POR QUÉ NO HAGO MÁS CRÓNICAS
MILITANTES COMO LOS DE HACE UN TIEMPO; Y POR QUÉ NO MILITO MÁS
La respuesta a este interrogante –que
a nadie importa- merece una breve reseña personal:
1.- HASTA LA LLEGADA DE NÉSTOR, YO NO
ERA PERONISTA.
Fuertemente influenciado por un
entorno de clase media en decadencia, no tenía más visión social y política que
la del “si yo estoy bien y los que quiero están bien, entonces está todo bien”.
Si bien pensaba que me había tocado vivir en un contexto social que hacía de la
ignorancia un culto y de los propios defectos un altar, quería ser millonario
como todos, así, ingenuamente; y tenía una siderúrgica sensación de que lo mío
es mío y no es tuyo, norte vital de casi todos los que conocía.
A fuerza de verdad, me produjo tanta
depresión la llegada de Néstor Kirchner a la Presidencia, que ese 2003
prácticamente no salí de mi casa. Por suerte tenía ahorros; lo que no tenía era
fuerza para moverme.
Me pregunté por qué me había
deprimido tanto; por qué si la “onda” de la “revolución de los panzallena” era
“QUE SE VAYAN TODOS”, poco más de un año después los panzallena volvieron a
votar a… ESOS MISMOS TODOS.
Descubrí la respuesta mucho tiempo
más tarde: yo tenía consciencia social y no lo sabía; y ellos no, y tampoco
sabía que ellos no la tenían, porque había naturalizado el egoísmo.
2.- CON NÉSTOR, IGUAL QUE MUCHOS,
ABRACÉ LAS IDEAS DEL PERONISMO.
Igual, no fue fácil. No es que uno
descubrió el peronismo y desde el peronismo le dijeron “bienvenido”.
Estaban los peronistas “desde la
cuna” que te lo cuestionaban; estaban los “vos no sos peronista; vos sos
kirchnerista”; estaban los quiebrapaciencia puristas que –inútilmente y no sé
para qué- te recordaban o imaginaban que “vos en 1989 no quisiste entrar a una
bailanta”; “vos toda la vida pensaste que el ama de casa no es una trabajadora”
y así siguiendo.
Pero era evidente que, más allá de
los negados de la Luz de Dios que pululan en todo contexto (porque no vaya a
creerse que el Homo Sapiens Sapiens es “todo sapiens”), resultaba imposible de
negar (y muy fácil de captar por la evidencia) que Néstor había agarrado un
país del tercer mundo y le estaba dando forma de Estado de Bienestar.
3.- CON CRISTINA, REFORCÉ ESA
CONVICCIÓN.
Si la primera presidencia de Cristina
fue brillante y siguió generando derechos a pesar de un contexto de crisis
mundial, la segunda significó un aseguramiento sideral de esos derechos en el
plano jurídico y en la praxis cotidiana; a la par que produjo un momento de
satisfacción de necesidades primarias, secundarias, terciarias y de otros
órdenes como casi nunca en la historia nacional.
Lo que me hacía reforzar esa
convicción, además, era la resistencia que Cristina generaba en la gente más
mediocre que yo conocía, como así también en el “ciudadano de a pie”, en el
mediopelo que lamentablemente me tocó frecuentar en esta vida. Si mi
pensamiento era diametralmente opuesto a sus guturaciones, entonces yo estaba
bien encarrilado.
Los criterios insuficientes con que
se denostaba a Cristina, y hasta los RICTUS mientras hablaban, el léxico
insuficiente y las actitudes gestuales de la gente a quien escuchaba
vituperarla, me convencían cada vez más acerca de que Néstor y Cristina
marcaban un sendero de virtud política y social. El que esa caterva estuviera
en contra, era todo lo que estaba bien.
Como siempre, el límite era humano:
ni ellos ni los beneficiarios de sus políticas pudieron contra la miseria
espiritual de una mayoría ruin, siempre dispuesta a especular y a esquivar la
excelencia y lo moralmente bueno, a favor de sus pobrezas bajadas de los
barcos. Perdón, así lo pienso.
