Nos Disparan desde el Campanario Yuval Noah Harari : "necesitaremos nuevas mitologías, nuevas ficciones, nuevas religiones
Fuente: Bloghemia
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Yuval Noah Harari tomó por asalto el
mundo académico con la publicación de Sapiens. Breve historia de la
humanidad (Debate, 2014), un libro de historia donde plantea que la
superioridad humana sobre el resto de los animales se debe a la revolución
cognitiva, a las capacidades de colaboración masiva y a la invención de
ficciones, principalmente la religión y el dinero, que permiten la creación y
cohesión de civilizaciones. Harari, con un sentido del humor cáustico capaz de
ridiculizar hechos y situaciones preconcebidas, tenía pendiente otra
embestida: Homo Deus. Breve historia del mañana (Debate, 2016), un
ejercicio de prospectiva puesto en circulación a finales del año pasado que
deja poca esperanza al futuro del hombre como lo conocemos.
Sapiens fue una bomba: ahí, Harari
pronosticó la transformación del Homo sapiens debido a las posibilidades que
abren los desarrollos tecnológicos y, sobre todo, la biotecnología. Se volvió
un best-seller, se tradujo a 40 idiomas y fue celebrado por lectores de
distintos orígenes como el presidente Barack Obama, el creador de Facebook,
Mark Zuckerberg, o el filósofo Slavoj iek. Ahora vuelve a la carga con un libro
afincado en la historia que fotografía el mañana, no como un ejercicio de
futurología sino como una colección de las posibilidades abiertas por la
humanidad luego de vencer el hambre, la peste y las guerras. Homo Deus es un
ensayo erudito, radical y muy divertido poblado de ideas perturbadoras, un
tratado más parecido a un obituario del Homo sapiens que a una celebración de
las conquistas futuras del hombre.
—Homo Deus tiene un montón de ideas
perturbadoras, como la posibilidad de vencer a la muerte o alcanzar la
divinidad. ¿Pero cuál es la idea del libro que más quieres que se recuerde?.
—Creo que serían dos ideas que están
vinculadas. Por un lado es la idea de que la autoridad está cambiando, de ser
ejercida por humanos para ser ejercida por algoritmos y, por otro lado, la idea
de que aún estamos muy lejos de entender la mente de los seres humanos. Estamos
mejorando en entender el cuerpo y el cerebro, pero el cerebro no es la mente.
La pregunta más importante que la ciencia enfrenta en el siglo XXI es la
pregunta de la mente y de la conciencia. ¿Qué es la conciencia? ¿Cómo se
genera? Mi miedo es que, en el pasado, los humanos han aprendido a controlar el
mundo que los rodea, pero no entendieron el balance ecológico, así que con el
poder de la manipulación hemos trastornado el sistema ecológico entero. Ahora
estamos adquiriendo la habilidad de controlar y manipular el mundo dentro de
nosotros mismos pero no entendemos la mente y no entendemos el balance dentro
de nosotros, y el peligro es que de la misma manera en la que desestabilizamos
lo que nos rodea desestabilizaremos o incluso destruiremos el balance mental
interno, el ecosistema mental. Así que yo diría que la tarea más urgente de la
ciencia es entender no sólo el cuerpo y el cerebro, sino sobre todo tratar de
entender la mente.
—¿Hemos diseñado el camino que nos
llevará a la extinción?
—Depende de a lo que nos referimos
cuando hablamos de extinción. Creo que el Homo sapiens, como hemos conocido a
la humanidad durante decenas de miles de años, está a punto de desaparecer. En
un siglo o dos, los seres humanos como tú o como yo desaparecerán. No
necesariamente por algún tipo de catástrofe, más bien desaparecerán porque la
tecnología nos permitirá cambiarnos y mejorarnos y crear diferentes tipos de
entes inteligentes que dominarán el mundo y serán diferentes que nosotros, de
la misma manera en la que nosotros somos diferentes de los neandertales y de
los chimpancés. En este sentido, sí, los avances tecnológicos están
pavimentando el camino hacia la desaparición del Homo sapiens. Pero todavía
persiste la pregunta sobre qué es lo que nos reemplazará. Tal vez nos extinguiremos
ante una catástrofe, como el sobrecalentamiento global, pero tal vez nos
reemplace algo que sea mejor que el Homo sapiens.
—¿La aceleración del tiempo juega
algún papel en la conquista de los tres nuevos proyectos que usted identifica
para la humanidad (la inmortalidad, la felicidad y la divinidad)?
