Nos Disparan desde el Campanario Martín Caparros y la finitud… por Gustavo Marcelo Sala

 




 

Antes Que Nada es el nuevo libro de Caparros, en él Martín nos cuenta, con su delicada y elevada pluma, los dilemas humanos que presenta la certeza de una cercana finitud debido a una enfermedad que no posee por el momento soluciones médicas, tema que fue motivo de maravillosas obras clásicas desarrolladas por grandes autores, de todos los géneros, que ante circunstancias similares decidieron volcar sus sensibilidades y evocaciones, textos que superan una simple biografía.

No soy neutral con Martín Caparros, más allá de no haber estado siempre de acuerdo con sus percepciones políticas, sobre todo hace una década atrás, ha sido y es la mayor influencia literaria que tuve en tanto ensayos, (cuestión que seguramente debido a mi mediocridad, se avergonzaría), y esto se dio aun habiéndome enojado mucho con alguno de sus libros y textos periodísticos. Caparros tiene la enorme capacidad de seducir con su prosa a tal punto que cualquier amago de cólera no tiene más remedio que rendirse ante sus suntuosas construcciones retóricas y profundos fundamentos argumentativos. Recuerdo que hace muchos años su sitio del diario El País era una invitación semanal para el debate y el encuentro, en donde tras sus crónicas centenares de personas, de varias latitudes, encendían debates muy agudos, cuestión que de inmediato promovía una doble o triple lectura del disparador, hallando en esta prácticas un redimensionamiento de la prosa, acaso para no dejar pasar nada de tan excelsa experiencia. Martín es reflexión en estado puro, es pensamiento crítico que exhala sabiamente a favor de nuestra inhalación, intento que logra descontaminarnos de la mediocridad en la cual estamos inmersos. Leer a Caparros en estado de beligerancia es más mutritivo y divertido acaso que en estado de consenso. No es este Vargas Llosa tardío, sombrío y lobbista, es un tipo cuyos intereses circulan solo dentro de su cabeza, de sus cielos y sus infiernos, no representa ni desean representar, hace lo más complejo, presentar lo que siente y elabora con honestidad intelectual, aún siendo brillante y bellamente insoportable. 

Leer a Caparros es excitante, recorriendo sus renglones uno puede, tras un párrafo antipático, encontrar la pulsión sensible más profunda, elemento literario e intelectual que nos hace releer aquel párrafo fastidioso, cuestión que nos revela el altruismo del autor para que entendamos que el sentido común que propone el pensamiento inicial es el peor de los aliados. Es un escritor generoso, no solo su prolífica obra sino además por el cuidado que hace del lenguaje.

Algunos lo observan soberbio debido a que en sus textos vuelca su vasta impronta cultural, capital que supo acumular con esfuerzo, pasión y dedicación, y sobre el cual no tenemos derecho a exigirle desaprender o desconocer simplemente porque nosotros no poseemos dichas virtudes. Como bien afirma, él no tiene la culpa de saber y utilizar más palabras que el resto de los mortales castellanos. En todo caso, si esto fuera cierto, le agradezco su soberbia intelectual, porque me moviliza intelectualmente como lector y como vocacional ensayista.

Sé que fui muy duro AQUÍ y AQUÍ, confieso que no quito ni una coma, la honestidad intelectual es algo que me enseñó el mismo Caparros, junto a Horacio González, José Pablo Feinmann y Silvia Bleichmar entre otros, lo que no me perdonaría y seguramnte tampoco él me perdonaría es que lo haga so pretexto de su padecimiento, todo lo contrario. Mi admiración superan largamente, lo que a mi entender, son los desaciertos coyunturales en los cuales cayó, provocados por cuestiones que puedo entender pero de ninguna manera compartir. Y esto no significa persistir en el desatino por no dar el brazo a torcer, pero considero que él mismo tuvo la dimensión de lo que se venía, detalles y signos que algunos vimos con claridad por vivir aquí. Tal vez algo de aquello se podía arreglar, es probable que ameritaba un tirón de orejas en varios incisos no lo niego, pero desde diciembre del año 2015 cada día transcurrido es peor que el anterior para los que estamos en los excecrables bañados del capitalismo, los perifericos en un capitalismo periférico. 

Espero ansioso poder disfrutar en breve de Antes del Fin, como tanto otros a los que pude acceder en otros momentos cuando la literatura era un bien accesible, no con el objeto de encontrarme con otro Caparros, sino con el mismo, con su misma y atildada prosa con sus creencias, certezas y contradicciones, con el Caparros que enriquece el pensamiento, un tipo que tiene asegurada la pos-finitud por prepotencia intelectual.


Recomiendo fervientemente la entrevista que Sietecase y Tenembaum le hicieron a Caparros durante el pase entre sus programas. 




 

*Gustavo Marcelo Sala. Editor

 

  Para colaborar con Nos Disparan desde el Campanario:

Gustavo Marcelo Sala

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CBU: 0930335320100076462989

  


Comentarios

  1. Fue inclemente con Néstor y Cristina y muy condescendiente y complaciente con Macri. Llegó a decir que Macri había recibido una pesada herencia. Lanata y él se volvieron contra el kirchnerismo en el mismo momento, cuando ambos coincidían en el diario Crítica de la Argentina y Nestor los sacó a patadas cuando fueron a pedirle guita para financiar el diario.

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