Gráfica: La Ley de Hielo. La indiferencia pactada
Origen:
https://jorgeolalla.com/ley-del-hielo-la-indiferencia-pactada/
El progresismo
o el campo popular el cual domino la escena política de fines del siglo XX y
los primeros 15 años del siglo XXI se abocó de lleno a la inmensa tarea de
instalar la política como militancia masiva, la economía sustentada desde la
justa distribución de la riqueza y la vida social desde lo inclusivo, lo no
discriminatorio más las posibilidades de estudio y trabajo para todo el entramado
de la comunidad. El error, o mejor dicho la omisión, fue haber dejado de lado
un aspecto sustancial, que se lo puede considerar la madre de todo este
objetivo, es no haber trabajado profundamente en la reforma cultural. Ni el
propio régimen de Fidel Castro, entre otros, reparo en esto, y habiendo pasado
más de medio siglo desde aquellos movimientos revolucionarios que pusieron en evidencia
al neoliberalismo y que retomaron luego, el comandante Chaves, Lula da Silva,
Rafael Correa, el gran Evo Morales, el Pepe Mujica, Néstor y Cristina Kirchner,
Bachelet en Chile, las consecuencias están a la vista, porque a causa de no
haber trabajado sobre ese cimiento que es la cultura, el continente
Latinoamericano se debate entre gobiernos que aun pugnan por lograr una
identidad pulsionando con otros, como el de Javier Milei, que alevosa y
desbocadamente, se expresa por la entrega lisa y llana de nuestro país a los
grupos dominantes, sin lograr la política, ni el gremialismo, ni los
movimientos sociales poder entrarle, si así se lo puede denominar, con masivo apoyo
popular que le de legitimidad en el reclamo.
Por aquellos
tiempos de los años 60 alguien escribió en simetría con la ley del Oeste del
Siglo XIX, LA LEY DEL HIELO. El objetivo era callar todas esas voces que
empezaban a gritar una Latinoamérica liberada. La modernidad iniciada en el
1492 fue haciendo lo suyo desde lo tecnológico, y hoy, habiendo transcurrido un
cuarto del siglo XXI, fructifica con una nueva versión de la ley del hielo. El
fracaso en lo económico y social de las democracias liberales desde los años
80, fueron donde más fértil era sembrar y redes sociales mediante, revisionaron
y actualizaron los silencios.
Parafraseando
al gran Pepe Mujica: “no hay peor enemigo que un pobre que combate a otro
pobre, defendiendo a aquel que los empobrece a ambos”. He aquí el triunfo de
una derecha que se reordeno, reorganizo, siguió formando cuadros y nuevamente
fue por el asalto a todo el poder. No solo como grupo o factor de poder y
presión, sino que se encargó que el corazón de la democracia, que es el voto,
los apoyara y alentara, permitiéndoles llegar al gobierno para manejar a
discreción los resortes del Estado.
Hoy, en plena
desarticulación de entes estatales, despidos, desfinanciamientos, tarifazos,
aun 5 de 10 argentinos convencidos siguen apoyando. Sienten una suerte de
extraña tranquilidad cuando creen que lo que se está haciendo logrará el
objetivo de un buen vivir para el resto. Podemos darle hasta la oportunidad de
coincidir con ellos (como un juego nada más), que esta suerte de saneamiento
estatal, provocará un ahorro que nos llevara al tan mentado superávit fiscal,
como si ello fuera el santo grial, que nos va a unir a la plenitud y la
alegría. Pobres ignorantes. Todo lo que convenidamente llaman casta política,
planes sociales de todo tipo, estructuras de contención social, etc., etc.,
representa en números, algo que a ellos les gusta mucho para caracterizar a la
sociedad, el 1,6% del PBI, mientras que, las exenciones impositivas a las
grandes empresas, es el 4,6%, es decir, tres veces más caras que lo que ellos
tanto insisten en denostar. Nos salen, como país, tres veces más caro los ricos
que los pobres. Lo sustantivo es que para lo inmediato no hay otro camino que
las consecuencias. Quizás como el dolor va a ser masivo, se aprenda desde este
lugar. Mientras que dejemos desde el amor al otro, un camino de reforma cultural
que por cierto no será fácil ni rápido.
*Horacio Pili
Director y Docente del
Centro de Formación Laboral 401, diplomado en Ciencias Políticas con Orientación en Políticas Publicas y
Desarrollo Social.
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