LAS SIETE PIEZAS DEL ROMPECABEZAS MUNDIAL por el SUBCOMANDANTES MARCOS. 5ta, 6ta y 7ma PIEZA, conclusión
Pieza 5: ¿La legítima violencia de un poder ilegítimo?
El
Estado, en el neoliberalismo, tiende a contraerse al "mínimo
indispensable". El llamado "Estado Benefactor" no sólo se
convierte en obsoleto, se desprende de todo lo que lo constituía en tal y se
queda desnudo. En el cabaret de la globalización, tenemos el "show"
del Estado sobre una "table dance" que se despoja de todo hasta
quedar con su prenda mínima indispensable: la fuerza represiva. Destruida su
base material, anuladas sus posibilidades de soberanía e independencia,
desdibujadas sus clases políticas, los Estados Nacionales se convierten, más o
menos rápido, en un mero aparato de "seguridad" de las megaempresas que
el neoliberalismo va erigiendo en el desarrollo de esta IV Guerra Mundial. En
lugar de que la inversión pública la orienten al gasto social, los Estados
Nacionales prefieren mejorar su equipo, armamento y preparación para cumplir
con eficacia la labor que la política dejó de cumplir hace años: el control de
la sociedad. Los "profesionales de la violencia legítima" se llaman a
sí mismos los aparatos represivos de los Estados Modernos. Pero, ¿qué hacer si
la violencia está ya bajo las leyes del mercado? ¿Dónde está la violencia
legítima y dónde la ilegítima? ¿Qué monopolio de la violencia pueden pretender
los maltrechos Estados nacionales si el libre juego de la oferta y la demanda
desafía ese monopolio? ¿No demostró la pieza 4 (“Mundialización financiera y
globalización de la corrupción y el crimen”) que el crimen organizado, los
gobiernos y los centros financieros están más que bien relacionados? ¿No es
palpable que el crimen organizado cuenta con verdaderos ejércitos sin más
frontera que el poder de fuego del rival?
Así
que el "monopolio de la violencia" no pertenece ya a los Estados
Nacionales. El mercado moderno lo puso a venta. Viene a cuento esto porque,
debajo de la polémica entre violencia legítima e ilegítima, también está la
disputa (falsa, pienso) entre violencia "racional" e
"irracional". Cierto sector de la intelectualidad mundial (insisto en
que su quehacer es más complejo que el simple ser "de derecha o de
izquierda", "progubernamental o de oposición", "etcétera
bueno o etcétera malo") pretende que la violencia se puede ejercer de modo
"racional", administrar de forma selectiva, (hay quien, incluso,
adelanta algo así como la "mercadotecnia de la violencia"), y aplicar
con habilidad "de cirujano" en contra de los males de la sociedad.
Algo así inspiró la pasada etapa armamentista en la Unión Americana: armas
"quirúrgicas", precisas, y operaciones militares como bisturí del
"nuevo orden mundial". Así nacieron las "smart bombs" (que,
según me platicó un reportero que cubrió "Desert Storm", no son tan
"inteligentes" y batallan para distinguir entre un hospital y un
depósito de misiles, en la duda, las "smart bombs" no se abstienen,
destruyen). En fin, el Golfo Pérsico, como decían los compañeros de los pueblos
zapatistas, está más allá de la capital estatal de Chiapas (aunque la situación
de los kurdos tenga semejanzas espeluznantes con los indígenas de un país que
se precia de ser "democrático" y "libre"), así que no
insistamos en "aquella" guerra cuando tenemos la "nuestra".
Bien, la pugna entre violencia "racional" e "irracional"
abre una vía de discusión interesante y, lamentablemente, no es inútil en los
tiempos actuales. Podíamos tomar, por ejemplo, qué se entiende por
"racional". Si se responde que es la "razón del Estado"
(suponiendo que eso existiera y, sobre todo, que se le pudiera reconocer alguna
razón al actual Estado neoliberal), entonces cabe preguntarse si esa
"razón de Estado" se corresponde a la "razón de la
sociedad" (siempre suponiendo que la sociedad de hoy retiene algo de
racionalidad) y, más todavía, si la violencia "racional" del Estado
es "racional" también a la sociedad. Aquí no hay mucho que discurrir
(como no sea ociosamente), la "razón de Estado" en la modernidad no
es otra que "la razón de los mercados financieros". Pero, ¿cómo
administra su "violencia racional" el Estado moderno? Y, ojo a la
historia, ¿cuánto tiempo dura esa "racionalidad"? ¿El tiempo que va
desde una a otra elección o golpe de Estado (según el caso)? ¿Cuántas
violencias de Estado, que fueron aplaudidas como "racionales" en su
tiempo, son ahora "irracionales"?
