Trigo, harina y
Massa
El sábado pasado, Sergio Massa se
reunió en General Madariaga con las cuatro entidades que conforman la Mesa de
Enlace agropecuaria y les presentó un paquete de leyes para bajarle la presión
tributaria al campo. La iniciativa, que concreta una promesa del final de su
campaña para diputado y que será impulsada en el Congreso por Felipe Solá y
Gilberto Alegre, contempla eliminar las retenciones al trigo, bajar 10 puntos
las retenciones al maíz, reducir 5 puntos las retenciones a la carne, suspender
las retenciones a las exportaciones de productos primarios y de manufacturas de
origen agropecuario de las economías regionales, y lo mismo para las
exportaciones de todas las pequeñas y medianas empresas industriales y
agropecuarias.
“Es un aporte para el país, sostuvo
Massa. El agropecuario es el sector que más rápido puede generar flujo de
ingreso de dólares, y es muy importante que en 2014 tengamos la posibilidad de
tener todos los sectores productivos con capacidad de exportación y de
generación económica para cuidar el empleo de la gente y la oferta de bienes.”
Agregó que “estamos cumpliendo un compromiso de campaña, que es pelear para
quitarle el freno de mano al campo”.
Es probable que ésa sea la fórmula para
dinamizar al campo, pero cabe preguntar al menos dos cuestiones: ¿cuál sería el
efecto de la rebaja o eliminación de retenciones en los precios domésticos de
esos productos y de sus derivados, como por ejemplo el trigo, la harina y el
pan?; y ¿a cuánto asciende el costo fiscal de liberar las fuerzas productivas
del sector agropecuario?
En la primera pregunta subyace la idea
de que el precio interno de un bien que se exporta y tiene un gran mercado
mundial tiende a ser equivalente al precio internacional menos la retención,
porque si fuera menor se exportaría todo. Según esa lógica, la eliminación de
la retención al trigo se traduciría en un incremento en su precio y en todos
los productos que lo tienen como insumo.
Massa contradice esa teoría. Según
declaró el sábado, “si se eliminan las retenciones al trigo, y por ende se
siembra más trigo, habrá más producción y exportación y el precio de la harina
y el pan será más barato”. Su razonamiento encierra una incoherencia, ya que
está asumiendo que se sembrará más trigo porque el productor espera cobrar más
por lo que vende, es decir, un trigo más caro, y el correspondiente impacto
sobre todos sus derivados.
(La Argentina tiene sus rarezas. Debido
a los groseros errores de intervención de Guillermo Moreno y a las maniobras
especulativas del sector, hubo un lapso en que a pesar de las retenciones, el
precio local del trigo fue más alto que la cotización en el mercado de Chicago.
Una excepcionalidad más en la foja de servicios del ex
súper-secretario).
Respecto de la segunda pregunta, el
equipo de Massa calcula que el costo fiscal del paquete pro-campo oscila entre
los 8.000 y 10.000 millones de pesos, equivalentes a aproximadamente el 1 por
ciento de la recaudación de impuestos nacionales.
No es la primera vez que el líder del
Frente Renovador y uno de los más firmes presidenciables para 2015 lanza una
iniciativa que tiene como eje principal la rebaja de impuestos. Sin ir más
lejos, el fin de semana anterior en Pinamar había salido al cruce del acuerdo
de precios que estaba por entrar en vigencia con pronóstico de fracaso y una
propuesta anti-inflacionaria alternativa que incluía reintegros a exportadores,
desgravación de Ganancias a la reinversión de utilidades en la compra de
maquinaria y eliminación de aranceles para la importación de bienes de capital
compensado con reintegros a los productores locales, junto con medidas de
cobertura contra el alza de precios como el ajuste automático del mínimo no
imponible para Ganancias y de la Asignación Universal por Hijo, y la creación
de un haber 14 para los jubilados.
