Once
Entre el dolor de las víctimas las hienas aguardan



La tragedia de Once es indudablemente un evento político, con enorme efecto expansivo y como tal es considerado por todos, inclusive hasta por los propios familiares de las víctimas. Una equivocada política de transportes y la ausencia de controles ocasionaron el desastre, de modo que resulta imposible no navegar en medio de percepciones nobles en función de la búsqueda de justicia o en comentarios perversos que desean solamente utilizar el evento y de esa forma llevar agua para su molino.

A pocas horas del incidente, desde este mismo foro, exigimos con suma indignación y crudeza la pronta resolución del dilema. Días después la propia Presidenta le exigió a la justicia celeridad sin medir el tenor de los imputados, relevó a los funcionarios responsables y le quitó la concesión a la empresa que tenía la explotación del servicio. Recuerdo que el 27 de Febrero del 2012 mencionó: “Esta tragedia que enlutó al país tiene nombres y apellidos”. Un año después 28 procesados deben enfrentar en breve un juicio oral. Al mismo tiempo se estableció una fuerte política de inversiones a favor de acotar toda posibilidad para que el desgraciado suceso se reitere.



Nada de lo detallado nos devuelve a ninguna de las víctimas de modo que para los familiares ni siquiera la justicia servirá como consuelo, debido a que el consuelo no es una cuestión de justicia cuando de la muerte se trata. Más allá de los actos y los recordatorios, hasta el momento, desde la legalidad y lo político, se ha hecho todo lo que correspondía tratando de evitar la recurrente impunidad que históricamente los argentinos solemos padecer. Impunidad que muchos de los actuales acusadores mediáticos disfrutan hasta los límites del cinismo.

Seguro que los opositores van a especular con los cadáveres, lo harán hoy y siempre, lo vemos desde hace un año, es el desdoroso precio que este Gobierno y todos los gobiernos del mundo deben pagar por sus erratas. De modo que no asumir las criticas honestas y aún maliciosas constituiría un soberano error conceptual.

Es probable que el oficialismo haya pagado ya su precio político perdiendo la confianza que muchos compatriotas habían depositado pocos meses antes. Lo mejor que puede hacer el ejecutivo si desea honrar a las víctimas es trabajar muy fervientemente para tratar de mejorar el servicio como nunca se hizo y de ese modo reconocerles a muchos de sus familiares (y a toda la sociedad) que aún por obligación deben viajar en el Sarmiento un sentido épico a sus ausencias. No existe mejor manera para subsanar un error irreparable que admitirlo, revalorizando de modo exponencial el injusto sacrificio que lamentablemente sufrieron las víctimas de ese error.

Mucho se ha mejorado y al parecer no nos queremos dar cuenta. Ni la Embajada de Israel, ni la Amia, ni la voladura Río III, ni Lapa, ni los muertos del 2001 han encontrado sus "consuelos" judiciales. El gobierno ha demostrado que no lo abruma presentarse frágil, es decir asume su vulnerabilidad cuando de errores propios se trata. Y está muy bien que así sea: Bajar la cabeza, colocar a la justicia por delante del asunto, ponerse a trabajar y corregir, desde la política, todo aquello que ocasionó la muerte de más de medio centenar de compatriotas. El resto forma parte del campo de la miserabilidad.



Comentarios

  1. Muy buen post.

    Una duda que tengo: supongamos que el maquinista se durmió o tuvo un ataque de epilepsia. ¿Cambia o no la evaluación de los hechos? Pregunto porque sobrevuela la idea -sobre el slogan "si se puede evitar, no es accidente"- de que existiría una omnipotencia capaz de evitar todo tipo de males. No pretendo justificar, pero eso de "si se pudo evitar" es como tener siempre el diario del lunes.

    Más allá, claro, de poner las fichas en mejorar los trenes.

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  2. Tiene razón. De alguna manera Diego la frase "si se puede evitar, no es accidente" de por sí encierra una cierta soberbia (lo que usted llama omnipotencia), debido a que siempre se la suele utilizar luego de los eventos.

    Si el maquinista se durmió es responsabilidad suya, si el maquinista tuvo un ataque de epilepsia es más complicado, debido a que una persona con ese tipo de padecimientos no puede estar al frente de una formación. Ahora bien, también cabe la posibilidad que se le haya manifestado en esa oportunidad por primera vez.

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