Lady
Margaret Thatcher, de "grata" memoria para el pueblo británico, se
tomó la molestia de prologar el libro "The Next War", de Caspar
Weinberg and Peter Schweizer. (Regnery Publisihng, Inc. Washington, D.C. 1996).
En este texto, la señora Thatcher, adelanta algunas reflexiones sobre las tres
similitudes entre el mundo de la Guerra Fría y el de la Post Guerra Fría: La
primera de ellas es que el "mundo libre" nunca carecerá de agresores
potenciales. La segunda es la necesidad de una superioridad militar de los
"Estados democráticos" sobre los posibles agresores. La tercera
similitud es que tal superioridad militar debe ser, sobre todo, tecnológica.
Para terminar su prólogo, la llamada "dama de hierro" define la
"racionalidad violenta" de los Estados modernos al señalar: "Una
guerra puede ocurrir de muchas maneras diferentes. Pero la peor usualmente pasa
porque un poder cree que puede alcanzar sus objetivos sin una guerra o al menos
con una guerra limitada que puede ser ganada rápidamente y, en consecuencia,
fallan los cálculos". Para los señores Weinberg y Schweizer los escenarios
de las "Guerras Futuras" son: Corea del Norte y China, Irán, México,
Rusia, y el Japón.
No
hay, pues, duda de quiénes serían los posibles agresores: asiáticos, árabes,
latinos y europeos. ¡Casi la totalidad del mundo es considerado "posible
agresor" de la "democracia" moderna!. Lógico (cuando menos en la
lógica liberal): en la modernidad, el poder (es decir, el poder financiero) sabe
que sólo puede "alcanzar sus objetivos" con una guerra, y no con una
"guerra limitada que puede ser ganada rápidamente", sino con una
guerra total, mundial en todos los sentidos. Y, si le creemos a la nueva
secretaria de Estado de los Estados Unidos, Madeleine Albright, cuando dice:
"Uno de los objetivos prioritarios de nuestro gobierno es el de asegurar
que los intereses económicos de los Estados Unidos puedan extenderse a escala
planetaria" ("The Wall Street Journal". 21/I/1997), entonces
debemos entender que todo el mundo (y quiero decir "todo todo") es el
teatro de operaciones de esta guerra. Es de entender, entonces, que si la
disputa por el "monopolio de la violencia" no se da de acuerdo a las
leyes del mercado, sino que es desafiado desde abajo, el poder mundial
"descubra" en ese reto a un "posible agresor". Este es uno
de los desafíos (de los menos estudiados y más "condenados", entre
los muchos que representa) lanzado por los indígenas en armas y en rebeldía del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en contra del neoliberalismo y
por la humanidad.
PIEZA 6: La Megapolítica y los enanos
Antes
dijimos que los Estados Nacionales son atacados por los centros financieros y
"obligados" a disolverse dentro de las megápolis. Pero el neoliberalismo
no sólo opera su guerra "uniendo" naciones y regiones. Su estrategia
de DESTRUCCIÓN / DESPOBLAMIENTO y RECONSTRUCCIÓN / REORDENAMIENTO produce una o
varias fracturas en los Estados Nacionales.
Esta
es la paradoja de la IV Guerra Mundial: hecha para eliminar fronteras y
"unir" naciones, lo que va dejando tras de sí es una multiplicación
de las fronteras y una pulverización de las naciones que perecen en sus garras.
Más allá de los pretextos, ideologías o banderas, la actual dinámica MUNDIAL de
quiebre de la unidad de los Estados Nacionales responde a una política,
igualmente mundial, que sabe que pues de ejercer mejor su poder, y crear las
condiciones óptimas para su reproducción, sobre las ruinas de los Estados
Nacionales. Si alguien tuviera alguna duda sobre este caracterizar al proceso
de globalización como una guerra mundial, debería desecharla al hacer cuentas
de los conflictos que provocaron y han sido provocados por los colapsos de
algunos Estados Nacionales. Checoslovaquia, Yugoslavia, la URSS, son muestras
de la profundidad de estas crisis que dejan hechos añicos no sólo los
fundamentos políticos y económicos de los Estados Nacionales, también las
estructuras sociales. Slovenia, Croacia y Bosnia, además de la presente guerra
dentro de la federación Rusa con Chechenia de escenario, no marcan sólo el
destino de la trágica caída del campo socialista en los fatídicos brazos del
"mundo libre", en todo el mundo este proceso de fragmentación
nacional se repite en escala e intensidad variables.
