del
conservadurismo - es la incertidumbre permanente de su medio de vida”.
Esta incertidumbre
se ve agravada por la migración internacional de trabajadores - un tema muy
actual hoy. Kautsky comentó irónicamente que en el flujo constante de la
inmigración generada por el transporte internacional, "los barcos de vapor y los
ferrocarriles, esos pilares tan cacareados de la civilización, no sólo llevan
armas, licores y sífilis a los bárbaros, sino que también nos traen a los
bárbaros y su barbarie".
Los enjambres de
desocupados eran un peligro social, que se mezcla en "esa masa
formidable de la humanidad de todo tipo que pueden ser designados como los
barrios miseria". Dentro de este grupo incluye a los timadores
y los estafadores, los delincuentes y las prostitutas, y los parásitos sociales
diversos sin ninguna función útil. También incluyó a los intermediarios, los
encargados de salón, los agentes comerciales, los sirvientes personales, la
mayoría de los soldados y, curiosamente, los tambores.
En primer lugar,
los trabajadores tienden a resentir la afluencia de extranjeros que socavan los
salarios. Aprenden, sin embargo, que la única medida para contrarrestarlo es la
solidaridad internacional, oponiéndose a la opresión capitalista más allá de
las fronteras. El moderno proletario - a menudo obligado a emigrar en busca de
trabajo - es menos propenso a caer en un chovinismo nacional estrecho que el
pequeño propietario unido a su tierra, el mercado y el entorno local.
El movimiento obrero
A medida que el
trabajador no especializado puede ser sustituido con facilidad, la
auto-organización de los trabajadores tiende primero a desarrollarse entre la
clase obrera cualificada. Por consiguiente, el proletariado se diferencia en
dos sectores. Los trabajadores mejor organizados y más cualificados llegan a
considerarse a sí mismos como una "aristocracia del trabajo".
Excluyen a los trabajadores no especializados de los sindicatos de oficio y
actúan de hecho como "los peores enemigos de la clase obrera".
Esta división se
supera gracias a la progresiva mecanización, que disuelve los diversos oficios
en el abismo del trabajo común. Sector por sector, los trabajadores no
cualificados emulan a los sectores mejor organizados del movimiento obrero, y
superan su apatía moral. Mediante este proceso de emergencia y selección se
desarrolla una vanguardia del trabajo - "la iglesia militante", como
la llamó Kautsky, de la clase obrera- , que se desarrolla a un ritmo más rápido
que la clase en su conjunto.
A partir de este
proletariado militante se recluta la mayor parte del movimiento socialista. De
hecho, "el socialismo y el proletariado militante tienden a ser la misma cosa".
Las primeras armas
del proletariado moderno son la huelga y el boicot. La huelga, en particular,
es el arma de guerra peculiar del proletariado. Aunque es probable que
desempeñe un papel importante en un proceso revolucionario, la huelga es
claramente inadecuada para la lucha a gran escala de la clase trabajadora. Los
trabajadores deben exigir inevitablemente libertades políticas para organizarse
a escala masiva. Las libertades civiles y políticas son para el proletariado
"prerrequisitos de vida"; son "la luz y el aire del movimiento obrero".
Para Kautsky, la forma más elevada de la lucha de clases del proletariado no es
la huelga, sino el proceso político democrático y la conquista y utilización de
las libertades civiles. Los bolcheviques, por cierto, estaban completamente en
desacuerdo con Kautsky en este punto: en su opinión, la acción democrática de
la clase obrera era un signo de debilidad del proletariado, no de madurez.
"El proletariado necesitaba la democracia en el pasado porque aún era
incapaz de pensar la dictadura en términos reales", escribió
Nikolai Bujarin. No llegamos muy lejos si eludimos las diferencias políticas y
temperamentales reales entre el bolchevismo y el kautskismo.
