Nos Disparan desde el Campanario Mitos y Prejuicios para Justificar la Violencia …por Julieta Lomelí Balver
Fuente: FILOSOFÍA&CO
Link de Origen:
https://filco.es/antisemitismo-marcelo-pakman/
La
hostilidad, violencia, prejuicio o discriminación hacia los judíos como grupo
religioso, étnico o racial es el antisemitismo. Aunque lo asociamos
históricamente con el Holocausto, se expresa de diversas formas. Estas
expresiones del odio a lo judío son las que analiza Marcelo Pakman en su libro
«Antisemitismo».
El humor y la risa derivadas tras un acontecimiento cómico,
escribía Schopenhauer,
señalan la repentina incongruencia entre lo pensado y lo que finalmente sucede
en la realidad. Esto significa que la comedia nos hace darle la vuelta al
sufrimiento. El filósofo se refiere a ciertas expresiones artísticas de su
época y cómo la comedia provocaba esa ruptura entre la expectativa del público
y lo que finalmente terminaba acaeciendo en el escenario.
Cuando escuchamos un chiste o somos
espectadores de una obra o película de comedia, muchas veces lo que nos
provoca la risotada es la conexión entre el melodrama y la caída de dicho
melodrama, esto es, el contraste entre una expectativa de algo trágico que
termina volviéndose divertido. Por ello, la buena comedia habría de mantener
ese objetivo de hacernos olvidar, al menos por momentos, la tristeza, la
pesadez y el malestar del día a día, solventándolo con algo de humor.
De ahí que existan situaciones de las
que uno puede mofarse, incluso si estas son situaciones incómodas a las
que habrá que encontrarles un revés en la comedia, y otras que, al tener una
relación demasiado directa con el dolor o el trauma, quizá sería mejor dejarlas
así.
Esta idea me vino a la mente cuando
comencé a leer Antisemitismo, de Marcelo Pakman, que se inicia
describiendo cómo desde las expresiones más cotidianas lo judío tiende a ser
caricaturizado con comentarios que apelan al humor, pero en realidad no dejan
de ser una subestimación o negación del problema que verdaderamente subyace a
dichas bromas: el odio a lo judío, el escepticismo ante verdades históricas y
catástrofes derivadas de actitudes
antisemitas.
A partir de estas narrativas
cotidianas que ironizan lo judío se va constituyendo lo que Marcelo Pakman
llama «la figura mítica del judío», que es una imagen cargada de sentido
peyorativo, de estereotipos construidos históricamente desde los egipcios, los
griegos y los romanos, hasta los nazis y las creencias de odio en la
actualidad.
Estereotipos tales como el «judío
traicionero que se vende por dinero y se siente superior a los lugareños cuyos
dioses rechaza honrar», o el judío misántropo, el usurero, demoníaco y
perverso, han sido elaborados desde distintas —escribe Pakman— «vicisitudes
históricas en principio contingentes […] que, a lo largo del tiempo, son
producidas por la mitofilia humana, que le da sus rasgos sobrenaturales a partir
de singularidades judías malentendidas, distorsionadas y sobredimensionadas,
hasta hacerse constitutivas del perfil sostenido en el Occidente cristiano. Al
fin, en la Edad Media se amplificaron para ser luego, con la modernidad,
puestas al servicio de fuerzas explícitamente políticas».
Esas mismas fuerzas son las que
intentarían justificar, desde entonces, múltiples asesinatos, que
posteriormente, con la Segunda Guerra Mundial, se volverían genocidios. En este
sentido, el rechazo a lo judío no está sustentado en una actitud ni evidencia
racional, sino que es derivada de un tipo de «mitofilia» que pondera los
prejuicios y en base a ellos va tejiendo las peores versiones de lo otro que
considera lo enemigo.
El mito de lo judío, en su caso, no
fue evolucionando hacia una descripción más realista o hacia las cualidades
positivas de su condición, sino que hubo «una progresión que va desde la
distorsión prejuiciosa, introducida por pueblos hostiles, hasta la deformación
e invención de carácter mítico […] El mito del judío, que comenzó a partir de
estereotipos aislados, fue transformándose en una configuración estabilizada
como un prototipo propiciatorio, mientras quienes así lo iban configurando se
decantaban por la acción violenta», escribe el autor de Antisemitismo.
