Nos Disparan desde el Campanario Bernie Sanders: «Vencer la codicia requiere un movimiento de masas»…Entrevista… por Chandler Dandridge
Traducción: Florencia Oroz
Link de Origen:
https://jacobinlat.com/2024/12/bernie-sanders-vencer-la-codicia-requiere-un-movimiento-de-masas/
Hablamos con Bernie Sanders sobre la
crisis de la sanidad con ánimo de lucro en Estados Unidos, por qué solo un movimiento
de masas puede conseguir Medicare for all y cómo luchar contra el creciente
porcentaje de votos de la clase trabajadora a favor de la derecha.
El asesinato del CEO de la empresa de
seguros de salud UnitedHealthcare, Brian Thompson, la semana pasada en
Manhattan, ha suscitado un mayor escrutinio mediático sobre el sistema
sanitario estadounidense que el que hubo en toda la campaña presidencial de
2024. Muchos están aprovechando la ocasión para debatir la idoneidad de la
respuesta pública, que ha tendido a ser poco comprensiva. Quizá una pregunta
más apremiante sea: si los estadounidenses opinan así de los seguros sanitarios
privados, ¿por qué los políticos han abandonado el tema?
Tras el asesinato, presuntamente
perpetrado por Luigi Mangione, de veintiséis años, está claro que personas de
todo el espectro político están indignadas por la codicia de las compañías de
seguros y la incapacidad del sistema para proporcionar una atención adecuada a
los estadounidenses. Pero sin un movimiento de masas en torno a Medicare
for all encabezado por un fuerte liderazgo político, es difícil imaginar
cómo la rabia y la desesperación de la gente pueden canalizarse en un cambio
duradero.
El senador Bernie Sanders habló con
Chandler Dandridge, colaborador de Jacobin, sobre la reacción al asesinato
de Thompson, la crueldad del sistema sanitario con ánimo de lucro, los
argumentos a favor de Medicare for all, cómo promover la unidad entre los
votantes de la clase trabajadora y la necesidad de que los líderes del Partido
Demócrata decidan de qué lado van a estar.
CD
Nos acercamos al decimoquinto
aniversario de la Ley de Atención Médica Accesible (ACA, por sus siglas en
inglés) y Estados Unidos sigue sumido en una grave crisis sanitaria. De hecho,
en los últimos diez años los beneficios de las compañías de seguros no han
hecho más que aumentar, las primas siguen subiendo y los reclamos más básicos
continúan siendo denegados. ¿Por qué aquella legislación firmada por [Barack]
Obama no ha conseguido arreglar nuestro sistema sanitario?
BS
Porque la principal función de la ACA
es aumentar la cobertura sanitaria subvencionando a la industria aseguradora.
Su función nunca fue llegar a la raíz de los problemas y preguntarse por qué
gastamos el doble per cápita en atención sanitaria que los habitantes de otros
países. No abordó la cuestión de que la función del actual sistema de atención
médica no es —subrayemos: no es— proporcionar atención de calidad de forma
rentable.
La función está muy clara, y no ha
cambiado: hacer tanto dinero como sea posible para las compañías de seguros y
las farmacéuticas. Así que si tenemos un sistema diseñado para que las
compañías de seguros y las farmacéuticas obtengan decenas de miles de millones
de beneficios al año, por definición ese sistema no va a satisfacer nunca las
necesidades del pueblo estadounidense.
CD
A pesar de la crisis actual, la
cuestión de la salud estuvo en gran medida ausente de las elecciones generales
de 2024, una gran diferencia con respecto a cuando usted se presentó a
presidente, en 2016 y 2020. Estos últimos meses, usted ha viajado por todo el
país: ¿es que la gente corriente perdió interés y se resignó al statu quo?
BS
¡NO! [gritando] ¿Está suficientemente
claro?
