Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V ECONOMÍA Los beneficios de seguir con la guerra de Ucrania… por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
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Inteligencia militar es una contradicción en los términos
(Groucho Marx)
Este artículo intentará aclarar una
duda que, a estas alturas, debería estar disipada, pero parece lejos de
estarlo. Parte del relato de los medios de comunicación occidentales se
concentra en exponer la aparente imposibilidad de poner fin a una guerra que
concluyó hace tiempo entre Rusia y Ucrania. La lógica occidental es describir
una fotografía que ellos mismo crearon y proyectan. Como decía el brillante
filósofo argentino José
Pablo Feinmann, la historia se “arregla antes, se hace después y luego se
escribe tal y como se arregló antes”, en nuestro tiempo, se difunde en las
redes sociales. En este caso habría que responder a la pregunta: ¿es
incapacidad o utilidad el no ponerle fin a la guerra?
Para responder a esta pregunta, hay
tres curiosidades que uno debería revelar brevemente. La primera alude a la
política interna en Ucrania. El país ha perdido un tercio de su territorio y es
posible que pierda más. La mitad de su población ha emigrado al extranjero, no
hay reclutas para la guerra ni recursos para su reconstrucción, escasean las
armas para el combate y la producción para obtenerlas. Además, no hay
inversiones para revivir la economía ni ingresos para solventarla. Ante este
panorama desolador, y dadas las necesidades de frenar la matanza de civiles y
la destrucción de infraestructura, ¿quién firmará un armisticio? No importa si
es un alto al fuego, una tregua o un acuerdo. La verdadera pregunta es quién
cuenta con el apoyo social y político para convencer al pueblo ucraniano de
aceptar la pérdida de territorio, reconocer el error político del Maidan,
enfrentar la devastación patrimonial, admitir que Ucrania se ha convertido en
un estado fallido o explorar la idea que quizás Ucrania ya no sea más Ucrania.
Esta idea no es fácil de digerir, y
desde diciembre de 2022 están lidiando con ello, cuando intempestivamente el
plan de paz de China fue difundido por la prensa occidental, para desacreditarlo
posteriormente, sin que nunca se pensara en discutirlo. Sin embargo, cambiar la
narrativa no es fácil, y esta fue la patada inicia. Siguieron las filtraciones
del Pentágono, documentos
de los servicios de inteligencia de Estados Unidos —incluso algunos
clasificados como “ultrasecretos”— que estaban circulando por las redes
sociales porque un joven internauta publicó los documentos de inteligencia
confidenciales como si fueran emojis, aunque no importa que revelaran los
puntos de la contraofensiva ucraniana, la falta de armas y otros absurdos
planes estratégico. Prosiguió con la cumbre de la OTAN en
Vilna, Lituania donde el ministro de defensa británico, Ben Wallace, le
advirtió a Ucrania que “no
eran Amazon” para entregarle a Kiev las armas que pide. El semanario
neoconservador The Economist puso
fin a la guerra y llamó al inicio de la reconstrucción y los negocios
dado que el frente está congelado.
Todas estas iniciativas surgieron
cuando los republicanos detectaron que los ciudadanos estadounidenses se oponen
al continuo financiamiento de Ucrania, lo que llevó a separar las elecciones en
los EUA de la guerra, trasladándola a Europa y activando la política interna en
Ucrania en un intento por encontrar un firmante responsable de algún tipo de
acuerdo con los rusos que facilite los negocios. Los primeros intentos se
llevaron a cabo imaginando una disputa entre el jefe del ejército Valeri Zaluzhni
y el presidente Volodymyr Zelensky, pero no se logró nada relevante. Como
resultado, el jefe del ejército fue destituido y, sin elecciones a la vista, el
puesto de responsable del armisticio sigue vacante.
