Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V Las dos Campañas del Desierto…por Antonio Diez, El Mayolero

 

 

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La primera es la que toda la historia registra, la del Gral. Julio A. Roca, determinada por la llamada Revolución Industrial, que al despoblar los campos de Europa (y principalmente de Inglaterra) los dejaba sin producción de alimentos, ya que el agricultor se transformaba en obrero de la industria.

 De la Segunda, que aún está en curso, hablaremos más adelante.

Básicamente era transformar la Pampa Húmeda en la gran productora de carne y granos. Eso no era una tarea sencilla, ya que lo que hoy vemos como campos agrícolas era una desmesurada extensión de pajonales solo aptos para alimentar animales semisalvajes con muy poca aptitud carnicera (salvo para charqui). No se podían introducir lo que luego fueran nuestras razas tradicionales sin previamente “refinar” la tierra por medio de la agricultura, para luego preparar las pasturas que las razas (que los ingleses necesitaban) pudieran desarrollarse en condiciones ideales.

La única alternativa eran los inmigrantes, y allí vinieron nuestros abuelos a entrar en escena.

Esto no fue solo fruto de un desarrollo autónomo de nuestra Nación, sino que fue un adelanto de lo que hoy se llama “globalización” y la influencia del Imperio Británico en las decisiones soberanas de nuestro país, por dos vías que aún persisten y tienen influencia entre nosotros. El endeudamiento, y la existencia de una clase dirigente mentalmente colonizada, más dispuesta a mirar “como nos ven en Europa”, que en ver cómo nos vemos nosotros.

Los ingleses sabían de nosotros como país, más de lo que nosotros sabíamos. Naturalistas como Charles Darwin nos habían recorrido minuciosamente, e inventariado cada uno de nuestros recursos y potencialidades. También Darwin (en 1833) había comprobado la existencia de una clase dirigente “despreciable” (según sus propias palabras) “dispuesta a prestarse a cualquier negocio”. Tan temprano como en 1812, en la Batalla de San Lorenzo, una de las crónicas en que se basa el relato histórico está a cargo de un “viajero inglés” llamado John Parish Robertson (las crónicas son tres, a saber: la del propio Coronel San Martín que informa a sus superiores en Buenos Aires del resultado de la batalla, la del Jefe de los Españoles que hace lo mismo, y la citada del Inglés Parish Robertson) Años después, San Martín entra victorioso en Lima (Perú) al frente del Ejército de los Andes. Un “viajero inglés” describe la entrada y el desfile de las tropas. Adivine quien era ¡Nuestro conocido y ya casi de la familia John Parish Robertson! La pucha con estos ingleses ¡que vocación por el turismo…!

Unos años después, y seguramente teniendo en cuenta que le gustaba mucho América del Sur fue Embajador de Inglaterra en Brasil. Su sobrino, William Parish, para no desmentir la inclinación de su tío por estas tierras, fue el fundador del Ferrocarril Sud. En su Historia de los Ferrocarriles Argentinos, Don Raul Scalabrini Ortiz desmadeja el ovillo y nos explica claramente como los ingleses (y Frank Parish precisamente) jamás pusieron una sola libra esterlina en la construcción de los ferrocarriles, que por el contrario fueron construidos con dinero argentino, depositado en Bancos Ingleses, que nos los prestaron cobrándonos intereses ¡por nuestro propio dinero!.

Por supuesto, que había argentinos que cobraban suculentas comisiones por endeudarnos. Todos ellos con nombre de calle o Avenida… Bernardino Rivadavia, Manuel J. García (una especie de Domingo Cavallo del siglo IXX), Ataliva Roca, (el hermano del Gral., que era el que recaudaba), Juárez Celman (cuñado del Gral. Roca y que está en los billetes de cien) Quintana, que fue Presidente de la Nación y abogado de los Bancos Ingleses (al mismo tiempo, claro, no iba a andar viviendo del sueldo de presidente, porque él era un patriota desinteresado.) o sea que más o menos como González Fraga hoy en día, o Fernando Gil Lavedra, diputado nacional y abogado del FMI al mismo tiempo… (por suerte son Radicales que si no sería un escándalo). Ahí está el origen de las fortunas de la clase terrateniente argentina. La Primera Campaña al desierto fue concebida por el Imperio Británico, financiada por la Sociedad Rural Argentina; su autor intelectual fue José Martínez de Hoz, quien además fue proveedor de gran parte de la caballada del Ejército, y ejecutada por el General Julio A. Roca. 

