Nos Disparan desde el Campanario... La crueldad y la ignorancia avanzan, ambas características nos explican ... por Gustavo Marcelo Sala
"Nosotros le hablamos al sentido común de la gente" aseguró una dirigente de la Libertad Avanza bahiense. Mejor y más clara definición política sobre sí mismos es imposible.
Debemos entender entonces que esta gente busca la parte más básica y permeable, la menos preparada que posee la ciudadanía para leer las entrelíneas, acaso la menos entrenada para captar que la están engañando, la menos crítica, la que no requiere de razonamientos complejos, solo un verbo predictado, un perverso sujeto, y su avieso predicado, aderezado dicho colectivo lingüístico con la mayor malversación idiomática jamás aplicada y exhibida enviado a ambas, dialéctica y praxis, al averno más profundo de la psicopatía política, es decir, el argumento previamente digerido por la mass media.
Me parece comprensible y hasta lógico que LLA haya absorbido íntegra y literalmente al electorado del Pro y al de la UCR, ya que ambos programas, desde hace más de una década, presentan menús ligados con un modelo neofascista colonial de tenor meramente extractivista y financierista.
Recuerdo que al finalizar la entrevista sentenció : “somos gente sencilla”, y lo hizo sin dar precisiones de lo que eso significa, y que ella hace 26 años que trabaja en un organismo estatal y aún no ha podido ahorrar un centavo (como si tal cosa definiera una situación económica general y no una actitud de carácter personal motivada por caso, debido a sus hábitos de consumo), tampoco dio precisiones de los bienes obtenidos en ese tiempo trabajando en una estructura (Estado) que su agrupación pretende minimizar, cuestión que bien podría aclarar su anterior enojo por no haber podido atesorar. A la vez despotricaba en contra del Estado ya que lo considera promotor de la chatura de las personas. Se ve que fuera de su jornada laboral leer, asistir a eventos culturales, conferencias, formarse, instruirse, pensar, cultivar algunas de las bellas artes, tener curiosidad por el conocimiento, aprender y aprehender, son responsabilidades ajenas a sus decisiones individuales y que es necesario un chivo expiatorio, en este caso el Estado, que justifique tal holgazanería.
Demás está decir que en el Estado, como en cualquier otra estructura laboral, vamos a hallar probos e ignorantes, antagonistas y compañeros, frontales y especuladores, haraganes y laboriosos, chatos y con relieves, si hay que destacar, cosa que ella no hace, acaso por haber sido beneficiada en su momento, es el mecanismo laxo que se utiliza para ingresar en algunas areas del Estado (no en todas - cuestión que se aplica en todos los niveles y sin distinción ideológica, tanto en lo público como en lo privado) en donde el peso de la influencia (cualquiera de ellas) tiene mayor importancia que la sabiduría en sí propia. Pero tampoco es para clavarse una espada ética debido a que es una conducta multiplicada en muchas estructuras, de hecho lo viví personalmente en un importante banco multinacional durante una década en donde el dulce de chato y amanuense era el postre preferido de los gerentes. En base a sus razonamientos primarios puedo presumir que si el Estado, en 1999, momento de su arribo, hubiera sido menos laxo en sus exigencias ella no hubiese ingresado.
La inestimable colaboración del periodista bahiense de la Nueva Provincia, un hijo y nieto putativo, respectivamente, de Vicente Massot y Diana Julio, fue muy importante a la hora del objetivo. Es decir, la entrevista estuvo muy bien dirigida a ese sentido común buscado, órgano enfermo y por desgracia muy vital a la hora de evitar la intromisión del sentido inteligente.
Hace algunos años una dirigente macrista nacional manifestó que era necesario desmitificar el despido, pues era menester comprender que los trabajos ahora no son para toda la vida, que la incertidumbre significaba un desafío, y que estar desocupado es una excelente oportunidad para internalizar un cambio en la vida, viajar, atender a nuevos horizontes, conocer personas y expandirnos. Stanley (como el Termo) se llamaba la funcionaria.
Pues vaya que los poderes fácticos, sobre todo en esta última década, lograron desmitificarlo, como lograron desmitificar, gracias al sentido común, la represión, el endeudamiento, las cuentas en paraísos fiscales, la censura, los apremios, las persecuciones a opositores, una justicia parcial y partidaria, la fuga de capitales, la exclusión, el hambre, la muerte... todas son oportunidades que nos da la vida para resetear nuestro interior espiritual.
Propongo entonces desmitificar el asesinato, es más, lo propongo como una de las bellas artes, que sea un comienzo, un despertar de nuestras capacidades sociales de reacción, tal cual describió Thomas de Quincey en su hermosa novela...
Como bien afirmó Chesterton durante un coloquio universitario: A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino que los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro.

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