Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V GEOPOLÍTICA Israel ante el Tribunal Internacional de Justicia acusado por genocidio… análisis de los especialistas Yuval Shany, Steve Crawshaw y Jeff Halpe
Fuente Revista Sin Permiso
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1- Es improbable que las vagas exigencias del TIJ para que Israel se ajuste a la ley se traduzcan en un cambio palpable
… por Yuval Shany. Catedrático Hersch Lauterpacht de
Derecho Internacional Público en la Universidad Hebrea de Jerusalén y miembro
del Israel Democracy Institute.
La decisión del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de dictar medidas
provisionales en el caso presentado por Sudáfrica contra Israel sobre la base
de la Convención sobre Genocidio no sorprendió a la mayoría de los observadores
veteranos del Tribunal. Aunque la mayor parte de las pruebas presentadas por
Sudáfrica en apoyo de sus alegaciones de que Israel está violando la convención
eran de carácter meramente circunstancial (basadas en gran medida en
inferencias extraídas del elevado número de muertos en Gaza, la grave situación
humanitaria sobre el terreno y las declaraciones de funcionarios israelíes que
podían interpretarse como de carácter eliminacionista), la mayoría de los
jueces no estaban dispuestos a determinar, en esta fase temprana del
procedimiento, que el caso era inverosímil.
De hecho, sólo dos jueces (Julia Sebutinde, de Uganda, y
Aharon Barak, de Israel) estaban dispuestos a aceptar la postura de Israel: que
el amplio uso de escudos humanos por parte de Hamás, los esfuerzos de
mitigación de daños por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y la
desconexión causal entre las agresivas declaraciones pronunciadas por los
políticos israelíes y las directivas reales del gabinete proporcionadas a las
FDI, hacían que el caso de genocidio sudafricano fuera poco verosímil.
En realidad, como institución que
actúa como "principal órgano judicial de las Naciones Unidas", habría
sido muy sorprendente que el TIJ se hubiera negado a intervenir en este caso de
alto riesgo, que ha atraído una enorme atención internacional, y que está
relacionado con una catástrofe humanitaria muy urgente y grave sobre la que
múltiples organismos de la ONU han expresado su extrema preocupación. Sobre
todo teniendo en cuenta que el Tribunal se apresuró a intervenir hace menos de dos años en la
guerra entre Rusia y Ucrania.
Aun así, difícilmente se puede leer
la decisión como un contundente respaldo a la caracterización jurídica
sudafricana de la conducta de Israel. El criterio de "verosimilitud de las
reclamaciones" aplicado por el tribunal a la hora de decidir si dictar o
no medidas provisionales constituye ya un criterio de prueba muy bajo y ambiguo
para las alegaciones de hecho, y el Tribunal lo enturbió aún más al sostener
que "al menos algunos de los derechos invocados por Sudáfrica" son
verosímiles, sin indicar qué reclamaciones resultan más verosímiles que otras.
De hecho, uno de los jueces, Georg Nolte, de Alemania, ha indicado que, para él, es inverosímil
que la campaña militar de las FDI se esté llevando a cabo con intención
genocida. Votó con la mayoría, declaró, porque el "lenguaje deshumanizador
y discriminatorio" utilizado por los funcionarios israelíes provoca un
riesgo de futuras violaciones de la convención sobre genocidio.
También es destacable que las medidas
provisionales más importantes solicitadas por Sudáfrica - cese de la guerra, no
agravamiento de la crisis, derogación de medidas específicas (como las que
ordenaban a los residentes del norte de Gaza evacuar hacia el sur) y facilitar
el acceso a los investigadores - fueran rechazadas por el tribunal. El tribunal
no pidió un alto el fuego, aunque se ha informado de que en los últimos
días se han producido avances en las conversaciones para
negociar una pausa temporal en los combates que permita la liberación de más
rehenes.
En última instancia, casi todas las
medidas indicadas por el tribunal pueden considerarse exigencias generales a
Israel para que no viole diversas disposiciones de la convención sobre
genocidio. Dado que Israel mantiene que sus operaciones ya se ajustan al
Derecho Internacional (incluida la investigación penal de los actos de
incitación, que ha empezado a llevar a cabo), parece poco probable que las
medidas provisionales del TIJ se traduzcan en un cambio real y palpable de las
políticas israelíes relacionadas con la guerra.