3.- NO SÓLO ABRACÉ LAS IDEAS DEL
PERONISMO: TAMBIÉN LAS ESTUDIÉ.
Lejos de exaltarme con los símbolos,
primero me sorprendí con la profundidad de LA COMUNIDAD ORGANIZADA, un libro
que sigo creyendo íntimamente que NO ESCRIBIÓ Perón; no al menos en su
totalidad.
Una vez que pude desentrañar su
luminoso contenido –que ubica en la virtud socrática el basamento de todo el
sistema de ideas peronista- fui a otros libros que considero fundacionales y
tan sólidos que no aceptan “actualización” alguna: el compendio DOCTRINA
PERONISTA de 1948, primera cristalización en normas de conducta política y
social de aquella piedra filosófica (que, sin embargo se publicó antes que La
Comunidad Organizada); y el MANUAL DE CONDUCCIÓN POLÍTICA de 1951.
Todas estas ideas se sintetizan, a mi
modo de ver, en dos instancias fundamentales: las VEINTE VERDADES PERONISTAS
(ejes rectores de conducta de todo peronista; y diría también de todo
cristiano); y la CONSTITUCIÓN DE 1949, que sintetiza con integridad y
excelencia el plan de gobierno para una sociedad (otra vez) virtuosa.
Ya sé que hay otros libros; pero a mi
criterio los fundamentales y fundacionales son los que nombré.
4.- CUANDO EL PUEBLO TRAICIONÓ POR PRIMERA VEZ VOTANDO A MACRI,
Dediqué todas mis horas –como muchos y muchas- a poner mi grano de arena para que “volvamos”. Hice muchas cosas; en fin, no las voy a exponer acá. Una masa honorable de compañeros y compañeras hizo muchas cosas.
Y “volvimos”.
5.- NO VOY A CUESTIONAR A MIS COMPAÑEROS REFERENTES.
Sí, en algún punto sentí que una gran cantidad se
abrazaba a su proyecto personal y le daba la espalda a la militancia. No los
juzgo: ellos saben más que yo, porque militaron más tiempo que yo.
Probablemente esté equivocado y el proyecto personal no sea tal, sino que
quizás tenga que ver con el refuerzo del esquema de “Movimiento”. Por ahora,
pienso todo lo contrario.
El período 2019-2023 fue de
debilitamiento del peronismo. En nada influyó, a mi modo de ver, la acción del
militante de base que se levantaba a las 6 de la mañana para estar a las 8
“poniendo el cuerpo” (DE VERDAD y GRATIS) en barrios de muy difícil recorrido;
o trabajando cuerpo a cuerpo en tareas hostiles. Esos militantes no tienen nada
que “repensar” ni “cuestionarse”. Esos militantes que mostraron la carita y
arriesgaron el resto no tienen nada que pensar “en qué nos equivocamos”. Ellos
no se equivocaron.
Tanto se trabajó para este
debilitamiento, que hasta se descartó como acción militante el salir a defender
a Cristina cuando la quisieron asesinar. Qué importa si Cristina quiso o no
quiso. No hubo nadie que arengara armar el “k.lombo” que decían que se iba a
armar, “si la tocan a Cristina”.
6.- EN 2023 VI PERSONALMENTE EL VOTO
POPULAR A MILEI.
No me lo contó nadie. Fiscalicé en
CINCO oportunidades diferentes, ese año.
Ya lo había hecho en 2017, en 2019 y
en 2021: en cada ocasión, verifiqué que la clase media que se había beneficiado
con las políticas de Néstor y Cristina, arreada por los medios de comunicación
y por su propia resaca interior, ahora los insultaba y se colocaba en un lugar
de falsa honestidad, procurando un orden xenófobo, discriminador en todos los
sentidos y siempre de exclusión de aquel a quien consideraban inferior por
raza, por complexión física, por nacionalidad o por ideas de cualquier especie.
