EL DOLAR DEL DOLOR.. una enfermedad terminal

Cuando un sector muy nutrido de la sociedad (clase medias y sectores económicamente dominantes) manifiesta su intención de atesorar en una variable que el país no produce y que a la vez esa variable es moneda corriente dentro del marco de la globalización es obvio que por reglas de mercados dicho insumo suba. Ahora bien. Por un lado tener un dólar bajo y a la vez abiertas las importaciones sabemos que conspira contra la industria nacional, contra el empleo autóctono, en consecuencia se hace muy complejo aplicar un sistema de sustitución de importaciones debido que es más rentable importar que producir. Eso sucedió durante los noventa y comenzó a darse en estos últimos años, debido a esto se frenó la creación de empleo. Aquel proceso neoliberal explotó con casi el 30% de desocupación y un 50% de pobreza. En la actualidad no se llegó a tal punto crítico, pero si me temo que las presiones de los demandantes más algún retraso del gobierno en la aplicación de medidas correctivas con relación al tipo de cambio desembocaron en una coyuntura inexorable.

Al mismo tiempo un dólar alto promueve dos fenómenos contradictorios. Por un lado protege al trabajo local pero por el otro encarece el valor de los insumos (inversiones) que las empresas deben importar para poder desarrollarse y de ese modo proteger ese mercado laboral, más allá que los exportadores de materias primas obtengan mayor rentabilidad producto que al recibir la misma cantidad de dólares pero más caros su relación con el peso crece.

También se beneficia el Estado ya que esos dólares que ingresan impactan directamente en la recaudación por las retenciones a las exportaciones de los comodities.

Por eso resulta interesante evaluar por qué razón el gobierno no hizo algo que lo beneficiaría. El sentido común, el pensamiento básico e inicial tiene varias respuestas para dar, el sentido inteligente acaso sólo tenga una y sospecho que habrá tenido que ver con una decisión política que supera largamente a nuestra ignorancia.

Sin dudas que un dólar alto también encarece el mercado interno de insumos ya que si no se logra una política de acuerdos, a ningún exportador le convendrá ingresar sus productos al mercado local. Al mismo tiempo baja el costo argentino en dólares de la mano de obra. Asunto que suena muy fuerte como reclamo en cada encuentro empresarial.

En el medio cada actor con intereses propios exige por sus fueros. Por eso es necesaria la evaluación de todas las variables para entender el grado de complejidad en la que estamos inmersos desde hace casi cuarenta años.

Por fuera de las presiones, los culpables y las desidias de los gobernantes hemos tenido experiencias de todo rango en estas cuatro décadas: Desde un mercado cambiario totalmente liberalizado hasta un mercado estrictamente regulado pasando por todos los tonos de grises. Con el tiempo cada una de ellas ha fracasado cosa que nos debería hacer pensar mucho en nuestras propias erratas como sociedad. Temo que no sabemos qué tipo de país queremos simplemente porque no se debaten modelos de país, se exigen modelos de país (y en el peso de los que exigen están los resultados),  y a partir de esas exigencias, las presiones y los intentos desestabilizadores son las vedettes de una obra revisteril en donde los trabajadores y los sectores más sensibles de la sociedad la vemos desde la vereda del teatro. Sólo nos dejan escuchar los aplausos o los abucheos que parten de la platea..