Mientras que los
capitalistas ricos pueden influir directamente en los gobiernos, la clase
obrera sólo puede hacerlo, de acuerdo con Kautsky, a través de la actividad
parlamentaria. La lucha para influir en el parlamento es para la clase obrera
"la palanca más poderosa que puede utilizar para sacar al proletariado
de su degradación económica, social y moral". La clase obrera
está particularmente bien adaptado a esta forma de organización parlamentaria,
porque se forma a través de distintas formas de actividad en el trabajo, lo que
acostumbra a los trabajadores a una rígida disciplina. La participación obrera
en la política conduce inevitablemente a un partido de clase específico: "Más
pronto o más tarde en todos los países capitalistas la participación de la
clase obrera en la política debe conducir a la formación de un partido
independiente, a un Partido del Trabajo”.
Kautsky era de la
opinión de que un partido de clase de los trabajadores debe exhibir tarde o
temprano tendencias socialistas. Estaba seguro, por lo tanto, de que la lucha
de clases proletaria toma una dirección socialista por su propia naturaleza.
Esto contrasta con la visión tradicional de Lenin, de que el socialismo debe
ser llevado al proletariado desde el exterior. No es eso lo que pensaba
Kautsky. Kautsky no creía, de hecho, que los proletarios se inclinaran por el
socialismo porque ese fuera el interés objetivo de la clase obrera. De hecho,
Kautsky pensaba que la población rural tenía un interés objetivo mayor en el
socialismo que incluso la clase obrera urbana.
El desarrollo
espontáneo de la conciencia socialista en el proletariado tiene un doble
aspecto. En primer lugar, que el proletariado carece de propiedad, que no tiene
apego específico a la propiedad privada de los medios de producción y, por lo
tanto, es posible ganarlo para la destrucción de la propiedad privada y del
modo de producción capitalista. En segundo lugar, al ser explotado, el
proletariado se esforzará para poner fin a esa explotación.
Kautsky tuvo que
admitir que la explotación de la clase obrera es una noción algo abstracta. Si,
como sostiene Marx, la fuerza de trabajo se vende a su valor de mercado,
difícilmente puede ser inmediatamente obvio para los trabajadores que están
siendo robados. Este es particularmente el caso si la explotación técnica, para
los estándares marxistas, coexiste con el aumento de los salarios, como Kautsky
creía que era el caso. La "ciencia" del marxismo no era de mucha
ayuda aquí. Kautsky reconoció que la masa de los trabajadores ni realiza una
investigación estadística ni reflexiona sobre las teorías del valor y de la plusvalía.
Sin embargo, los trabajadores pueden y deben percibir su explotación, cuando
contemplan el aumento de los beneficios y la mejora del nivel de vida de la
burguesía, porque "las clases no están divididas por murallas chinas
... Que el nivel de vida de la burguesía se eleva más rápidamente que entre los
trabajadores se pueden ver en cada paso". En términos de la
psicología, por lo tanto, la explotación de clase es un punto de vista relativo
y comparativo.
Aquí me permito
añadir algunos comentarios a lo Kautsky tenía que decir. Es evidente que los
trabajadores a menudo encuentran las desigualdades de riqueza perfectamente
justificable. En general, sólo le ponen peros si creen que la riqueza no ha
sido obtenida con esfuerzo. La gente común no suelen oponerse a que los
jugadores de fútbol, por ejemplo, estén muy bien pagados, siempre y cuando jueguen bien. A
menudo les gusta pensar que la familia real lleva a cabo un trabajo difícil por
el país y que se les paga mediante la generación de ingresos turísticos. La
gente, sin embargo, se opone cuando cree que los ingresos se perciben sin ser
fruto del trabajo. Siempre hubo mucha oposición de los trabajadores, por
ejemplo, a los propietarios de las minas de carbón, porque habían hecho grandes
sumas de dinero, simplemente debido al golpe de suerte de que tenían carbón en
terrenos que poseían. Esto ayuda a explicar la extraordinaria solidaridad
proletaria de la huelga general de 1926. Hoy en día, los rentistas como Sir
Philip Green son despreciados porque no parecen hacer nada para "crear
riqueza" real. Del mismo modo, y por desgracia, hay mucha hostilidad de
base a los que "estafan prestaciones sociales”, los “inmigrantes
económicos” y otros grupos oprimidos que son vistos como parásitos sociales.