Luego pasaron por ventanilla a cobrar. Para dar una idea: los que conocen la zona, 2.500.000 hectáreas cobró Don José por sus caballitos. Exactamente desde Mar del Plata hasta La Dulce-Lumb-Juan N. Fernández. La Nación premió al Gral. Roca con otro tanto y así se fue repartiendo la propiedad de la tierra. Al Ejército lo seguían unas carretas de un industrioso galleguito que había “arreglado” con Ataliva Roca ser el cantinero de la expedición. 

Como también estaba establecido que se iban repartiendo tierras a los oficiales, sargentos y tropa en distintas escalas según jerarquía y méritos, estos también ligaron algo, pero como sus sueldos siempre venían muy atrasados (el pagador era Ataliva Roca), andaban siempre escasos de moneda, pero el galleguito fiaba y anotaba. 

Así fue que cuando llegaron los títulos de propiedad, el galleguito pudo cobrar los fiados. Así desde la Dulce hasta el Cristiano Muerto, Don Ramón Santamarina, que no era otro el cantinero se quedó con algunas hectáreas, aparte de las de Azucena, Barker, La Negra… Años después, su hijo sería Vice Presidente “de Facto” de José Félix Uriburu, en 1930.

Ya consolidada la propiedad de la tierra, empezaron a venir los inmigrantes, a los que les decían que en la Argentina había tierra de sobra. Claro que no les dijeron que ya estaba escriturada a nombre de otros…

A partir de ahí se construyó lo que vimos al nacer y en nuestros primeros años. ¿La Segunda?, todavía está en curso; más adelante se la contaré, porque primero hay que ver de como aparecen en la escena los primeros actores del llamado “sujeto agrario”; los que venían a llenar los últimos casilleros del organigrama, o sea los inmigrantes.

 

Gobernar ¿es poblar?

Una de las premisas básicas post-Constitución de 1853 fue la transformación del Desierto en Pampa Húmeda productiva. Para eso se habían dado algunas de las condiciones básicas expuestas en un capítulo anterior. La diplomacia por parte del Embajador en Río de Janeiro, la fuerza a través de las tropas Brasileñas que formaron el grueso del Ejército de Urquiza (pagadas por Inglaterra), la cooptación de la clase dirigente, y bueno, sólo faltaban algunos toques de sometimiento económico y financiero para completar el cuadro.

Historiar lo que fue el reparto de tierra no es objeto de este artículo, por lo que el que necesite algún dato más, puede ver algunos ingresando Julio A. Roca en el buscador. También recomiendo el libro de Antonio Elio Brailovsky “Historia de las Crisis Argentinas” para ver lo que fue el endeudamiento irresponsable de la Presidencia de Sarmiento, que llegó a decir con su característica sinceridad (brutal) que había tomado deuda sin saber para que la tomaba…

La conquista del Desierto, se financió con bonos pagaderos en tierras a conquistar. El resto, se remató en París y Londres una vez terminada la campaña. De allí la presencia de los ingleses en la Patagonia, ya con escritura y todo…

Alberdi, había soñado con una inmigración de industriosos europeos, y en ese sentido, la Ley 817 de la época de Avellaneda (el del hambre y la sed…) abrió la posibilidad legal del  afincamiento de los inmigrantes, dándoles inclusive la equiparación en derechos con los nativos (menos algunos, a saber: los indios y los gauchos).

Repartida que había sido la tierra, había que poner manos a la obra. Los nuevos propietarios, en su absoluta mayoría comerciantes, especuladores, comisionistas, acomodados y demás, de trabajar ni “áca” como dicen los cordobeses. Las vacas seguían por ahí, ahora con dueño y marca, pero así no servían más que para charque, que ya no era el negocio.

Había un problema técnico. Los pastos naturales de la Pampa en vías de Humidificación eran muy duros y poco nutritivos para el engorde y más de las razas europeas que se iban introduciendo, por lo que había que eliminarles los pajonales, sembrarles pastos más palatables y nutritivos. Para eso había solo un procedimiento (que sigue vigente). Hacer tres años de agricultura y en el último sembrar trigo consociado con alfalfa u otra pastura apta.

