Nos Disparan desde el Campanario ¿Estamos seguros de vivir en democracia?... por Laura Martínez Alarcón
Fuente: FILOSOFÍA&CO
Link de Origen:
https://filco.es/phobiopolitica-estamos-seguros-de-vivir-en-democracia/
Después de leer el más reciente libro
del filósofo Francis
García Collado, Phobiopolítica. Democracia, psicología y ética en la
era neoliberal (editado por Catarata), y de echar una ojeada al deprimente
estado que guarda el mundo en manos de la tecnooligarquía, surge una serie de
inquietudes incómodas que cuestionan la veracidad de ese mantra que oímos
constantemente, aquello de que vivimos en una democracia.
García Collado, doctor en Filosofía
por la Universidad de Barcelona, parte de la premisa de que en la sociedad
occidental predominan tres ideas: vivimos en un régimen democrático, la
llamada «fiesta» de la democracia se traduce en la existencia de elecciones y
partidos políticos, y el Estado garantiza esta supuesta forma óptima de
convivencia política. Pero «¿y si nada de esto fuera cierto? ¿Y si llamar a
nuestras democracias ‘representativas’ fuera un burdo oxímoron?», se pregunta
el autor.
El libro, más pertinente que nunca,
pretende ser «una herramienta para caminar hacia una democracia» o, «como
mínimo debería hacernos más críticos y conscientes». Dividido en tres partes,
el texto recurre constantemente y de manera fluida a la filosofía, la política,
la bioética, la psicología y la neurociencia para explicarnos en qué sociedad
realmente vivimos.
A lo largo de sus más de 230 páginas,
el creador del concepto filosófico «phobiopolítica» demuestra cómo
«mediante el uso del miedo y el estrés se obstaculiza el camino hacia una
verdadera democracia». Esta biopolítica negativa «identifica las nuevas formas
de gobierno desde el control, la manipulación y en disciplinar y reglamentar la
vida, en lugar de tener formas de gobernanza centradas en fortalecer la
autonomía y la libertad».
Para este investigador especializado
en la conformación de subjetividades desde la biopolítica, lo fundamental
es «identificar los patrones, los mecanismos y procesos de manipulación,
objetivación y subjetivación, los dispositivos y así decidir hacia donde
movilizarnos»; de otra manera, afirma, seguiremos repitiendo los mismos errores
y naturalizando nuestro modo de proceder.
«Dêmos»: qué es y que no es la
democracia
Hay que empezar por el principio y
recordar el origen de las palabras. Sobre todo, no olvidar que la isonomía, o igualdad ante la ley, es el germen de la
democracia, el primer elemento básico para que esta exista. En su texto, García
Collado explica que el dêmos era, en realidad, «un término despectivo
que significaría —para el mismo Platón— populacho».
El nombre «democracia» fue creado por
sus detractores y «nace con claras connotaciones peyorativas». Por lo
tanto, aclarar qué es la democracia no es un mero capricho lingüístico. Se
trata de una «forma de gobierno que, bautizada por sus enemigos de modo
insultante, goza del extraño privilegio de haber sido odiada desde sus inicios
a causa de su germen respecto a la igualdad política». Esta igualdad de
condiciones y oportunidades resulta fundamental, por lo que «hablar del
significado real de la palabra democracia es la conditio
sine qua non para poder empezar a vivir en democracia», acota.
El segundo aspecto a tener en cuenta
es la necesidad de contar con un lugar para expresarse y que garantice la
igualdad ante la ley. En otros tiempos hubo la asamblea de ciudadanos (ecclesia),
dotada de una serie de herramientas que avalaba la participación ciudadana. Sin
embargo, hoy día, en este mundo de autocensura, de wokismo, de miedo a expresar una opinión
a través de las redes sociales, decir que vivimos en una democracia resulta
ocioso. «Una sociedad que calla por miedo a perder su puesto de trabajo o a ver
cómo su carrera médica o académica se ve borrada de un plumazo puede resultar
incluso comprensible, dado que se nos educa en y para el miedo», indica el
autor.
Pero también resulta un insulto a la
inteligencia de una sociedad actuar como lo han hecho recientemente los dueños
de las grandes empresas cibernéticas y de redes sociales: «Callar, evitar
o censurar el debate no es democrático, por más que aquellos que pretenden
arrogarse la democracia digan que lo hacen como garantes del filtrado de
noticias falsas».
