Nos Disparan desde el Campanario... 10 de diciembre 1983-2025. Ya transcurrieron 42 años de democracia (de baja intensidad)... por Gustavo Marcelo Sala
Para los ideólogos del neoliberalismo, hay que abolir a la democracia si se trata de rescatar al anarco-capitalismo. Hoy se cumplen 42 años desde su advenimiento luego de haber huido por espanto del averno – infierno que en los años de plomo muy pocos enfrentaron con coraje y convicción -, observo que aún se suele hablar de nuestra joven democracia, como si su adolescencia fuera una cuestión temporal y no debido a la propia mocedad de una sociedad inmadura, incapaz de asumir los debates cardinales, subsumida a los poderes fácticos, pretendiendo ser protegida pérfidamente aún con las armas de la injusticia. Una sociedad compuesta de socios, con intereses individuales, lejos de ser una comunidad con intereses colectivos, públicos y populares, en donde la alteridad se constituya en axioma, como el sujeto, el verbo y el predicado de nuestro contrato colectivo. En 42 años, apelando al sofista Teorema del alfonsinista Baglini, constructor del imposibilismo político y una democracia de baja intensidad, no nos hemos atrevido a desarticular los resortes del poder real que cimentó a la dictadura, la famosa pata civil, el empresariado, los servicios, los medios de lobotomización masiva, el poder judicial, el clero, y décadas después sus proles regresaron con fueros duplicados, el gatopardismo del sistema les permitió su mimetización. Desde hace algún tiempo, en estos espacios, estamos hablando de la impunidad y la inmunidad de los poderes fácticos. Impunidad a la hora de obrar al margen de la institucionalidad bajo las pautas de un libre albedrío dominante, inmunidad, creando anticuerpos jurídicos, para que ese orden establecido no los afecte en sus intereses, elimine opositores y también competidores.
Sospecho que ya nos queda claro que “Con la democracia se come, se cura y se educa” fue un buen jingle demagógico de campaña al cual le faltó música. Se come con la justicia social y la distribución equitativa del trabajo y la riqueza, se educa con una profunda inversión hacia tales efectos, desde lo cultural, lo formativo, lo informativo y lo científico, y se sana con centros de salud calificados, tecnológicamente avanzados, servicios socializados y profesionales de excelencia. Es aquí en donde comenzamos a descubrir que a aquel aforismo panglossiano le faltaba contenido y continente, porque en dicho versículo no se asumía que para que ello ocurriera había que tomar decisiones políticas en esa dirección. En estas por más de uatro décadas el pueblo profundo solo pudo respirar en una (2005-2015 – del 2003 al 2005 fueron tiempos de reconstrucción), de manera que a partir de ese momento, cuando el establishment y la burguesía se dieron cuenta que más pulmones gozaban del aire puro comenzaron a contaminarlo de ignominias clasistas y de ese modo muchos quedamos intoxicados y derrotados a la vera del camino debido a que no teníamos las reservas adecuadas para tolerar la polución. El poder real disponía del agroquímico para eliminarnos y la máscara para protegerse.
Luego del espanto vivido durante el gobierno de Cambiemos algunos pensamos, en medio de dudas razonables, que el 2019 nos iban a deparar nuevos vientos, algo de aire puro y verdeos frescos. No tanto en los resultados en el corto plazo porque la herencia era tenebrosa sino a la sazón de las intenciones, observar a un gobierno que con coraje y convicción enfrentase al poder real y regrese poco a poco a esos diez años respirables. El imposibilismo político volvió a ganar la partida y regresó Baglini, esta vez con el sofisma “correlación de fuerzas”.
No creo que tengan razón aquellos que luego de 42 años siguen sosteniendo absurdamente que estamos delante de una joven democracia, temo que es una democracia que no desea madurar, atolondrada, aturdida, insolvente, veleidosa, negligente, injusta y que eso en nada se relaciona con su edad, sino con sus deseos de seguir así. Con la democracia se hambrea, se esclaviza y se mata, canta desde hace un tiempo la monada libertaria. La perversión circula y para peor se ufana del ignorante hoyo que ella misma cavó. Sartre sentenció en La Náusea: Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad. Tal vez sea la mejor definición que puede hacerse para este tiempo político.
Época muy terrible la actual, aunque interesantísima, sintetizó Horacio González cuando en el año 2015 arribó al gobierno por elecciones libres Cambiemos (UCR-Pro). Nos decía por entonces que las fuerzas del oficialismo incluyen verdadero neoliberalismo con marcadas adhesiones progresistas. No me refiero a alianzas establecidas, proseguía, sino a atmósferas compartidas. Así, el nombre del progresismo queda vaciado por dentro. El deseo es que Néstor Kirchner muera de nuevo, y que los cuadros vuelvan a colgarse, y terminar con el delirio de la Patria Grande, el desendeudamiento y del Estado como motor de estrategias inclusivas. Los que más tienen deben pagar lo que ellos deseen pagar y si a los demás no les alcanza: a privatizar y a tomar deuda.
