Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V La Inteligencia Artificial II … ¿El declive del lector? … por José Daniel Arias Torres
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Fuente: Bloghemia
https://www.bloghemia.com/2024/05/la-inteligencia-artificial-el-declive.html
Le pedí a ChatGPT que me diera una definición para “lector”,
esto fue lo que arrojó: "Un "lector" es una persona que se
dedica a la actividad de leer textos escritos, ya sea por entretenimiento,
educación, información o cualquier otroTec propósito. El término también puede
referirse a un dispositivo electrónico o programa informático diseñado para
leer o interpretar datos en un formato específico, como un lector de libros
electrónicos o un lector de tarjetas de memoria. En un sentido más amplio, el
término "lector" puede aplicarse a cualquier entidad que procese
información de algún tipo." (OpenAI, 2024).
No son pocos los elementos que
resaltan en su respuesta, en esta se aprecia una división entre un lector
humano y un lector electrónico o informático, así, dentro del resultado somos
testigos de un cambio de paradigma histórico.
¿Desde hace cuánto habríamos podido
hablar de un lector informático o electrónico? Sin lugar a dudas, si
hacemos un trabajo de investigación, probablemente nos podremos llevar la
sorpresa de que estos lectores electrónicos existen desde mucho antes de lo que
imaginamos, aun así, es recientemente que comenzamos a hablar de ellos como
parte del día a día.
La definición que nos ofrece ChatGPT también
es lo suficientemente flexible como para interpretar que dispositivos capaces
de leer datos contenidos en una memoria entrarían dentro de la definición de
“lector”, de esta forma, una consola de videojuegos que lee los datos y los
traduce en imagen y sonido, sería en efecto un lector.
La Real Academia Española también ofrece algunas definiciones de “lector”:
- Perteneciente o relativo a la lectura.
Comprensión lectora. “lector” (def 3 Real Academia Española)
- Dicho de un dispositivo electrónico: Que convierte información de un soporte
determinado en otro tipo de señal, para procesarla de manera informática o
reproducirla por otros medios. Unidad lectora. U. m. c. s. m. El lector de
casetes, de CD-ROM. “lector” (def 4 Real Academia Española)
El intercambio de un formato y soporte de información a otro es lo más
presente en estas definiciones, “lector” en este sentido parecería estar
cercano al concepto de “traductor” sin mediación de la interpretación y
reflexión, un simple cambio de idioma informático que prescinde de la
experiencia.
¿Por qué un lector humano, capaz de
imaginar, reinterpretar, sugerir, criticar, cocrear, inspirarse y rechazar, es
puesto a nivel semiótico con lectores de barras o de códigos QR´s?
Creo que parte de la respuesta se
encuentra en el manejo utilitario del lenguaje, esto quizá tiene su origen en
el devenir histórico de los modos de producción y en la constitución de las
sociedades de la información como modelo de progreso humano.
Hoy, la información es la unidad de
valor básica, más allá de las mercancías, es la información a lo que se le
otorga el peso dentro del flujo de capital, pues actualmente las cadenas de
producción están definidas por la información que llega hasta los tomadores de
decisiones. Big data y análisis de datos, son los elementos que definen
perfiles políticos, electorales y comerciales y son estos mismos, parte de un
mecanismo de control biopolítico, o como postularía Byung-Chul Han, de una
psicopolítica.
Así las sociedades de la información,
de las que se comenzaban a hablar desde Lyotard con su libro “La condición
posmoderna” en la segunda mitad del siglo pasado, han abolido las grandes
narrativas a favor del dato, del flujo informativo constante. Una sociedad que
posibilita el tránsito de información sin obstáculos, es una que en teoría
estaría dentro del progreso capitalista.
Una sociedad de la información, a su
vez, es una que ha alcanzado un grado de interconexión digital tal que la
mayor parte de sus integrantes se encuentra dentro de la red, esto, por
supuesto, se logra a través de infraestructura e inversión en Tecnologías de la
Información y a una voluntad política que hace posible la realización de tal
proyecto. Este punto se debe de abordar con cautela, pues la interconexión solo
garantiza un flujo libre y otorgamiento de información que alimenta a la red,
sin que esto se traduzca en un mejor manejo de la información existente por
parte de los usuarios para la creación de conocimiento, de ahí que Sociedad de
la información no sea lo mismo que Sociedad del conocimiento.