Hay
tendencias separatistas en el Estado Español (País Vasco, Cataluña y Galicia),
en Italia (Padua), en Bélgica (Flandes), en Francia (Córcega), en el Reino
Unido (Escocia y el País de Gales), y en Canadá (Québec). Y hay más ejemplos en
el resto del mundo. Ya nos referimos al proceso de construcción de las
megápolis, ahora hablamos de la fragmentación de países. Ambos procesos se dan
sobre la destrucción de los Estados Nacionales. ¿Se trata de dos procesos
paralelos, independientes? ¿Dos facetas del proceso de globalización? ¿Son
síntomas de una megacrisis aún por estallar? ¿Meros hechos aislados? Pensamos
que se trata de una contradicción inherente al proceso de globalización, una de
las esencias del modelo neoliberal. La eliminación de fronteras comerciales, la
universalidad de las telecomunicaciones, las superautopistas de la informática,
la omnipresencia de los centros financieros, los acuerdos internacionales de
unidad económica, en fin, el proceso de globalización en su conjunto produce,
al liquidar los Estados Nacionales, una pulverización de los mercados internos.
Éstos no desaparecen o se diluyen en los mercados internacionales, sino que
consolidan su fragmentación y se multiplican.
Sonará
contradictorio, pero la globalización produce un mundo fragmentado, lleno de
pedazos aislados unos de otros (y no pocas veces enfrentados entre sí). Un
mundo lleno de compartimentos estancos, comunicados apenas por frágiles puentes
económicos (en todo caso tan constantes como la veleta de viento que es el
capital financiero). Un mundo de espejos rotos reflejando la inútil unidad
mundial del rompecabezas neoliberal. Pero el neoliberalismo no sólo fragmenta
el mundo que supone unir, también produce el centro político-económico que
dirige esta guerra. Y si, como señalamos antes, los centros financieros imponen
su ley (la del mercado) a naciones y a grupos de naciones, entonces deberíamos
redefinir los límites y alcances de la política, es decir, del quehacer
político.
Conviene
entonces hablar de la megapolítica, en ésta sería donde se decidiría el
"orden mundial". Y cuando decimos "megapolítica" no nos
referimos al número de quienes en ella se mueven. Son pocos, muy pocos, los que
se encuentran en esta "megaesfera". La megapolítica globaliza las
políticas nacionales, es decir, las sujeta a una dirección que tiene intereses
mundiales (que por lo regular son contradictorios a los intereses nacionales) y
cuya lógica es la del mercado, es decir, la de la ganancia económica. Con este
criterio economicista (y criminal) se decide sobre guerras, créditos, compra y
venta de mercancías, reconocimientos diplomáticos, bloqueos comerciales, apoyos
políticos, leyes de migración, golpes de Estado, represiones, elecciones,
unidades políticas internacionales, rupturas políticas intranacionales, inversiones,
es decir, la supervivencia de naciones enteras.
El
gran poder mundial puede tolerar un gobierno de izquierda en cualquier parte
del mundo, siempre y cuando ese gobierno no tome medidas que vayan en contra de
las disposiciones de los centros financieros mundiales. Pero de ninguna manera
tolerará que una alternativa de organización económica, política y social se
consolide. Para la megapolítica, las políticas nacionales son hechas por enanos
que deben plegarse a los dictados del gigante financiero. Así será, hasta que
los enanos se rebelen...
Aquí
tiene usted la figura que representa la "megapolítica". Comprenderá
usted que es inútil tratar de encontrarle una racionalidad y que, desenredando
la madeja, nada quedará claro.
PIEZA 7: Las bolsas de resistencia
"Para empezar, te ruego no confundir la Resistencia con la
oposición política. La oposición no se opone al poder sino a un gobierno, y su
forma lograda y completa es la de un partido de oposición; mientras que la
resistencia, por definición (ahora sí), no puede ser un partido: no está hecha
para gobernar a su vez, sino para... resistir".
Tomás
Segovia. "Alegatorio".