Sin embargo, hay dos contextos
significativos en los que la orden del Tribunal puede complicarle las cosas de
modo considerable a Israel, llevando potencialmente a una reconsideración de su
enfoque del conflicto. En primer lugar, es probable que la propia declaración
del tribunal sobre la plausibilidad de algunas de las reclamaciones
sudafricanas -por débil y vaga que sea- genere mayor presión política sobre
Israel por parte de sus aliados. A algunos de estos aliados puede incluso
preocuparles que la orden pueda generar para ellos un nuevo riesgo legal -aunque
remoto- de complicidad en violaciones de la convención en caso de que sigan
apoyando el esfuerzo bélico de Israel en su configuración actual. Por
consiguiente, es probable que aumenten las expectativas de que Israel haga más
en el frente humanitario, aplique un mayor grado de atención a sus operaciones
militares y avance lo más rápidamente posible hacia la finalización de la
guerra.
En segundo lugar, la orden del
Tribunal a Israel de que le informe en el plazo de un mes "sobre todas las
medidas adoptadas para dar efecto a su orden" crea una posible apertura
para la supervisión continua de la conducta de Israel en la guerra por parte
del tribunal (el TIJ adoptó una estrategia similar en un caso entre Armenia y
Azerbaiyán, en el que ha reconsiderado sus medidas
provisionales cinco
veces en dos años). Complican la supervisión en curso las nuevas alegaciones de Israel de que doce miembros
del personal de la UNRWA, la Agencia de las Naciones Unidas para Palestina -en
cuyos informes se basó el tribunal para dictar medidas provisionales-
participaron en el ataque de Hamás del 7 de octubre.
El resultado de la sentencia del TIJ
es que el escudriñar jurídico internacional de la actividad de Israel ha
llegado para quedarse, a pesar de las profundas reservas de Israel sobre las
instituciones internacionales, tribunales internacionales incluidos. Dado que
está previsto que el mes próximo el TIJ examine los alegatos sobre las
consecuencias jurídicas de la prolongada ocupación israelí de los territorios
palestinos y que el Tribunal Penal Internacional (TPI
- ICC) está investigando activamente las acusaciones de crímenes cometidos por ambas partes
en la guerra entre Israel y Hamás, sólo cabe esperar que las presiones
jurídicas y políticas sobre Israel sigan aumentando en un futuro próximo, lo
que podría reducir sus opciones militares y políticas.
The Guardian, 28 de enero de 2024
2- Israel puede hacer caso omiso de esta
transcendental sentencia del TIJ, pero EEUU y el Reino Unido no pueden
permitirse ignorarla
… por Steve Crawshaw. Redactor especializado en Rusia y Europa del Este
para el diario londinense The Independent, dirigió en el Reino Unido la ONG
Human Rights Watch y es autor de “Prosecuting the Powerful”.
Israel seguirá sin duda mostrando
desprecio al Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de La Haya en los
próximos días y semanas. “La Haya, que se vaya…”] fue la primera respuesta del
ministro de Seguridad, Itamar Ben-Gvir. Pero las medidas provisionales ordenadas hoy por el tribunal
mundial son históricas, se mire por donde se mire.
La exigencia de que Israel debe adoptar medidas para prevenir actos genocidas,
prevenir y castigar la incitación al genocidio e informar sobre sus acciones en
el plazo de un mes tendrá repercusiones, no sólo en las próximas semanas, sino
también en años venideros.
El Tribunal tiene escasos poderes de
ejecución, como han dejado claro Rusia y otros países. En sus medidas
provisionales sobre un caso presentado por Ucrania en 2022, el Tribunal pidió a
Rusia que suspendiera inmediatamente las operaciones militares, presumiblemente
con pocas esperanzas de ser escuchado. Rusia respondió exigiendo que el
Tribunal desestimara el caso "irremediablemente
viciado" (spoiler: el Tribunal no lo desestimó). Pero esa falta de
aplicación no disminuye la incomodidad política que supone para Israel…o para
aquellos que han parecido tan dispuestos a proteger a Israel de cualquier
crítica.