La noción de sociedad de la
información se basa en los progresos tecnológicos. En cambio, el concepto de
sociedades del conocimiento comprende dimensiones sociales, éticas y políticas
mucho más vastas [...] La información es efectivamente un instrumento del
conocimiento, pero no es el conocimiento en sí. La información, que nace
del deseo de intercambiar los conocimientos y hacer más eficaz su transmisión
[...] mientras que un conocimiento – pese a determinadas limitaciones: secreto
de Estado y formas tradicionales de conocimientos esotéricos, por ejemplo–
pertenece legítimamente a cualquier mente razonable (UNESCO 2-5)
El conocimiento es el paso siguiente
a la existencia de información, el conocimiento implica la organización y la
interpretación de la información, no solo su codificación, el conocimiento en
este sentido, es una pausa a la velocidad luz por la que tanto abogó McLuhan como
medio -“El medio es el mensaje”-, pues este requiere de reflexión. No somos
máquinas que transforman un dato en otro idéntico escupido a través de un
formato sonoro o visual diferente al primero, sino que somos seres
interpretativos y filosóficos, la interpretación y la filosofía aquí es el
silenciamiento, la pausa, lo que viene una vez que el dato termina.
Marshall McLuhan en su libro “Comprender
los medios de comunicación” menciona al inicio de su primer capítulo lo
siguiente:
"Tras tres mil años de explosión, mediante tecnologías mecánicas y
fragmentarias, el mundo occidental ha entrado en implosión. En las edades
mecánicas extendimos nuestro cuerpo en el espacio. Hoy, tras más de un siglo de
tecnología eléctrica, hemos extendido nuestro sistema nervioso central hasta
abarcar todo el globo, aboliendo tiempo y espacio, al menos en cuanto a este
planeta se refiere"(McLuhan 25)
La implosión del mundo se debe al
aumento de velocidad, lo que virtualmente reduce las distancias, algunas de las
cuales podemos alcanzar a velocidad luz.
En un mundo post Mcluhaniano, la
exposición a la velocidad ya no se teoriza, sino que se experimenta no solo en
carne propia, sino en avatar propio, en nuestra proyección de consciencia en el
mundo virtual. La velocidad ha abolido la dictadura de la distancia, la
promesa de interconexión eficaz y rápida través del internet parecía apuntar la
construcción de una sociedad más democrática y libre, pues el conocimiento
estaría al alcance de todos, transmitido a velocidad luz, “No importa si
usted se encuentra en México, podría ser el primero en enterarse de lo que
sucede en Japón”.
El mundo heredado por Lyotard y
McLuhan es uno donde las grandes narrativas y la distancia han sido abolidas,
expatriadas, excomulgadas, la velocidad y la información es lo que gobierna a
los sujetos, no se puede separar una de otra, vienen juntas, son simbióticas,
casi extraterrestres. En un mundo así, veloz y sin dogma, conquistado
plenamente por la falta de Dios Nietzscheano, pero sin la llegada del
superhombre, la humanidad comenzó a ser receptora de los efectos de la
velocidad. Cuando trabajé en una agencia de publicidad y marketing como
copywriter, cuyo nombre me reservo para no hacer publicidad de ese nefasto
lugar, me encargué de realizar algunos conceptos creativos para alimentar las
redes sociales de la agencia, fue entonces cuando me encontré con un estudio
hecho por Microsoft en 2015 (Attention Spans), el cual mencionaba que
la atención humana se había reducido en los últimos años de doce segundos, a
solo ocho, utilicé esa información para realizar un copy “9.58 segundos es lo
que tardó Usain Bolt en correr 100 metros, 8 segundos es lo que necesita tu
publicidad para ganar o perder un cliente”.