La siguiente pregunta es: ¿hasta qué
punto beneficia o perjudica a los propios Estados Unidos la guerra inventada
por ellos mismos? El sabotaje del gasoducto Nord Stream y del Nord Stream 2 ha
dejado de proporcionar 55 mil millones de metros cúbicos anuales de gas a
Europa en el primer caso. En cuanto al Nord Stream 2, aunque duplicaría esa
capacidad, nunca llegó a operar. Como resultado de este sabotaje, Estados
Unidos ha conseguido terminar con el modelo de negocios alemán, basado en la
obtención de energía barata de Rusia, y ha logrado colocarse por encima de
Qatar y Australia como el mayor exportador mundial de gas natural licuado (GNL)
durante 2023.
Para empezar, Estados Unidos se
beneficia al convertirse en un exportador central de energía para Europa. En
segundo lugar, el Instituto
para la Economía Mundial Kiel informa que, desde el inicio de la
invasión rusa en Ucrania, el Congreso estadounidense ha aprobado más de 113
mil millones de dólares en ayuda y asistencia militar para respaldar
al gobierno ucraniano. De esta cantidad, 67.100 millones se destinaron a
armamento y 46.000 millones a gastos no relacionados con la defensa. Aunque
solo se han ejecutado 67.7 mil millones hasta enero de 2024, para los
propósitos del artículo, consideraremos los 113 mil millones como un hecho. En
comparación, el presupuesto de defensa estadounidense para 2023 proyecta un
gasto de 877 mil millones, lo que significa que, sorprendentemente, la
inversión en esta guerra representa solo el 12.8% de dicho presupuesto.t
Además, la Unión Europea ha
contribuido con aproximadamente 80 mil millones de dólares, de los cuales más
de 55 mil millones fueron destinados a armamento y municiones. Esta
contribución ha llevado a una considerable disminución en la capacidad de
defensa europea en la actualidad. Frente a esta situación de desprotección, la
opción más viable parece ser la compra de armamento a Estados Unidos,
especialmente considerando que este país se retirará de la guerra hasta después
de las elecciones.
Europa ha experimentado un notable
aumento en la compra de armamento, con un crecimiento significativo a partir de
2014. Sin embargo, la invasión rusa a Ucrania ha intensificado esta tendencia,
provocando un aumento del 94% en las adquisiciones de armas en Europa entre
2019 y 2023. Como resultado, la dependencia del continente respecto a su socio
del otro lado del Atlántico ha aumentado del 20% al 55% del volumen total
adquirido. Por otro lado, Estados Unidos ha registrado un récord en sus
exportaciones de armas, alcanzando los 238.000 millones de dólares, según se
muestra en el cuadro. De esta cifra, el gobierno estadounidense negoció directamente
ventas por un valor de 81.000 millones de dólares.
La guerra ha demostrado ser «buena
para los negocios». Antes del auge de fusiones posterior a la Guerra Fría,
Estados Unidos solía tener docenas de contratistas de defensa. Hoy en día, solo
cinco gigantes del Complejo Militar Industrial (MIC) dominan conjuntamente la
enorme industria armamentística del país: Boeing, General Dynamics, Lockheed
Martin, Northrop Grumman y Raytheon. Estos «Cinco Grandes» rutinaria y
anualmente se reparten más de 150 mil millones de dólares en contratos del
Pentágono.
Dado que la guerra continúa y Europa
adquiere una mayor relevancia en las importaciones de material bélico, las
acciones de las compañías de defensa han experimentado un crecimiento del 24%
en la bolsa durante los dos años de la guerra de Ucrania. De los «Cinco
Grandes», cuatro han aumentado su valor de mercado anual en más de 10 mil
millones de dólares: Northrop Grumman añadió 16,4 mil millones de dólares,
Lockheed Martin 16 mil millones de dólares, Raytheon Technologies 14.800
millones de dólares, y General Dynamics 10.800 millones de dólares.
La última parte del escrito aborda la
situación en Rusia. Se esperaba que el país experimentara un cambio de
gobierno, cayera en recesión económica y perdiera la guerra. Sin embargo,
ninguna de estas hipótesis se ha materializado, incluso después de 13 rondas de
sanciones no ha logrado mover a Moscú de su posición. Más aún, no solo no ha
sido perturbado, sino que la conjetura actual sugiere que Rusia no tiene
intención de detener la guerra. Esta situación ha impulsado no solo su
economía, sino que en función de la guerra se ha detenido la reconstrucción de
los territorios ocupados evitando temporalmente ese gasto.