Pakman analiza los arquetipos
históricos desde los cuales el mito de lo judío se ha expresado. El
primero sería el del judío como chivo expiatorio, como quien es el
causante de los conflictos sociales en distintas épocas, el judío como ese que
tiene «cargos acusatorios que se ligan cada vez más a hechos criminales y a
transgresiones injustificables, asegurándose de no dejar salida al Judío, al
que urge y corresponde perseguir».
El segundo arquetipo es el del judío
caníbal, o el mito sacrificial, que planteaba que, debido a las
extravagantes afinidades religiosas, a los judíos les gustaba sacrificar tanto
a extranjeros como a su propia descendencia. Este mito cobró fuerza durante la
consolidación del cristianismo.
El famoso clérigo del siglo IV «Juan Crisóstomo actualizó esa potencialidad cuando, retomando
el tema del canibalismo criminal traído por los alejandrinos, acusó a los
judíos de matar a sus propios niños y de beber y ofrecer para que su Dios
bebiera, la sangre de sus víctimas». Para legitimar dicho mito, se hacía uso de
la distorsión de textos religiosos, asimismo que se les acusaba de politeístas
extremos que necesitaban de sacrificios humanos para complacer a sus dioses.
Así pues, ante el eminente peligro de
esos «caníbales y politeístas radicales», el arquetipo más común es el de
ese judío demoniaco, el del «anticristo al servicio del Diablo», mito
proliferado por el cristianismo medieval que necesitaba consolidarse lo antes
posible como religión oficial. Marcelo Pakman comenta que dichos prejuicios sobre
lo judío hicieron que incluso «cuando algunos judíos lograron dedicarse a la
venta de medicamentos y a la medicina, surgió el temor de que lo aprovecharían
para envenenar a sus pacientes cristianos, a veces con artes mágicas que
también se suponía que eran implementadas por los rabinos».
Hay más ejemplos históricos a lo
largo de Antisemitismo y son una muestra breve de las calumnias y
mitos que fueron adquiriendo poder difamatorio hasta acabar tomando forma de
represiones, violencia, marginación y genocidio. De ello se deriva que el
antisemitismo no es solamente una serie de difamaciones o creencias dogmáticas
en los falsos mitos de lo judío. Esto son apenas el inicio de un problema
mayor: un rechazo sistemático, violencia, asesinatos e incluso, una fanática
eliminación (o genocidio), que a lo largo de los siglos ha sufrido el pueblo
judío, un tumor que se ha enquistado desde tiempos inmemoriales hasta nuestros
días, según señala el libro.
Pakman defiende que la solución no es
anular ni negar los mitos y prejuicios que se han elaborado a lo largo de
centurias sobre lo judío, sino entender que estos mitos siempre han
trabajado de modo perverso y finalmente han permitido masacres como las
cometidas por los nazis, que también fueron negadas en otro intento más de
infravalorar la brutal realidad y sufrimiento por el cual ha tenido que pasar
el pueblo judío.
Sin embargo, el exterminio de seres
humanos derivado de las calumnias y creencias demoníacas que vuelven a la
alteridad o a la otredad algo incomprensible y por lo tanto indomable —por
lo que entonces se procede a aniquilarla— no es un problema exclusivamente de
lo judío, sino que, en general, es un problema humano. O mejor dicho, un crimen
de lo humano hacia los demás humanos, uno que ha sido perpetuado contra
múltiples pueblos y culturas. Por lo que escribe Pakman:
«Como tal, el antisemitismo no tiene
una solución como si fuera un problema racional que hay que resolver. Requiere
más bien una resistencia permanente para interrumpirlo lo más posible en sus efectos,
lo cual es siempre beneficioso no solo para los judíos, sino para todos los que
están amenazados por aspectos autoritarios y dictatoriales en cualquier
sociedad, aun cuando ellos mismos repitan, a veces insensiblemente, las
fórmulas derivadas del mito del Judío condenado e idealizado en su poder».
Julieta Lomelí es doctora en Filosofía por la Universidad Autónoma
de México, con una tesis sobre el pesimismo epistémico en la filosofía de
Schopenhauer. Escribe para distintos medios y colabora habitualmente con FILOSOFÍA&CO.
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