Grandes Mujeres de la Historia
Valentina
Teréshkova
Hija de campesinos y más tarde humilde trabajadora
de un complejo textil de la ciudad rusa de Yaroslavl, Valentina Teréshkova
estaba sin embargo señalada para otros destinos. Su afición por el paracaidismo
fue el paso inicial en su camino hacia el cosmos, porque el 16 de junio de 1962
se convirtió en la primera mujer que viajara en el espacio exterior,
concretando una hazaña que le valió el reconocimiento mundial como una pionera
de la era espacial.
Vladimir
y Elena Teréshkov festejaban el nacimiento de Valentina, su segunda hija, en
una pequeña granja colectiva no muy lejos de la antigua ciudad rusa de
Yaroslavl, a orillas del Volga, a unos 300 kilómetros al nordeste de Moscú.
Corría
el año 1937 y los felices padres no podían suponer que la pequeña Válechka
llegaría a ser la primera mujer que paseara por el cosmos. En realidad, jamás
les había pasado por la cabeza la posibilidad de que alguien llegara a hacerlo.
Los problemas de los Teréshkov estaban bien ligados a la Tierra, y su principal
preocupación por entonces era realizar lo mejor posible la pequeña parte que
les correspondía en el cumplimiento del ambicioso tercer plan quinquenal del
gobierno soviético.
Vladimir
era un hombre alegre, trabajador y expansivo, y para él pocos ingenios podían
superar a esa moderna y productiva máquina de la que estaba tan orgulloso: el
sufrido tractor que manejaba en el koljós. Cuatro años más tarde, Hitler había
de invadir la Unión Soviética y Vladimir Teréshkov moriría en el frente de
batalla. Valentina casi no lo recuerda, pero ella y sus hermanos tuvieron en la
madre a una mujer abnegada que hizo cuanto pudo por sus tres hijos.
En
el año 1945 los Teréshkov se mudaron a Yaroslavl y se instalaron en casa de
unos parientes. Elena comenzó a trabajar en una fábrica de tejidos mientras las
dos hijas, Ludmila (la mayor) y Valentina, asistían a la escuela, y el menor,
Vladimir, a un jardín de infantes. Cuando Valentina terminó el séptimo grado,
decidió que comenzaría a trabajar y seguiría estudiando por la noche. Entró
como obrera en una fábrica de neumáticos y más tarde se incorporó al gran
complejo textil de Yaroslavl.
En
esos años tenía dos pasiones: el esquí y la lectura. Cuando no se deslizaba
sobre la nieve, eran las discusiones en el bosque alrededor de una fogata, en
el otoño, o excursiones veraniegas a las playas del Volga, siempre acompañada
fielmente por los libros. Al terminar el décimo grado, comenzó a estudiar por
correspondencia en una escuela técnica.
Por
esa época se fue aficionando a otro deporte que sería el primer paso en su
rápido camino al espacio cósmico. En un principio, todo se limitó a escapadas
furtivas, a primera hora de la mañana, hasta la puerta de calle. Un avión
sobrevolaba regularmente su casa y de él se arrojaban paracaidistas.
"¡Esos sí que son valientes!", comentaba luego a su madre y a su
hermana, al dirigirse a la fábrica. Pronto comenzó a saltar en paracaídas.
Cuando
el 12 de abril de 1961 Yuri Gagarin fue el primer hombre en recorrer el espacio
extra-terrestre, Valentina integraba la Liga Juvenil Comunista y seguía
trabajando en la fábrica. Todavía no se habían apagado en Yaroslavl los ecos
del júbilo despertado por la hazaña del primer astronauta, cuando una persona
llegada de Moscú conversó largo rato con Valentina y otras integrantes del club
de paracaidismo que habían solicitado ingresar en la Escuela de Cosmonáutica.
Poco después Valentina partía para la capital.
Allí
inició una etapa de intensos estudios y entrenamientos hasta que en mayo de
1962 fue incorporada al equipo de cosmonautas. El propio coronel Gagarin,
comandante del Destacamento de Astronautas, fue uno de sus maestros. Valentina
debió aprobar cursos teóricos sobre técnica coheteril y pilotaje de cápsulas espaciales,
además de someterse a arduas pruebas en la pista rodante, el rotor, la
centrífuga, la cámara sorda y otras. Finalmente, le tocó a Valentina destruir
el mito de que los cosmonautas debían ser seleccionados entre los pilotos de
pruebas militares.
Sin
embargo, no todos fueron estudios, entrenamiento y trabajo. Valentina dedicó
todo el año 1962 a prepararse para el vuelo, pero los domingos iba a Moscú,
donde frecuentaba el teatro Bolshói y las salas de concierto. Pronto se hizo
admiradora de Chaikovsky y Beethoven, al tiempo que el prestigioso pianista
soviético Emil Guílels y el talentoso joven norteamericano Van Cliburn pasaron
a ser sus intérpretes preferidos.
