Nos Disparan desde el Campanario IA, la última batalla del cerebro entre explotadores y veneradores del mercado.. por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/
Link de Origen: AQUÍ
Antes de trabajar en inteligencia artificial,
¿por qué no hacemos algo sobre la estupidez natural?
(Steve Polyak)
Cuando la Unión Soviética lanzó el
primer satélite creado por el hombre, Sputnik, en octubre de 1957, el
impacto sobre Estados Unidos fue inmediato y profundo. Más allá de ser un
logro, generó una ola de ansiedad en la sociedad estadounidense, que veía
reflejada en el satélite una alarmante superioridad tecnológica
soviética. Sputnik no solo orbitaba la Tierra, sino que también
resonaba en las radios y en el espíritu de un país que temía haber quedado
rezagado en la carrera tecnológica y militar.
La respuesta estadounidense no se
hizo esperar y fue tan ambiciosa como transformadora. El gobierno no se limitó
a pensar en lanzar un satélite propio; decidió apuntar más alto: poner a
un hombre en la Luna. Esta idea desató una serie de decisiones estatales que
cambiarían el curso de la historia. Se creó la NASA (Administración Nacional de
la Aeronáutica y del Espacio), así como la Agencia de Proyectos de
Investigación Avanzados de Defensa, más conocida por su
acrónimo (DARPA),se destinaron grandes subvenciones públicas para
impulsar la educación en matemáticas y ciencias, acelerando la carrera espacial
de manera decisiva. Doce años después, este esfuerzo de un Estado emprendedor
que pensó en grande, culminó con Neil Armstrong dejando su huella en la Luna,
un momento especial para la humanidad.
Algo parecido sucedió en mayo de 2017
en China, en una lucha sin cuartel entre una de las máquinas más inteligentes
del mundo, AlphaGo, respaldada por Google, y el mejor jugador de Go del mundo,
Ke Jie. El impacto de perder ante la maquina fue inmediato y devastador tanto
para el país como para el jugador, quien permaneció desplomado en su asiento
tras el resultado con la IA. Una imagen similar de desconcierto ocurrió cuando
el Deep Blue de IBM derrotó al campeón mundial de ajedrez, Garry Kasparov en
una partida de 1997 llamada “La última batalla del cerebro”.
Dos meses después de que Ke Jie
abandonara la última partida con AlphaGo, ya bautizada como el fantasma en
la máquina Go, el gobierno central chino elaboró un ambicioso plan para
desarrollar las capacidades de la inteligencia artificial. Instó a una mayor financiación,
apoyo político y coordinación nacional para el avance de la IA. Estableció
claros parámetros de evaluación para medir el progreso entre 2020 y 2025, y
previó que para 2030 China se convertiría en el centro de la innovación global
en inteligencia artificial, liderando en teoría, en tecnología y en sus
aplicaciones.
Este recorrido, fantásticamente
descripto en el libro “Superpotencias de la Inteligencia artificial” dejó, tras
los impactos detallados en los tres primeros párrafos de este escrito, un
ejército de fantasmas que se evitan de manera intencional. El Estado, el
mercado, el comercio, el consumo, las perdidas laborales por la inteligencia
artificial, la producción, la plusvalía, los modelos de acumulación y la pelea
por las tecnologías en el mundo, entre otros.
Comencemos con los mercados y el
Estado, donde se encuentra una mirada distorsionada del neoliberalismo. Como
explica Fernando Escalante Gonzalbo en su Historia mínima del
neoliberalismo, “El programa neoliberal, contra lo que imaginan algunos
críticos, y contra lo que proclaman algunos propagandistas, no pretende
eliminar al Estado, ni reducirlo a su mínima expresión, sino transformarlo, de
modo que sirva para sostener y expandir la lógica del mercado. O sea que los
neoliberales necesitan un nuevo Estado, a veces un Estado más fuerte, pero con
otros fines”.
El eje central de esta idea resulta
de la convicción de que el mercado no es un hecho natural, que no surge de
manera espontánea ni se sostiene por sí solo, sino que tiene que ser creado,
apuntalado, defendido por el Estado. En resumen, el mercado es un sistema
cuidadosamente construido y regulado, tal como Polanyi expone en La gran
transformación. Del mismo modo, la inteligencia artificial es también un
producto de la intervención humana, cuya evolución depende de cómo el Estado y
las empresas moldean y regulan su desarrollo.
Por qué nos importa entonces que el
Estado invente los mercados, más allá de quien se lo apropia. Porque el mercado
es fundamentalmente un mecanismo para procesar información, que sintetiza
mediante el sistema de precios, qué quieren los consumidores, qué se puede
producir, cuánto cuesta producirlo. El mercado, según los neoliberales, ofrece
la única solución eficiente para los problemas económicos. La competencia, por
su parte, permite que los precios se ajusten automáticamente, y a la vez
garantiza que se hará el mejor uso posible de los recursos. Lo central en este
relato es que el mercado trabaja recolectando información de la misma manera
que la IA, por eso es importante que los Estados dominen la información y que,
para el sector privado, como veremos, su potestad resulte central.