Para eso había que trabajar, ¡y fuera de broma, trabajar en serio! Y había que invertir. Ambas cosas hacían correr un frío por la espalda a aquellos esforzados especuladores. ¿Justo a ellos le había tocado semejante desgracia? Pedirles que hicieran exactamente las dos cosas que ni querían ni sabían hacer. Entonces, vieron que en la vieja Europa sobraba gente. No los rubios, nórdicos, industriosos que soñara Alberdi, sino otros, más curtidos, necesitados y hambreados. Por consecuencia menos exigentes y más dóciles. El Sur de Italia y España proveyeron el grueso.

Se crearon agencias de colonización en la que a los aspirantes a inmigrar se les fue dibujando una esperanza de un País con abundancia de tierras, de vacas y sembrados. Hay que entender que prácticamente zonas muy grandes de Europa estaban saliendo del Medioevo o poco menos. Que las tierras cultivables estaban en manos de Señores que poco habían aggiornado su comportamiento desde el feudalismo.

Bueno, así fue que llegaron gringos y gallegos, rusos y polacos, alemanes  suizos y austríacos (así con acento en la á que es como les dicen en la zona de Salto y Pergamino) que en realidad eran croatas. Los franceses de Pihué, los sufridos descendientes de los fenicios (sirios y libaneses, que como llegaban con pasaporte expedido por el Imperio Otomano les quedó turcos) que como buenos fenicios ¿qué otra cosa más que comerciar podían hacer? Holandeses virtualmente tirados a la mano de Dios en los pagos de Micaela Cascallares. En fin, todos los desheredados de la tierra afluyeron. Los gobiernos europeos se cuidaron muy bien de promover que sus trabajadores, artesanos y demás gentes con oficios y conocimientos dejaran sus países de origen. Uno, que tuvo la suerte de escuchar unas cuantas historias de primera mano, llega inevitablemente a la conclusión de que solo promovieron  la emigración de la población que les sobraba, y que de quedarse allá les iba a complicar el precario equilibrio social devenido de la Revolución Industrial.

 

“…Poblar es civilizar cuando se puebla con gente civilizada, es decir, con pobladores de la Europa civilizada. Por eso he dicho en la Constitución que el gobierno debe fomentar la inmigración europea. Pero poblar no es civilizar, sino embrutecer, cuando se puebla con chinos y con indios de Asia y con negros de África. Poblar es apestar, corromper, degenerar, envenenar un país, cuando en vez de poblarlo con la flor de la población trabajadora de Europa, se le puebla con la basura de la Europa atrasada o menos culta. Porque hay Europa y Europa, conviene no olvidarlo; y se puede estar dentro del texto liberal de la Constitución, que ordena fomentar la inmigración europea, sin dejar por eso de arruinar un país de Sud América con sólo poblarlo de inmigrados europeos…” 

(Juan Bautista Alberdi)

 

La mano de obra rubia, industriosa, y nórdica de Alberdi y Sarmiento estaba bien en los papeles, pero el Poder de esa clase dirigente cooptada tenía otros proyectos, que no pasaban por un desarrollo armónico de toda la sociedad, sino por el desarrollo de sus propios negocios. Y sus negocios pasaban por el abastecimiento no ya del mercado de carnes en Europa, sino algo más sencillo y que les requería menos inversión, menos riesgo empresario, y más prestigio social. Abastecer los frigoríficos Ingleses que se radicaban en la Argentina.

Ni siquiera se les pasó por la mente levantar ellos los Frigoríficos, y capitalizar el valor agregado.

Ya hace muchos años que Scalabrini Ortiz analizó con verdadera maestría, de qué forma los ingleses no invirtieron un solo peso acá. Cómo con créditos del Banco Nación y Provincia levantaron sus instalaciones, así como construyeron los ferrocarriles contabilizando como crédito externo el ahorro argentino. Así que, el que quiera detalles que los lea en los libros de Raúl Scalabrini Ortiz.

Amuchar ¿es poblar?