VALENTINA SE CONVIERTE EN
"GAVIOTA"
El 15 de junio de 1963 Valentina Teréshkova, vestida con un traje sastre azul y zapatos blancos, está sentada junto a sus compañeros, a los técnicos de la base y a los periodistas soviéticos, en un amplio salón de reuniones del cosmodromo de Baikonur.
En
un estrado se encuentran los integrantes de la comisión oficial encargada de
decidir los lanzamientos. El presidente de la comisión llama a Valentina y le
dice ¡"Ciudadana Teréshkova, ha sido usted designada para comandar la nave
espacial Vostok VI. La fecha de partida está fijada para mañana, domingo 16 de
junio de 1963". Valentina, visiblemente emocionada pero con la calma
propia de todo astronauta, agradece la designación, que considera un honor, y
declara sentirse feliz y orgullosa. La sala estalla en aplausos. Valeri
Bikovski, el astronauta que más órbitas (81) realizó sin acompañante, ya se
encontraba en el espacio desde el 14 de junio tripulando la nave espacial
Vostok V, y esperaba el lanzamiento de su colega, que conmocionaría al mundo.
Aquel
domingo Valentina se levantó con el sol. Su gorro blanco lucía a la izquierda
una paloma bordada sobre un fondo dorado de rayos solares. "Estoy lista
para el vuelo", anuncia a los jefes de la operación. Le regalan flores:
nunca antes un hombre había obsequiado flores a una mujer que partía a las
estrellas. La joven astronauta ya está en la cabina, donde escucha la voz
familiar de Gagarin: "Cinco minutos para preparativos". Y Valentina
informa: "Ajusté mi casco, me puse los guantes".
A
las 11.30, hora de Moscú, se inicia la fase final, la cuenta regresiva. La
intrépida cosmonauta tiene ante sí una carpeta con tapas blancas y unas
iniciales en grandes caracteres cirílicos: CCCP (es decir, SSSR, iniciales del
nombre en ruso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas); es su libro
de navegación. Solo falta esperar que termine la cuenta regresiva. Valentina
observa cómo la aguja del segundero recorre una, otra y otra vez la esfera del
cronómetro. "Comenzar el despegue -ordena el puesto de mando-.
¡Despegue!"
Por
obra y gracia del código de vuelo, Valentina se convierte desde ese instante en
"Gaviota". Bikovski ya es "Halcón", y Gagarin, a cargo de
los contactos radiales Tierra-Vostok, "Amanecer".
-Aquí
Amanecer. ¿Me oye, Gaviota? Su vuelo se desarrolla normalmente, los cohetes
funcionan a la perfección.
-Aquí Gaviota, aquí Gaviota. Estoy bien, me siento muy bien. Soporto la aceleración normalmente.
E
sel primer diálogo entre una mujer lanzada al espacio y un hombre. Cuando
Valentina fue a reunirse con él, Bikovski estaba en su 32a vuelta alrededor de
la Tierra. Se comunicaron por radio en seguida pero la emoción les hacía
olvidar sus nombres de código: "Valerik -dijo Teréshkúva-, voy a cantar,
para que no te aburras, nuestra canción preferida: la de los cosmonautas."
TRES DÍAS Y DOS MILLONES DE KILÓMETROS
El vuelo de la Vostok VI estaba planeado inicialmente para durar 24 horas. Poco antes de ese plazo se consultó con.Teréshkova sobre su estado físico. Al responder la astronauta que se encontraba perfectamente bien, la experiencia se prolongó dos días más. El miércoles 19 de junio a las 11 de la mañana "Amanecer" habló con "Gaviota": "Válechka, pronto iniciarás tu descenso. Ya te adjudicaste una serie de triunfos y tu padre estaría orgulloso de ti si viviera". No hubo respuesta: Valentina quizás lloraba.
Aterrizó
a las 11.20. La ciudad de Kamen del Obi, en Siberia occidental, se insinuaba al
norte. Valentina Teréshkova había recorrido dos millones de kilómetros (más de
cinco veces la distancia que separa la Tierra de la Luna), en 70 horas y 50
minutos, a una velocidad media de 28 mil kilómetros por hora, durante sus 48
vueltas alrededor de la Tierra.
Después
vinieron los agasajos en la Plaza Roja de Moscú y en muchas Otras capitales del
mundo, y su casamiento, en el otoño de 1963, con un compañero de trabajo, el
astronauta Andrián Nikoláiev, que había tripulado durante 94 horas y 35 minutos
la Vostok III en agosto de 1962. Al año siguiente nació su hija Elena, en las
cercanías de Moscú.
Además
de haber sido la primera astronauta del mundo, Valentina Teréshkova es diputada
al Soviet Supremo de la URSS y presidenta del Comité de Mujeres Soviéticas. La
primera mujer que vio la Tierra desde el espacio cósmico expresó así su
emoción: "Me siento muy feliz. Veo el horizonte. Un celeste pálido con
estrías azules. Es la Tierra. ¡Cuan bella es!"
Fuente
Consultada: Vida y Pasión de Grandes Mujeres - Las Reinas - Elsa Fólder –
WWW.portalplanetasedna.com.ar
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