Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V A por la reafirmación de una Educación Superior Pública y Gratuita, los argumentos… Gustavo Marcelo Sala
Es recomendable no ser tan lineales.
Tanto de las Universidad públicas como de las privadas egresaron buenos
profesionales y malos profesionales, buenas personas y malas personas. Siempre
depende de la voluntad, el afán y la calidad humana del estudiante.
Conozco personas brillantes
egresadas de la Universidad de Belgrano, institución privada bastante
estigmatizada por estos días, que incluso fueron muy provechosas para la
sociedad en áreas estatales estratégicas científico–tecnológicas. Y también
conozco enormes badulaques egresados no solo de la UBA, sino también de La
Plata y La Universidad Nacional del Sur, por caso los fascistas que nos
gobiernan en Coronel Dorrego desde hace 25 años… Médicos, contadores, abogados,
profesores etc. Es una modesta recomendación porque acaso con estas sentencias
prejuiciosas y estigmatizantes estamos lastimando gente injustamente, y gente
que con suma alteridad y responsabilidad honraron con honestidad sus salarios y el
esfuerzo de sus conciudadanos.
Por caso, mi esposa, recientemente
fallecida se recibió en dos entidades privadas Bahienses de Profesora de Física
y Química y de Analista de Sistemas de Computación, cuando las carreras eran
extensas y presenciales, ambas con promedios superiores a 8.5, desarrollando
toda su actividad dentro de la educación pública, desde el Instituto de Menores
Vergara siendo muy joven, hasta la Escuela Secundaria Nro. 3 de Guisasola, jubilándose
con la exigida antigüedad. Mujer comprometida con el deber y conciencia social
que implica la educación pública. Hasta pocos días antes de fallecer fue
Presidenta de la Cooperadora de la escuela de nuestro pueblo, cosa que llevó a
cabo durante 14 años. Seamos sentipensantes como recomendaba Galeano. Por
eso advierto que hay otros modos de defender la educación pública superior y
que no existe una relación de causa efecto. El gobierno ha creado una falsa
dicotomía, una falaz puja discursiva, en la que observo se ha ingresado sin
muchas resistencias intelectuales. La educación pública y la privada son complementarias,
no compiten ni deben hacerlo, de hecho éstas reciben subsidios estatales que cubren un
gran porcentaje del salario de sus docentes, añadiendo que buena parte de ellos ejercen en los dos ámbitos. Todos esos impresentables que se suelen mencionar
como eczemas de la educación privada hubieran sido igual de imbéciles y
perversos si egresaban de una universidad nacional. Por ahí los tenemos a Menem
y De La Rúa como ejemplos, ambos abogados de la Universidad Nacional de Córdoba.
El eximio matemático de la CNEA, me refiero al Prof.
Villani, ya fallecido, secuestrado y torturado en la ESMA, uno de los
primeros testimonios en el Juicio a las juntas fue docente en la UBA y en otras
entidades privadas por caso en el Instituto de Tecnología ORT (única institución educativa superior que le dió
trabajo luego de ser blanqueado y dejado en libertad en 1982) ¿Alguien puede creer
que el Profesor Villani daba sus clases de manera distinta en una o en otra? Me
parece que existen argumentos mucho más fuertes y contundentes. Llegar a conclusiones
a través de una muestra conveniente para reforzar el argumento se llama la
parte por el todo, y es una de las 38 leyes de la erística de Schopenhauer,
omitiendo por ejemplo (por obvias razones de desconocimiento público) que hay profesionales egresados de la Universidad de Belgrano que
formaron parte del equipo que construyó Atucha 2. En este caso yo utilizó
exactamente la misma mecánica para refutar aquello que afirman con absoluta
convicción. Ergo les pongo ejemplos inversos.
