Fuente: Página 12
Link de Origen:
https://www.pagina12.com.ar/2025/12/18/la-guerra-de-colonizacion-no-convencional/
En Argentina y en diversas geografías del mundo, presenciamos un fenómeno social y político tan desconcertante como doloroso: el avance de modelos neofascistas que, como el representado por La Libertad Avanza (LLA), han logrado capturar la voluntad de una mayoría social a pesar de que sus plataformas atentan directamente contra sus propios intereses. Se trata de proyectos que buscan el desfinanciamiento de lo público, debilitan las democracias, se oponen a los derechos sociales, desmantelan el Estado cuidador y la solidaridad.
El panorama es de una asfixia social palpable y un agotamiento colectivo. Sin embargo, en esta atmósfera de hastío, el cuerpo social vota a su propio verdugo. ¿Cómo se explica esta irracionalidad?
El experimento de la ultraderecha es fundamentalmente psicopolítico. Su estrategia central no es solo la promesa económica, sino el debilitamiento de lo social, la angustia y la siembra del miedo. Es una campaña de algoritmos y emociones, una verdadera guerra de colonización no convencional.
El capitalismo demuestra una vez más su capacidad de sobrevivir a las crisis y de utilizarlas funcionalmente. La pandemia de covid 19 resultó ser un escenario perfecto: el miedo, la angustia y el pánico fueron cooptados por una arenga anti-Estado (la “cuarentena más larga”, “el Estado te tiene encerrado”, etc.), que sirvió de catalizador para el avance ultraderechista.
Esta intensa estrategia afectiva y de shock produjo dos efectos devastadores en el tejido social, neutralizando la capacidad de respuesta:
1. Neutralización de la resistencia: el agotamiento generalizado, sumado al terror y a la naturalización de la motosierra lleva a la sociedad a deponer la defensa de sus derechos y el debate crítico. La prioridad se reduce a la promesa, ilusoria o no, de una estabilidad mínima.
2. La coartada de lo irremediable: ee impone el mantra del “¡No hay otra opción!” o “¡No hay plata!”, frases que funciona como un mantra para justificar medidas masivas y rápidas. El objetivo es maximizar el shock antes de que la sociedad tenga tiempo de percatarse del alcance real del desguace y logre organizarse.
A esto se suma la estrategia afectiva del odio. Al construir un enemigo claro —la “casta”, los “kukas”, la “chorra”— se ofrece un chivo expiatorio donde volcar toda la hostilidad acumulada, justificar el ajuste y la crueldad. El odio-pasión por un lado es disolvente de la política pero por otro, se convierte en el pegamento social que forja una nueva y destructiva identidad colectiva.
Este avance no es un fenómeno aislado; es la expresión de una transformación estructural mucho más profunda: el tecnofeudalismo. Se trata de una alianza entre el neoliberalismo y las grandes corporaciones digitales.
Hemos sido colonizados digitalmente. Las tácticas de imposición han dejado de ser visiblemente militares o económicas para volverse psicopolíticas. La manipulación opera con el miedo y la angustia a través de los algoritmos, diseñando una obediencia inconsciente que nos deja inermes. El poder manipula los afectos para generar pasiones tristes (miedo, culpa, angustia) que, al deprimir nuestra energía, nos debilitan para la acción.
La victoria de LLA trasciende el marco de lo económico, es un experimento social que se despliega en dos niveles interconectados y devastadores:
1. El Nivel Geopolítico (La Soberanía de la Patria): La manifestación más visible en el desguace del Estado, la liquidación de lo público y la consecuente entrega de los recursos naturales, lo que se traduce en una pérdida de autonomía a escala nacional.
2. El Nivel Subjetivo (La Soberanía Anímica): La anulación de nuestra capacidad individual y social para sentir, resistir y pensar críticamente, dejándonos en un peligroso estado de hipnosis colectiva, agotados y paralizados por el miedo y la bronca.
Estamos tan exhaustos, tan bombardeados por el miedo y la bronca que se va perdiendo la capacidad para la resistencia y para imaginar un futuro diferente. No podremos defender la soberanía de la Patria si no recuperamos la soberanía anímica y declaramos la desobediencia popular a las pasiones tristes.
En consecuencia, la pregunta que define el presente es: ¿cómo rompemos esta hipnosis colectiva, esta obediencia inconsciente? Nuestra respuesta debe ser radicalmente contraria a la estrategia del miedo, es un llamado a la acción triple y urgente:
1. Pedagogía emancipatoria: es vital reinstaurar la educación en el pensamiento crítico. Necesitamos herramientas para desarmar el relato algorítmico, restituir la relación a la verdad como categoría distinguiéndola de la manipulación.
2. Batalla sensible: debemos desinstitucionalizar la tristeza e instituir afectos expansivos. Es necesario que la política vuelva a cultivar pasiones como el amor y la dignidad, las únicas capaces de generar la energía colectiva para la transformación.
3. Invención colectiva: asumir la tarea política de pensar cómo queremos que sea el futuro. Dejar la agenda del verdugo y comenzar a diseñar entre todos la alternativa.
Margaret Thatcher lo expresó: ‘La economía es el método; el objetivo es el alma’. El ajuste brutal no es más que la herramienta para un despojo mayor: el psicopolítico. Nos robaron la capacidad de soñar, nos colonizaron la mente y nos paralizaron con el miedo. Es tiempo de revertir la ecuación: la resistencia hoy es la tarea de restaurar la soberanía anímica, la dignidad colectiva y la recuperación de nuestras almas.
Nora Merlin es psicoanalista.

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