Mire, cuando hablamos de la crisis
sanitaria, en mi opinión —y creo que en la de la mayoría de los
estadounidenses—, el sistema actual está roto, es disfuncional, cruel y
tremendamente ineficaz, demasiado caro. Eso es lo que la gente entiende sobre
la situación. La mayoría de las veces, cuando doy discursos públicos, digo:
«Escuchen, quiero que me digan lo que piensan. ¿Cuántos de ustedes piensan que
el actual sistema sanitario estadounidense funciona bien? Por favor, levanten
la mano». Muy pocas manos se levantan. «¿Cuántos de ustedes piensan que está
roto?» Casi todas las manos de la sala se levantan. Eso es lo que entiende el
pueblo americano, por razones obvias.
Hemos tenido ochenta y cinco millones
de personas sin seguro. Pagamos el precio más alto del mundo por los
medicamentos con receta. Nuestros resultados son peores que los de la mayoría
de los demás sistemas sanitarios. Nuestra esperanza de vida es menor. Unas
sesenta mil personas mueren al año por no ir al médico a tiempo. No hace falta
ser un genio para comprender que se trata de un sistema tremendamente disfuncional.
Gastamos el doble per cápita en atención sanitaria, y obtenemos menos valor que
otros países.
Pero la verdadera crisis no implica
un debate sanitario. Es un debate político. Es un debate de financiación de
campañas. La razón por la que no nos hemos unido prácticamente a todos los
demás países importantes de la Tierra en garantizar la atención médica a todas
las personas como un derecho humano es el poder político y financiero de la
industria aseguradora y las compañías farmacéuticas. Gastan enormes cantidades
de dinero para que no cuestionemos las premisas básicas del sistema actual y
que sigamos manteniendo un sistema sanitario dirigido por las compañías de
seguros y las farmacéuticas.
Hará falta una revolución política en
este país para que el Congreso diga: «¿Saben qué? Estamos aquí para representar
a la gente corriente, para ofrecer una atención de calidad a la gente corriente
como un derecho humano, y no para preocuparnos por los beneficios de las
compañías de seguros y farmacéuticas».
Así que se trata ante todo de una
cuestión política. Eso es lo que tenemos que abordar. Para responder a tu
pregunta, creo que la gente es más que consciente de la crisis sanitaria. Está
en la cabeza de todos. Lo que me entristece es que no solo los republicanos no tengan
nada que decir al respecto (más allá de algún rutinario «Trump está trabajando
en un plan»), sino que los demócratas no puedan ir más allá del intento de
proteger la Ley de Atención Médica Accesible.
CD
Después de la victoria de Donald
Trump en noviembre, fue imposible ignorar su creciente apoyo entre la gente de
color de clase trabajadora (que se suma a la tendencia de los votantes blancos
de clase trabajadora a abandonar el Partido Demócrata en elecciones
anteriores). ¿Podría haberse detenido ese proceso si los demócratas hubieran
abrazado antes Medicare for all y otros programas sociales
universales?
BS
Al principio de esta campaña encargué
una encuesta. Hicimos preguntas a los estadounidenses sobre algunas de las
cuestiones más importantes a las que se enfrenta Estados Unidos, incluida la
sanidad, incluido Medicare for all. Y no le sorprenderá saber que, de
hecho, una gran mayoría del pueblo estadounidense entienda que la atención
sanitaria es un derecho humano. Hubo un apoyo muy fuerte a Medicare for
all.
Ahora bien, aunque el apoyo a Medicare
for all es así de generalizado, uno podría encender la televisión, verla
las veinticuatro horas del día, todos los días del año, y aún así no oiría
ningún debate al respecto. Solo un puñado de nosotros hablamos de ello.
Imagínese lo que pasaría si todo un partido político se enfrentara a la
industria aseguradora y a las compañías farmacéuticas y exigiera un cambio.
Pero incluso sin ese megáfono, o con
un megáfono limitado, el pueblo estadounidense entiende que el sistema actual
está roto. Tenemos que avanzar en una dirección muy diferente. ¿Por qué la
clase trabajadora ha abandonado al Partido Demócrata? Esa es una de las
respuestas. Si vas por ahí diciendo: «Lo único que puedo decir sobre la sanidad
es que me opondré a los recortes de la Ley de Atención Médica Accesible»…
¡hombre! Eso no aborda la crisis que tenemos en Vermont, donde los costes de
los seguros están subiendo entre un 10% y un 15% al año. Las pequeñas empresas
no pueden pagarlo.