Hay una extensa e instructiva literatura en psicología social de cómo funciona
esta "justicia motivada”, basándose en los conocimientos de Melvin J
Lerner.
Volvamos a Kautsky
y su punto de vista de la psicología proletaria. Los trabajadores son más
propensos a verse a sí mismos como explotados si los empresarios son
extranjeros, y para Kautsky eso explica en parte los intensos antagonismos de
clase que eran evidentes en la Rusia zarista. Si, por el contrario, era la
clase trabajadora la que estaba dividida por nacionalidades, o contaba con un
gran número de inmigrantes (como fue el caso en los Estados Unidos), la
conciencia de clase tuvo grandes dificultades en aparecer. Esto se debe a que
los inmigrantes no son de forma espontánea e inmediatamente considerados como parte
de la clase 'hereditaria' proletaria, ya que vienen de fuera.
La dictadura del proletariado
Vale la pena tener
en cuenta que para Kautsky la dictadura del proletariado no es lo mismo que el partido socialista
en el poder. De hecho, la dictadura del proletariado no tiene por qué ser
socialista en absoluto. A veces, por ejemplo, Kautsky hace referencia a una
dictadura del proletariado en el período del terror revolucionario francés de
la década de 1790. Esto nos puede parecer extraño. Estamos acostumbrados a la
idea leninista de que la dictadura del proletariado es una herramienta para la
construcción del socialismo. De hecho, surgió como una descripción del
proletariado en el poder, pero no era una descripción de su programa inmediato
y su ideología. Es necesario recordar que Marx y Engels se refieren a la Comuna
de París como la dictadura del proletariado, pero no creían que fuese
socialista.
En el pensamiento
de Kautsky, la dictadura del proletariado es un partido obrero en el poder,
independientemente de si cuenta o no con un programa socialista. El gobierno de
la clase obrera es la dictadura del proletariado - nada menos y nada más.
Kautsky lo interpretó en el sentido de la exclusiva dominación política del proletariado, sin alianzas con cualquier otra clase.
Para Kautsky es
inevitable, una vez que el proletariado existe, que un partido de los
trabajadores organizados políticamente contienda por el poder estatal. Ese
partido de los trabajadores pueden organizarse e incluso formar gobierno sin
desarrollar primero un programa socialista. Sin embargo, el partido del
proletariado, una vez en el poder, debe orientarse inevitablemente en una
dirección socialista. No puede utilizar la primera gran victoria de la clase
obrera sobre el capital, que pone el poder político en sus manos, de otra
manera que suprimiendo el nexo capitalista.
¿Qué haría un
gobierno de los trabajadores? En primer lugar, lograr la transformación del
estado militarista en un "estado de la cultura" (un término que
Kautsky tomó de Wilhelm Liebknecht). El "estado de la cultura" asume
la responsabilidad sobre la educación, la sanidad y el transporte. Pero irá más
lejos. Para Kautsky, ese gobierno toma una dirección socialista por su propia
naturaleza.
Cuando un gobierno
obrero llegue al poder tendrá, por la fuerza de las circunstancias económicas,
que luchar por el pleno empleo como primer requisito exigido por aquellos que
viven solamente de la venta de su fuerza de trabajo. Este sería el caso,
incluso si, como en Inglaterra, el Partido Laborista, piensa "en
términos liberales en lugar de socialistas". Un gobierno de
los trabajadores que se esforzase seriamente para asegurar el pleno empleo
inevitablemente entraría en conflicto con la lógica capitalista. Kautsky
plantea la hipótesis de que en tales circunstancias los capitalistas verían
amenazada su rentabilidad y, por lo tanto, tratarían de vender sus propiedades
a las cooperativas obreras y al estado. Esto parece poco probable, pero un
ejemplo análogo ocurrió en realidad en la llamada Guerra por la Tierra en
Irlanda. Se trató de un movimiento de campesinos y pequeños agricultores contra
el latifundismo, que llevó a una especie de punto muerto, pero un punto muerto
en el que los propietarios ya no podían extraer suficientes rentas de sus
aparceros. En última instancia, los propietarios decidieron vender, permitir
que los campesinos tuvieran tierra, porque no podían imponerles los niveles de
renta que querían. Bajo la presión de sus aparceros, el latifundismo se
extinguió. Kautsky esperaba que los capitalistas hicieran lo mismo, una vez que
llegara al poder un gobierno de los trabajadores sólido, sin apoyos de ninguna
otra clase.
