Crítica a la macroeconomía convencional. “Teoría autista, que no conecta con el mundo real de los millones de seres humanos que padecen la explotación, la desocupación o las crisis del sistema capitalista”.
Por Rolando Astarita, Profesor de economía de la Universidad de Buenos Aires, Argentina,
para Revista Sin Permiso
Recientemente Paul
Romer publicó un texto, “The Trouble
with Macroeconomics” (Stern School of Business, New York University,
14/09/16) en el que afirma que por más de tres décadas la Macroeconomía ha
experimentado un retroceso intelectual. Para quienes no lo conocen, digamos que
Romer es un estadounidense, profesor de Economía, de orientación neoclásica. Es
conocido principalmente porque fue iniciador de los modelos de crecimiento
endógeno, que actualmente se enseñan en los cursos de Crecimiento Económico.
La crítica de Romer
entronca con críticas anteriores a los contenidos de la Macroeconomía
“oficial”, realizadas también por personajes del establishment de la corriente
principal. Por ejemplo, en “Macroeconomía
del mainstream y crisis”, comentamos un trabajo de Claudio Borio, en
el que repasa críticamente la teoría anterior a la crisis de 2007, y propone
cambios en algunas de las perspectivas fundamentales que se manejaron hasta
ahora. Borio es un importante economista del Banco de Pagos Internacionales,
BIS. También Krugman, Stiglitz, la revista The Economist, pidieron cambios. En esa
nota señalábamos: “…son varios los economistas de la corriente principal que
hoy admiten que la situación teórica es muy preocupante. Tal vez, el más
notable haya sido el premio Nobel Paul Krugman, de la facultad de Princeton, y
colaborador del New York Times,
quien afirmó que la macroeconomía de los últimos 30 años fue ‘espectacularmente
inútil en el mejor de los casos, y en el peor, positivamente perjudicial’.
Stiglitz, premio Nobel, y también neoclásico, es otro crítico.
Significativamente, algunas publicaciones del establishment, como The Economist, unen su voz al pedido de
indagar qué anduvo mal”.
Pues bien, Romer
focaliza su crítica en la tesis del “ciclo real de negocios”. Afirma que los
macroeconomistas se sintieron cómodos con la idea de que las fluctuaciones de
los agregados macroeconómicos son provocadas por shocks imaginarios, y no por
las acciones de las personas. Ese confort fue suministrado por el modelo del
llamado ciclo real de negocios. El ciclo real de negocios (tesis elaborada por
Kydland y Prescott, en los 1980) sostiene que existen shocks de productividad,
o tecnológicos, generados por algo que los neoclásicos llaman “productividad
total de los factores”, o “residuo de Solow”, pero que en realidad, dice Romer,
no saben bien cómo definir. O, como dijo Moses Abromovitz (otro destacado
economista estadounidense), y cita Romer, el residuo “es una medida de nuestra
ignorancia”. Romer lo llama el flogisto y agrega: “El modelo del ciclo real de
negocios explica las recesiones como bajas exógenas del flogisto”.
En particular Romer
critica que en estos modelos la política monetaria, y el dinero, no tienen
importancia. Y observa que nadie sabe explicar en qué consisten esos shocks
negativos. O, en todo caso, son reducidos al absurdo de una congestión de
tránsito (respuesta de Prescott a un docente que le preguntó en qué consistía
el shock tecnológico; la anécdota es citada por Romer). El modelo luego se
enriquece por otros supuestos –todos en esencia formas de flogistos- sobre los
que ironiza Romer, que dan lugar a los modelos de equilibrios múltiples. Más
tarde, agrega Romer, se incluyeron precios rígidos para abrir la posibilidad de
que la política monetaria pudiera importar y afectar al producto; pero importa
poco, ya que el dogma del ciclo real de negocios permanece.
Pero por otra
parte, está el problema de los tests econométricos. Es que cuando el número de
variables crece, dice Romer, el problema de identificación se hace cada vez
peor. Recordemos en qué consiste el problema de la identificación. Supongamos
que tenemos series temporales de datos sobre cantidades y precios, y no
disponemos de ninguna otra información adicional. El problema de la
identificación reside en cómo sabemos –dadas únicamente las cantidades y los
precios-, si estamos estimando la función de demanda o la de oferta. O,
alternativamente, si pensamos que estamos estimando la función de demanda, cómo
garantizamos que esa sea la función de demanda. Para responder estas
cuestiones, es necesario estimar antes los parámetros de nuestra función de
demanda. Pero si solo se tienen las series de precios y cantidades, y ninguna
otra información, no hay manera de responder, ya que los mismos datos pueden
ser compatibles con varias funciones hipotéticas de oferta y demanda (Basic
Econometrics, D. Gujarati, cap. 19).
Por lo tanto, y a
fin de obtener resultados, el cálculo econométrico tiene que introducir algunos
otros datos en las variables del sistema. Romer los llama “hechos con un valor
de verdad desconocido” (FWUTV, por sus siglas en inglés). Con esto subraya que,
a pesar de que el proceso de estimación trata al FWUTV como si fueran hechos
conocidos por ser ciertos, los procesos de estimación del modelo no revelan
nada acerca de su valor real de verdad. Y los resultados de los cálculos
econométricos varían según el FWUTV introducido. Por ejemplo, dice Romer, si
dada una serie de datos sobre precios y cantidades, se quieren establecer las
curvas de oferta y demanda, y se introduce un FWUTV que dice que la curva de
oferta es vertical, se obtiene un determinado resultado. Pero si se introduce
otro FWUTV, imponiendo, por ejemplo, que la curva de oferta pase por el origen,
se obtiene otro resultado. Las elasticidades de demanda obtenida son distintas,
y no hay manera de saber cuál es verdadera, si es que hay alguna verdadera.