Hasta hace poco, el TIJ ha trabajado
en la sombra. Otras instituciones jurídicas de La Haya, como el tribunal de
crímenes de guerra de los Balcanes, que procesó al líder serbio Slobodan Milošević,
y el Tribunal Penal Internacional (TPI), que acusó a Vladimir Putin, han
disfrutado de los focos. Hasta ahora, sin embargo, aun cuando el tribunal
mundial abordara cuestiones como el genocidio en Bosnia o la legalidad de la
"barrera de separación" israelí, sus sentencias apenas ocupaban los
titulares.
Y esto ha cambiado ahora, acaso para
siempre. Las sentencias, todas ellas aprobadas por 16-1 o 15-2 –hasta el juez
designado por Israel, Aharon Barak, se alineó dos veces con la mayoría-, son
demoledoras para Israel, aunque todavía quede mucho para que se dicte una
sentencia definitiva. Mientras tanto, los gobiernos que argumentaron que el
caso de Sudáfrica era vacuo e ilegítimo tienen hoy que salir del hoyo en que
ellos mismos se han metido.
Especialmente convincentes fueron las
pruebas de incitación al genocidio, un elemento básico de la Convención de
1948. Un ex director general del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí y
otros habían hablado, incluso antes de la presentación sudafricana, de "amplia y flagrante incitación al genocidio y a la expulsión y
limpieza étnica". Pero era notable la reticencia de muchos gobiernos a
enfrentarse a esa verdad evidente.
A Benjamin Netanyahu y a su gobierno
les gusta utilizar el ataque como la mejor forma de defensa. Cuando el
secretario general de la ONU, António Guterres, criticó tanto los
"atroces" asesinatos de Hamás como la muerte de civiles en Gaza, al
tiempo que afirmaba que los primeros no se habían producido "en el
vacío", el embajador de Israel ante la ONU pidió su dimisión. Cuando el TPI, a tres kilómetros de
distancia, anunció en 2021 que estaba dispuesta a investigar los presuntos
crímenes cometidos en Gaza, Netanyahu le dijo a los telespectadores
israelíes: "El
Estado de Israel está siendo atacado esta tarde", y habló de "el
colmo de la hipocresía".
Sin duda, continuará este tipo de
lenguaje. Pero un problema para Netanyahu -y, por extensión, para muchos
gobiernos occidentales- es que millones de personas de todo el mundo ven ahora
la hipocresía y el doble rasero en un contexto muy diferente.
En 2021, Boris Johnson criticó la decisión, cautelosa y muy
demorada, del TPI de ocuparse de Gaza, alegando que un tribunal internacional
no debería investigar a los amigos de Gran Bretaña. La Casa Blanca parece
igualmente decidida a que nunca se critique a un aliado de los Estados Unidos,
del mismo modo que Rusia siempre estuvo decidida a bloquear cualquier acción
sobre los crímenes de guerra en Siria. El portavoz del Consejo de Seguridad
Nacional de los Estados Unidos no esperó al fallo provisional de los jueces
antes de calificar el caso de Sudáfrica en la CIJ
de algo "sin mérito, contraproducente, completamente carente de cualquier
base de hecho". No hace falta ser retrospectivo para darse cuenta de que
una declaración tan agresivamente proisraelí tenía mala pinta, por no hablar de
lo absurdo de ese "sin base alguna", que las sentencias de los jueces
convirtieron en un disparate jurídico.
La reticencia de Washington a
condenar los crímenes y el sufrimiento humano ha sido, obviamente, una mala
noticia para los palestinos. Aunque Netanyahu se niega a reconocer esa verdad
evidente, también es una mala noticia para Israel, cuya seguridad futura
probablemente se vea perjudicada durante muchos años por lo que hoy está
ocurriendo. Pero las implicaciones van mucho más allá de este conflicto. El
enfoque selectivo de la justicia - "hipocresía", en palabras de
Netanyahu- es peligroso para la justicia en todas partes.