La hipótesis de
Kautsky se basaba en la experiencia irlandesa. Un gobierno de los trabajadores
destruye la integridad del capitalismo. Llega al poder un gobierno de los
trabajadores que mejora sustancialmente la situación de la clase obrera hasta
el punto de que los márgenes de beneficio de la clase capitalista son
prácticamente destruidos, y los capitalistas a continuación tratan de vender
sus activos al estado o las cooperativas. Creía que los propietarios de bienes
buscarían una compensación en lugar de tratar de luchar como capitalistas, una
vez que habían perdido todas sus armas de coerción contra la clase trabajadora.
Así que, incluso en ausencia de un movimiento de trabajadores motivados
explícitamente por las teorías socialistas, la supremacía política del
proletariado y la continuación del modo de producción capitalista eran
incompatibles.
Así que eso es lo
que Kautsky entendía por la dictadura del proletariado. De hecho, no le gustaba
mucho el término. En su respuesta a Bernstein en su Anti-Kritik , escribió: "Yo no
juro que la supremacía del proletariado deba inevitablemente tener la forma de
una dictadura de clase. No hay necesidad de atarnos las manos sobre esta
cuestión". Después de la experiencia de los bolcheviques y de
las revoluciones de Europa Central en el período 1919-1921, Kautsky abandonó la
idea de la dictadura revolucionaria del proletariado por completo. En cambio,
en el período de transición el gobierno por lo general asumiría la forma de una
coalición con otros partidos de clase - al menos cuando la conquista del poder
por parte de los trabajadores se efectuase por la vía democrática. En esto fue
influido por Otto Bauer en Austria.
Analizaré ahora la
famosa fórmula de Kautsky sobre el desarrollo histórico de un movimiento
socialista de masas - la fusión del movimiento obrero y de los intelectuales
socialistas - porque quiero hacer hincapié en que la dictadura del proletariado
es algo distinto de un gobierno socialista consciente. El partido de clase de
los trabajadores se encuentra la doctrina socialista ya desarrollada en mayor o
menor medida por elementos de la intelectualidad. El socialismo se desarrolló
como una ideología a comienzos del siglo XIX como la "expresión
más profunda y más espléndida de la filantropía burguesa".
(18) Los primeros socialistas querían rescatar a la clase obrera, pero no
creían que el proletariado fuese el agente de su propia emancipación. De hecho,
en la medida en que deseaban una sociedad armoniosa, se oponían positivamente a
la lucha de clases.
El incipiente
movimiento obrero sospechaba naturalmente de tales intelectuales socialistas.
Según Kautsky, la gran contribución de Marx y Engels fue vincular el socialismo
con la lucha de clases proletaria cotidiana. Citó:
“Marx y
Engels lograron en [teoría] la unificación del movimiento obrero y el
socialismo. Sustituyeron el empirismo del ensayo y el error y los anhelos
sentimentales por la clara percepción de que la forma más elevada del
movimiento obrero es el movimiento socialista, y que el socialismo sólo puede
realizarse a través del movimiento obrero; que el movimiento obrero debe,
necesariamente, esforzarse por ir más allá de la sociedad capitalista, y que la
única clase que tiene el poder para luchar por una etapa social superior más
allá del capitalismo es la clase de los trabajadores asalariados”.