 

El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes. (Art. 25 de la Constitución Nacional de 1853)

Amparados por la ley 817, y bajo el espíritu del Preámbulo de la Constitución (“…para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo Argentino…”) empezaron a llegar los inmigrantes.

No tengo motivos para pensar que en su inmensa mayoría eran efectivamente de buena voluntad. Lo que sospecho es que en algunos casos no había tanta buena voluntad entre los que acá estaban esperándolos.

Porque nadie les avisó a los inmigrantes que la tierra YA tenía dueño. Y que su papel era en general la de colonos (mano de obra) en tierra ajena. Sobre todo en la provincia de Buenos Aires y Sur de Santa Fe y Córdoba, (Entre Ríos tuvo en general otros criterios en la colonización). Ya entonces, el concepto de los economistas modernos de que un porcentaje de desocupación es bueno (para los economistas) para tirar a la baja el costo laboral, se conocía, así que los de la Escuela de Chicago solo copiaron. También se crearon empresas de Colonización, fundamentalmente en la Provincia de Santa Fe con Guillermo Lehmann y Aarón Castellanos, y la Jewish Colonization Association que con el patrocinio del Barón Hirsch trajo a los “gauchos judíos” (es decir, trajo judíos centroeuropeos, que aquí se agaucharon) a Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires, y el Territorio de la Pampa.

Rivera, Carlos Casares, Bernasconi por acá, Moisesville en Santa Fe, Basavilbaso, y Villa Gral. Ramírez en Entre Ríos fueron sus principales asentamientos. A ellos les debemos las primeras Cooperativas Agrícola y Tamberas. Nuestro conocido Gustavo Grobocopatel es precisamente descendiente de aquellos, tanto como Valentín Levisman que fuera Presidente de SanCor y de CONINAGRO.

Otro de los empresarios colonizadores fue Tomás Casey, fundador de Venado Tuerto y Coronel Suárez. Casualmente, los Banqueros que facilitaron el dinero a Casey para sus empresas de colonización fueron los Hermanitos Baring… Cuando la crisis de 1890, llevó a la bancarrota a Casey, la Baring Brothers se hizo cargo de los campos.

Pero no todos los inmigrantes vinieron siendo parte de proyectos serios y organizados, sino solo unos pocos. La mayoría llegaron engañados por una publicidad trucha y se encontraron en condiciones que muy poco mejoraban aquello que habían dejado atrás con esperanza de un futuro mejor.

Las condiciones eran más o menos así.

Las estancias no loteaban y alquilaban, sino que arrendaban un lote grande (2000 has. por ejemplo) a la Casa de Ramos Generales que acopiaba para los grandes exportadores (Dreyfus, Bunge y Born etc.) que actuaban en calidad de garantes del arrendamiento. El Ramos Generales sub-arrendaba a los colonos. Como el colono no tenía más capital que sus brazos, el “Ramero General” (así lo llamaban los editoriales de “La Tierra”, órgano de la FAA) le facilitaba herramientas y algunos caballos, le obligaba a contratar los seguros y la trilla con las trilladoras del Ramero etc. No se le permitía tener animales que no fueran los destinados a la explotación agrícola (no vaca lechera, no gallinas, no chanchos, ni otro animal de consumo). El tercer año debía sembrar trigo con alfalfa (semilla de alfalfa que debía comprar al “ramero”) y desalojar para ir a trabajar otro lote. Allí entonces el Estanciero comenzaba la explotación ganadera, ya por su cuenta.

Esta era más o menos la situación de los colonos de Alcorta y otros lugares de Santa Fe a la altura del Centenario. Y que se manifestara en la huelga de 1912 llamada “Grito de Alcorta”  que diera lugar a la formación de la Federación Agraria Argentina.

La existencia de excedentes en la inmigración amuchados en el Puerto presionaba hacia la baja la oferta de mano de obra arrendataria, y solamente la primera guerra mundial que cerró la inmigración masiva, más la presencia de Yrigoyen en la presidencia de la Nación hizo que se fuera modificando el panorama. Menos inmigrantes disponibles y un Gobierno nacional que tímidamente enfrentaba (pero enfrentaba) a los terratenientes dictando algunas leyes de protección a los arrendatarios hizo que la Federación fuera haciendo pié, y transformándose en una entidad de alcance nacional.

