Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V Solipsismo Peronista…. por Conrado Yasenza, para La Tecl@ Eñe
Fuente: La Tecl@ Eñe
https://lateclaenerevista.com/
Link de Origen: AQUÍ
Por Conrado Yasenza. Periodista.
Docente en UNDAV.
El ADN kirchnerista y su dilema por estar dentro del esquema de poder del
peronismo y no ser barrido por ese mismo dispositivo. Doble cerco: el
internismo y la aparición de Milei.
Intensos, raros tiempos de fuertes
núcleos políticos que se entrelazan conflictivamente. El peronismo ha
atravesado los avatares de la historia política del sigo XX y parte del XXI
gracias a su carácter “movimientista que ha sido el cauce para la expresión de
las masas populares. Signos a veces claros, otras opacos, de una orgánica
medular que Juan Domingo Perón denominó “unidad de concepción y acción” de la
realidad histórica.
Ocurre que esos signos, esa unidad en
la concepción y en la acción, deviene en el presente en un interrogante sobre
el conductor natural o el “creado”; una figura que de no ser portadora de ese
“genio” con el que se nace, inculque mediante el “genio del trabajo” aquel acto
de fe que reinterprete una doctrina que se conoce y que se enuncia con
mediaciones y ampliaciones incluidas. Es decir, la cuestión de la creación de
liderazgos y, en nuestro presente, de la oposición política a través de esos
liderazgos; esos signos establecen también otra cuestión: la crítica al
liderazgo como elemento catalizador para desnaturalizar, centralmente, la
experiencia de los gobiernos de la ex presidenta Cristina Fernández de
Kirchner, etapas en que el proceso de crecimiento económico y
redistribución de la riqueza, claro que con sus más y su menos, han dejado una
huella en el cuerpo individual y colectivo del país; una marca colectiva que
repuso y reinterpretó el sentido de antiguas narraciones. El ADN que hoy se
apresta a batallar ante el intento real no ya de una restauración hayekiana
sino frente a la irrupción de un anarcocapitalista que se asemeja más a un
trastocado X-Men autócrata cuya obsesión es destruir la organización criminal
Estado; un ADN que da también su escaramuza por no ser barrido por los embates
de los representantes locales de intereses foráneos que operan regionalmente
para reinstalar un Estado inoperante, mínimo y subordinado. Ese ADN
Kirchnerista, propositivo y transformador dentro de los límites del capitalismo
digamos keynesiano, que discuta un programa político y económico reafirmándose
en su identidad para no ser vestigio de un estigma suprimido bajo la figura del
mal absoluto, la barbarie capaz de “alejarnos del mundo civilizado”. Aquí vale
la pregunta sobre cuál es esa civilización de la que nos alejamos o cuál la
barbarie a la que peligrosamente nos acercamos. El genocidio perpetrado por
Israel sobre el pueblo palestino en Gaza es una dolorosa estampa de esa
barbarie. El mundo civilizado de occidente define qué es lo bárbaro y luego lo
extermina.
Lo dicho en cuanto al ADN kirchnerista
y su dilema por estar dentro del esquema de poder del peronismo y no ser
barrido por ese mismo dispositivo, prefigura la acción directa de los
simuladores del talento que al haber encontrado la imagen política que encarne
una conducción de “contenidos” premoldeados, diseñan las operaciones de
marketing publicitario con anclaje en la antigua video política y en las redes
sociales para que la argamasa renovadora no haga evidente lo que quiere decir y
no dice, o dice a través de ex funcionarios albertistas que no buscan ningún
cargo público para poder así realizar la autocrítica -necesaria -, esa que aún
no puede explicar muy bien aquella asistencia a la marcha de los paraguas
negros que clamaban justicia por un Nisman “asesinado”. Algo han evidenciado y
dicho ante el auditorio adecuado, y descontando que las coberturas
periodísticas dominantes nada dirán sobre ello, para que la masa torne en
fantástica harina popular que sustraiga algo de aquella esencia identificada
con la década de ampliación de derechos e inclusión social.
Es necesario, entonces, hacer
evidente lo que se intenta negar desde las usinas del empresariado-financiero
comunicacional. Ese que defiende ya sin disimulo el DNU 70/2023, creado a la
altura de sus exigencias y planes de negocios, ese catarro seco que exhala
hambre, miseria, dolor, daño y crueldad sobre una sociedad que se ha roto tras
la debacle de un gobierno que pregonó el volver mejores y se fue promoviendo
internas en off y convalidando el endeudamiento histórico que nos
legó el macrismo mediante un acuerdo con el FMI, a través del cual el país se
desfinanció en sus reservas para que los privados pudieran pagar sus deudas. El
comienzo del fin de jubilaciones y salarios: la razón de una aceleración de la
escalada inflacionaria que disparó los precios de alimentos y que le abrió la
puerta a la desesperanza que concluyó en ese voto que destrozó la casa común.