—Sí, indudablemente. Toda esta
tendencia de aceleramiento de inventos tecnológicos, que resulta también en la
aceleración política, económica y social, está propulsada en gran medida por
estos tres proyectos: superar el envejecimiento y la muerte, encontrar la llave
de la felicidad para hacer a la gente no sólo más poderosa sino también feliz,
y finalmente convertir a los seres humanos en dioses, y no me refiero de manera
metafórica, me refiero de manera literal, de que estamos en el proceso de
adquirir habilidades divinas de creación y destrucción, habilidades que
tradicionalmente se asociaban con los dioses. En la Biblia, Dios creó humanos,
animales y plantas según sus deseos, pero ahora los científicos están
aprendiendo cómo crear plantas, animales y hasta humanos. Y es muy probable que
la aceleración tecnológica que vemos estos días no sea nada comparada con la
que veremos en las siguientes décadas. Hasta ahora, lo que los seres humanos
hemos aprendido es a cómo manipular el mundo que nos rodea. Cómo manipular la
geografía, los animales, las plantas, los medios de comunicación y el
transporte, pero en la siguiente década pienso que aprenderemos cómo manipular
el mundo dentro de nosotros, cómo obtener el control de lo que está pasando en
el interior de nuestro cuerpo y nuestro cerebro. Y por eso el producto más
importante del siglo XXI no serán herramientas externas, como vehículos o
armas, sino que los principales productos de las economías serán cuerpos y cerebros,
aprenderemos cómo diseñarlos y cómo fabricarlos.
—¿Están en riesgo nuestras libertades
ante los nuevos proyectos de la humanidad? ¿Debemos diseñar nuevas ficciones
sobre las libertades y los derechos humanos?
—Creo que necesitaremos nuevas
mitologías, nuevas ficciones, nuevas religiones y nuevas ideas, no porque las
viejas fueran malas. La idea de los derechos humanos ha hecho mucho bien a la
humanidad en los últimos 200 o 300 años, el problema es que cada vez está menos
adaptada a las nuevas realidades del siglo XXI. Por eso pienso que no sólo
necesitamos nuevas tecnologías sino que también necesitaremos nuevas ideologías
y nuevas religiones adaptadas a las condiciones del siglo XXI.
El lugar más interesante hoy en día,
desde el punto de vista de la religión, no es el Oriente Medio sino Silicon
Valley. Las corporaciones como Google y como Facebook están en el negocio no
sólo para crear tecnologías y gadgets, sino que están para crear nuevas
religiones. La religión al final se trata de autoridad, es la máxima fuente de
autoridad en política, economía, ética. En el pasado, en las edades antiguas,
la gente pensaba que la autoridad provenía del cielo, de por encima de la
nubes, de los dioses. Si querías decidir quién debía ser rey, dios decidiría
quién sería el rey; si se necesitaba decidir qué era bueno y qué era malo, dios
decidía qué era bueno y qué era malo, y nos lo escribía en la Biblia o en el
Corán.
En los últimos dos o tres siglos, con
el nacimiento de las ideologías de la democracia y de los derechos humanos, el
liberalismo, entre otras, la idea de autoridad pasó de las nubes, del cielo y
de dios hacia los humanos. Ahora los humanos dicen: "Quieres saber quién
debe liderar el país, debemos preguntarle a la gente. Quieres saber qué es
bueno y qué es malo, debemos preguntarle a la gente qué es lo que los hace
sentir bien"... y lo que los hace sentir bien es bueno y lo que los hace
sentir mal es malo. Lo mismo sucede con la economía: "el cliente siempre
tiene la razón". Por alguna razón no hay autoridad por encima del cliente
que le diga qué hacer. Así que esto es lo que ha dominado el mundo en los
últimos dos siglos, con las ideologías de humanismo y derechos humanos y
liberalismo, pero ahora la autoridad está a punto de moverse otra vez hacia
afuera de los seres humanos hacia las nubes, pero esta vez en lugar de regresar
a dios se irá hacia las nubes de Google.
Cada día se le atribuirá más y más
autoridad a los algoritmos de big data que entiendan a los seres humanos, que
nos entiendan a nosotros mejor de lo que nosotros nos entendemos a nosotros
mismos, a través de la recolección de datos, de cómo te comportas y de a dónde
vas y dónde compras y qué compras, pero sobre todo con datos de lo que está
pasando en el interior de tu cuerpo, con la ayuda de sensores biométricos y
pruebas genéticas que recolectan una enorme cantidad de datos sobre ti y la
analizan con nuevos y poderosos algoritmos, capaces de aprender de los datos.
Estamos muy cerca del punto en el que
una corporación como Google o un gobierno como los de Estados Unidos o China
sean capaces de entenderte a ti mucho mejor de lo que tú te entiendes a ti
mismo. Serán capaces de saber qué es lo que quieres, por qué lo quieres, qué te
gusta, qué te disgusta y cuando se tenga un algoritmo que te entienda mejor de
lo que tú te entiendes, la autoridad será capaz de salir de los humanos y
migrar hacia los algoritmos sabelotodos.
—La nueva economía global hace pensar
que el concepto de ciudadanía, producto del Estado liberal, se encuentra en
redefinición para imponer responsabilidades económicas. ¿Cuál es el papel del
capitalismo y los actores de la economía en los nuevos proyectos humanos?
