Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V ECONOMÍA… El juego por el control de las materias primas… por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
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Darnos cuenta de los intereses económicos,
las transgresiones y las guerras detrás de los bienes que consumimos cada día,
es toda una odisea.
La guerra por las materias primas no
es nueva. Las necesidades de diferentes naciones por tratar de desarrollar
sectores de su economía, apoderarse de mercados para su venta y capturar países
con reservas de commodities que garanticen la disponibilidad constante para ese
progreso, es legendario. Esta evolución ha seguido una lógica a lo largo del
tiempo: competir por el dominio de la producción, mantener las fuentes de
recursos y compradores, y finalmente, apoderarse de los lugares geográficos
donde se encuentran las reservas.
A Daniel Defoe, el autor de Robinson
Crusoe, lo tomaremos como el punto de partida de esta disputa. Hombre de una
vida por demás pintoresca según el economista coreano Han-Joon Chang que así lo
describe en su libro ¿Que
fue del buen samaritano?. Antes de ser novelista el anglosajón fue un
multiusos; negociante, importador de artículos, recaudador del célebre
“impuesto de ventanas”, influyente autor de panfletos políticos, espía del
Partido Conservador etc. Muy pocos conocen su faceta económica. Defoe escribió
un libro “Plan
of the Englesh commerce”, en él describe como los monarcas Tudor, desde
Enrique VII e Isabel I utilizaron todos los medios posibles, desde:
proteccionismo, subvenciones, derechos monopólicos, espionaje, para desarrollar
la industria manufacturera de la lana en Inglaterra.
Inglaterra, hasta la época de los
Tudor, dependía de las exportaciones de lana virgen. Enrique VII y Enrique VIII
implementaron medidas como aumentar impuestos a las exportaciones y
temporalmente prohibir la exportación de indumentaria sin terminar para
impulsar la industrialización. Sin embargo, fue en 1578, durante el reinado de
Isabel I, que Inglaterra logró la industrialización de sustitución de
importaciones, eliminando las exportaciones de lana y añadiendo valor agregado.
En el siglo XIX, el “Gran Juego” fue
la rivalidad entre Gran Bretaña y Rusia por controlar Asia central. Para ganar
la partida desde el mar Caspio a los Himalayas, los dos imperios alternaron la
diplomacia, la intriga y el uso de la fuerza, aunque evitando en todo lo posible
una confrontación militar directa. En aquel Gran Juego, la motivación
principal de Londres no era otra que construir un colchón estratégico para
proteger la joya más preciada de todos sus dominios coloniales: India, reina de
las materia prima y de los consumidores del algodón procesado y convertido en
prendas.
En el siglo XXI, la rivalidad es
mucho más intensa y con efectos globales más marcados. Esta lucha para
conseguir insumos básicos alimenta el enfrentamiento multiplicando los riesgos.
Los precios tienen una mayor volatilidad, el proteccionismo prima en general
salvo honrosas excepciones (Argentina por ejemplo), es decir, en los países del
primer mundo hay una clara intervención del Estado para prohibir exportaciones
sensibles que impulsarían el desarrollo de terceros países, y los miembros del
Sur Global intentan tener mayores ganancias, desplegar su economía protegiendo
o negociando las materia primas con acuerdos donde sus beneficios sean mayores,
no en todos los casos, aun así, esta lógica contribuye a una mayor
incertidumbre en el abastecimiento y por lo tanto oscilaciones en el precio.
La lucha por los recursos naturales
se intensifica con el tiempo, y la «guerra climática» se proyecta como una
nueva motivación. Un informe del Bank of America en años anteriores ya
anticipaba un conflicto internacional que superaría la guerra fría, una guerra
comercial y una guerra tecnológica: la llamada «guerra climática».
Para cumplir con los objetivos
climáticos, la demanda de materias primas, especialmente minerales, aumenta
significativamente. Por ejemplo, la producción de un automóvil eléctrico
estándar requiere seis veces más insumos minerales que un automóvil
convencional, y un parque eólico terrestre necesita nueve veces más recursos
minerales que una planta de gas. El incremento en la participación de las
energías renovables ha elevado la demanda de minerales para nuevas unidades de
generación de energía en un 50% desde 2010.
