Nos Disparan desde el Campanario …. Existimos, pero ¿quiénes somos?, se pregunta Foucault… por Nantu Arroyo
Fuente FILOSOFÍA&CO
Link de Origen:
https://filco.es/existimos-quienes-somos-foucault/
Frente al «pienso, luego existo» de
Descartes, otro filósofo francés, Foucault, se plantea esta cuestión: «Existimos,
pero ¿quiénes somos»?
No ser gobernados pastoralmente
En una conferencia impartida en la
Sorbona en 1978, Foucault define la «crítica» en términos políticos como la
voluntad de no ser gobernados pastoralmente, es decir, a través de una
relación de obediencia permanente por medio de una serie de técnicas como la
dirección de conciencia o la confesión. Este tipo de gobierno pastoral, de
origen hebreo, se habría generalizado con la institucionalización de la
Iglesia. La particularidad de este tipo de gobierno es que actúa, al mismo
tiempo, sobre el rebaño, es decir, sobre la totalidad del grupo dado, y sobre
cada una de las ovejas o miembros del grupo, en particular.
Al tratarse de un poder totalizante e
individualizante, el gobierno pastoral pertenece tanto a la historia de un
poder de tipo biopolítico —entendido como el gobierno de las poblaciones—
como a la historia de los procesos de individualización o de sujeción
individual. De esta manera, el pastorado inaugura la historia del sujeto
occidental.
Esta forma de sujeción pastoral, por
medio del establecimiento de una relación jerárquica que ha de ser
permanentemente respetada y obedecida en nombre de la autoridad, fue
ampliamente cuestionada a partir del siglo XVI a través de un movimiento de
crítica que representaba una forma de resistencia frente a la autoridad
establecida.
Este movimiento de crítica
generalizada se materializó de distintas formas. En primer lugar, la
Reforma protestante representa, para Foucault, el primer movimiento crítico
como arte de no ser gobernado al introducir la crítica bíblica en el seno de la
Iglesia y proponer una lectura alternativa de las Sagradas Escrituras. En
segundo lugar, el derecho natural representó igualmente otra corriente de esta
actitud crítica, ya que desde su aparición en el siglo XVI va a desempeñar una
función crítica al defender la existencia de unos derechos universales frente a
leyes particulares que se consideran injustas.
Por último, la crítica se manifiesta
en el ámbito del conocimiento cuestionando las certezas impuestas por la
autoridad, tanto a través de la revolución científica —piénsese en la
defensa del heliocentrismo por parte de autores como Copérnico o Galileo— como de la filosofía, como
ejemplifica Descartes en su Discurso del método para dirigir bien la razón y buscar la
verdad en las ciencias y su cuestionamiento de las certezas adquiridas
por la enseñanza escolástica.
Deshacer las relaciones entre poder,
verdad y sujeto
Estos fenómenos de cuestionamiento
frente a lo que se nos impone como evidente con poder de ley inamovible, en el
ámbito de la Biblia, del derecho y de la ciencia o el conocimiento, son
capitales en la historia de la cultura occidental y nos muestran la actitud
crítica como una forma de deshacer las relaciones entre poder, verdad y sujeto
establecidas previamente por la práctica social gubernamental. En palabras de
Foucault:
«Si la gubernamentalización es en
efecto el movimiento mediante el cual se trataba, en la realidad de una
práctica social, de sujetar a los individuos a través de unos mecanismos de
poder que invocan una verdad, pues bien, yo diría que la crítica es el
movimiento por el cual el sujeto se atribuye el derecho de interrogar a la
verdad sobre sus efectos de poder, y al poder sobre sus discursos de verdad; la
crítica será el arte de la inservidumbre voluntaria, el de la indocilidad
reflexiva. La crítica tendría esencialmente por función la de sujeción en el
juego de lo que se podría denominar, con una palabra, la política de la
verdad». Foucault, ¿Qué es la crítica?
El trabajo arqueológico de Foucault
se sitúa en esta tradición crítica al tratar de describir las relaciones de
saber-poder que sostienen la aceptabilidad de un sistema, ya sea el de la
enfermedad mental, el de la penalidad, el de la delincuencia, el de la
sexualidad, etc.
Su método arqueológico es crítico en
la medida en que «recorre el ciclo de la posibilidad desde el hecho de la
aceptación hasta el sistema de la aceptabilidad, analizado a partir del juego
de saber-poder». Este análisis le permite a Foucault mostrar la naturaleza
histórica de las condiciones de aceptabilidad de los sistemas, que como
resultado de investigaciones como Historia de la locura o Vigilar
y Castigar aparecen como arbitrariedades violentamente impuestas.
«No era en modo alguno evidente por
sí mismo que la locura y la enfermedad mental se superpusieran en el sistema
institucional y científico de la psiquiatría; tampoco era un hecho dado que los
métodos punitivos, el encarcelamiento y la disciplina penitenciaria, terminaran
por articularse en un sistema penal; tampoco lo era que el deseo, la
concupiscencia, el comportamiento sexual de los individuos tuvieran que
articularse efectivamente unos con otros en un sistema de saber y normalidad
llamado sexualidad». Foucault, ¿Qué es la crítica?
¿Quiénes somos?
En Le Nouvel observateur, en
abril de 1979, Foucault vuelve a la pregunta formulada en 1784 por la Gaceta de
Berlín: «¿Qué es Ilustración?», y a la que respondieran tanto Inmanuel
Kant como Moses Mendelssohn, para señalar el momento inaugural en el que la
filosofía se constituye como tradición crítica, de la que Hegel, Nietzsche,
Husserl, la Escuela de Frankfurt o el propio Foucault pueden considerarse
continuadores.
Este sentido crítico tendría que ver
con la problematización del tiempo presente, de la contemporaneidad: «¿Qué
es esto que somos nosotros en este tiempo presente que es el nuestro?». Una
pregunta que desde entonces habría sido la piedra de Sísifo de toda la
filosofía que vino después. Foucault se alinea con esta tradición crítica y,
frente al «pienso,
luego existo» cartesiano como primera certeza sobre la que construir,
plantea todo su trabajo a partir de una constatación y su cuestionamiento
crítico: «Existimos, pero ¿quiénes somos?».
Nantu Arroyo es investigadora posdoctoral en la Universidad Autónoma
de Madrid, donde se doctoró en Filosofía con la tesis «Orígenes culturales de
la Ilustración europea». Es miembro del proyecto europeo Failure:
Reversing the Genealogies of Unsuccess, 16th-19th Centuries, y del Grupo de
Investigación GenNeo («Genealogías del Pensamiento Contemporáneo»). Su ámbito
de docencia e investigación es la historia de la filosofía moderna y
contemporánea, la filosofía política y de la cultura, y los estudios
foucaultianos.
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