Martínez: Una Maravilla
dedicado a Julio Ernesto Vila
El boxeo es una actividad muy particular
ya que permite que dos personas se tomen a golpes de puño sin protección y en
la vía pública gozando ambas de inmunidad policíaca. Si dos o más personas
hacen lo mismo en una plaza o en la calle son inmediatamente detenidos y
puestos a disposición de la justicia. Por fuera de este sofisma que suelen
exponer los detractores de la actividad, a la que no le reconocen entidad
deportiva, bueno es contemplar que el sábado pasado fuimos testigos de un
evento extraordinario cuyo protagonista fue un hombre que tenía todo para
perder y que sin embargo se repuso a sus propias limitaciones físicas para
entregarnos una velada que quedará para el recuerdo. Los posteriores comentarios
me impulsaron a diseñar esta pequeña apología de manera marcar posición a modo
de declaración de principios.
¿Desde cuándo un fallo polémico sobre una
pelea reñida es un tongo?. Para los que gustamos del boxeo sabemos
perfectamente lo que es el “tongo”. Tongo hubiese sido colocarle a Martínez un
boxeador con ranking inventado y un record para nada comprobable. ¿Se acuerdan
cuándo vino el pibe de Coggi a Coronel Dorrego?. Tongo es cuando enormes diferencias
boxísticas no son reflejadas en las tarjetas, y esto puede ocurrir tanto para
beneficiar al favorito como para fallar a favor de un supuesto pugilista de
menor tenor de modo maximizar ganancias en las apuestas. Tongo es aquello que
sucedió con Látigo Coggi en Tucumán o con la famosa pelea Firpo-Dempsey. En
estos días se me cruzó por la cabeza la segunda pelea entre Carlos Monzón y
Rodrigo Valdez. Pelea cerradísima, una revancha de toma y daca entre dos
notables y auténticos guerreros. Rodilla en tierra del gran campeón en el
segundo tras un directo secó a la mandíbula y un colombiano que nunca
retrocedía a pesar del eficiente pistón del santafesino. Se la dieron a Carlos
por un par de puntos. Nadie se atrevió a dudar del fallo a pesar del disgusto
de Rodrigo.
Maravilla sube al ring dando enormes
ventajas, perjuicios que no pasan solamente por su edad, cuestiones que muy
pocos apuntan. No es un mediano natural, acaso sea un súper welter o un peso
medio. Sus golpes no tienen el mismo efecto determinante. Tengamos en cuenta
que los 72 kilos del pesaje oficial son ficticios al subir al cuadrilátero.
Recordemos que a pesar de la extraordinaria paliza no pudo tirar a Chávez, y
éste solamente un impacto casi lo duerme, menos aún pudo conmover a Murray.
Mientras que un mediano natural sube al ring con largos 73,500 (y creo que con
Chávez me quedé corto) Martínez no puede hacerlo debido a dos razones
eminentemente técnicas: Primero perdería la mayor de sus virtudes, la movilidad,
y en segundo lugar, ese exceso de peso conspiraría en contra de su maltrecha
rodilla. Al arribar al cuadrilátero la diferencia entre un mediano natural y un peso medio oscila en no menos de cuatro kilos, y eso redunda en la potencia del
impacto.
Es común que esto suceda con aquellos
pugilistas que se arriesgan a subir de categoría. El enorme "Sugar" Ray Leonard
fue víctima de los mismos dilemas teniendo que afrontar sus desventajas con
movilidad y coraje. Recordemos su épica pelea con Marvin Hagler. Su boxeo, su calidad
pugilística pudo emparejar la enorme fortaleza y sabiduría del pelado
justamente en los dos últimos asaltos. Le dieron la contienda a "Sugar" en fallo
dividido luego de haber recibido en varios pasajes de la pelea un descomunal
castigo. Privó la ciencia pugilística a lo largo de los quince asaltos.
Hubiese sido más fácil colocarle a
Martínez un “paquete” para que se luzca de modo sus virtudes boxísticas escondan sus actuales
flaquezas físicas. El gran Muhamad Alí diseñó parte de su carrera de ese modo y
nadie lo discute. Aquí nos visitó un invicto, quinto en el ranking mundial, un
boxeador muy bien armado físicamente, de buen traslado, ochos años menor, y con un detalle que muy pocos advirtieron:
un rostro que para nada nos delataba que estábamos en presencia de un pugilista
castigado. El rostro es un inciso indiscutible con relación a la carga que un boxeador
ha sufrido en su carrera.
Maravilla boxeó como es su costumbre:
Caminó el ring, lanzó golpes desde distintos ángulos, se plantó en el toma y
daca aún sabiendo la diferencia de potencia, siempre buscó la pelea. Ganó los
tres primeros rounds y los dos últimos cómodamente, le tocó caer una vez, y
aguantó el chubasco, incluso recibió varias infracciones no sancionadas. Murray
no sólo ganó sin dudas y por dos puntos la vuelta en la que tuvo la suerte de
agarrar de pleno al campeón, ganó claramente otros tres rounds. Los restantes
fueron asaltos de apreciación en donde nada ocurrió, asaltos en los cuales
tiene que haber un ganador sí o sí debido a que no se permite puntuar empate
(cuestión a mi entender ciertamente ridícula). El resultado de un combate de
boxeo deviene de la acumulación de puntaje con el correr de los asaltos. Viendo
la pelea por segunda vez, más tranquilo y analizando con detenimiento nos vamos
a dar cuenta que hablar de tongo en un pelea cerrada resulta un absurdo. Además
los tres jurados tienen una posición determinante para evaluar una pelea. Ni la
televisión, ni el 90% del estadio tienen dicha posibilidad de evaluación.
Maravilla es un enorme campeón. No merece
ninguno de los comentarios que livianamente fueron emitidos desde el desconocimiento y en algún caso desde la envidia. Su carrera la
edificó en sitios en donde los golpes duelen. Martínez es un pugilista, es un
técnico por excelencia que en su categoría natural posee un golpe determinante.
Murray, en cambio, es un fajador nato que si no puede conectar pierde el asalto
ya que no posee recursos técnicos. Pues eso es lo que es necesario evaluar. De
todas maneras estadísticamente Martínez conectó más golpes que Murray aunque su
poder de daño, por obvias razones de potencia, haya sido mucho menor.
Muchos opinólogos me hicieron acordar de
aquel viejo chiste de Jovao. Hombre que intentó batir el record de relaciones
sexuales en un día tratando de llegar a un centenar de penetraciones con su
respectiva eyaculación. El desafiante Carioca cae desvanecido luego de la
relación número 99. El Maracaná en pleno vomita su disconformidad al grito de
Jovao maricón.... Mucho de esto sucedió este sábado. No
culpemos luego a Martínez si de aquí en más prefiere exponer sus virtudes fuera
de la Patria. Será una pena, pero lamentablemente nos lo hemos ganado.
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