Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V Durante marzo escribo más, vaya a saber uno por qué… por Juan Aiub
La dictadura casi no se detuvo en las
ciudades pequeñas, su tarea central estaba en las urbes, allí los hijos lúcidos
de los pueblos fueron perseguidos, donde estudiaban, trabajaban, militaban y en
algunos en casos donde habían formado familia.
En Coronel Dorrego, en el Km 600 de
la Ruta 3, tierra de olivares y otros pastos, de olor a mar pero sin mar, de
escarcha y siesta, sólo ocurrió un único secuestro, el de María Dolores Salomón
de Aiub. Mi abuela paterna fue amputada de su casa en mitad de la noche y liberada
una semana después en La Plata. Ella aseguraba haber oído la tos mi padre, su
hijo, durante el cautiverio, con la certeza irrefutable que sólo una madre
puede tener sobre la tos de su hijo. Eso es lo único que sé.
Pero que pasó en Dorrego aquella noche
hace 40 años? Cuál fue el móvil? Quiénes fueron los cómplices? Quiénes saben
algo y quiénes se llevaron el secreto a la tumba? Y la iglesia? esa a la que
María dedicó buena parte de su vida. El silencio implacable lo devoró todo, el
silencio en aquel paisaje rural es lo mismo que el murmullo viscoso sobre las
espaldas, allí tuve mi primer y única infancia, la que terminó precisamente
años después con la partida definitiva de aquella mujer rota y bella y ojos de
selva.
El secuestro de mi abuela jamás concluye,
camino y sus cristales en mis pies penetran aún más. Muy seguido fantaseo con
una aventura, renunciar a mi mundo y mudarme a Dorrego una larga temporada,
meter la cabeza en la mierda, revolver y escribir la novela que lo explique
todo, que quizá me redima, que encuentre a los cómplices y ocupe con ficción
los orificios vacíos, el relato final que por fin me permita dormir.
*Juan Aiub. Escritor
Fuente:
https://www.facebook.com/juan.aiub.7
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