El otro día hablé con algunos
sindicalistas de los sindicatos más grandes de Vermont. Me dijeron que cada vez
que se sientan a negociar les es imposible conseguir un aumento salarial porque
los costes de la atención sanitaria han subido mucho, tanto en el sector público
como en el privado. Así que no, no estoy de acuerdo con nadie que piense que la
salud no está en la mente del pueblo estadounidense. No estoy de acuerdo con la
gente que piensa que no es una cuestión «políticamente ganadora». Enfrentarse a
las compañías de seguros y farmacéuticas es exactamente lo que quieren los
estadounidenses de clase trabajadora, sean demócratas, republicanos o
independientes.
Como he dicho antes, hemos hecho
encuestas, y Medicare for all, la atención sanitaria como derecho humano,
la reducción a la mitad del coste de los medicamentos con receta, la ampliación
de las prestaciones de la Seguridad Social mediante la supresión del límite de
ingresos imponibles, la ampliación inmediata de Medicare para cubrir
los servicios dentales, auditivos y oftalmológicos… todas estas cuestiones
gozan de una gran popularidad. Pero en todos los casos nos enfrentamos a
poderosos intereses y, por desgracia, ahora mismo, dado el papel de las grandes
fortunas en la política, hay muy pocos políticos dispuestos a dar la cara y
decir lo que es obvio.
La gente entiende que el sistema está
roto. Has tenido dos campañas: la campaña demócrata diciendo: «Oye, las cosas
están funcionando bien, solo hace falta algunos retoques, que es lo que vamos a
hacer». Y Trump diciendo: «El sistema está completamente roto y voy a
arreglarlo». Bueno, por desgracia, Trump va a hacer que ese sistema roto sea
aún peor. Pero ganó apoyo porque la gente sabe que el sistema está roto. Está
roto, no hay vuelta.
El sistema de financiación de las
campañas está roto, el sistema de salud está roto, el sistema de vivienda está
roto, el sistema educativo está roto. No funciona. Lo que necesitamos un
movimiento para crear una sociedad que funcione para todos nosotros, y podemos
hacerlo. No es fácil, pero en eso consiste la lucha.
CD
Parece que estamos en un proceso
de realineamiento
de clases en el que la clase trabajadora ya no vota en bloque por sus
intereses económicos, sino que se dispersa por todo el espectro político,
incluso, en muchos casos, detrás de multimillonarios reaccionarios. ¿Considera
que Medicare for all es una consigna capaz de revertir ese proceso?
BS
Sí, así lo creo. No puede recuperar
absolutamente a todos, claro; pero le diré lo que he visto en Vermont. La gente
dice: «No estoy de acuerdo contigo en el tema del aborto» o «no estoy de
acuerdo contigo en los derechos de los homosexuales, pero tienes razón en los
temas económicos». Por eso nos va bien con la clase trabajadora. Así que creo
que si quieres salvar la democracia estadounidense, si quieres proteger a la
clase trabajadora de este país, donde los salarios, en muchos casos, no han
subido en décadas, lo fundamental es que tienes que dejar claro de qué lado
estás. ¿Estás del lado de la clase trabajadora o del lado del 1%? Una vez
tomada esa decisión, las cuestiones se colocan en su sitio.
La salud es un derecho humano. Vamos
a enfrentarnos a las compañías de seguros. Vamos a tener un sistema fiscal
justo. Vamos a exigir un impuesto sobre el patrimonio y un impuesto sobre las
personas más ricas de este país. Vamos a reformar la financiación de las
campañas para que los multimillonarios no compren las elecciones. Todas esas
cosas encajan de forma natural, y tienen sentido para la gente, pero se
necesita un liderazgo que esté preparado para decir esto.