Temo que nunca se logró comprender en su real dimensión lo que varias veces mencionó Cristina. El kirchnerismo no fue un modelo económico sino un proyecto político global, un proyecto de Patria. Un modelo económico sin un paradigma político es una carcasa que ante la primera tormenta, más temprano que tarde, naufraga inexorablemente. Por eso la política y sus paradigmas inclusivos y distribucionistas seguirán dominando la escena aunque existan momentos de banalidad y apocamiento. En la actualidad algo de esto sucede, debido a esto el impacto político de las medidas economicistas que se toman no son ponderadas ni tabuladas, sino asentadas contablemente. De ahí las idas y vueltas, y esto sucede cuando no hay praxis política, solo dialéctica y marketing. No cabe duda que una de las estrategias de la derecha gobernante, cuando sus tiempos opositores, fue bajar la vara del debate político, simplificando, resumiendo, tratando de soslayar y hasta negar las pujas sociales existentes.
Esta praxis dialéctica continúa durante su gobierno acuarelizando todas y cada una de las medidas que lleva a cabo, aún las más reaccionarias. Evidentemente este "éxito" no solo se debe a su capacidad para amplificar dicha licuación sino también, y aquí lo más grave, a la cándida aceptación por parte del campo opositor formal de tan banal formato dialéctico (por caso aceptando como veraces los momios inflacionarios). Hoy el conflicto social se ha potenciado de manera exponencial y las pujas se encuentras atomizadas y descarnadas al mismo tiempo, sin embargo esto no se ve reflejado en el debate político y menos en los medios dominantes, dichas pulsiones se encuentran susbsumidas, luchando el soledad en sus ecosistemas, en el dolor invisible del pueblo profundo. El falso consenso mass media le ha ganado al conflicto político tangible, por fuera de la fuerza de los medios que hegemonizan la opinión publicada por anestesiar la realidad, concluyo que existe una ausencia total, por parte de la dirigencia opositora, de una conciencia real de la ignominia a la cual estamos sometidos. Evidentemente nosotros debemos despertar a los dormidos de su cómoda modorra, de lo contrario este eterno retorno neoliberal no va a tener dificultades para cumplir sus objetivos de máxima sin mayores trámites que la cruel imposición de sus dogmas excluyentes..
Cuando ocurrió el magnicidio que tuvo como víctima a la vicepresidenta en ejercicio, dos veces ex presidenta y varias veces legisladora Cristina Fernández afirmamos que dichos eventos no desean romper sistemas, los magnicidios desean eliminar a quienes, cuando arriban a instancias ejecutivas, los escrutan y luchan por humanizarlos. Horacio Rega Molina sentenciaba “el que rompa el silencio, tendrá que hacerlo con una palabra maravillosa”. Por entonces el discurso mass media hacía cínicamente hincapié en el cuidado que era necesario tener por la democracia burguesa la cual, más allá de los voto, le permite a los poderes fácticos plutocráticos que se asocien sin traumas ni oposición creando condiciones institucionales, incluso recreando marcos jurídicos favorables para su propio crecimiento independientemente de las urgencias sociales. Por eso haber sostenido que la democracia es lo que estaba en juego era una salida discursiva culposa y elegante ante el propio pavor social que algunos pudieron haber intuido si la bala salía. A mi entender lo que siempre estuvo en juego es la libertad y la vida de Cristina Fernández, ella es la que está poniendo el cuerpo ante la ignominia y recibiendo todo el arsenal del sistema que esta gente desea preservar, Cristina y el “kirchnerismo pulsión”, como paradigma contracíclico, como argumento revulsivo, es lo que los poderes fácticos de esta cómoda e hipócrita democracia burguesa quieren eliminar.
Hace rato que la democracia dejó de ser el gobierno del pueblo, acaso vivió alguna breve primavera dicho concepto, para pasar a ser el gobierno de los poderosos, las corporaciones y de los gestores que los representan. Es un sistema al cual han sabido encontrarle los atajos para subsumir la voluntad popular a su propia voluntad de clase e intereses. Es necesario revolucionar el concepto de democracia e idear herramientas políticas novedosas, crear cosmogonías propias las definió Scalabrini Ortiz, de manera tal dejar de idealizar una herramienta política obsoleta, obscena, exclusiva de un grupo dominante y excluyente para las mayorías populares. Los corruptos fugadores de divisas, los endeudadores seriales a costa del hambre del pueblo han impuesto su modelo de la manera menos democrática, a través de la falacia y la calumnia mediática de sus esbirros. No podemos esperar que se caigan, no pasará porque sabrán reciclarse, es necesario reinventar la democracia para que tal cosa no suceda. Es falso que la democracia le de medios jurídicos al pueblo para preservarse del yugo. Ni cuando cree que tiene el poder, lo tiene
Caquistocracia en tanto análisis y crítica política es un término que se utiliza para designar a un grupo de poder formado por los más ineptos (los más incompetentes, los menos calificados, los perversos y los más cínicos) de un determinado grupo social. No cabe duda que navegamos en un presente que bien lo define. En este caso nos referimos a un grupete de psicópatas que nos guían hacia el Apocalipsis de la democracia y la institucionalidad, jinetes amorales, inmorales y perversos. LA FASE TERMINAL DE LA DEMOCRACIA ES CUANDO TRIUNFAN LOS CANÍBALES.
No necesitan votos ni política, SOLO APETITO…

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