Nos Disparan desde el Campanario ¿Sorprende?... por Gustavo Marcelo Sala

 


 

Más de setenta mil tipos que viven de la timba y la especulación no la vieron. Tal vez a esto se refería Milei cuando hablaba de ciegos y visionarios. Debemos tener en cuenta que quien no la vio fue esa pequeña burguesía honestista que hoy se indigna por operatorias que forman parte de un sistema esencialmente corrupto, pero que vota, milita y acepta cuando obtiene dividendos, nunca cuando los pierde. De aquí en más será el propio sistema el que se abroquelará para no sufrir las consecuencias e impedir que no se pierda la fe en él y en sus nefastos resultados socioeconómicos.  

Ibsen afirmó en cierta ocasión que planteados los términos que el chancho se coma al perro o viceversa lo mismo da. Milei no es un perverso ni un delincuente, ni un estafador por esta coyuntura virtual la cual con el tiempo se transformará en anécdota, como sucedió con el contrabando de autopartes, la desaparición de 60 millones de dólares durante la intervención de la provincia de Corrientes en el lapso que gobernó Aguad, el soterramiento del Sarmiento, las autopistas, el correo, el blanqueo de familiares cuando estaba expresamente prohibido, el megacanje, el blindaje, la Banelco, los recurrentes endeudamientos a favor de la bicicleta financiera, la fuga de capitales, los Panamá Papers, los aportes truchos y decenas de eventos financieros de guante blanco que a poco de revisarlos notamos que forman parte de operatorias que son innatas y naturales al propio sistema, las offshore y los fondos buitres no son otra cosa que las cuevas legales del capitalismo. Milei, en estos catorce meses de gestión, ya estafó a los docentes, a los jubilados, a las provincias, al personal de la salud pública, a los organismos de DD.HH, a los trabajadores del Estado, a los científicos, temas que nos deberían comprometer e indignar mucho más que esta suerte de partida con cartas marcadas que jugaron durante un par de horas, en una mesa de viernes enamorada, una comunidad de tahúres acostumbrados a la trampa y al fraude.

Sostener que la imagen de Milei y su gobierno podrían cambiar con lo sucedido es realmente panglossiano, si no se modificó con las estafas sociales antedichas y sus continuas provocaciones dialécticas, menos lo hará con esta operatoria en donde los damnificados tienen la misma lógica perversa que el propio promotor. Lo más probable es que consideren que los tahúres “la vieron y la hicieron muy bien”, y que esto forma parte de la modernidad, que no es delito, que es operativo, en consecuencia es menester  profundizar el modelo y emular a estos visionarios. Algo similar a lo que la mayoría de la pequeña burguesía observó cuando Vicentín estafó al Estado, en alianza con el Pro (González Fraga) por 300 millones de dólares, y salieron a bancar, en plena pandemia, a semejantes tahúres. 

 

*Gustavo Marcelo Sala. Editor

      

 

 Para colaborar con Nos Disparan desde el Campanario:

Gustavo Marcelo Sala

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Comentarios

  1. Así es don Sala. Argentina es una farsa, una trampa.

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  2. Para los que la vimos desde hace años no nos sorprende y en esto incluyo no solo al Pro y a la UCR, sino además a muchos peronistas que laburaron para Milei en las elecciones territoriales. Como dice el artículo la pequeña burguesía, esa que habla de agarrar la pala, se enamora facilmente de este modelo de guita fácil.

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