Nos Disparan desde el Campanario.... En este tiempo perverso ser ético es ser extremadamente amoral... por Gustavo Marcelo Sala

 

Se afirma que la moral es el conjunto de normas, hábitos y costumbres consensuados por un grupo social las cuales considera óptimas y correctas durante el transcurso de un tiempo determinado de modo establecer un orden comunitario con el fin de estructurarlo y estabilizarlo, mientras que la ética es la reflexión sobre esas normas y costumbres, dicho de otro modo, es la que se pregunta sobre el sentido y la validez de esas normas, hábitos y costumbres, sistematizando los conceptos del bien y el mal.
Ahora bien, si la moral entonces es la moral vivida y la ética es la moral pensada, mientras la ética es normativa y la moral descriptiva, justamente por estas razones temo que por ser extremadamente ético me declaro en el presente un amoral, debido a que todo lo que pienso, reflexiono socialmente, digo y hago se encuentran al margen de la moral social instalada, habida cuenta que ésta aplica como válido todo lo existente, lo dominante.
Y soy un amoral (no confundir con inmoral) porque me encuentro al margen de la moral del presente, cuyos valores y fundamentos lejos están del bien común, de la solidaridad, de la alteridad, de la justicia, de la humanidad, de la sensibilidad y más ligados a la crueldad, al despotismo, a la tiranía, al horror, a la violencia, al sadismo, a la brutalidad. Esta última es la moral del presente.
Esto significa, asegura el Psicólogo y Licenciado en Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, Arturo Torres, que muchas veces seguimos normas morales sin cuestionarlas, simplemente porque son las dominantes o las que "siempre se han seguido", no obstante las decisiones éticas implican cuestionar esas mismas normas y asumir una postura crítica frente a ellas. La ética, por tanto, se desarrolla cuando nos preguntamos por qué algo es correcto o incorrecto, no solo si lo es o no. Es ese momento en el que nos detenemos a pensar si lo que damos por hecho tiene justificación más allá de la costumbre.
Esta diferencia es clave para comprender por qué una persona puede actuar en contra de las normas morales de su grupo y, aun así, considerarse coherente desde un punto de vista ético: ha elegido sus principios no por imposición social, sino por convicción personal.

Comentarios