Sin embargo, y porque los años ya me
habían enseñado que la clase media es el estamento más degradado de todos
(porque puede elegir entre más opciones vitales, y a la vista está lo que
elige), lo que más me asombró durante el 2023 fue la postura asumida por las
clases medias-bajas y bajas en las últimas elecciones.
Generaciones que se habían criado con
la Asignación Universal por Hijo, con las computadoras del Plan Conectar; niños
acunados y arropados en las Qunitas en vez del frío piso de cemento; gente que
había tenido oportunidad de que su salario le alcanzara para comer, vestirse,
arreglarse los dientes y hasta viajar; gente que había podido seguir al equipo
de sus amores GRATIS por televisores de última generación comprados a crédito
casi sin esfuerzo, gente que tuvo equipos multidisciplinarios de profesionales
provistos por el Estado tratando sus desgracias históricas, ahora votaba a un
tipo que les estaba diciendo que “la Justicia Social es una aberración”, que
iba a perseguir “metas más rígidas que las que exige el Fondo Monetario
Internacional”, que “los pesos son excremento” y que el Estado que les había
salvado la existencia hasta entonces es una “m+erda”, una especie de “vi. 0lador
de beb3s envaselinados”.
Esas masas venían, con anterioridad,
de votar para la provincia en que vivo a las mismas personas que desde antaño
las metieron presas por “portación de cara”, a los mismos que –a contrario de
Néstor y de Cristina- los excluyeron de todo respeto por su carácter de
personas dignas; y así les negaron alimentación, educación, vivienda, libre
tránsito tranquilo sin ser hostigados, todo lo que corresponde a una persona a
quien se le debe consideración.
Votaron a los que los bajaban de los
colectivos porque, sólo por ser pobres, sospechaban que no habían pagado el
boleto.
Esa actitud vil de las clases más
golpeadas por el capitalismo –y dignificadas por políticas de Estado
materialmente peronistas- me pareció de una perfidia imperdonable.
Los únicos que las “suavizaban” y se
hacían los que “entendían” eran los compañeros que “te enseñaban a militar”:
“Compañero, la gente no tiene la culpa, la gente no vio en nosotros lo que
nosotros no supimos comunicar”, “antes de hablar por qué no camina el
territorio y…”. Pero aquellos compañeros “adoctrinadores disciplinarios” no se
tomaban ese trabajo para reforzar la idea de Movimiento Peronista a través de
una militancia cuadrada en principios filosóficos y políticos en procura del
Bien General: lo hacían para que los milites a ellos y nada más. Te retaban
desde sus cómodos escritorios y salarios, en la seguridad de que la carita
grande en las próximas boletas iba a ser la de ellos, o la del conductor
respecto del cual ellos eran segundos. La verdad es una sola.
7.- Y EN 2024 VI LA PASIVIDAD
ABSOLUTA DE UNA MAYORÍA QUE, POR ODIO, ES CAPAZ DE SOPORTAR CASTIGOS Y PASAR
PRIVACIONES, ANTES QUE CONSTRUIR UNA SOCIEDAD INCLUSIVA.
No hay mucho para explicar aquí.
Nuestras mayorías adhirieron a las prácticas de exclusión generadas por
aquellos despreciables contra los que peleábamos durante la presidencia de
Macri.
Si los medios de comunicación
“ganaron” con sus discursos indignos, es porque sembraron en suelo fértil. Es
porque ingresaron en el entendimiento de seres finalmente deleznables,
innobles, lo que vemos nomás asomar la cabeza por cualquier ventana.
Ni a vos ni a mí se nos generó
NINGUNA convicción irrefutable después de escuchar a Jorge Lanata, a Luis
Majul, a Nelson Castro, a Viviana Canosa, a Eduardo Feinmann, a ningún
mercenario repulsivo de esos. Por el contrario: sus discursos de execración y
sus mentiras orquestadas nos causaban rechazo. ¿Por qué? Lamento decirlo y no
es de ninguna manera ejercicio de soberbia: PORQUE NUESTRA MADERA ES OTRA. No
somos ni seremos ruines, como sí parece serlo una mayoría patologizada por
propia voluntad con el germen del odio, de la ignorancia y de la íntima
devastación de sus almas arruinadas por obra de sus antivalores eternos.