En febrero, el Fondo Monetario
Internacional (FMI) destacó la solidez de la economía rusa al mejorar su
previsión de crecimiento para este año al 2,7%. Según las cifras del FMI, la
economía rusa creció más rápido que todo el G7 el año pasado y se espera que
vuelva a hacerlo en 2024. Desde el punto de vista económico, una economía de
guerra implica que el Estado interviene e incluso anula la toma de decisiones del
sector privado para apoyar el esfuerzo de guerra nacional; es decir, la
economía se planifica. En este contexto, la inversión estatal reemplaza a la
inversión privada. Irónicamente, en el caso de Rusia, esto se ha visto
acelerado por la retirada de las empresas occidentales de los mercados rusos y
por las sanciones impuestas.
El Ministerio de Finanzas ruso estima
que el estímulo fiscal relacionado con la guerra en 2022-23 equivalió a
alrededor del 10 por ciento del PIB. En ese mismo período, la producción
industrial relacionada con la guerra aumentó un 35%. El gasto en la sección de
«defensa nacional» del presupuesto de Rusia ascenderá al 29,4% del gasto total
previsto, según los documentos presupuestarios
del Ministerio de Finanzas, que describen los planes fiscales del gobierno
para 2024-2026.
Contrariamente a las previsiones
occidentales, la industria rusa ha crecido debido a la producción relacionada
con la guerra, mientras que la demanda de manufacturas nacionales también ha
aumentado a causa de la caída de las importaciones debido a las sanciones. La
guerra en Ucrania ha intensificado la grave escasez de mano de
obra a medida que el reclutamiento militar saca a los trabajadores del
mercado. Según Putin, hay un déficit de 2,5 millones de personas, lo que ha
llevado a la menor tasa de desempleo de la historia, 2.9%, y a la menor pobreza
en la historia, 8.5%. Para las personas con ingresos más bajos, los salarios
durante los últimos tres trimestres han aumentado más rápido que para cualquier
otro segmento de la sociedad, registrando una tasa de crecimiento anual de
alrededor del 20% con una inflación del 7.7%.
Durante los últimos dos años de
guerra, Rusia ha logrado evitar las sanciones, al tiempo que invierte casi un
tercio de su presupuesto en gastos de defensa, lo que ha provocado que
energía y armas dominen el PBI y el sector externo. También ha podido aumentar
el comercio con China y vender su petróleo a nuevos mercados, en parte
utilizando una flota de petroleros en la sombra para eludir el
límite de precios que los países occidentales esperaban que redujera el fondo
de guerra del país.
El 90% del petróleo se exportó a
China y la India. En el caso de China, según
Reuters, el comercio bidireccional en 2023 alcanzó los 240.000 millones de
dólares, estableciendo otro récord. Rusia se convirtió en el principal proveedor de petróleo de
China en 2023, según datos de las aduanas chinas. Las importaciones chinas a
Rusia han aumentado más del 60% desde el inicio de la guerra, ya que el país ha
podido suministrar a Rusia un flujo constante de bienes, incluidos automóviles
y dispositivos electrónicos, llenando el vacío de las importaciones de bienes
occidentales pérdidas.
El costo de reconstruir y mantener la
seguridad en una Ucrania conquistada es demasiado alto, en un contexto de colapso
de la infraestructura, el costo proyectado de reconstruir el área
ocupada es enorme y seguir con la guerra lo dilataría en el tiempo.
Como observamos, parece que nadie
está interesado en poner fin a la guerra, excepto los grandes perdedores: la
Unión Europea y Ucrania, aunque dentro de la Unión puede haber casos
excepcionales que puedan obtener beneficios, como es el caso de Polonia. La
guerra se convierte así en un buen negocio, aunque el problema reside en que
alguien tiene que proporcionar la infraestructura y enfrentar las pérdidas
humanas, tema que parece estar resuelto. Ahora, el foco se centra en la segunda
parte del negocio: ¿cómo se pagarán los aportes realizados?
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista
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