La
aparente infalibilidad de la globalización choca con la terca desobediencia de
la realidad. Al mismo tiempo que el neoliberalismo lleva adelante su guerra
mundial, en todo el planeta se van formando grupos de inconformes, núcleos de
rebeldes. El imperio de las bolsas financieras enfrenta la rebeldía de las
bolsas de resistencia. Sí, bolsas. De todos los tamaños, de diferentes colores,
de las formas más variadas. Su única semejanza es su resistirse al “nuevo orden
mundial” y al crimen contra la humanidad que conlleva la guerra neoliberal. Al
tratar de imponer su modelo económico, político, social y cultural, el
neoliberalismo pretende subyugar a millones de seres, y deshacerse de todos
aquellos que no tienen lugar en su nuevo reparto del mundo. Pero resulta que
estos “prescindibles” se rebelan y resisten contra el poder que quiere
eliminarlos. Mujeres, niños, ancianos, jóvenes, indígenas, ecologistas,
homosexuales, lesbianas, seropositivos, trabajadores y todos aquellos y
aquellas que no sólo “sobran”, sino que también “molestan” al orden y el
progreso mundiales, se rebelan, se organizan y luchan. Sabiéndose iguales y
diferentes, los excluidos de la “modernidad” empiezan a tejer las resistencias
en contra del proceso de destrucción / despoblamiento y reconstrucción /
reordenamiento que lleva adelante, como guerra mundial, el neoliberalismo.
En
México, por poner un ejemplo, el llamado “Programa de desarrollo integral del
Istmo de Tehuantepec” pretende construir un moderno centro internacional de
distribución y ensamble de mercancías. La zona de desarrollo abarca un complejo
industrial en el que se refina la tercera parte del crudo mexicano y se elabora
el 88% de los productos petroquímicos. Las vías de tránsito interoceánico
consistirán en carreteras, una ruta fluvial aprovechando el tendido natural de
la zona (río Coatzacoalcos) y, como eje articulador, la línea del ferrocarril
transístmico (a cargo de 5 empresas, 4 de EU y 1 de Canadá). El proyecto sería
zona ensambladora bajo el régimen de maquiladoras. Dos millones de pobladores
del lugar pasarían a ser estibadores, controladores de paso o maquiladores.
(Ana Esther Ceceña. "El Istmo de Tehuantepec: frontera de la soberanía
nacional". "La Jornada del Campo" 28 de mayo 1997.) También en
el sureste mexicano, en la selva Lacandona, se echa a andar el "Programa
de Desarrollo Regional Sustentable para la Selva Lacandona". Su objetivo
real es poner a disposición del capital las tierras indígenas que, además de
ser ricas en dignidad e historia, también lo son en petróleo y uranio. El
resultado previsible de estos proyectos será, entre otros, la fragmentación de
México (separando al sureste del resto del país). Además, y ya que de guerras
hablamos, los proyectos tienen implicaciones contrainsurgentes. Forma parte de
una pinza para liquidar la rebeldía antineoliberal que explotó en 1994.
En
medio quedan los indígenas rebeldes del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN). (Ya en el tema de indígenas rebeldes conviene un paréntesis:
los zapatistas piensan que, en México (ojo: en México) la recuperación y
defensa de la soberanía nacional es parte de una revolución antineoliberal.
Paradójicamente, el EZLN es acusado de pretender la fragmentación de la nación
mexicana. La realidad es que los únicos que han hablado de separatismo son los
empresarios del estado de Tabasco (rico en petróleo) y los diputados federales
chiapanecos que pertenecen al PRI. Los zapatistas piensan que es necesaria la
defensa del Estado Nacional frente a la globalización, y que los intentos de
partir a México en pedazos vienen del grupo gobernante y no de las justas
demandas de autonomía para los pueblos indios.
El
EZLN, y lo mejor del movimiento indígena nacional, no quieren que los pueblos
indios se separen de México, sino ser reconocidos como parte del país con sus
especificidades. No sólo eso, quieren un México con democracia, libertad y
justicia. Las paradojas siguen, porque mientras el EZLN lucha por la defensa de
la soberanía nacional, el Ejército Federal Mexicano lucha contra esa defensa y
defiende a un gobierno que ha destruido ya las bases materiales de la soberanía
nacional y ha entregado el país, no sólo al gran capital extranjero, también al
narcotráfico). Pero no sólo en las montañas del sureste mexicano se resiste y
se lucha contra el neoliberalismo. En otras partes de México, en la América
Latina, en los Estados Unidos y el Canadá, en la Europa del Tratado de Masstrich,
en el África, en el Asia, y en Oceanía, las bolsas de resistencia se
multiplican. Cada una de ellas tiene su propia historia, sus diferencias, sus
igualdades, sus demandas, sus luchas, sus logros. Si la humanidad tiene todavía
esperanzas de supervivencia, de ser mejor, esas esperanzas están en las bolsas
que forman los excluidos, los sobrantes, los desechables.