Estamos acostumbrados a escuchar
constantemente o a utilizar nosotros mismos «la palabra ‘democracia’ por
convención, sin reconocer la distancia entre el ideal y nuestra realidad
política». Para García Collado, lo cierto es que vivimos «en gobiernos
representativos liberales». Esto es, un gobierno representativo liberal creado
para detener la demanda de democracias, por un lado, y las monarquías
absolutistas, por el otro. A lo sumo, se trata de «pseudodemocracias por
hipocognición». Decir lo contrario «es un constructo propagandístico orientado
a desactivar cualquier anhelo de verdadera democracia».
Otro indicador no democrático es el
tema de las elecciones y los partidos políticos. Elección versus sorteo,
representación vs delegación. No es lo mismo. «Para muchos,
contrarios o no a la democracia, la participación ciudadana se reduce a la
elección», señala. Llegados a este punto, García Collado recuerda los tres
aspectos esenciales de los partidos políticos, según Simone Weil:
«Un partido político es una máquina
dispuesta a fabricar pasión colectiva. Un partido político es una organización
construida para ejercer presión colectiva sobre el pensamiento de todos y cada
uno de los seres humanos que tiene como miembros. […] el único fin de un
partido político es su propio crecimiento, y este, sin límite alguno. En base a
este triple carácter, todo partido es totalitario en germen y en aspiración».
Un indicador más es «la existencia de
un Estado en contraposición con la sociedad». La sociedad se caracteriza
por la idea de su cambio constante, su dinamismo, vs el Estado que se
define en función de su carácter estático. El Estado como el «brazo ejecutor de
las oligarquías que detentan el poder»; sin olvidar, agrega, que los estados,
como indica su etimología statis, provienen de la guerra civil y, por
tanto, todo Estado nace de la violencia de la que más tarde se arroga su uso
legítimo.
Otro factor es la obediencia. «Si
se nos educa en la obediencia, acabamos obedeciendo. Si se nos educa en la idea
de que, en última instancia, siempre hay alguien por encima de nosotros,
terminaremos obedeciendo con mayor facilidad», explica. El hecho de
interiorizar «la idea de una autoridad legítima, nos hace menos autónomos y
críticos. Confundimos sistemáticamente la cooperación con el sometimiento y la
obediencia».
«Psychê»: cómo alcanzar emancipación
y autonomía
Desde la psicología también es
posible abordar las dolencias de lo que llamamos sociedades democráticas,
cuando en realidad deberíamos decir «gobiernos representativos liberales». El
también profesor de ética y psicología en
distintas universidades hace un repaso a las distintas teorías, principios,
palancas de persuasión y sesgos cognitivos que los expertos en marketing (particularmente,
político) utilizan para perpetuar un estado de creencias y supuestos que evitan
avanzar hacia una educación democrática.
Hay que empezar por entender cuál es
la diferencia entre comunicación e información, comprensión y competencia; desentrañar
qué es lo que estamos recibiendo cuando afirmamos estar informados. «Los
sujetos no buscan informarse, tal como presume y señala la mayoría, sino
comunicarse; permanecer en el ámbito de la competencia social y no en el de la
comprensión o adquisición de nuevo contenido», señala. Nadie quiere
(¿queremos?) salir de su zona de confort en relación al ámbito comunicativo.
Particularmente sugestivo es el
capítulo dedicado a los once principios de manipulación y propaganda atribuidos
a un tal Goebbels y que, hoy día, continúan más vigentes que nunca. Los
paralelismos que el autor muestra entre el nazismo y el manejo de la covid-19,
a partir de esos principios son, cuando menos, inquietantes porque nos tocan la
fibra más cercana, nos perturban y mueven a reflexionar sobre las maniobras
manipuladoras y de control a las que estamos sometidos sin darnos cuenta.
Como escribe en Phobiopolítica.
Democracia, psicología y ética en la era neoliberal, Francis García
Collado indica que, al menos por el momento, el control del cerebro no ha
llegado a producirse.
«No son necesarios el uso de
electrodos o las incisiones craneales […] o la ingesta de substancias de tipo
psicofarmacológico]. Controlando la mente se controla el cerebro», apunta. El
verdadero sueño es «el ejercicio del control ‘pre-suasivo’, es decir, la
generación de un contexto previo a la persuasión que abunda en la idea según la
cual, en psicología social, lo importante es el contexto».