Primero aclaremos lo mejor posible
que es y cómo trabaja la inteligencia artificial para saber si puede desplazar
o no a los trabajadores de diferentes áreas. La IA es un campo de la
informática que se enfoca en crear sistemas capaces de realizar tareas que
normalmente requieren inteligencia humana, como el reconocimiento de patrones,
la toma de decisiones, el aprendizaje y la adaptación.
Hay dos opciones para lograrlo, sobre
las que no ahondaremos demasiado. El primero y más antiguo de los sistemas es
el enfoque basado en reglas. Este intentará establecer pautas del
tipo “si-entonces” para ayudar al programa a tomar una decisión: “Si hay dos
formas triangulares encima de una forma circular, entonces probablemente haya
un gato en la imagen”. En cambio, el según tipo, vigente en la actualidad, “el
enfoque de redes neuronales”, alimentaría el programa con millones de fotos de
muestra etiquetadas como “gato” o “no gato”, dejando que el programa descubra
por sí mismo qué características de los millones de imágenes se relacionaban de
forma más estrecha con la etiqueta “gato”. Las diferencias entre ambos enfoques
se advierten en cómo abordan un problema simple: identificar si hay un gato en
una foto.
Los algoritmos son el corazón de la
IA. Son conjuntos de instrucciones que permiten a las máquinas aprender de los
datos y tomar decisiones o realizar predicciones. En IA, los algoritmos procesan
grandes volúmenes de datos para identificar patrones y relaciones que no son
evidentes a simple vista. Son recolectores de datos, como los mercados.
Lo importante sería determinar
“¿quién proporciona los datos?”, quién abastece a este infinito cumulo de información
que la IA procesará. Los datos son proporcionados por una combinación de
empresas, gobiernos, dispositivos tecnológicos y, por, sobre todo, los
usuarios. La colaboración entre estas fuentes permite que los algoritmos
funcionen de manera efectiva, ofreciendo soluciones precisas en tiempo real. Es
decir, si alguien está preocupado por perder su trabajo y está en redes
sociales, le está brindando datos al algoritmo para que asimile información.
Ahora pondremos atención a dos
cuestiones básicas y elementales del artículo. La pérdida del trabajo con la
inteligencia artificial y sus consecuencias, así como la necesidad de
componentes clave de la economía digital en caso de sustitución laboral por IA.
Estos son los componentes de ciberseguridad: las billeteras móviles y los
métodos de autenticación biométrica. Esta idea está basada en la necesidad que
la seguridad digital aumente a medida que más personas se vuelquen a trabajos y
servicios basados en plataformas tecnológicas. La economía digital, con sus
innovaciones en pagos y seguridad, será fundamental para castigar o beneficiar
a los usuarios, como veremos.
La pérdida laboral por el
advenimiento de nuevas tecnologías no es una primicia para la humanidad, “el
ludismo” es un ejemplo previo, un movimiento encabezado por artesanos
ingleses en el siglo XIX, que protestaron entre los años 1811 y 1816 contra las
nuevas máquinas que los remplazaban en el trabajo. Su reacción fue destruirlas.
En la actualidad la idea de que la IA podría eliminar muchos trabajos plantea
varias cuestiones sobre cómo funcionaría un mundo sin empleo tradicional y qué
consecuencias tendría para una estructura económica basada en el trabajo, los
consumidores y la acumulación de capital.
En el sistema capitalista, el trabajo
humano es una de las principales fuentes de plusvalía, un concepto
económico que se refiere al valor creado por los trabajadores que es apropiado
por los capitalistas como ganancia. En un esquema básico, los trabajadores
venden su trabajo a cambio de un salario. Los capitalistas compran ese trabajo
para producir bienes o servicios que se venden en el mercado. La diferencia
entre lo que los trabajadores reciben en salario y el valor que generan los
capitalistas se conoce como plusvalía, la ganancia de los capitalistas.
En este contexto, el sistema se
sostiene porque los trabajadores reciben salarios que luego utilizan para
comprar bienes y servicios. En resumen, la explotación de la mano de obra es lo
que genera plusvalía y permite la acumulación de capital. La IA tiene el
potencial de automatizar tareas en múltiples sectores, lo que podría llevar a
la desaparición de muchos empleos, especialmente aquellos que son rutinarios,
repetitivos, o provocar una destrucción masiva de empleos en sectores como la
manufactura, el transporte, el comercio y los servicios financieros, entre
otros, pero tiene un talón de Aquiles: la IA no puede comprar.