El estudio en cuestión ha sido
criticado, por supuesto, pero al menos en marketing y publicidad sabemos que se
gana o se pierde a un consumidor en cuestión de segundos, los usuarios ya no
dan oportunidades, ya no dan el beneficio de la duda, existe una necesidad de
gratificación inmediata que se debe de satisfacer, ocho segundos, a veces, es
un tiempo muy largo. En el histrionismo de un mundo así de acelerado, la
brevedad es rey.
Lo pasado ayuda a ejemplificar que el
campo visual y sonoro se han convertido en territorios en guerra, la
información que nos llega y consumimos combate con otras miles por obtener un
trozo del pastel, el pastel es nuestra atención, porque incluso el número de
segundos que pasamos frente a un video o lectura, es información que pasa a
formar parte de bases de datos tan complejas para la toma de decisiones, como
sobre qué pantone sería mejor en el colorante del próximo dentífrico que se
lanzará al mercado, eso es la Big Data, el Big Brother. A su vez,
también muestra que el ser humano informático está saturado y sobreestimulado
por su entorno material y digital, solo basta visitar cualquier página web para
percatarse de la cantidad infame de pop ups y publicidad con la que nos
bombardean, vivimos en un estado de alerta bélico y psicótico crónico que nos
exige fragmentar nuestra atención en tantos pedazos como la realidad acelerada
demande. Una cultura que abandona sus monumentos a favor del camino de la
aceleración, es una que mantiene su mirada y concentración en no morir
aplastado por su propia inercia, no hay lugar para las narraciones en un piloto
cultural de fórmula 1. No han sido pocos los estudios que han abordado la
correlación que existe entre las Tecnologías de la Información y
Comunicación (TIC´s) y el desarrollo del Trastorno de Déficit de
Atención e Hiperactividad (TDAH) en niños y jóvenes. Con el paso de los
años y la constante recolección de información que favorece el análisis de los
efectos psicosociales de las TIC´s, se llega a conclusiones intuitivas y
empíricas: Si bien no necesariamente tenemos TDAH, vivimos en un entorno
cultural que motiva el desarrollo de un comportamiento de atención deficitaria. Varios
estudios científicos han explorado la relación entre el uso de dispositivos
electrónicos y el TDAH. Por ejemplo, un estudio publicado en el Journal of
Attention Disorders sugiere que la exposición prolongada a pantallas
electrónicas durante la infancia podría incrementar la probabilidad de
desarrollar síntomas de TDAH. (Rengifo 24)
Así la lectura existe en un entorno
adverso que impulsa al lector a detenerse en la simple descodificación sin
reflexión, la misión de la persona es ir por el dato y no por el cuerpo
literario en sí. Si recurrimos dos palabras en inglés que me parece pueden
ayudar a entender mejor esta problemática, podríamos decir que la lectura
cotidiana se ha convertido en una suerte de skimming y scanning, quizá podamos
identificar los datos importantes y el concepto general de una lectura, lo cual
para hacer tareas que nos desagradan podría funcionar, pero, ¿A cambio de
incrementar nuestra habilidad de análisis rápido, sacrificamos nuestra cualidad
humana de síntesis, reflexión y crítica?
Es en este punto que nos encontramos
con la forma en que el concepto de “lector” se hace más cercano al lector de
códigos QR que con la forma de un lector reflexivo, casi un loco, como
propondría Alberto Manguel en su ensayo “El loco de los libros”, pues las
demandas contemporáneas nos exigen ser cazadores eficientes de datos, no
lectores ociosos. La lectura está en plena transformación y mucho de lo que hoy
se toma por lectura es solo descodificación, la llegada de las Inteligencias
Artificiales y su uso burdamente guiado ponen en manifiesto que la lectura
superficial será un fenómeno que se seguirá pronunciando. No quisiera que se me
malinterprete, no soy un inquisidor de las I.A´s, pero mi naturaleza pesimista
me hace ser cauteloso con sus apologistas, solo hay que tomar como ejemplo lo
que profesores y profesoras de todos los niveles educativos tiene por
queja, “Los alumnos están entregando ensayos y análisis hechos por
ChatGPT”, no es para menos, lo que es más, es lo esperable, probablemente en
algún punto de mi vida secundaria o preparatoria también lo habría hecho, basta
pedirle a la I.A que nos haga un análisis sobre x o y lectura para tener la
tarea hecha en un par de minutos.