De forma más inmediata, Ucrania se ha
convertido cada vez más en la víctima de una división norte-sur sin tener culpa
alguna, sino como resultado directo del doble rasero que tan descaradamente ha
quedado a la vista. Ucrania ha tendido a recibir el apoyo de los países del
norte; los palestinos, el de los países del sur. Como nos recuerdan a diario
los ataques de Rusia en el este y el sur de Ucrania -y como pude comprobar de
nuevo en persona, por ejemplo, en el pueblo de Hroza en octubre, donde 59
vecinos murieron en un ataque selectivo contra un velatorio-, Ucrania sigue
mereciendo y necesitando la máxima solidaridad. Pero, como resultado de las
acciones e inacción de los propios aliados de Ucrania, a este país le resultará
ahora más difícil reunir el apoyo necesario en sus batallas por la justicia,
incluido el tribunal por crímenes de agresión, en pro del que ha estado
presionando en los últimos dos años. Los gobiernos occidentales han convertido
este asunto en un ejemplo de "vuestras víctimas" contra
"nuestras víctimas", lo que nunca debería haber sido el caso.
En noviembre, Gran Bretaña y otros
cinco países se unieron en apoyo de un caso presentado por
Gambia contra Myanmar en el TIJ, en relación con las acusaciones de genocidio
contra los musulmanes rohingya. Hasta aquí, todo admirable. Todo lo que sirva
para presionar a la junta de Myanmar -y una sentencia contundente en el
tribunal mundial sin duda lo lograría- es bienvenido. Pero la desconexión es
flagrante, si Gran Bretaña puede llevar a cabo esa intervención sobre Myanmar
mientras se niega a abordar el hecho de que un aliado clave haya matado a más
de 20.000 civiles en sólo unos meses.
Lo más evidente es que el fallo del
tribunal mundial ejerce presión sobre Israel. Pone de relieve, con razón, los
crímenes cometidos por Hamás, que quienes critican a Israel están a veces
demasiado ansiosos por dejar de lado. Pero también sirve para recordar el punto
de partida de la propia justicia. Una justicia desigual no es justicia. No hay
nada más desestabilizador que la falta de justicia. Esto es importante en Gaza, en Ucrania y en las zonas de conflicto, desde Etiopía hasta Myanmar. Si
la sentencia del Tribunal de La Haya ayuda a los gobiernos occidentales a
comprender la necesidad de un enfoque más equilibrado, será muy valioso. Si miran
hacia otro lado, no sólo los palestinos, sino todos nosotros saldremos
perdiendo.
The Guardian, 26 de enero de 2024
3- El fallo del TIJ sobre el
"genocidio plausible" en Gaza: una victoria incompleta
Jeff Halper. Antropólogo israelí
anticolonialista, es director del Comité Israelí contra la Demolición de
Viviendas (ICAHD) y miembro fundador de la campaña Un Estado Democrático. Es
autor de “War Against the People: Israel, the Palestinians and Global
Pacification” (Londres, Pluto, 2015). Su último libro es “Decolonizing Israel,
Liberating Palestine: Zionism, Settler Colonialism and the Case for One
Democratic State” (Londres, Pluto, 2021).
Cualquier valoración de los
dictámenes del Tribunal Internacional de Justicia del 26 de enero debe comenzar
aplaudiendo sus determinaciones (1) de que las acciones militares de Israel en
Gaza entran dentro de las disposiciones de la Convención sobre Genocidio;
(2) de que los palestinos son de hecho un grupo distinto que se enfrenta al
delito de genocidio, y (3) de que es válida la denuncia de Sudáfrica de
participación israelí en un "genocidio plausible", lo que significa
que el Tribunal comenzará a juzgar a Israel por genocidio. Se trata de un
proceso que durará varios años, pero que reviste una enorme importancia.