Lo atractivo e interesante de esta
necesidades gira en torno a que, por ejemplo, el mayor productor de petróleo,
EEUU, no alcanza la quinta parte de la cuota mundial, Chile suministra casi la
tercera parte del cobre mundial, Indonesia un tercio del níquel, República
Democrática de Congo (RDC) el 70% del cobalto, China el 60% de las tierras
raras, y Australia aproximadamente la mitad de la producción mundial de litio.
Cuatro empresas controlan más del 50 % de las semillas del mundo, y el control
de las semillas significa en muchos sentidos el control del suministro de
alimentos. El 85% de los alimentos de EEUU son provistos por cuatro empresas
que controlaban más del 40% de la cuota de mercado. A pesar de estar
localizadas de manera específica, dan la ilusión de pertenecer al país, pero se
concentran en otro lado.
Existen diversas maneras de controlar
los recursos de un país. Aparte de la propiedad obviamente, está la gestión de
la empresa, la privatización, los contratos a largo plazo, el dominio de las
infraestructuras de transporte, la integración vertical con el procesado, el
apoyo político y financiero a un país. Lo mejor sería la vía tradicional,
recursos en el propio territorio, cuestión de suerte al hablar de calidad
geológica, pero no de la apropiación.
La República Popular es el principal
productor de oro, tiene una cuota mayoritaria en tierras raras y grafito, con
posición dominante en el procesado de las sustancias empleadas en estas
tecnologías, siendo hegemónico en tierras raras (superior al 85 %) y cobalto
(65%), 55% en litio, y una fuerte presencia en cobre y níquel, el 40% y el 35%
respectivamente. Su papel casi monopolístico en la cadena de suministro de la
industria fotovoltaica, el vehículo eléctrico y la mayoritaria capacidad de
fabricación de turbinas eólicas han llevado a definir a China como un “rival
sistémico” por la Comisión Europea
Sin embargo, en 2015 China entraba en
una etapa de menor exportación de materias primas, convirtiéndose en un gran
consumidor de metales para su propio sector industrial, compitiendo en el
mercado de fuera de China. Compañías chinas bajo su política “Go Global” (la
estrategia gubernamental que promueve la expansión de las empresas chinas en el
ámbito internacional) establecieron contratos de largo plazo, o entraron
directamente en los consejos de las empresas desde donde podían asegurar un suministro
seguro de recursos, algo que preocupaba especialmente por el bloqueo de
contratos de materias primas como el hierro.
Siguiendo con China entonces, esta se
inclinó y focalizó su inversión en el sector extractivo. Según el informe
de Peterson Institute for International
Economics (PIIE), el 73,5% de la inversión china en Latinoamérica se centró
en metales, carbón, petróleo y gas natural ¿Por qué? Para que se entienda
pondremos un ejemplo que aplica a cualquier lugar del mundo. El 69% de la
producción de cobalto se realiza en la República Democrática del Congo,
únicamente el 3,5% de la producción global tiene sede en la congoleña
corporación controlada por el estado Générale des Carrières et des Mines
(Gécamines), mientras que las principales empresas productoras en este país
pertenecen a Reino Unido y Suiza (Glencore y Eurasian Natural Resources) y
China (China Molibdenum, y Metorex). A la hora de entender el control final,
los dos principales actores en la minería del cobalto no son los dos primeros
países productores, sino la familia Glasenberg (Glencore) de Suráfrica y China.
Durante milenios, los campesinos
cultivaban y resembraban las semillas, las intercambiaban y las compartían
libremente, pero desde 1990, cuando se introdujeron leyes para proteger los
nuevos cultivos modificados genéticamente, cuatro empresas pasaron a controlar
el 50% de las semillas del mundo. Estos gigantescos monopolios dominan el
suministro mundial de alimentos y son (Bayer, Corteva, ChemChina y Limagrain),
peor aún, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura, el 75% de las variedades de cultivos del mundo desaparecieron
entre 1900 y 2000.