La unificación del
socialismo y del movimiento obrero era la definición de Kautsky del 'socialismo
científico'. Es interesante que atribuyese su origen no a una obra de Marx,
sino a La
condición de la clase obrera en Inglaterra (1844) de Friedrich Engels. Engels
inventó el socialismo científico, ¡no Marx! Poco a poco, lo que Engels había
predicho ocurrió: la fusión del movimiento obrero y el socialismo. El partido
de Kautsky, el SPD alemán, no era un partido democrático popular en el sentido
burgués del término, sino un partido de lucha de clases. Su función consistía
en reclutar y organizar al proletariado:
“Una vez que la socialdemocracia haya 'agrupado' a
toda la masa del proletariado ... ningún poder será capaz de resistirse. La
principal tarea de la socialdemocracia es, y sigue siendo: ganarse a esas
masas, organizarlas política y económicamente, elevar su nivel intelectual y
moral y conducirlas hasta el punto en que puedan asumir su herencia: el modo de
producción capitalista”.
Sin embargo, la
socialdemocracia no estaba simplemente allí para representar los intereses del
proletariado: más bien era encauzar con las ideas socialistas generadas por los
intelectuales el poder y el dinamismo de la clase obrera como sujeto del cambio
social. La socialdemocracia es el partido del proletariado en la lucha de
clases, pero no es sólo eso. También es el partido del desarrollo social.
Bernstein sostuvo
la famosa frase de que "el movimiento lo es todo, el fin nada".
Kautsky la invierte:
“El objetivo y el movimiento van de la mano con la
socialdemocracia. Son inseparables, pero, si llegaran a entrar en conflicto,
sería el movimiento obrero quién tendría que ceder el paso”.
En otras palabras,
el desarrollo social prevalece
sobre los intereses del proletariado. En particular, de ciertos
sectores de la clase obrera - aquellos que trabajan en oficios con una
cualificación importante – que tienen tendencia a convertirse en aristocracias
obreras que se oponen a la mejora técnica progresiva con el fin de proteger sus
puestos de trabajo. La socialdemocracia no puede apoyar tal corporativismo.
(Estaría tentado de sugerir que, en opinión de Kautsky, los socialistas no
deben apoyar a los trabajadores del metro de Londres en su campaña contra los
trenes sin conductor).
La
socialdemocracia, por decirlo todo, no se sentía comprometida a apoyar toda
acción industrial sectorial. Incluso el socialista de izquierda, Anton
Pannekoek, dijo lo mismo en 1912:
“Los socialistas no deberían apoyar, por ejemplo, a
los trabajadores portuarios que luchan contra la introducción de los ascensores
de maíz, incluso si eso significa la destrucción de miles de puestos de trabajo
... La idea surgirá: '¿No podemos luchar contra ellos con el poder de los
sindicatos? Pero la socialdemocracia respondería: ‘Es imposible; no podemos
luchar contra el progreso. Aseguraros que las máquinas sean vuestras”.
Su objetivo era
"eliminar los obstáculos a la libre actividad y organización del
proletariado" y agitar a favor de medidas de Estado "para
proteger las capacidades físicas, intelectuales y morales del proletariado ...
siempre que la actividad de los individuos y la masa organizada del
proletariado sea incapaz de hacerlo". La socialdemocracia
tiene como objetivo la elevación intelectual y moral del proletariado con el
fin de lograr el control del mecanismo económico. Kautsky puso un gran énfasis
en la legislación en apoyo de una jornada laboral limitada legalmente - o el
"día normal de trabajo”, como era conocida. Era el principal problema,
cuando se trataba de la protección de los trabajadores. El movimiento socialista
no podía prometer a los trabajadores proteger sus puestos de trabajo, sólo su
capacidad de trabajo y su vida. El movimiento socialista protege la humanidad
de los trabajadores, no sus trabajos particulares.
El proletariado en el socialismo
Ahora voy a pasar a
lo Kautsky pensaba acerca de la posición de los trabajadores dentro del orden
socialista. La revolución socialista implicaría la transición a un nuevo
sistema de propiedad, que ya está latente en el viejo.
Cuando la propiedad
productiva era trabajada por individuos, la propiedad individual había sido
necesaria. La producción a gran escala, por otra parte, requiere la cooperación
y la producción social. El trabajo se convierte necesariamente en colectivo. Se
hace totalmente imposible que cada trabajador individual posea sus propios
medios de producción. La sustitución del común por la propiedad privada, de la
producción para su uso por la producción para la venta, implicaba la evolución
de la propiedad. El taller capitalista independiente se transforma en
instituciones sociales y esas instituciones, a su vez, se unen en un gran
conglomerado: una comunidad socialista. De forma algo desconcertante, la
sociedad socialista no sería otra cosa que "un gigantesco conglomerado
industrial".