8.- ENTONCES, ¿PARA QUÉ SEGUIR HACIENDO
“POSTEOS PERONISTAS”?
Nuestras mayorías han elegido
voluntariamente ser tiranizadas, descender por el tobogán antiético que les
tienden los perversos, odiar sin limitaciones. Incorporaron la muerte masiva de
personas excluidas como una hipótesis “posible”. Banalizaron la demencia, con
la cual juegan como si se tratara de un canal de entretenimientos que puede
apagarse cuando uno quiere: creen que la locura del presidente de la Nación es
pintoresca y corajuda; y también creen que esa locura les legitima toda la
escoria moral que sus mayores les transmitieron, y que ellos perciben como
decálogo moral.
DIFUNDIR DISCURSOS EN LOS QUE SE
RESALTE LA JUSTICIA SOCIAL, LA SOBERANÍA POLÍTICA Y LA LIBERTAD ECONÓMICA en
sentido Justicialista es hoy abiertamente inútil.
¿Por qué? Simple: porque está
clarísimo que LA MAYORÍA, que ya probó, vivió y disfrutó el respeto de sus
derechos y la conquista de otros nuevos con el peronismo, sin ningún lugar a
dudas despreció ese respeto y esas conquistas, y QUIERE OTRA COSA.
Incluso los excluidos que van a
morir: quieren que el que no pueda pagarse lo que necesita, se muera. Votaron
esto, y lo sostienen día a día con su pensamiento y sus actitudes. DESEAN que
el país sea entregado al extranjero (no dicen nada respecto de la causa
Malvinas; no dicen nada del futuro saqueo del agua ni del litio; no dicen nada
de la venta de los satélites soberanos, no dicen nada cuando ven al presidente
o a los periodistas que los imbecilizan a diario, abrazados a banderas de
países con los que no tenemos absolutamente nada que ver). QUIEREN que desde el
exterior nos digiten las políticas económicas: ¡quieren que nuestra moneda sea
la de otro país!
¿A SANTO DE QUÉ VOY A INTENTAR
SIQUIERA SUGERIR QUE, EN UN CONTEXTO DEMOCRÁTICO, LAS COSAS SEAN COMO YO
QUIERO?
¿Qué me legitima a imponer mi idea de
que “donde hay una necesidad, nace un derecho”, más allá de un orden moral que
con toda nitidez NO ESTÁ VIGENTE, por voluntad de los propios necesitados?
Y, por otro lado, ¿por qué voy a
seguir apoyando con mi trabajo la carrera política de otros, a los que jamás vi
poniendo el pecho a las balas ni a los insultos de la gente, que incluso nos
darán la espalda en cuanto alcancen sus metas personales, como ya lo hicieron?
Sin contar con que nos mandarán a monitorear para ver qué decimos, cómo nos
movemos y si pueden seguir contando con nosotros para apropiarse de toda la
plusvalía militante que puedan.
La gente, voluntariamente, rompió
todo lo que se había logrado. Y muchos de los nuestros, también voluntariamente,
abandonaron la virtud para anclar indebidamente en sus propias apetencias
biográficas.
¿Qué razón me habilita a pelear por
el resurgimiento de esos ámbitos de pleno goce de derechos hoy repudiados,
irremediablemente caídos -con consciencia adulta y plena libertad- en la
degradación?
9.- Finalmente, CREO EN EL JUSTO
CASTIGO.
Es justo el castigo que se imparte a
quien delinque sin necesidad de delinquir. Es justo el castigo razonable,
proporcional a la falta.
En ese contexto, ¿por qué no dejar,
aunque más no sea por un rato, que los miserables asuman las consecuencias de
lo que generaron con su propia miseria, a partir de decisiones meditadas,
libres e informadas?