Otra colectividades como nuestros tan asimilados Daneses también vinieron en forma similar, aunque más organizada. Carlos Reisz y Compañía era una empresa cerealista (no de Ramos Generales) cuyo originante (Carlos Reisz) era dinamarqués, y había trabajado en Bunge y Born. También con la garantía de esta empresa exportadora arrendó grandes extensiones en la zona de Juan N. Fernández, La Dulce, y Lobería a algunos herederos de Martínez de Hoz (recordemos que post-conquista del desierto, Martínez de Hoz se quedó con 2.500.000 has. -Dos millones quinientas mil hectáreas- de campo) o sea ese sí que tenía para guardar, y repartir…).Reisz iba trayendo a sus paisanos por relación familiar y de amistad, lo que por ahí explica los lazos de solidaridad y apoyo mutuo entre los integrantes de la colectividad. Obviamente, el acopio, pasaba inevitablemente por manos de la Casa Reisz, y engrosaba los volúmenes exportados por Bunge…

Otra empresa Colonizadora fue la del Ferrocarril Central Argentino. El norteamericano William Wheelwright se buscó un buen abogado, y buenos socios y constituyó en Londres una empresa para construir un ferrocarril desde Rosario a Córdoba. Como tenía un buen abogado, con influencia en el gobierno nacional, consiguió que el Gobierno Nacional declarara de utilidad pública y sujeta a expropiación no solo el terreno por donde se trazaría el Ferrocarril, sino una legua (5KM desde Rosario hasta Córdoba) a cada lado de la vía, y se los entregara (a título gratuito)  para su colonización. 

Wheelwright (después de consumada la expropiación y el traspaso) comenzó a lotear y vender, publicitando la construcción del ferrocarril con lo que pagó la construcción del Ferrocarril y todavía le sobraron unos pesos. Seguramente para pagar los honorarios del buen abogado y lobbysta que había contratado. ¿El abogado? Juan Bautista Alberdi.

Por eso siempre digo que es bueno tratar de averiguar de qué vivían los próceres cuando no estaban haciendo de próceres.

 

Bueno, así caracterizamos las condiciones en que se produjo la inmigración, que nada que ver con lo que en un principio se dijo que iba a ser. La presencia de algunos personajes equívocos en la génesis legal y en la posterior implementación, me hace pensar que ya desde el principio, la inmigración enriquecedora, el crisol de razas y todo eso, suena a sanata total.

Más me inclino a pensar que lo que se pensaba realmente era en una mano de obra semiesclava, para refinar las tierras del Desierto y transformarlo en pampa húmeda, granja del taller del mundo como había dicho Canning.

Pero, bueno, vinieron y acá estamos. Algunos hombres (y mujeres como María Bulzami, la que pateó la olla) fueron moldeando el argentino de hoy, y somos lo que somos por ellos. De ellos salió el Pensamiento Nacional, de ahí venían Além, Yrigoyen, Perón, Jauretche, Manzi, Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui. Gringos eran los Netri, uno cura, otro abogado, gallego y socialista Antonio Noguera y fundaron la Federación Agraria.

Y, es lo que hay… como se dice ahora.

Ah! Le debo la historia de María Bulzami (la que pateó la olla). Va para otro capítulo, pero le adelanto que no se si el Grito de Alcorta hubiera sucedido si María no hubiera pateado la olla…

 

La segunda Campaña al Desierto, pero al revés

 

Hemos venido aludiendo constantemente a la influencia del Imperio Británico en nuestro devenir diario como habitantes de esta Nación. Y es importante analizar los métodos por los cuales una nación con vocación de hegemonía construye esa hegemonía. Según decía Marx, “el Imperialismo es la fase superior del Capitalismo”, y tenía razón. Cuando un país tiene vocación de crecimiento, sabe que tiene un techo, y ese techo está dado por sus propios límites geográficos, la capacidad de crecimiento armónico de su población, y sus recursos naturales propios. Para superar ese techo, tiene que apelar a recursos que están en otras manos.

Los ingleses la tenían clarita. Una potencia imperial se construía sobre varios pilares si se pretendía que perdurara. Esos pilares eran (y siguen siendo), insisto:

 

-          La Información.

-          El conocimiento.

