Pues no resulta para nada descabellado
teniendo en cuenta que jamás el kirchnerismo planteó sus políticas en términos
dogmáticos. Aquellos que somos cobijados por ideas de izquierda y que adherimos
al proyecto popular debemos asumir que nunca fuimos engañados al respecto, de
modo que desilusionarse debido a que algunos dirigentes kirchneristas perciban
que no existen razones para profundizar aún más el modelo distribucionista no
nos puede ni nos debe sorprender. En términos estrictamente ideológicos podemos
afirmar que políticamente no existe nada a la izquierda del Kirchnerismo como
opción de poder, eso no implica que el kichnerismo lo sea, cosa que nos pone de
cara a una realidad concreta y tangible: Hasta qué punto de sus intereses
individuales y sectoriales esta sociedad se permite socializar sus rentas, me
refiero a los límites de la inclusión y
su vocación solidaria. Acaso el notorio crecimiento de los sectores medios de
estos años ha tenido su respuesta con dichos dirigentes. Las demandas en estos
diez años se han modificado y parte del kichnerismo considera que ha llegado el
momento de priorizarlas. Mientras el núcleo duro aún observa (observamos) que
el camino hacia la equidad lejos está de haberse recorrido en su totalidad los
sectores más conservadores que apoyan el modelo estiman que es hora de subsumir
determinados postulados a favor del gestionalismo tecnocrático. Convengamos que
muchos aliados provinciales del Kichnerismo en nada comulgan con sus
paradigmas, diría que los menos, cuestión que provoca una sensación de
incertidumbre permanente en cuanto a los alineamientos y supuestas fidelidades.
Criticar políticamente a Massa porque utilizó al kichnerismo para cimentar su
plataforma de lanzamiento personal es lo mismo que denostar a Néstor porque
llegó de la mano de Duhalde o a este por haber hecho lo propio con Menem.
Parafraseando al hombre del salón oval: “Es la política estúpidos” me atrevo a
ironizar caprichosamente modificando términos. De hecho también el radicalismo
vivió situaciones similares siendo el propio Raúl Alfonsín quién tristemente
fue desahuciado por la oleada liberal a la que adhirió fervorosamente la línea
nacional cordobesa. Muchos de los que llegaron de su mano no tuvieron
inconvenientes en menoscabarlo humana y políticamente subidos a una tabla en
donde el equilibrio entre la historia del centenario partido y "el fin de las ideologías" eran
ciertamente difusos. En lo personal adhiero a don Raúl y aquella hermosa
reivindicación que hizo de las ideas cuando mencionó la necesidad de estar
preparado para perder elecciones antes que renunciar a las convicciones.
Lamentablemente el Radicalismo ha decidido no hacerle caso. Esperemos que el
kichnerismo y sus militantes no sigan sus pasos, de lo contrario esta
incipiente primavera quedará en la historia como aquella del Alfonsín: Lo que
pudo haber sido y no fue debido a que imprudentemente y montados de cierta
soberbia decidimos creer, como sociedad, que los implacables, tal como los
llama Lula, estaban definitivamente derrotados. Sería fundamental un gran
acuerdo programático del kichnerismo con las fuerzas de centroizquierda para
tratar de alejar definitivamente los fantasmas del pasado, pero como dijimos,
tal cosa resulta imposible debido a que no existe nada a su izquierda con
vocación política para disputarle el poder al poder real de las corporaciones.
El kirchnerismo tiene la ciclópea tarea de mantener su identidad popular aún a
costa de perder importantes y prestigiosos dirigentes que forjaron sus siluetas
gracias a las políticas públicas desarrolladas, pero que hoy consideran a esas
políticas públicas como factores limitantes para sus individuales ambiciones.
La batalla política sigue estando en el campo cultural, la mediatización
corporativa o la militancia de base, y es el pueblo con su lectura política el
que debe decidir sus flancos de preferencia. La aparición de un kirchnerismo de
derechas nos conmueve como militantes pero no deja de ser la resultante de un
proceso inclusivo en donde los sectores medios se presentan como actores
sociales determinantes. La visualización de aquello por conservar
individualmente va superando de manera pausada la prioridad social de lo que
aún falta. Acaso Massa sea la respuesta a todos estos dilemas...
Muy bueno.
ResponderEliminarSi el kirchnerismo fue una "primavera", con sus eventuales 12 años, no es comparable con la fugaz "primavera" alfonsinista,
ResponderEliminarAunque más de uno pretenda lavar con ácido y lavandina el paisaje (que todavía no se sabe si los K lo van a abandonar, para dejárselo alegremente), no sé si los otoños e inviernos que amenazan traer les van a ser tan simples.