El otro día vi una encuesta en
el New York Times que decía algo así como: «¿Cree que el
Congreso está más interesado en beneficiar a la élite y a ellos mismos que a la
gente corriente?». Y la gente dijo rotundamente que sí. Así que necesitamos un
liderazgo que esencialmente diga: «Estamos de tu lado». Pero para estar del
lado de las mayorías, tienes que enfrentarte a poderosos intereses, incluidas
las compañías de seguros y las farmacéuticas. Si lo haces, no solo harás una
buena política, sino que ganarás elecciones.
CD
La semana pasada, Luigi Mangione, de
veintiséis años, presuntamente asesinó al CEO de UnitedHealthcare, Brian
Thompson, en una calle de Manhattan. Se ha hablado mucho de la reacción del
público ante el asesinato de Thompson, que al menos en Internet osciló entre el
júbilo más absoluto y un más sombrío «la industria se lo merecía». Algunos
dicen que este suceso es un punto de inflexión en la conciencia pública sobre
la desigualdad en la atención sanitaria y la industria aseguradora ávida de
beneficios, y que presagia una resistencia pública revigorizada. A otros les
preocupa que la violencia de vigilantes parapoliciales sea un síntoma mórbido
de un movimiento de masas en declive, un signo de desesperanza política. ¿Qué
opina usted al respecto?
BS
Permítanme decir esto: está de más
decir que matar a cualquier persona —este tipo resultó ser padre de dos hijos—
es inaceptable. No se mata a la gente. Es aborrecible. Lo condeno sin reservas.
Fue un acto terrible.
Pero lo que sí demostró, sobre todo
en Internet, como dices, es que muchísima gente está furiosa con las compañías
de seguros médicos que obtienen enormes beneficios negándoles a ellos y a sus
familias la atención sanitaria que necesitan desesperadamente. Las historias se
suceden sin cesar: «Mi madre estaba en tratamiento contra el cáncer y no pude
conseguir atención para ella. La compañía de seguros la rechazó. Algún
burócrata la rechazó. Murió». O «Mi hijo está sufriendo porque no podemos
conseguir los medicamentos recetados que necesitamos, rechazaron la petición
del médico».
Lo que estamos viendo, la avalancha
de ira contra las compañías de seguros, es un reflejo de lo que la gente siente
por el actual sistema sanitario. Está roto. Es cruel. Ya se lo he dicho: 60.000
personas mueren al año por no ir al médico cuando deberían. ¡60.000 personas!
Y hay otra estadística de la que
nunca se habla: no es solo que nuestra esperanza de vida sea inferior a la de
prácticamente cualquier otro país rico; es que si eres de clase trabajadora vas
a vivir entre cinco y diez años menos que la gente adinerada. Así que si eres
de clase trabajadora en este país, el estrés bajo el que vives, la coacción económica
bajo la que vives, la falta de atención sanitaria que recibes, te cuestan de
cinco a diez años menos de vida que las personas ricas. Todo eso es
inaceptable. Es una barbaridad, y el hecho de que ni siquiera hablemos de ello
lo es aún más.
Así que tenemos un sistema que no
funciona y es cruel. La gente lo sabe y, por desgracia, no hemos tenido el
liderazgo político para enfrentarnos a la codicia de las compañías de seguros y
las farmacéuticas y decir: «Tenemos que unirnos al resto del mundo y avanzar en
una dirección muy diferente».
El asesinato es absolutamente
abominable. No vamos a reformar el sistema sanitario matando gente. La manera
de introducir los cambios fundamentales que necesitamos en la sanidad es
mediante la construcción de un movimiento político que entienda que el gobierno
tiene que representarnos a todos, no solo al 1%. Y lo primero de todo es
entender que la asistencia sanitaria es un derecho humano.
La locura de la situación es que ni
siquiera se trata de gastar más dinero. Ahora mismo, lo que los estudios
muestran claramente es que hay tanto despilfarro y tantos costes
administrativos y tanta burocracia en el sistema actual que, de hecho, se
podría proporcionar atención de calidad a todos los hombres, mujeres y niños de
este país sin gastar más de los 4,4 billones de dólares que estamos gastando
actualmente, una suma astronómica de dinero.