La geopolítica se traslada también al
ámbito agrícola, donde grandes empresas y magnates como Bill Gates adquieren
vastas extensiones de tierras cultivables en diferentes partes del mundo. La
eliminación de restricciones para la adquisición de tierras rurales en
Argentina “ARTÍCULO 154. Del Decreto de Necesidad y Urgencia del nuevo gobierno
dice: Derógase la Ley 26.737” a la nueva posibilidad de que los extranjeros
adquieran tierras rurales en la Argentina sin ningún tipo de limitaciones. Lo
que refleja la tendencia hacia la concentración de recursos agrícolas en manos
extranjeras.
El acceso y control del agua, un
recurso vital, también genera tensiones a nivel global. A pesar de que la
Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el acceso al agua como un
derecho humano básico en 2010, alrededor de 2 mil millones de personas en el
mundo aún carecen de acceso. El «oro azul» se convierte en un bien muy
preciado, recordemos que el agua para el consumo humano no es cualquier agua,
sino agua dulce, que en el planeta supone el 2,5%, y en la práctica sólo 0,5%
es utilizable; el resto es hielo en los casquetes polares. La población del
mundo desarrollado, estimada en un 12% del total, consume en torno al 80% del
agua potable. Tres países (China, India y EEUU) consumen el 28% de los recursos
hídricos
China tiene una gran deficiencia en
cantidad y calidad de recursos hídricos, por lo que está comprando tierras
cultivables en 20 países diferentes, en muchos casos, se trata de “agua
virtual”. Para tener una idea el agua virtual para conseguir una hamburguesa
puede oscilar entre los 200 y los 300 litros, en los que se incluye el agua que
ha consumido la vaca y la que ha servido para el pasto. Empresas como Coca-Cola
han recurrido a los pozos de países como la India o Latinoamérica (Chiapas), mientras que Nestlé posee alrededor de 100 fábricas de agua embotellada en
todo el mundo.
El agua es un negocio seguro, se
obtiene generalmente con bajo coste (lluvia, ríos, lagos) y se puede vender a
un alto precio a los consumidores (agua del grifo o embotellada) o sea;
insípida, inodora e incolora, pero rentable. A medida que más países en vías de
desarrollo se urbanicen, y las sequias sean habituales su demanda será aún
mayor.
La geopolítica del agua a derivado en
conflictos generados por el control de este recurso de manera cada vez más
frecuentes, y afectan a todo el planeta. Está ocurriendo en diferentes lugares,
quizás la zona caliente es el Sahel, la transición entre el Sáhara, (al norte,
y la sabana, al sur, que une el Atlántico y el mar Rojo, conflicto que remonta
a la zona occidental de Sudán para hablar de “la primera guerra del agua de
tiempos modernos”, en la que se enfrentaron los ganaderos nómadas y los
agricultores sedentarios. La pelea sobre el río Brahmaputra entre China y la
India, que nace en la región china de Tíbet y atraviesa el noreste de India
antes de desembocar en el delta del Ganges, en Bangladesh. Palestina –
Israel guerra cuyo componentes centrales es la pelea por el agua. La lista es
casi inacabable y no podíamos dejar fuera el Acuífero Guaraní, una gran reserva
natural de agua dulce que se extiende por debajo de Argentina, Paraguay,
Uruguay y Brasil (la tercera más grande del planeta) motivo de tensiones y
apetencias.
La guerra en Ucrania ha contribuido a
desestabilizar aún más las cadenas de suministro, que, aunque representan solo
una parte de las importaciones de las principales naciones, son esenciales para
muchas industrias cruciales. La adquisición de energía, alimentos, metales,
agua, semiconductores y transporte se presenta como una prioridad estratégica
para las potencias, ya que el control de estos recursos es crucial para su
futuro. La competencia por estos recursos sigue siendo un factor determinante
en la configuración de las relaciones geopolíticas y económicas en el siglo
XXI.
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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