-          El desarrollo de la Ciencia y su aplicación a la industria.

-          La Fuerza.

-          El control de los factores económicos y financieros.

-          La armonización de ese conjunto en pos de un objetivo común.

Utilizando sabiamente la combinación de todas esas potencialidades Inglaterra se hizo de un Imperio que se sostuvo en crecimiento hasta 1945.Luego de terminada la Guerra entró en declinación, pero aún mantiene sus potencialidades. A partir de ese momento, fueron los EEUU los que tomaron la posta. Habían hecho lo mismo que los ingleses empezando después, pero con la misma receta. Aquí cambia un poco el enfoque, ya que los norteamericanos, fueron cambiando la conducción. Los ingleses tenían una férrea conducción política del asunto, mientras que los yanquis fueron delegando funciones en las grandes corporaciones industriales y financieras (“privatizando” por así decirlo su vocación Imperial), y poniendo la fuerza del Estado al servicio de las Corporaciones, mientras que los ingleses lo hacían en forma más armónica conservando en manos del Estado la batuta.

¿Y qué tiene que ver esto con los chacareros de la Pampa Húmeda?, mucho; porque son las cosas que pasan más allá de la tranquera pero que tienen efecto tranqueras adentro.

Y vuelvo a la “Revolución Verde”. Esta fue inmediatamente apropiada por las Corporaciones, y aplicada a través del tiempo.

Sobre el fin de los años ‟70 y principios de los ´80 se instaló una nueva doctrina económica y política que se ha dado en llamar el “Consenso de Washington”, más o menos al mismo tiempo que se producía el derrumbe del socialismo en la URSS y su bloque (que también había seguido la misma vieja receta Imperial, pero con otro discurso).

Este consenso que se nos aplicó a los Argentinos con los mismos métodos que se nos había impuesto el Imperialismo Ingles, llevaba dentro de sí varias cosas como por ejemplo, el reformateo de la Argentina en Gran Productora de Granos, los complejos Agroindustriales, (con poca mano de obra) y la producción de commodities de todo tipo.

Y curiosamente, para eso no hacían falta los agricultores… Al menos los que ya conocíamos.

Y curiosamente, esto que significa la segunda conquista del desierto, vino de la mano del bisnieto del autor intelectual de la Primera. De nombre como su bisabuelo José Alfredo Martínez de Hoz, ahora representante de la Oligarquía Financiera, tuvo tanta incidencia como su antepasado. No había un Roca a mano, pero para eso nunca falta un voluntario, y para eso estaba Videla…

O sea que si la primera fue para desplazar a los originarios y reemplazarlos por inmigrantes, la segunda (aún en curso) fue para desplazar a los chacareros. Un nuevo “Sujeto Agrario” despuntaba en el horizonte, aunque los futuros perjudicados no lo vieran.

 

La segunda Campaña al Desierto (parte II)

 

 

La Patria Financiera: Cuando usted quiere disciplinar una sociedad y modificar sus hábitos y costumbres, con medidas de gobierno resulta fácil. Depende cuales sean sus objetivos y los tiempos de que disponga. Mediante el uso de la violencia, usted puede sofocar protestas, acallar reclamos. Con la connivencia de los medios masivos de comunicación puede invisibilizar hechos que serían noticia y por lo contrario puede presentar hechos fatales para la sociedad como altamente beneficiosos. Si además usted cuenta con el beneplácito de los propietarios de los medios, se le hace más fácil.

Así usted puede presentar como beneficiosas para todos, medidas que ayudan a aflorar los sentimientos más sórdidos del alma humana, y que tienen como objetivo disgregar la sociedad y anular sus más nobles tradiciones.

La codicia nunca ha tenido aceptación social, y, por lo contrario, la cultura del trabajo y el sacrificio en busca de un “mejor pasar” es tal vez una de las mejores herencias culturales heredadas de nuestros viejos inmigrantes. 

Cuando el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” modificó la Ley de Entidades Financieras introdujo un elemento disolvente de las mejores tradiciones nacionales. Con la aparición del “Plazo Fijo” a cortísimos plazos desalentó la cultura del trabajo e introdujo el concepto que sin trabajar se podía ganar más que trabajando. O sea eso de que el dinero produce dinero por sí mismo, sin pasar por circuito productivo alguno.