Tenemos que destinar ese dinero a la
prevención de enfermedades, a conseguir más médicos y enfermeras, a centrarnos
mucho más en la atención primaria, a recortar radicalmente los costes
administrativos. El coste de administración de Medicare es del 2%, y
el de las compañías de seguros privadas, del 12% al 14%. Y millones y millones
de dólares al año van para los sueldos de los directores generales del sector
privado. Así no deberíamos gastar el dinero de la sanidad. Porque, mientras
tanto, no tenemos suficientes médicos, enfermeras ni dentistas.
Matar gente no es la forma de
reformar nuestro sistema sanitario. Eso es aborrecible e inmoral. La manera de reformar
nuestro sistema sanitario es que la gente se una y entienda que es un derecho
de todos los estadounidenses poder ir a la consulta de un médico cuando lo
necesiten y no tener que pensar antes de dónde sacar el dinero. Esta no es una
idea radical. Existe a ochenta kilómetros de nosotros, en Canadá, y de una
forma u otra existe en todo el mundo. Recuerdo hablar con europeos: «¿Sabes lo
que es una franquicia?». Ni siquiera saben de qué demonios estás hablando. El
sistema es complicado e inhumano. Así que mi respuesta a esa pregunta es sí,
necesitamos un movimiento político. La sanidad debe ser parte integrante de
cualquier movimiento político progresista.
CD
Suele decirse que Medicare for
all es una utopía; que es una aspiración válida pero estructuralmente
inviable, políticamente irrealizable, etc. ¿Cuál es su respuesta?
BS
Si es pura fantasía, ¿por qué existe
a ochenta kilómetros de donde vivo? El sistema sanitario canadiense no es
perfecto. Pero si acabas con un trasplante de corazón en un hospital de
Toronto, que es una asistencia sanitaria de alta calidad, ¿sabes cuánto pagas
cuando sales del hospital? ¿Lo sabes? Cero. Quizás el ticket del
estacionamiento, si aparcaste el coche en el parking. Por eso sí te cobran.
Pero es todo. Vas al médico que quieras y no te la pasas haciendo cuentas y
pidiendo préstamos antes.
Si Medicare for all es tan
utópico, ¿por qué existe en todos los países que no son Estados Unidos? Ese es
el número uno. No es un anhelo inalcanzable. En realidad, somos la excepción a
la regla. El otro día Elon Musk publicó algo que señalaba los costes
administrativos del sistema sanitario de Estados Unidos en comparación con
otros países. En algunos casos son el triple. Estamos malgastando cientos y
cientos de miles de millones de dólares. Vaya a su hospital local, ¿de acuerdo?
Y tu hospital probablemente no tenga suficientes médicos o enfermeras. ¿Pero
sabes lo que tienen? Baja al sótano, al departamento de facturación, y verás
docenas y docenas de personas al teléfono, diciéndole a la gente que deben
58.000 dólares y que tienen que pagar la factura. Eso es lo que ha eliminado
Canadá. Eso es lo que el Reino Unido y otros países han eliminado.
Así que tenemos que trabajar en un
sistema de salud sin ánimo de lucro, universal, que cubra a todas las personas,
rentable y que no sean los burócratas de las aseguradoras quienes tomen las
decisiones, sino los médicos. Existe en todo el mundo, no es una idea radical.
Hay un estudio tras otro demostrando que estamos malgastando enormes cantidades
de dinero en burocracia, facturación y costes de compensación para los
directores ejecutivos en lugar de proporcionar la atención sanitaria que
necesitamos.
Esto nos lleva a lo que decía hace un
momento: enciendes la televisión, ¿quién habla de Medicare for all? Yo
ocasionalmente, algunas otras (pocas) personas más. A pesar de eso, tiene mucho
apoyo. Imagina que hubiera todo un partido político hablando de eso.
Bernie Sanders: Senador de los
Estados Unidos por el estado de Vermont.
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