Insisto. En mi caso defiendo la
educación pública superior y es mi orgullo porque es ecualitaria (incluye e
iguala hacia la excelencia), todos sin distinción arrancan desde el mismo
lugar, es horizontal en tanto clases, géneros y abolengos, no contiene factores
limitantes, por caso el dinero o el credo, posee flexibilizaciones y variables horarias y
temporales que le permiten al estudiante trabajar, formar familia y socializar,
sus innumerables tesis ad honorem tienen
un correlato comunitario pues muchas de ellas fueron y son la plataforma para
avances científicos y tecnológicos que impactan directamente en la sociedad, su
distribución a lo largo y a lo ancho del país le permite al estudiante la
posibilidad de proseguir su vocación frente a una disyuntiva migratoria. No lo es por sus esporádicas individualidades sino por su SER colectivo, por su esencia pública. Lo menos
importante de la universidad pública son sus cinco premios Nobel, es más con
alguno podemos tener hasta ciertas controversias histórico-políticas (Saavedra
Lamas y su Tratado Antibélico en el cual se cedió a las históricas pretensiones
territoriales sobre parte del Chaco Boreal) y menos aún exaltarla a través de
ejemplos indecorosos de la educación superior privada, visión bastante
estigmatizante y prejuiciosa. Luego habrá Tiros y Troyanos en ambos ámbitos,
pero el error es tomar la parte por el todo para argumentar, pues tal mecánica
constituye una falacia.
Ni el mencionado Saavedra Lamas, ni Houssay
(de íntima relación con las dictaduras post revolución fusiladora), ni Federico
Leloir estudiaron bajo el formato gratuito, se formaron cuando solo lo hacía
una élite acomodada, derecho que instaló el primer gobierno peronista en el año
1949 del cual gozaron en parte de su carrera Cesar Milstein y en su totalidad
Pérez Ezquivel.
Es bueno destacar que La Reforma
Universitaria de 1918 estuvo caracterizada por ese anhelo inconcluso de la
reforma social y de un espíritu democratizador. Sus protagonistas cuestionaron
el carácter arancelado y elitista del ingreso a las instituciones públicas:
solo las clases altas y medias acomodadas podían estudiar. Durante los años 30
y 40 distintas expresiones estudiantiles, docentes, culturales y políticas
militaron activamente para democratizar el acceso a la educación superior. Recién
esto se pudo efectivizar con la llegada del peronismo. Luego de su derrocamiento en 1955 se derogó el
derecho y no fue hasta 1973 que fue re-instaurado por el mismo peronismo, habiendo
pasado en el medio dos gobiernos radicales y cuatro regímenes dictatoriales, derogado
nuevamente en el 76 y vuelto a poner en vigencia a partir de 1983 por el Dr.
Raúl Alfonsín, tiempo desde el cual jamás se había puesto en discusión, solo muy tímidamente durante el macrismo.
Además y para finalizar no debemos
descartar un detalle para nada menor. Mayormente las Universidades públicas
nacionales están emplazadas en predios muy tentadores para el negocio inmobiliario,
de manera que no nos debería extrañar que estos psicópatas en ejercicio tengan
en mente el desguace educativo superior como pretexto de modo aprovechar esos
inmuebles y esos terrenos para negocios monumentales (legales e ilegales) de
cara al futuro, recordemos que uno de sus voceros sentenció hace pocos meses
atrás la idea de derrumbar el edificio de la Televisión Pública para la
construcción de dos torres.
*Gustavo Marcelo Sala. Editor
Imposible no estar de acuerdo, pero me quedo con lo último. Habrá que cuidar también el Museo de Bellas Artes. Saludos
ResponderEliminarEs cierto, muchas veces en el fragor de la militancia nos entretenemos en cosas menores y no vamos al hueso del debate por ir con la agenda del adversario. La nota agrega datos muy interesantes para reflexionar más allá de ese posible intento del negocio inmobiliario, como ser cuándo efectivamente la universidad nacional se transformó en verdaderamente pública, y cómo los gobiernos antipopulares posteriores a 1955 atacaron esa condición. Vale la aclaración histórica que los tres primeros premios Nobel cursaron sus estudios en tiempos de élite, y nada se relacionan con el espíritu que se pretende destacar en las marchas. Muy fuerte la historia de su esposa, mi pésame, abrazo compañero.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Gustavo!!! Y es.para desconfiar lo último.
ResponderEliminarY fui testigo de la excelencia de Dorita