Su infancia transcurrió en Salta, lugar
donde nació el 15 de junio en 1818. Hija del General José Ignacio Gorriti, tomó
parte en las luchas contra Facundo Quiroga, motivo por el cual la familia debió
emigrar a Bolivia, allí se radicaron desde 1831. Con estos dos ejes, ser la
hija de un general unitario y el exilio, construyó los lineamientos de sus
libros. En sus relatos podemos ver el ímpetu característico de la generación
romántica, la pasión por escribir, el gusto por los viajes, el apoyo a la lucha
de los pueblos oprimidos, la influencia de los románticos franceses y el
sentimentalismo. Esta escritora recrea su mundo personal pero sin mostrar la
intimidad, realiza reconstrucciones de época atravesadas por la añoranza al
estar lejos de la tierra natal y el recuerdo de un pasado feliz. Sin embargo,
hay un especial cuidado en no demostrar pena ni fatalismo pero sí la resolución
de llevar una vida libre. Su obra tiene anticipos de lo fantástico en el siglo
XIX: satanismo, espiritismo, presentimientos, sueños y apariciones. Construyó
ficciones a partir de los opuestos, a veces comprendidos y otras para juzgar.
La muerte ronda a sus personajes y los enlaza en amoríos, locuras y viajes.
Gorriti fue una viajera incansable, volcó en sus escritos costumbres del
pasado, hizo del recuerdo el eje de sus relatos. Por ejemplo, en “Güemes” y “Gubi Amaya y en Historia de un salteador”, recupera
datos autobiográficos para dar cuenta del territorio salteño durante su infancia.
En el primero, resalta las actividades de su padre y los Generales Belgrano y
Güemes, los presenta como héroes patrios mientras los ubica en su propio
panteón: estos destacados guerreros son sus antepasados. En el segundo, vuelve
a Salta y recorre los lugares de sus primeros años ocultándose en un disfraz de
varón. Mientras contempla el paisaje y las ruinas de lo que fuera su
casa, se cruza con bandidos memorables, juntos recuerdan las gestas nacionales.
Sus personajes emprenden viajes que pueden implican peligros, tienen amores que
deben pasar pruebas y luchas, los romances aparecen ligados al problema
político del momento: los enfrentamientos a Rosas. Así lo vemos en textos como
“El guante negro”, “La hija del mazohorquero” o “La novia del muerto”. Con
elementos dramáticos y folletinescos, sus ficciones comparten la mirada de los
escritores de su época (Mármol, Echeverría), expresan una profunda preocupación
por el destino del país y la lucha del interior con Buenos Aires. Lo
interesante de la producción de Gorriti radica en que los datos biográficos
deben ser rastreados a lo largo de la obra, no son una exposición sino una
manera peculiar de construir una genealogía y un nombre propio: ella es una
mujer literata e hija de un militar heroico. Convirtió la historia personal en
la historia de la patria. En su literatura hay una síntesis de romanticismo,
enfrentamientos, quejas, reclamos, nostalgia, enfermedad y una retórica de la
acción y la libertad. Su vida no fue la habitual para una mujer del siglo XIX.
Escritora de artículos, notas periodísticas, novelas, relatos históricos,
cartas, memorias, crónicas; incursionó en todos los formatos narrativos,
incluso el recetario. Murió en 1892, ocupando un lugar destacado en nuestro
pasado.
Biografía
Nació el 15 de junio de 1818 en Horcones
(Salta). Sus padres: el general José Ignacio Gorriti y Feliciana Zuviría. Su
niñez transcurrió en Miraflores, estancia que retrata en “Lo intimo”. En 1831 su familia
emigra a Bolivia (Tarija), después del desastre sufrido por los unitarios que
se oponían a Quiroga. Tuvo una vida rica de experiencias y situaciones que le
permitieron convertirse en una precursora. Casada a muy temprana edad (a los 14
años) con quien sería presidente en Bolivia, Manuel Isidoro Belzú, se separó a
los treinta años y se mudó a Perú con sus hijas, allí fundó un colegio para
ambos sexos y organizó un salón literario. Entre sus obras: la novela breve “La quena” (1845), los cuentos “Un drama en el Adriático”, “El lecho nupcial” y “La duquesa” (1858), la novela “Gubi Amaya” (1860), “Un año en California” (1864), “Sueños y realidades” con prólogo
de Vicente Quesada (1865), “Panoramas
de la vida” (1876), “El
mundo de los recuerdos” subvencionado por el gobierno salteño
(1886), “Oasis en la vida”
subvencionado por los gobiernos de Córdoba y Entre Ríos (1888), “La tierra natal” subvencionado
por los gobiernos argentino y uruguayo (1889), “Perfiles” y “La
cocina ecléctica” con subvención nacional, “Las veladas literarias” con
prólogo de Ricardo Palma y “Lo
íntimo” (1892). Murió 6 de noviembre de 1892. Sus restos fueron
despedidos por varios oradores, entre ellos Carlos Guido Spano.
Fuente:
cristinadanielie.escritoresdepinamar.com
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