En un mundo sin empleo, donde la IA
realiza la mayor parte de las tareas productivas, pero no consume, varias
dinámicas sociales y económicas cambiarían. La crucial sería la desconexión
entre producción, trabajo humano y consumo. Si la producción de bienes y
servicios depende principalmente de máquinas y algoritmos, el trabajo
humano dejaría de ser el principal insumo en la economía y el generador de
acumulación. Esto genera una serie de preguntas:
¿De dónde provendrá la plusvalía? Si
la plusvalía se genera tradicionalmente a partir del trabajo humano, y este
desaparece o disminuye, la lógica del capitalismo podría quedar en entredicho.
¿Cómo funcionarán los mercados sin
compradores? En la medida en que los trabajadores dependen de salarios
para consumir, un sistema automatizado donde los humanos no trabajen podría
generar una disminución del consumo, lo que afectaría la capacidad de los
capitalistas de generar ganancias.
En un mundo sin trabajo, una posible
solución sería la implementación de una renta básica universal, un ingreso
garantizado para todas las personas, independientemente de si trabajan o no,
que tiene mucha tela para cortar. En caso de implementarse este sistema,
comenzaría a entenderse de manera más clara la preocupación, que es válida, por
la seguridad digital para compras virtuales con monederos digitales y métodos
de autenticación biométrica, como las huellas dactilares, reconocimiento
facial, reconocimiento de iris, de voz y otras tecnologías, pasando a ser un
componente de disciplinamiento para este reseteo de la economía digital. Veamos
esto con algo de detalle.
La primera en dar señales del aspecto
negativo de la ciberseguridad fue la viceprimera ministra canadiense, Chrystia
Freeland. Durante la pandemia, los camioneros canadienses protestaron contra el
pasaporte COVID bloqueando el tránsito y los suministros de ingreso a los
EE.UU. Esta señora advirtió, sin orden judicial alguna, que congelaría las
cuentas bancarias y suspendería el seguro de vehículos de los camioneros que
continuaran formando bloqueos en protesta por los mandatos de vacunas, es
decir, la anulación de gastos con billeteras virtuales. Amenazas parecidas
realizaron en la Argentina la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello y la
ministra de seguridad Patricia Bullrich, aduciendo que les quitará la
asistencia social a todos aquellos beneficiarios que salgan a protestar. “El
que corta la calle, no cobra”.
Este tipo de medidas disciplinarias
podría volverse común en un futuro donde la economía esté más profundamente
integrada con plataformas digitales y la autenticación biométrica. La dependencia
de estos sistemas plantea preguntas inquietantes sobre la libertad y la
vigilancia en un mundo altamente automatizado y controlado por algoritmos.
Un ingreso garantizado a todas las
personas, independientemente de si trabajan o no con una cuenta bancaria donde
se deposita la Renta Básica, de la cual depende cualquier método de
autenticación biométrica, desde billeteras virtuales a huellas dactilares para
el consumo, es una tentación de disciplinar a los receptores de estas ayudas
sociales, como lo demostraron reciente y abiertamente los ministros argentinos.
La llegada de la IA y la
automatización masiva plantea un reto importante para la estructura actual de
la sociedad basada en el trabajo y la explotación de la mano de obra para
generar plusvalía. Las soluciones no son simples, más aún con un capitalismo
ultra concentrador del ingreso. Lo que sí queda claro es que la producción y la
productividad pueden aumentar con la IA, pero si no se cobra, no se compra.
En definitiva, la llegada de la IA no
solo desafía los paradigmas laborales y económicos, sino que también nos
enfrenta a un posible futuro en el que el control de los datos se convierte en
la nueva forma de poder. Si bien la tecnología promete eficiencia y progreso,
los gobiernos y las corporaciones deberán decidir si priorizan la equidad y la
protección social, o si caerán en un tecnofeudalismo donde el trabajo humano se
vuelva obsoleto. Como sugiere el economista griego Yanis Varoufakis, el futuro
del capitalismo puede estar en juego, y la IA podría ser el factor que acelere
su transformación hacia un sistema completamente nuevo. “Los señores feudales
son los propietarios de lo que llama «capital de la nube», y los demás hemos
vuelto a ser siervos, como en el Medievo.”
Colaborá con El Tábano Economista
Si no estás en Argentina
Donaciones El Tábano Economista
(PayPal)
https://paypal.me/tabanoeconomista?country.x=AR&locale.x=es_XC
Si estas en Argentina
Ayuda Cartonero ($2000) https://mpago.la/1qGgKbx
Ayuda de monotributista
social ($3000) https://mpago.la/2jct2yi
Ayuda de burguesía nacional
($5.000) https://mpago.la/2bvxWvD
O una donación voluntaria al
siguiente CBU del Banco Provincia de
Buenos Aires: (Alias: SANTA.BANANA.MURO)
*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y
editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista,
columnista radial, analista
Comentarios
Publicar un comentario