No me pone contento, no me alegra que
alguien sea castigado. Quisiera que NUNCA NADIE sea sometido a ningún castigo;
y eso implica que mi deseo, además, es el de que NUNCA NADIE “quiebre el
pacto”, que nadie JAMÁS aporte desviaciones de conducta motivadas por su
ambición, por su oscuridad interior o por su desidia.
Y por esto último es que estoy convencido
de que tampoco es posible dejar impune el DAÑO VOLUNTARIAMENTE INFERIDO. Así
que no me parece mal este sufrimiento de los infames: justicia retributiva se
llama, en términos técnicos.
Por supuesto que hay límites: no
quiero que nadie muera o se lesione, o no pueda curar su enfermedad. Sólo un
malintencionado pensaría que estoy diciendo ese tipo de perversidades. No voy a
hablar más sobre esto.
10.- ENTONCES, TODO PIERDE SENTIDO.
El pueblo quiere ser castigado,
quiere perder derechos. En la provincia en que vivo, lo viene diciendo en más
de VEINTICINCO instancias consecutivas de votación en los últimos nueve años; y
muy probablemente lo vuelva a decir el año que viene, CINCO veces más.
La gente, mayoritariamente
considerada, repite todas y cada una de las máximas de imbecilización que les
prodigan los perversos desde los medios de comunicación. ¿Por qué debería venir
yo a imponer mi idea de sociedad virtuosa y de satisfacción de lo que a cada
uno le corresponde, por el solo hecho de ser humano?
Para peor, la mayor parte de “los de
este lado” muy pocas veces pensaron en un Movimiento, sino en construir una
cadena de kioscos. La información corre entre unos pocos y las posibilidades de
ingresar a ese espacio sectario son ínfimas; de mi parte, no sólo porque no me
lo permiten; sino porque, además, no quiero formar parte de ningún espacio
sectario. Nada de eso dicen La Comunidad Organizada, la Doctrina Peronista, el
Manual de Conducción Política, las Veinte Verdades Peronistas ni mucho menos la
Constitución de 1949.
Así que todo pierde sentido y me
dedicaré a dar mis puntos de vista sobre lo que veo; ya NO sobre lo que me
gustaría. O quizás, también sobre lo que me gustaría; pero sin esperanza en
ningún horizonte. Sin horizonte.
La realidad que hay para patentizar,
después de nueve años de traspiés de la razón, no es otra que la que vengo
describiendo. Patalearé como un loco y otra vez me excluirán. No me importa: la
única verdad es la realidad. Hablaré FRANCAMENTE de lo que veo y pienso.
No siento, por ello, haberme
“gorilizado”: me conmueve la injusticia, me rebela la explotación, me repugna
el vasallaje, aprendí con Néstor y con Cristina, después de ser un tilingo
imbecilizado como tantos hay que componen nuestras mayorías, que el pueblo
tiene que ser feliz y que los días más felices fueron y serán peronistas.
Es sólo que tenemos que encontrar
protagonistas aptos para jugar ese juego de la dignidad y de la virtud
militante, que hoy muy pocos impulsan.
Tan pocos son, que de verdad me
gustaría encontrar razones -ajenas a toda carga emocional- que me hagan ver que
nuestra acción por fuera de los egoísmos influirá de algún modo en la
construcción de una patria justa, libre y soberana que nadie de las mayorías (y
muy poco de los “nuestros”) ya pretende; y si es válido pelear por la vigencia
de una democracia plena en un contexto en el que, democráticamente, se ha
optado por la antidemocracia.
Quien pueda proveerme un conjunto de
razones sin abrevar de las aguas de la soberbia, ni tomarse el atrevimiento de
investirse como tribuna única de doctrina y de militancia, agradecido estaré.
De momento, no milito más. Y no
“ganaron ellos”: perdiste vos.
*Eddy W. Hopper. Abogado
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Testimonio sincero compañero..recorrido valiente el tuyo.No todos lo recorren y realizan. Pero,sólo le digo algo,en medio de una desazón justa.Se ha transformado en peronista. La revolucion empieza por nuestras propias cabezas.
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