Las I.A´s tienen un montón de
bondades, pero es absurdo pensar que estas vienen a liberar al ser humano de su
esclavitud productiva, de la misma forma en que a finales de los 90´s era
absurdo pensar que la revolución cultural del internet democratizaría a las
sociedades, muchas han sido las gentilezas del internet, claro, pero en
esencia, ha sido bien integrado a las sociedades como aparato ideológico,
enajenante y psicopolítico. La mamá de un buen amigo me contaba hace un par de
meses que tuvo la tarea de ser jurado en la defensa de una tesis de una alumna
para obtener el grado de Licenciada en pedagogía, ella es maestra de una
escuela normal. En la lectura previa del trabajo a calificar, ella se percató
de que este había sido escrito con una I.A. La muchacha aspirante a enseñar a
otros no pudo defender su trabajo ni responder a ninguna de las preguntas del
jurado, tampoco pudo localizar información dentro de su tesis y el jurado debió
de indicarle en qué páginas se encontraba lo preguntado. No solo la había
escrito con una I.A, sino que ni siquiera había leído el producto final. Este
ensayo no tiene por intención resolver los problemas del sistema educativo, esa
tarea es pesada hasta para dios, pero sí tiene la intención de señalar que el
problema de la lectura no parece dirigirse a buen puerto, hasta el
momento, se han afrontado los problemas del presente con herramientas del
pasado. Son cada vez más las personas que delegan la lectura de un libro a
internet y más recientemente a una Inteligencia Artificial, el ser humano se
convierte en un repetidor a veces inconsciente de la información dada por estas
tecnologías. Si en ocasiones las personas ni siquiera leen lo que la I.A
les arroja y convierten a ese texto en su entrega de curso, ¿Seguimos siendo
siquiera lectores de QR, es decir, descodificadores, o el concepto de lector
aplicado a lo humano virtualmente se extingue?. No se necesita una reforma,
sino una revolución educativa.
La lectura es descodificación, pero
no se agota en esto, lo que es más, reducirla a este punto es hacerla formar
parte del sistema productivo y cognitivo “en serie”, por fórmula, sin reflexión
o interpretación. El maestro Alberto Manguel nos puede arrojar luz sobre lo que
“Leer” y ser lector significa: Así pues, el primer paso para convertirse en
ciudadano es aprender a leer. Pero ¿qué significa “aprender a leer”? Varias
cosas:
-Primero, el proceso mecánico por el cual se aprende el código de
escritura que cifra la memoria de una sociedad.
-Segundo, el aprendizaje de la sintaxis que gobierna dicho
código.
-Tercero, el aprendizaje de cómo las inscripciones en dicho código
pueden servir para conocernos y conocer el mundo que nos rodea de una forma
profunda, imaginativa y práctica. (Manguel, Cómo Pinocho aprendió a leer, 2)
Como se puede intuir, el concepto de
lector definido ya sea por un diccionario o una I.A, se ve sumamente limitado
al primer punto expuesto por Manguel, el lector como la máquina, un simple
procesador de información, un descodificador. Claro está, no se debe de
infravalorar la enorme importancia de saber leer signos, es decir, de la
habilidad de descodificación, no obstante, esta es la primera habilidad de
muchas que un lector humano debería de aprender y desarrollar, detenerse en
ello, es limitar el desarrollo. Una sociedad de lectura precaria, a largo
plazo, puede llegar a tener implicaciones y consecuencias en la cultura.
No me detendré demasiado en este
punto, al no ser el tema principal del presente ensayo, pero me parece
importante traerlo a debate. La lectura como descodificación, interpretación,
experiencia y reflexión, no se limita al libro y su texto, puede existir la
lectura de una pintura, de una película o de una serie, sin embargo, considero
que en la industria cultural y los productos que esta ofrece de forma masiva,
es decir, los productos culturales que más se consumen, están marcados por la
fugacidad, la fast fashion, se transforma en fast culture.