El objetivo «no es el control propio
de las sociedades de castigo en el que se deba visibilizar el poder», sino
el de intentar hacernos creer que «somos libres para que seamos más fácilmente
gobernables». Para lograr esto, se acude también, y sobre todo, al manejo de
las emociones; en particular, del miedo y el placer.
Por ello, insiste, la educación es
fundamental para ejercer la democracia («una educación sobre lo común,
debería ser la garantía para ponerse en el camino de la igualdad y la
democracia»). Solo una sociedad preparada, con un pensamiento crítico, que
cuestione sin vetos ni censura lo que nos hace ser mejores, hará posible
construir un camino hacia la democracia. Una educación total que, ya lo decían
los griegos, «debería generar ciudadanos y no súbditos».
«Êthos» y «phobiopolítica»
Finalmente, desde la ética, es
primordial entender qué queremos decir cuando hablamos de democracia. O de
las distintas corrientes éticas que conviven hoy día. García Collado explica al
detalle cómo funciona lo que se ha dado en llamar «ética liberal o egoísta»
(puesta en marcha por el padre del pensamiento neoliberal) y que es «la
corriente ética que gobierna nuestro mundo», y la más antidemocrática de todas.
«Para Milton Friedman y sus acólitos lo importante no es ser moral, sino
parecerlo», apunta.
«De este tipo de pensamiento nacen
todos los movimientos washing tan extendidos en el ámbito de la
publicidad, el marketing y las relaciones públicas». Lo que no
es otra cosa que el lavado de cara de muchas empresas (el greenwashing, las
supuestamente preocupadas por el impacto ambiental, o el purplewashing, las
que se benefician por la presencia de mujeres).
Ejemplos hay muchos, todos
relacionados con lo que también se conoce como «responsabilidad social», término
convenientemente utilizado por sus gabinetes de relaciones públicas y marketing para
hacernos creer, entre otras cosas, que se preocupan y comprometen con los
avances científicos y, desde luego, lo hacen por nuestro propio bien. Actúan
así porque, además, nos infantilizan. «Una mayoría ignorante e infantilizada no
es democrática, sino tiránica». ¿Les suena de algo esta frase?
No debemos olvidar el papel
protagónico de la industria farmacéutica durante la pandemia y el triste rol
que jugaron los organismos internacionales y los gobiernos de todo el
mundo. «Hablar de ética y democracia no debería ir ligado a los intereses de la
teoría shareholder. La corriente ética del egoísmo no puede ser el
estandarte que seguir en sociedades democráticas», puntualiza el autor.
En esta tercera y última parte del
libro, Francis García Collado expone de manera pormenorizada el auge del poder
biopolítico, de la necropolítica y la phobiopolítica en nuestras
sociedades «democráticas» marcadas «por el imperativo del mercado», así como la
constante violación de acuerdos internacionales, declaratorias sobre derechos
humanos, convenios mundiales y toda una serie de mecanismos que han ido
creándose durante el siglo XX y hasta el día de hoy. Da la impresión de que
asistimos al desmantelamiento total del sistema, al acose y derribo de valores
y principios, y lo peor, que los ciudadanos estamos desarmados, boquiabiertos y
sin saber qué hacer. El virus del miedo se nos ha inoculado. Ya ni siquiera se
guardan las formas.
Phobiopolítica. Democracia,
psicología y ética en la era neoliberal es un libro oportuno que nos
brinda numerosas claves para, como señala su autor:
«Buscar el tiempo necesario para
repensar el poder, la forma de gobierno en la que vivimos, cuestionar la
representación política frente a la delegación y el sorteo, así como el papel
del Estado frente a la sociedad. Solo así podremos reconsiderar el dêmos y, si
lo creemos oportuno, avanzar hacia una democracia».
Laura Martínez Alarcón (Ciudad de México, 1957) estudió Periodismo
en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde también cursó la
Maestría en Estudios México-Estados Unidos. En 1996, recibió el Premio Nacional
de Periodismo. Afincada en España desde 2007, es doctoranda en Comunicación,
Información y Propaganda por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Ha
trabajado como reportera y coordinadora de producción y contenidos en radio,
televisión y prensa. Es autora de varias publicaciones, entre ellas Cortoletrajes (2016), El
bien y el mal (2023) y El baúl de la República (2023).
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