Y en el ramo agrícola, modificó las ya de por si laxas leyes de arrendamientos, legalizando el “arrendamiento por cosecha” base del actual sistema de explotación agrícola, y sustento legal de la existencia del pool de siembra.

Al principio no se podía entender como era que arrendar el campo, y guardar la herramienta en el galpón, colocando lo percibido por arrendamiento a plazo fijo, y renovando cada 30 días, el resultado económico al final del año, superara ampliamente el beneficio de trabajarlo como se venía haciendo. Y sin ningún riesgo climático… Realmente era absolutamente incomprensible para muchos, que dijeron “esto no puede ser”. Atentaba contra todo lo razonable y todo lo que había significado la cultura del trabajo. Muchos pagaron muy caro ese empecinamiento en conservar los valores morales heredados. Solo basta buscar en google el Informe sobre tenencia de la Tierra de Luciana Soumoulou.

Los que se salvaron de perder sus campitos, solo pudieron conservarlo a fuerza de abandonar la explotación y transformarse en rentistas. Por lo que hay muchos pequeños y medianos propietarios, que por el paso del tiempo, nunca trabajaron su tierra. (Muchos de ellos, fueron la “tropa” que salió a las rutas el 2008).

Esta situación se ha trasformado en irreversible. Esos propietarios han perdido su capacidad de volver a trabajar. No tienen herramientas, han perdido el contacto con el avance tecnológico, y dependen pura y exclusivamente del arrendatario ocasional (pool, contratista). Es decir lo que podríamos caracterizar como una “estructura clientelar”. Así como en los desocupados de otras actividades observamos que hay tres generaciones que se han sucedido sin conocer la disciplina del trabajo formal, y por lo tanto dependen de la ayuda del Estado, en lo agrario sucede lo mismo, con la diferencia que la renta de su capital tierra (por ahora) los pone a salvo de la asistencia estatal. Aunque dependen de algo más inasible que es el “mercado”. Aunque hay un peligro a mediano plazo; la concentración de la demanda y la integración vertical. Los pool de siembra son cada vez más grandes, y tienden a concentrarse, y las multinacionales exportadoras, están comenzando a organizar sus propios fondos de inversión, alquilando campos (a valores que desplazan a los contratistas locales y a los pools medianos) para “autoproducir” sus volúmenes de exportación.

Poco cuesta imaginar que en algunos años, al achicarse los demandantes de tierra y concentrarse su demanda en pocas manos, sea el “mercado” (dominado por ellos) el que fije los precios de los arrendamientos (a la baja, por  supuesto). Otro sector que está severamente amenazado es el del acopio de cereales, ya que los negocios “intra-empresas” los dejará inevitablemente afuera de la cancha. Recordemos qué en el desguace de la Junta y los Puertos, sus instalaciones de almacenaje y embarque ya está en manos de las Multinacionales. Lo mismo que los ferrocarriles de carga. Ya tienen en sus manos la puerta de salida…

En ese sentido ya ha trascendido la preocupación de los Centros de Acopiadores, Bolsa de Cereales y Cámaras Arbitrales, porque esos negocios no se reflejan en las pizarras, quitándole transparencia al comercio.

Tarde piaste…

 

 

… del libro Formación y Transformación del Sujeto Agrario – Antonio F. Diez – Artes Gráfica Líber – Estación José A. Guisasola – Partido de Coronel Dorrego – Provincia de Buenos Aires – Argentina  - 2019   

ISBN 978-987-86-0579-1

 

 


*Antonio Diez (El Mayolero) (1942-2020) Hijo de San Mayol, partido de Tres Arroyos. Periodista, Escritor, Ensayista, columnista del programa Voces Cooperativas, autor del libro Formación y Transformación del Sujeto Agrario, fue Secretario Regional de ConInAgro, socio fundador de la asociación de contratistas rurales de Tres Arroyos, Vicepresidente del consejo de administración del Banco Coopesud, Docente técnico de la asignatura Mecánica de las Maquinarias y ex candidato a Intendente de Tres Arroyos por el Partido Intransigente.


Comentarios

  1. la palabra clara y la sapiencia de DON Antonio Diez ,DON con mayusculas por lo señor,.... Fernando Bonatto

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