El problema, sin
embargo, se hace más grave con los modelos de múltiples equilibrios, o con la
introducción de las expectativas racionales. Romer sostiene que la matemática
no resuelve el problema; lo único que logra es colocar el FWUTV cada vez más
lejos de la discusión de la identificación. “Apoyándose en una fundamentación
micro, un autor puede decir, ‘supongamos A, supongamos B… bla, bla, bla, … y
así hemos probado que P es verdadero. Entonces el modelo está identificado”.
Agrega: “Con suficiente matemática un autor puede estar confiado en que la
mayoría de los lectores nunca se imaginarán donde está enterrado el FWUTV”. Y
los macro modelos descansan así en supuestos que no son creíbles, y son opacos.
Precisemos, sin embargo, que el avance de Romer con respecto a los modelos
neo-neo clásicos, al estilo ciclo real, se reduce a introducir algunas
rigideces de precios y salarios, de manera de admitir efectos reales de las
políticas monetarias.
En cualquier caso,
Romer hace entonces una comparación con los físicos que defienden la teoría de
las cuerdas, y encuentra que en los economistas “post ciclo real” se registra:
1) tremenda autoconfianza; 2) una comunidad inusualmente monolítica; 3) un fuerte
sentimiento de identificación con el grupo, afín con una fe religiosa o una
plataforma política; 4) un fuerte sentido de vinculación entre el grupo y otros
expertos; 5) un desinterés por otras ideas, opiniones o expertos que no son
parte del grupo; 6) una tendencia a interpretar la evidencia de manera
optimista, y una no consideración de la posibilidad de que la teoría esté
equivocada; 7) una falta de apreciación de la medida en que el programa de
investigación debe incluir riesgo.
La convicción de
que la matemática soluciona los problemas, y el desprecio por los hechos, se
combinan para potenciar esta situación. Tomando la expresión de Bunge, Romer
habla de pseudo ciencia.
Sin embargo, lo que
Romer no dice es que las siete características que atribuye a los economistas
macro del ciclo real de negocios (o post-ciclo real) se aplican también al
mundo académico y al establishment neoclásico, del cual el propio Romer forma
parte. En esos círculos, los enfoques que son críticos de conjunto de la teoría
neoclásica son sistemáticamente excluidos, o (en el mejor de los casos)
relegados al estatus de “curiosidades”, de importancia menor. Su mismo modelo
de crecimiento endógeno se basa en la función de producción neoclásica, y en
supuestos “heroicos” –como que el capital y el trabajo reciben respectivamente
sus productos marginales- que no tienen el menor sustento teórico ni empírico.
O contienen fatales inconsistencias internas, como lo demostró, hace ya
décadas, la crítica de Cambridge. En el mismo sentido, ¿cómo es posible que
Romer pase por alto la crítica que se hizo, también desde el enfoque de
Cambridge, al residuo de Solow? (una presentación sencilla de esa crítica, aquí).
En definitiva, la
“tremenda autoconfianza”, el “desprecio por las teorías alternativas”,
“el desinterés por las críticas que se les han dirigido”, “la no consideración
siquiera de la posibilidad de que la teoría que usan esté equivocada” (empezando
por la misma función de producción, base del modelo de crecimiento endógeno),
han sido la constante en toda la economía oficialmente establecida. Esta gente
parece intuir que si comienza a tirar de estas “fisuras”, se viene abajo el
trabajoso edificio que han levantado. En particular, son conscientes de la
necesidad de excluir de toda consideración a los enfoques que ponen al desnudo
la naturaleza y el origen de las plusvalías que llueven sobre las clases
dominantes.
El escrito de Romer
es entonces síntoma de un malestar intelectual con una teoría autista, que no
conecta con el mundo real de los millones de seres humanos que padecen la
explotación, la desocupación o las crisis del sistema capitalista. En este
sentido es digna de atención. Pero no va mucho más allá. Es apenas un
insustancial cambio de formas, para que permanezca lo sustancial: la
apologética del sistema económico y social establecido.
No hace falta ser muy pillo.
ResponderEliminarEsto cabecita yanky lo complicano tuto.
Efectivamente cualquier sistema economico esta lleno de relaciones que se realimentan entre si, es como dice CRISTINA UNA COSA INCIDE EN OTRA Y EN OTRA Y EN OTRA Y HAY QUE IR TANTIAMDO COMO HACER UN CIRCULO VIRTUOSO EN BASE A NUMEROSAS REGULACIONES QUE ES LO QUE HACEN TODAS LAS ECONOMIAS FUERTES.
ESO DE YO QUIERO A MI BANDERA PLANCHADITA, PLANCHADITA A MI OFFCHORE LAVADITA Y UNA ECONOMIA SIN BARRERAS Y QUE NOS PICEN QUE NOS PICEN QUE NOS PICEN.
POR MAS QUE AL MISHIFUSO LO LLENE DE MOSCA, TE DESTRUYE EL MEJOR PAIS EN UN AÑO.
CARAMBA!!! EMPIESA LA CUENTA REGRESIVA PARA EL AÑO NUEVO. NOS SEGUIREMOS TOMANDO LA AGAROMPA AMARILLA?????????????
Todo parece indicar que sí, mi estimado amigo.. Pero no hay problema, las actuales políticas excluyentes y depredatorias son producto de la falta de experiencia y el apresuramiento del gobierno, según Peña
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