La cultura de masas es aún más
representativa del proceso de la moda que la misma fashion. Toda la cultura
mass-mediática se ha convertido en una formidable maquinaria regida por la ley
de la renovación acelerada, del éxito efímero, de la seducción y de las
diferencias marginales. (Lipovetsy 232)
El punto anterior lo traigo al
presente ensayo para tratar de defender el argumento inicial: La pérdida
progresiva de las habilidades lectoras y la erradicación virtual de la figura
del lector complejo. Esto en una cultura de masas no se ve contrarrestado por
la lectura de otros formatos audiovisuales masivos que se convierten en el
entretenimiento cotidiano y efímero, ruido que asesina al silencio, velocidad
que atropella a la reflexión.
En esencia, la lectura se trata de
experiencia, como lo propone Jorge Larrosa:
"Puesto que la experiencia es una relación, lo importante no es el
texto, sino la relación con el texto […] El texto tiene que ser otra cosa
distinta de lo que ya sé, lo que ya pienso, lo que ya siento, etcétera. El
texto tiene que ser algo incomprensible para mí, algo de ilegible […] A un
lector que, tras leer un libro, se mira al espejo y no nota nada, no le ha
pasado nada, es un lector que no ha hecho ninguna experiencia." (Larrosa
92)
Considero que es en esta idea
que se podría comenzar a vislumbrar un efecto negativo de la carencia
lectora. Un lector que no se percibe cambiado después de una lectura, es
un mal lector, menciona Larrosa, y es que en esencia, de eso se trata la
lectura, de metamorfosis, alguien que permanece idéntico a lo largo de su vida,
es una persona que repite los mismos errores una y otra vez en una suerte de
eterno retorno. No es que leer nos haga dejar de errar, es que leer y me
refiero a leer al mundo, desde la sensibilidad de la experiencia y no desde el
pragmatismo productivo, nos hace estar conscientes de nuestra posición en el
universo a través de ojos otros que tomamos prestados, a través de la
experiencia de otros. La crisis de la lectura podría estar muy asociada a la
crisis del sujeto hiperindividualizado, con efectos empáticos negativos a largo
plazo.
"La formación de lectores no debe ser confundida con la
indispensable enseñanza de las primeras letras. Tampoco con el consumo de
libros de texto, que se hace de manera obligada y no por voluntad propia. Nuestro
mayor problema de lectura no es el analfabetismo, sino la población
escolarizada que no llega a aficionarse a la lectura" (Garrido 39)
Es interesante observar cómo el texto
anterior también reitera la diferencia implícita que existe entre un descodificador
y procesador de signos, y un lector, más adelante el texto citado ofrece una
especie genealogía del lector en todos sus momentos, desde que aprende a
diferenciar unidades lingüísticas (unidades de significado), hasta que es capaz
de hallar e interpretar el sentido de un texto completo conjugando las
diferentes palabras en enunciados y los enunciados en la totalidad narrativa.
Esto es un ejercicio que toma años y práctica, el cual por supuesto, supone el
acercamiento de la persona con un texto y su interrelación a través de una
lectura reflexiva y no imperativa, la problematización aquí se fortalece, ¿Nos
encontramos en un momento donde lectura y lector más que interrelacionarse se
están separando?
Así, el problema del lector parece
dejar de ser solo un asunto pedagógico, para transformarse en un asunto
ontológico, el ser es lo que es por su experiencia para consigo mismo y para
con el mundo, buena parte de esta experiencia se edifica a través de las
narraciones de otras vidas, de otros mundos, de otros tiempos, narraciones que
culminan en la definición de culturas, ¿qué es lo que le depara al ser
humano inmerso en una cultura que facilita tanto la anulación de la experiencia
lectora?
Esto también tiene implicaciones
históricas. En un entorno cultural saturado de mass media, donde las nuevas
tecnologías que se introducen ya son de uso generalizado y, por ende, han
penetrado en las formas de aprendizaje, pero lo que es más, han significado una
erosión de ciertas habilidades humanas, ¿La lectura sigue siendo
revolucionaria o contestataria? O quizá nos encontramos en un momento de
implosión en donde lo revolucionario en sí es el lector rebelde, aunque esto,
por defecto, suponga a un lector solitario, desvinculado políticamente de
otros, escaso.