Es probable que esas medidas, insertas
en un “plan integral” que no fue detallado y sumadas a la reconstrucción de la
credibilidad del Indec, sean eficaces para apuntalar la inversión y la oferta
de bienes, y de esa manera contribuir a domar la inflación. La otra cara de la
moneda es que suman al debilitamiento fiscal.
Tampoco esa fue la primera vez en que
la rebaja de impuestos fue elemento estelar de su política. En su plataforma de
campaña ya figuraba la desgravación para la reinversión de pymes, reducción de
cargas laborales para el empleo de jóvenes, y la suba del mínimo no imponible
para Ganancias, que el Gobierno hizo suya tras la derrota en las PASO.
Pero aquella vez los recortes de
ingresos venían acompañados de un proyecto que gravaba la renta financiera, y
que, parcialmente, también fue apropiado por el oficialismo. Paradójicamente,
pareciera que con el Frente Renovador ocurre lo contrario de axioma político
que sostiene que la responsabilidad de las propuestas es inversamente proporcional
a la distancia que se está de gobernar: los paquetes de medidas que expusieron
los dos últimos fines de semana perdieron el grado de consistencia que tenían
los proyectos presentados durante la campaña cuando aún no habían ganado la
elección.
A Massa no le faltan economistas.
Durante su exitosa campaña legislativa del año pasado se mostró con el ex
ministro de Economía del kirchnerismo Miguel Peirano; con el ex titular del
Banco Central entre 2004 y 2009, Martín Redrado, y con el consultor Ricardo
Delgado, que ofició de coordinador. Luego del triunfo sumó nada menos que a
Roberto Lavagna, y su última incorporación fue Aldo Pignanelli, presidente del
Banco Central designado por Eduardo Duhalde, quien está proponiendo atacar el
problema del dólar con recortes en el gasto público; puntualmente, mencionó
eliminar personal innecesario, disminuir la importación de energía y subir las
tarifas para aquellos sectores que puedan pagar más caro los servicios
públicos.
Pero la abundancia de economistas no
garantiza coherencia, si por ello se entiende que las propuestas y opiniones
expresadas por el conjunto sean consistentes con lo que ellos mismos vienen
sosteniendo: por ejemplo, la necesidad de mantener cierto orden en las cuentas
fiscales.
La abundancia de economistas tampoco
garantiza eficacia. Baste recordar, salvando distancias gigantescas, que en el
gabinete de Fernando De la Rua estaban José Luis Machinea, Ricardo López
Murphy, Juan José Llach, Adalberto Rodríguez Giavarini y Fernando de Santibañes.
Fuente: Revista 23
Un chiste.
ResponderEliminarEsto debe sonar como música de los angeles para los odiadores del gobierno que se piensan que no se porqué ventura todo va a ir sobre ruedas y cada cual va a aplaudir desde su lugar yendo a trabajar como Dios manda.
Un desastre es lo que puede generar la aplicación de semejante programa.
Hay tipos ahí como Peirano que lo sabe muy bien; mejor que Zloto y que cualquiera de nosotros. Un tipo cuyo eje de crítica son las inconsistencias de gobierno, no me digan que apoya semejante inconsistente paparruchada.
Señores, estudien el modelo uruguayo del frente amplio. Ahí es hacia a donde nos van a llevar si hay cambios en el 2015. Dolares baratos, apertura de importaciones, bajas retenciones solo para la soja lo demás liberado, primarización de la economía, intromisión de la embajada, establecimiento de bases y de acuerdos de ayuda para la lucha contra el terrorismo internacional y el narcotráfico, con la participación de la FFAA. dejar al Mercosur debilitado en beneficio de tratados tipo los del Pacifico, y así las cosas.
ResponderEliminarNo se queden en la figura decorativa de Pepe Mujica, el modelo uruguayo es el espejo que nos van a querer imponer, neoliberalismo en lo económico y popularismo en los asistencial a los más necesitados.
Tanta lucha el Frente Amplio para llegar al gobierno, para soñar que alguna vez pudiera ser cierta esa posibilidad y todo para eso. Y nuestros rebeld-boys se quejan de nosotros.
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