Me acuerdo cuando un prócer de éstos, economista de Chicago y yanqui él, pontificaba en los felices 90 que "los bolivianos están acostumbrados a comer mierda, con el ajuste deberán acostumbrarse a comer menos"; un visionario el tipo, claro.
Y como nuestros héroes de calibre similar seguramente sueñan con que los argies se acostumbren a ese mismo menú, omiten en esos poco primaverales "análisis" que, en esta primavera, productora de clase media pretenciosa, la "mierda" tiene cara de 0 Km, de LED (el LCD ya es cosa vieja, viste?), otros electrodomésticos de buen nivel, buena pilcha y vacaciones en, justo, buenos sitios de acá y allá... y allá es "países serios" o "más que acá" por lo menos.
En la primavera K, se estimularon muchas ínfulas, debieran tener cuidado, la taba les puede caer de culo y transformar a esta odiada "dictadura" en "Vuelvan, perdónennos y arreglen el kilombo en que nos metieron", (sí, los metieron, porque además de funcionales a los desastres, son buenísimos a la hora de la amnesia).
A veces dan ganas de que voten y le den cabida a estos menemfigurines (no tan adefesios como el quasimodo original), que hagan moco todo y chau, se lo merecen; la joda es que vivimos en el mismo país y no hay garantía de tener la misma suerte del 2003.
Y salga pato o gallareta, nada será lo mismo, esta primavera nunca será parecida a la alfonsinista, más olvido que nostalgia.
Ram
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en todo lo que decís. También en oportunidades monto en cólera y pienso que algunos necesitarían una buena dosis de menemato para valorar el presente. Demás está decir que no la comparé desde el plano político. Sería demencial de mi parte poner en un pie de igualdad a ambos proyectos: por los tiempos, los modos, el coraje, el compromiso, la decisión, las ideas, la militancia. Me referí desde el estricto plano de las sensaciones. Hablo de que una mañana de estas nos levantamos como siempre y que buena parte de ese 54% haya decidido que "ya está bien", que el conflicto es imprudente, que la política es una cagada, y cuestiones por el estilo que la clase media suele utilizar cuando de victimizarse se trata.
Yo no soy tan transigente,suscribo a ram.
ResponderEliminarMoscón. Yo tampoco soy transigente y también suscribo a Ram. Pero no se trata de lo que pensamos nosotros, eso nadie lo pone en duda, se trata de lo que nos dispara esta suerte de oleada neoliberal que vienen exhibiendo todas las figuras que se fueron (o los fueron) del proyecto. La densidad política de estos 10 años sólo es comparable, en términos políticos e historicos con el primer Peronismo. Y me llama la atención que esa densidad no sea tomada por aquellos que pretenden construir, aún por derecha, por fuera del proyecto.
ResponderEliminarY bueno, si un día se levantan así, que ya está bien, Ok., de acuerdo pero, les vendrá "en el pecado, la penitencia". Uno cumple en la advertencia, en el tratar de explicar pero no se es ni hay por qué serlo, responsable de las miopías ajenas - miopía no exenta de estupidez, de paso.
ResponderEliminarY se me ocurre que es en estas elecciones (que no es cierto que no son tan importantes) es fundamental no ceder ni pasteurizar el lenguaje. No está en juego lo K, está en juego el instinto de conservación (de conservar lo ganado) o el de perdición, no hay otra disyuntiva.
Justamente por eso me preocupa notablemente que ese 54% se reduzca. Solamente con una nueva avalancha de votos el dilema preservar o perder lo ganado dejaría de ser disyuntiva de forma tal pasar hacia una nueva etapa superadora (profundización institucional de la democracia participativa: Reforma Constitucional, reforma judicial, reforma sindical, etc.
ResponderEliminarNo me parece Massa que vaya a cortar el bacalao para el lado del modelo popular.
ResponderEliminarEso es seguro Moscón. Pero no tengas dudas que su discurso (sólo su discurso) incluirán varias de las conquistas obtenidas
ResponderEliminarA ver si te entiendo Gustavo,Massa se caga en el modelo pero lo usa para encumbrarse y nos empoma a todos o es piantavotos?
ResponderEliminarAl modelo ya lo usó. Massa no sería Massa sin el Kichnerismo. Lo que me preocupa es lo que algunos adherentes al modelo le ven.
ResponderEliminar¿Que le ven?
ResponderEliminarHabrá que preguntarle a Dario Giustozzi.
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