Éste
es un modelo de bolsa de resistencia, pero no haga mucho caso de él. Hay tantos
modelos como resistencias y como mundos hay en el mundo. Así que dibuje el
modelo que más le guste. En esto de las bolsas, como en las resistencias, la
diversidad es riqueza. Hay, a no dudarlo, más piezas del rompecabezas
neoliberal. Por ejemplo: los medios de comunicación, la cultura, la polución,
las pandemias. Aquí sólo hemos querido mostrarle el trazo de 7 de ellas. Estas
7 bastan para que usted, después de dibujarlas, colorearlas y recortarlas, se
dé cuenta que es imposible armarlas juntas. Y éste es el problema del mundo que
la globalización ha pretendido rearmar: las piezas no encajan. Por esto, y por
otras razones que no vienen al espacio de este texto, es necesario hacer un
mundo nuevo. Un mundo donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los
mundos...
Desde
las montañas del Sureste Mexicano. Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México,
Junio de 1997
Post Data a “7 piezas sueltas del rompecabezas mundial”
Reposa
la mar a mi lado. Comparte desde hace tiempo angustias, incertidumbres y no
pocos sueños, pero ahora duerme conmigo la caliente noche de la selva. Yo miro
su trigo agitado en el sueño y me maravillo de nuevo al encontrarla a ella como
es ley: tibia, fresca y a mi lado. La asfixia me saca del lecho y toma mi mano
y la pluma para traer al Viejo Antonio hoy, como hace años... He pedido al Viejo
Antonio que me acompañe en una exploración río abajo. No llevamos más que un
poco de pozol para comer. Durante horas seguimos el caprichoso cauce y el
hambre y el calor aprietan. Toda la tarde la pasamos tras una piara de
jabalíes. Casi anochece cuando le damos alcance, pero un enorme censo (puerco
de monte) se desprende del grupo y nos ataca. Yo saco a relucir todos mis
conocimientos militares, dejo tirada mi arma y me trepo al árbol más cercano.
El Viejo Antonio queda inerme ante el ataque, pero en lugar de correr, se pone
tras una maraña de bejucos. El gigantesco jabalí arremete de frente y con toda
su fuerza, pero queda atrapado entre las lianas y las espinas. Antes de que
pueda librarse, el Viejo Antonio levanta su vieja chimba y, de un tiro en la
cabeza, resuelve la cena de ese día. Ya en la madrugada, cuando he terminado de
limpiar mi moderno fusil automático (un M-16, calibre 5.56 mm, con selector de
cadencia y alcance efectivo de 460 metros, además de mira telescópica, bipie y
cargador de "drum" con 90 tiros), escribo en mi diario de campaña y,
omitiendo todo lo sucedido, sólo anoto: "Topamos puerco y A. mató una
pieza. Altura 350 msnm. No llovió". Mientras esperamos que se cueza la
carne, le cuento al Viejo Antonio que la parte que me toca servirá para las
fiestas que se preparan en el campamento. "¿Fiestas?", me pregunta
mientras atiza el fuego. "Sí", le digo, "No importa el mes,
siempre hay algo que celebrar.". Después sigo con lo que yo supuse era una
brillante disertación sobre el calendario histórico y las celebraciones
zapatistas. En silencio escucha el Viejo Antonio y, suponiendo que no le
interesa, me acomodo para dormir. Entre sueños miró al Viejo Antonio tomar mi
cuaderno y escribir algo. En la mañana, repartimos la carne después del desayuno
y cada uno toma su camino. Ya en nuestro campamento, reporto al mando y le
muestro la bitácora para que sepa lo ocurrido. "Esta no es tu letra",
me dice mientras me muestra la hoja del cuaderno. Ahí, al final de lo que yo
anoté ese día, el Viejo Antonio había escrito con letras grandes: "Si no
puedes tener la razón y la fuerza, escoge siempre la razón y deja que el
enemigo tenga la fuerza. En muchos combates puede la fuerza obtener la
victoria, pero en la lucha toda sólo la razón vence. El poderoso nunca podrá
sacar razón de su fuerza, pero nosotros siempre podremos obtener fuerza de la
razón". Y más abajo, con letra muy pequeña: "Felices fiestas".
Ni para qué decirlo, se me quitó el hambre. Las fiestas, como siempre,
estuvieron bien alegres. "La del moño colorado" estaba todavía,
felizmente, muy lejos del "hit parade" de los zapatistas...
Desde las montañas del Sureste Mexicano
Ejército Zapatista de Liberación Nacional
México,
Junio de 1997
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