La idea de sociedad rota merece una
mención: El voto a Milei expresa la bronca por la sucesión de gobiernos
democráticos que no han cumplido con las expectativas de derechos básicos que
no fueron del todo satisfechos, o a los cuales no todos acceden. Pero ese voto
representa, a su vez, un humor social definido por el aturdimiento, la
desinformación y cierto grado de irresponsabilidad colectiva que Milei
representa. Sinteticemos: el credo anarcocapitalista sostiene la prevalencia de
lo individual por sobre lo colectivo, el otro no me compete en tanto individuo
aislado que debe sobrevivir en un mundo donde la solidaridad no es un bien sino
un término obsoleto.
A la caza del Kirchnerismo
Son tiempos políticos que incomodan y
desafían a quienes apoyan el proceso reformista iniciado en 2003. Son tiempos
de desgarro que parecieran remitirnos a otros tiempos políticos ya vividos,
aunque camuflados bajo el arte de la simulación y las retóricas dramáticas de
la historia nacional. Quizás las consecuencias de acordar con el lobo y su
falso atavío.
La vida como la concebimos hasta la
irrupción del gradualismo macrista y el interregno albertista que ilusionó con
la defensa de la vida en pandemia y terminó en esa foto irremontable que le
abrió las puertas del poder al infantilismo dislocado y dañino de Milei, se ve
seriamente acechada por sectores del poder empresarial-financiero oligopólico
de la producción de alimentos y fármacos o remedios; representantes de un
capitalismo de pillaje para el cual la vida, la alimentación y la salud no
constituyen derechos humanos esenciales sino una aritmética del debe y el
haber, un registro contable donde siempre ganan. Una parte de la sociedad
también realiza su aporte al conmoverse con el remedo tranquilizador de los
“males populistas”. Es que el capitalismo/neoliberalismo no es ni serio ni
salvaje; es un artefacto que se autorreproduce bajo la idea de crimen perfecto
(el concepto es de Jorge Alemán) y donde los replicantes ya no están diseñados
bajo la misma materia de la que están hechos los humanos porque la inteligencia
artificial ha borrado esos límites detectables. Artefacto que contiene también
la posibilidad de la falla que revela el engaño o la torpeza: El Jumbo Bot.
Para volver al mundo material que nos domina, pero también nos tranquiliza, se
trata del capitalismo de entrega y pillaje. De qué otra manera entender la
destrucción del Estado, la estatalidad al servicio de la represión junto al
reinicio del alineamiento como patio trasero – sí, una terminología de los años
setenta del siglo pasado que es muy actual- de los intereses de los Estados
Unidos de Norteamérica en materia de dominación territorial para la explotación
de nuestros recursos naturales y como plataforma de entrada al continente
blanco.
Aun así, hay quienes se detienen en
la declamación de una pureza ideal que la deliberación política ofrece como
suprema instancia democrática. Todo lo demás, es decir, los modos reales en que
se realiza la política huelen a corrupción, bóvedas, pebeís y triquiñuelas
mefistofélicas del caudillaje popular. Quizá lo que ha entrado en discusión es
aquel kirchnerismo que se declaraba pagador serial, pero sin ataduras a las
lógicas de los mercados financieros internacionales o los organismos de crédito
multilaterales. Ese tiempo y esa noción de la épica como sustento identitario
de una reforma política provocativa como ha sido el kirchnerismo, ha cambiado o
por lo menos está en discusión. En parte por errores internos de diagnóstico en
la construcción de ampliaciones políticas, en parte por una situación global
muy crítica que diluye economías y naciones, y pone en discusión la idea misma
de Estados democráticos. Tiempos para conversar con memorias políticas del amplio
campo nacional y popular, y claro, con el peronismo. Allí, en la discusión con
la memoria peronista, subsiste una relación con el kirchnerismo que desde su
aparición ha sido siempre difícil y que no está resuelta. El caso Kicillof, el
estandarte más preciado y disputado, es un claro ejemplo.
Una provocación política
El kirchnerismo ha sido una
provocación política a la sociedad argentina, y en ese plano el envión de
acciones y lenguajes surtió efecto cuando el panorama económico-político era
beneficioso. Pero queda la interrogación por la provocación: ¿Esa provocación
ha sido revolucionaria? No. ¿Ha sido reformista? Sí. Y entonces, hasta dónde el
reformismo, hasta dónde el Estado, cómo se hace política con una provocación
que hoy exhibe como único exponente a Cristina Fernández de Kirchner. Quizás,
esta sea la tragedia de los gobiernos con clivaje en las izquierdas que remiten
a la retórica de lo popular, a la apelación y convocatoria del pueblo: cuando
estos pueblos no están, porque es sabido que los pueblos no están siempre, la
discusión o desafío queda reducido a una arena de lucha libre. Y es allí cuando
la tragedia política se manifiesta: para las derechas autoritarias el pueblo no
tiene relevancia porque es el vehículo para realizar la estafa, mientras que,
para los sectores políticos sustentados en las tradiciones nacionales y
populares, ese pueblo es vital – y en la actualidad, esquivo.