Hubo pocos indicios
en los escritos de Kautsky de que creyese que la división del trabajo entre
manual y mental pudiese ser superada. De hecho, Kautsky siguió a Marx al pensar
que la ciencia determina cada vez más la productividad del trabajo. Pero fue
más allá de Marx al afirmar que la formación de habilidades manuales y la
formación científica son dos actividades estrictamente separados. La
productividad se basaría en los científicos y los trabajadores manuales no
tenían nada que ver en ello.
También fue muy
escéptico acerca de la viabilidad de las cooperativas obreras. El empresario
individual- independiente, implacable, muy motivado - era mucho más capaz a la
hora de aprovechar las oportunidades del mercado. Las cooperativas individuales,
casi invariablemente, se convertían en empresas capitalistas. La explotación
capitalista sólo podría ser superada por las grandes - y al parecer jerárquicas
- empresas socialistas.
"Es
cierto que el trabajador reclama libertad, además de buenas condiciones de
trabajo", admite Kautsky, cuando habla del socialismo
gremialista. "Quiere que haya democracia en la industria".
Es evidente, sin embargo, que Kautsky tenía una visión limitada de lo que
podría significar la democracia industrial: "La democracia significa no
la anarquía, sino la sumisión del individuo a las decisiones de la mayoría, y a
los gerentes que la mayoría nombra". Para Kautsky la actividad económica del estado
moderno era el punto de partida natural que conduce a la comuna cooperativa. El
tamaño de esa comuna no podía predecirse con antelación, pero, como mínimo,
probablemente sería similar al del estado moderno.
Kautsky predijo que
el comercio entre las repúblicas socialistas autosuficientes sería mucho menor
que el comercio que caracteriza al capitalismo internacional: "un
estado libre asociado cooperativo, co-extensivo con la nación, podría producir
todo lo que se requiere para su propia conservación". Así que
Kautsky preveía una especie de autarquía. Obviamente, consideraba posible el
socialismo en un solo país - y de hecho lo consideraba necesario, si debía
evitarse el instinto imperialista de expandirse.
El objetivo del
movimiento socialista, por lo tanto, era democratizar el estado existente como
una primera etapa para transformarlo en una mancomunidad cooperativa
autosuficiente. Los detalles de cómo se organizaría una comunidad socialista,
sin embargo, no podían predecirse con antelación. Los intelectuales no podían
hacer nada más que indicar la tendencia general: "Bosquejar
planes para el futuro estado social es tan racional como planificar de antemano
la historia de la próxima guerra".
Lo único cierto es
que los grandes medios de producción y los instrumentos de trabajo serían
propiedad y gestionados socialmente. Kautsky admitió que en las condiciones de
su época, el estado es más caro y menos competente en sus actividades
económicas que el capitalista privado. La socialización sería distinta de la
nacionalización, en el sentido de que diversas formas de asociación que no son
el estado, como los municipios y las cooperativas, jugarían un papel. Sin
embargo, como se mencionó anteriormente, en realidad no tenía un concepto de
democracia industrial. Más bien, la eficiencia derivaría del mantenimiento de
ciertas técnicas capitalistas. Al menos en el futuro previsible, se podía
esperar que se mantuvieran las diferencias salariales y los bonos de
productividad – que eran enteramente conciliables con el espíritu de la
sociedad socialista. El espíritu competitivo tendría que ser conservado, ya que
"un cierto grado de rivalidad entre los miembros de la sociedad, y la
selección de los más aptos, parece ser un requisito previo indispensable tanto
para el progreso social de la sociedad como para el mantenimiento del nivel ya
alcanzado".