En una sociedad abierta, en cambio,
donde los autores no son perseguidos, ni los libros prohibidos, ni los
artículos censurados, los escritores caen en esa especie de depresión que
consiste en el miedo de que sus propuestas sean asimiladas, absorbidas, integradas,
engullido por un sistema que todo lo soporta y al mismo tiempo, lo disuelve en
aire, como si fuera inmune a todo cuestionamiento. (Abad 95). Héctor Abad se
percibe después optimista acerca de la transformación política de los libros,
en su criterio, no existe razón para sentirse decepcionado por el hecho de que
los libros ya no sean perseguidos en una suerte de Index Prohibitorum,
pues esto no demuestra que la lectura y los libros hayan dejado de tener una
relevancia moral en tanto cuestionadores, solo refleja el tiempo cambiante. No
es que yo me perciba pesimista en este punto, solo que considero que antes de
llegar a su optimismo, el mundo habrá de atravesar una cantidad enorme de
cambios para percibir por qué lectura, narración, interpretación, síntesis y
existencia son conceptos estrechamente entrelazados y que si la cultura en sus
procesos continúa la pronunciación de la eliminación del concepto de “lector crítico”
para transformarlo en “lector de códigos”, las consecuencias sociales,
cognitivas y ontológicas podrían ser trágicas.
Una reflexión final
En una especie de argumentación
socrática voy a señalar algunos de los beneficios que percibo en las I.A. con
su uso exponencial y generalizado:
No creo que las I.A. representen la abolición del trabajo y alienación humana,
como tampoco lo hizo la introducción del internet y la robótica a los espacios
productivos, pero lo que sí creo es que estas herramientas pueden ser el inicio
de la siembra de curiosidad para muchos. Es innegable que estas herramientas
utilizadas de forma pedagógica y autogestivas pueden ser segregadoras de
conocimientos y facilitadoras del mismo. La democratización de la duda es algo
que a mi juicio se vuelve invaluable, por supuesto, que aún existen grandes
retos de frente, por ejemplo, anular la brecha de desigualdad tecnológica y
digital que existe en el mundo, un beneficio que se reparte entre unos cuántos,
no es un derecho, es de facto un privilegio de clase.
Bibliografía
UNESCO, Informe Mundial. "Hacia
las sociedades del conocimiento." Publicaciones Unesco. París (2005).
Rengifo López, Juliana Larissa.
"Asociación entre las tecnologías de información y comunicación (TIC) y el
trastorno de déficit de atención e hiperactividad en pacientes del departamento
de niños y adolescentes del Hospital Víctor Larco Herrera." (2023).
Lyotard, Jean-François. La condición
posmoderna. Traducido por Mariano Antolín, 2a ed., Ediciones Cátedra, 1991.
Chul Han Byung. Psicopolítica Neoliberalismo
y nuevas técnicas de poder. Herder, 2014.
McLuhan, Marshall. Comprender los
medios de comunicación. Paidós, 1996.
Manguel, Alberto. Cómo Pinocho
aprendió a leer. México: Siglo XXI, UANL, Capilla Alfonsina, 2017:
63-85.
Abad, Héctor. "El peligro de
leer libros". Revista de educación, cultura y sociedad, n.º 5, 2003, págs.
91-96.
Alberto Manguel. “Leer para otros” en
Una historia de la lectura. págs 473-497
Larrosa, Jorge. Sobre la experiencia.
Universitat de Barcelona. Digital. págs 87-112
Lipovetsky, Gilles. El imperio de lo
efímero. 5a ed., Anagrama, 1996.
ChatGPT, Me puedes dar una definición
de “lector”. OpenAI, Fecha de acceso 7 de abril del 2024.
Attention
spans: Insights, Microsoft Canada. (2015) pág 6
Garrido, Felipe.Un programa para
talleres de lectura, INBA, 1986
Artículo de José Daniel Arias Torres, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Iberoamericana de Puebla, sobre el impacto de la Inteligencia Artificial y la lectura.
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