Teoría y práctica
El kirchnerismo ha batallado por
darle forma y sentido a un capitalismo serio frente al capitalismo salvaje y de
pillaje, y que reinstale la idea de “burguesía nacional”. Esto es aceptar la
idea de una expresión política alejada de una praxis revolucionaria pero que sí
abrió las puertas de un lenguaje inquietante frente al mundo globalizado. Ese
lenguaje ha sido de vital importancia porque creó hendiduras en la política a
través de la relación dialéctica entre teoría y práctica. Es decir, nada de
abstracto en las posibilidades transformadoras del lenguaje si éste es
completado con programas de inclusión como fueron las políticas de Derechos
Humanos, la Nacionalización de las AFJP, el Plan Igualdad Conectar, la
Asignación Universal por Hijo, el Plan Remediar, la Ley de Medios, la Ley de
Identidad de Género, la Ley de Paritarias, la expropiación del 51 por ciento de
las acciones de YPF, el Plan Pro.Cre.Ar (Programa de Crédito
Argentino) y el plan Progresar (Programa de Respaldo a Estudiantes de
Argentina), ARSAT, INVAP, etc.
Hoy el kirchnerismo se disputa entre
una Identidad de relativa relevancia dentro del peronismo – algunos
gobernadores e intendentes del conurbano bonaerense – o un nuevo espacio social
y político de corte frentista. Ese frente interroga al peronismo, pero debe
incluir las memorias peronistas y hacerlas convivir con otras porque de lo contrario
el peronismo torna en un conjunto de anulación de esas preguntas esenciales
para convertirse en un peronismo de familias estamentales. Esta es la historia
del peronismo: la marcha hacia la interrogación para superarse. En este sentido
son importantes los textos de John William Cooke. Para Cooke la teoría debe
aportar “una visión global de la Argentina”, “un marco histórico” que se
sustenta en dos ejes: La situación concreta en la que se realiza la acción
política y una comprensión que inscriba esa acción en una dirección. La teoría
es una herramienta para la batalla política (que también es cultural) Y la
acción es fuente y objeto de la teoría (es decir, una relación dialéctica entre
teoría y praxis). Aquí entra en juego también la creación de un nuevo lenguaje
que no se limite a pensar sólo en sus reparaciones y en lo ya realizado, y sí
como una invitación a seguir discutiendo los grandes problemas nacionales y los
desafíos que presenta lo que algunos denominan el territorio on line, ese
mundo de interacciones en redes sociales. Evitar la abstracción y la discusión
circular supone preguntarse por un sujeto popular esquivo y de nuevos lenguajes
y territorios; por esa nueva corriente moral y ética con responsabilidad que dé
cuenta de este momento político novedoso por la dificultad que conlleva el
descifrarlo.
Si no surge esta nueva lengua ética y
moral es posible quedar atrapados en el laberinto donde las élites dirigentes
declaman discursos para la frialdad marmórea de la inacción. De no poder
explicar los nuevos desafíos en forma pública, es posible que quedemos fijados
en la lingua ética del capitalismo globalizado donde todo es
corruptible bajo las formas más abstractas y espectaculares de la denuncia o el
comentario.
El Kirchnerismo necesita reformular
un espacio de preguntas abiertas, articulado en el debate y la organización más
amplia que reconstruya la unidad del movimiento obrero y el movimiento nacional
en base a las características controversiales de la actualidad, con nuevas
líneas de coalición y filiación a las memorias políticas de los movimientos
nacionales y populares. No puede quedar fuera de esta nueva corriente una
formulación sobre el peronismo y su vocación de poder.
No clausurar la experiencia de
construir un espacio político organizado que pueda ser mejor y más amplio. La
voz de los de abajo debe ser escuchada e interpretada para luego poder
conducirla. Lo contrario, y en este tiempo de guerra al sistema democrático y
al pueblo en su conjunto, es la reproducción fallida de estructuras políticas
de poder construidas de arriba hacia abajo. Eso es una identidad en
construcción, no una abstracción intelectual, aunque moleste porque implica un
esfuerzo por ensanchar la hendidura, por ampliar los interrogantes, por
extender las bases políticas, por organizar desde el debate un nuevo Frente
Social y Político que seguirá contando con la figura de Cristina Fernández.
En su discurso luego de ganar el
balotaje presidencial, Milei propuso hacer tabula rasa y abrazar a todos
aquellos que deseen derrotar definitivamente al kirchnerismo. Aquella
convocatoria a la unidad del Frente de la Derecha sigue vigente, aunque
extendida a todo lo relacionado con el color de la barbarie.
En su discurso luego de ganar el
balotaje presidencial, Milei propuso hacer tabula rasa y abrazar a todos
aquellos que deseen derrotar definitivamente al kirchnerismo. Aquella
convocatoria a la unidad del Frente de la Derecha sigue vigente, aunque extendida
a todo lo relacionado con el color de la barbarie.
¿Qué esperan que haga ahora?
Avellaneda, abril de 2024.
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