Pero esto no
requeriría mecanismos de mercado. Ya dentro de las empresas capitalistas el
talento era recompensado y se implantaban jerarquías organizativas sin recurrir
a la competencia en el mercado. De hecho, el mercado capitalista era en algunos
aspectos no competitivo, ya que tiende a recompensar a los que tienen
privilegios heredados, no adquiridos. Para citar a Kautsky:
“Una
carrera entre caballos que comiencen en diferentes puntos de partida a lo largo
de la pista de carreras es un disparate. Lo mismo puede decirse de la rivalidad
entre personas que son desiguales, para empezar. La selección de los más aptos
sólo puede tener lugar entre iguales”.
La idea es que, no
importa cuán inteligente o trabajador se pueda ser, no es probable que termine
con más dinero que un gran propietario terrateniente como el Duque de
Westminster.
El empleo de todos
los que buscan trabajo estaría asegurado en el socialismo, pero no habría
libertad completa del trabajo. En una sociedad socialista esencialmente solo
habría un único empleador y los trabajadores por lo tanto no serían capaces de
moverse entre empleadores. Kautsky admitió que esto era una limitación a la
libertad, pero creía que era una que el proletariado estaría dispuesto a
consentir: "Puede entenderse fácilmente por qué un abogado con
mentalidad liberal puede considerar tal dependencia insoportable, pero no es
insoportable para el proletariado moderno". Creía que el
proletariado tenía horizontes más bien limitados a la hora de trabajar y que estaría
contento con un puesto de trabajo seguro.
El ideal anarquista
de la independencia individual fuera del proceso de trabajo colectivo era
imposible para el trabajador manual, pero sería aplicable en el futuro
socialista para el proceso de producción intelectual, el arte y la academia,
que tienen sus propias leyes y no se pueden someter a una dirección central :
"el tipo de producción socialista, por lo tanto, sería el comunismo en la producción
material, la anarquía en la intelectual " - no es una utopía del todo
agradable para el trabajador de la producción material. No iba a haber ninguna
liberación del trabajo propiamente dicha: el socialismo se comprometía a
satisfacer las aspiraciones intelectuales del trabajador, fundamentalmente,
acortando la jornada de trabajo. Para el trabajador no sería la libertad de
trabajo, sino la emancipación del trabajo.
La emancipación del
trabajo, que ya se desarrolla bajo el capitalismo con la reducción de la
jornada de trabajo, era para Kautsky siempre fundamental para lo que era el
socialismo: la elevación del nivel moral e intelectual del proletariado. Esto
requeriría el socialismo para su plenitud de desarrollo, pero también se
desarrollaría en una medida considerable a fin de alcanzar el socialismo. En suAnti-Kritik, Kautsky termina diciendo (parafraseo):
“Bernstein
tiene más fe en el proletariado y en su nivel intelectual y espiritual, porque
si no se tiene tal fe se puede también renunciar a la democracia, para no
hablar del socialismo”. Al final se trata de una apuesta: esperemos
que cuando llegue el día la clase obrera este a la altura de las tareas que se
le presenten.
En muchos aspectos,
la desilusión parcial de Kautsky, sus polémicas contra el bolchevismo y su
antagonismo con la dirección mayoritaria del SPD después de la Primera Guerra
Mundial surgieron de la visión de que en Europa central y oriental, el
proletariado no tenía el nivel intelectual y cultural adecuado para alcanzar el
socialismo. La guerra significó que el proletariado había ido hacia atrás,
dirigido y desorganizado por la afluencia masiva de trabajadores rurales no
cualificados movilizados para trabajar en las industrias de guerra. "Como
resultado, la minoría con educación y cualificación, que había dirigido hasta
entonces al proletariado, perdió gradualmente su poder de dirigir, y en su
lugar emergió la pasión ciega de la ignorancia". Este nuevo
proletariado, impulsado únicamente por la miseria, exigía un cambio radical
inmediato e inoportuno: el socialismo en un abrir y cerrar de ojos y mediante
el terror.
En Rusia el
proletariado había sido brutalizado, en el centro de Europa el movimiento
obrero se había dividido desastrosamente. La ideología y la pasión
revolucionaria no eran suficientes.
Fuenmte: Revista
Sin Permiso
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