—En una primera fase, tendrán un rol
más importante porque muchos de estos proyectos son manejados no por gobiernos
sino por las fuerzas del mercado y por corporaciones privadas. Mientras estos
desarrollos se vayan acelerando, veremos cambios económicos enormes y nadie
sabe a ciencia cierta cuáles serán las consecuencias de los cambios económicos.
Uno de los ejemplos que ya mencioné es el hecho de que las máquinas están
aprendiendo y lo hacen cada vez mejor y su inteligencia artificial supera a los
seres humanos en cada vez más tareas. El mercado laboral será revolucionado y
millones de personas serán sacadas del mercado laboral y una nueva y numerosa
clase de personas se creará. Aún no tenemos ningún modelo económico que
explique qué pasaría con la sociedad y con la economía cuando tienes cientos de
millones de personas que no tienen un empleo y no tienen algún tipo de valía
económica. Ya se están pensando en nuevos modelos, pero esto probablemente
significará un cambio económico inmenso y no sabemos cómo nuestro sistema
actual de capitalismo y libre mercado podrá lidiar con ello.
Aún más importante es la idea en el
libre mercado de que el cliente tiene la razón, de que la autoridad más alta en
el mercado es el cliente, ¿pero qué pasa cuando tienes algoritmos que entienden
al cliente y sus deseos mejor que el propio cliente y la autoridad para tomar
decisiones económicas por mí está migrando de mí a estos algoritmos? Así que el
libre mercado de vieja usanza ya no estará vigente bajo esas condiciones, así
que ¿qué nuevos sistemas serán creados? No lo sabemos. No estoy diciendo que el
capitalismo desaparezca necesariamente, pero en orden para sobrevivir deberá
reinventarse y necesitaremos nuevos modelos económicos para enfrentar esa
situación.
—¿Se encuentra en riesgo la
subjetividad individual?
—La subjetividad individual está en
riesgo con este tipo de cosas. Cuando la autoridad sale del individuo hacia los
algoritmos. Las libertades de los individuos pueden desaparecer no por que
exista una policía secreta que te fuerce a hacer algo que tú no quieras, pero
cada vez más las decisiones más importantes de tu vida no serán tomadas por ti,
basándote en tus sentimientos. Te acostumbrarás a seguir las decisiones de
estos algoritmos externos. No es que el individuo vaya a ser oprimido por el
Estado o por un nuevo tipo de gobierno, más bien el individuo se desintegrará
desde adentro. A lo que llamamos individuo, y que pensamos que es un ser único,
indivisible y que tiene deseos auténticos, esto se desintegrará cuando
lleguemos a entender qué es lo que pasa dentro de nuestros cuerpos y de
nuestros cerebros.
Lo que la ciencia no nos dice es que
no existe algo individual. El significado de la palabra individual indica algo
que no puede ser dividido, pero la ciencia sabe que cada persona es una
colección de sistemas en el cuerpo y en el cerebro que no tiene un mismo
núcleo, y que un algoritmo externo puede entender todos estos diferentes
sistemas bioquímicos que hacen funcionar tu cerebro y tu cuerpo y que además
son los responsables de tus deseos y anhelos y una vez que pasa esto, ya no
existe un individuo. Tú serás entendido como una colección de diferentes
sistemas químicos sin un núcleo central. Una vez que pase esto, la discusión
sobre el libre albedrío y los derechos humanos será completamente irrelevante
porque está basada en una vieja e imprecisa concepción de lo que un ser humano
es.
—¿La privacidad también está
amenazada?
—Sí, por las mismas razones. Pienso
que la batalla en el siglo XXI respecto a privacidad será sobre la privacidad
por sí misma. Si quieres obtener cada vez mejor atención médica, necesitarás
dejar de lado tu privacidad para dejar que, digamos Google, te siga todo el
día, no sólo lo que hacemos en el mundo, sino lo que está pasando dentro de
nuestro cuerpo todo el día. Usando sensores biométricos, que ya se están
desarrollando el día de hoy, Google podrá monitorear tu presión cardiaca, los
niveles de azúcar en tu cuerpo o la actividad de tu cerebro y todo tipo de
datos biomédicos, y al usar estos datos podría proporcionarnos un mucho mejor
cuidado de la salud. Por ejemplo, podría diagnosticar cáncer y podría advertir
de cualquier otro riesgo de salud. Pero a cambio tendrás que entregar tu
privacidad. Tendrás que dar a esta corporación el derecho de seguirte todo el
día, no sólo en tus actividades sino también de una manera mucho más íntima y
privada; estará revisando tu corazón o la actividad en tu cerebro.
Sospecho que la mayoría de las
personas a las que se les dé la opción entre conservar su privacidad y obtener
un mejor cuidado de la salud escogerían un mejor cuidado de la salud. Así que
la salud será el gran enemigo de la privacidad.

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