Las propias actuaciones del juicio
tendrán un efecto inmenso en lo que es en realidad el Tribunal Mundial, el
Tribunal de la Opinión Pública, dando respaldo jurídico, político y moral a la
lucha por los derechos de los palestinos y el final del genocidio y el
apartheid israelíes. También podría impulsar el procesamiento de funcionarios y
militares israelíes por crímenes de guerra en el Tribunal Penal Internacional,
así como comenzar a exigir responsabilidades a los cómplices de los crímenes de
Israel. Si finalmente se condena a Israel por genocidio, los países que han
apoyado sus políticas o le han proporcionado armas podrían ser juzgados por
complicidad en virtud de la Convención sobre Genocidio. A escala local, casos
como el de “Defensa de Children International-Palestine y otros contra Biden y
otros”, en el que se ha demandado al presidente Biden, el secretario de Estado
Blinken y el secretario de Defensa ante un tribunal de distrito de California
por "no impedir y ser cómplices en el genocidio que se está desarrollando
contra Gaza", pueden tener muchas más posibilidades de éxito.
"El día de hoy marca una
victoria decisiva para el Estado de derecho internacional y un hito
significativo en la búsqueda de justicia para el pueblo palestino",
declaró el Ministerio de Asuntos Exteriores sudafricano. "No hay base
creíble para que Israel siga afirmando que sus acciones militares son
plenamente conformes con el Derecho Internacional, incluida la Convención sobre
Genocidio, teniendo en cuenta la sentencia del Tribunal".
Hay que aplaudir también al TIJ por
las seis Medidas Provisionales que impuso a Israel, a saber:
- Adoptar todas las medidas
necesarias para garantizar que en Gaza no se cometan actos considerados
genocidas en virtud de la Convención sobre el Genocidio.
- Garantizar que su ejército no
comete actos de genocidio
- Impedir y castigar la incitación al
genocidio
- Permitir y facilitar la prestación
de servicios básicos y asistencia humanitaria a la población de Gaza
- Impedir la destrucción y preservar
las pruebas de genocidio en sus operaciones militares, e
- Informar al Tribunal sobre su
cumplimiento en el plazo de un mes.
Todas estas medidas, más la detallada
explicación de la Corte de por qué Israel está cometiendo de hecho un genocidio
"plausible" y continuado, nos dan todo el respaldo legal para
presionar por el fin real del genocidio israelí, de forma más inmediata en
Gaza, pero sin olvidar el genocidio continuado que se está cometiendo contra
todo el pueblo palestino, ya sea en la Palestina histórica o en la existencia
continuada de los palestinos como refugiados.
La debilidad de la decisión
La sentencia de la CIJ es, por tanto,
contundente e importante, conforme avanzamos en la lucha por los derechos de
los palestinos. Sin embargo, si la analizamos desde la perspectiva de la
necesidad inmediata de proteger a los gazatíes del genocidio real que están
sufriendo en este momento -la orden urgente de imponer un alto el fuego que
pedían los sudafricanos- tenemos que sumarnos a los palestinos para deplorar la
decisión del Tribunal de no dictar esa Medida Provisional. Las prohibiciones de
todo acto de genocidio sólo pueden garantizar el cumplimiento por parte israelí
si se refuerzan con un alto el fuego impuesto. Limitarse a ordenar a Israel
"que adopte todas las medidas a su alcance para no violar las
disposiciones de la Convención de Ginebra" y que se asegure de que sus
fuerzas militares no la violan es, sobre el terreno, inoperante e ineficaz.
Mientras Israel se abstenga de cometer actos abiertamente genocidas -que ya ha
cometido y que ahora puede moderar-, las órdenes hacen poco por impedir el
verdadero fin de los efectos de los crímenes de guerra, crímenes contra la
humanidad y, sí, genocidio, que las operaciones militares en curso perpetúan.
B'tselem, la principal organización israelí de derechos humanos, está de
acuerdo. "La única forma de aplicar las órdenes emitidas hoy por el
Tribunal Internacional de Justicia de La Haya", afirma en un comunicado,
"es mediante un alto el fuego inmediato. Es imposible proteger la vida
civil mientras continúen los combates".
Muchos defensores de la sentencia del
TIJ, entre ellos la organización palestina de derechos humanos Al-Haq,
sostienen que la exigencia de que Israel ponga fin o reduzca sus operaciones
militares está contenida en la decisión sobre genocidio y en la orden de
medidas provisionales, ya que muchas de las disposiciones -poner fin a los
actos genocidas, por ejemplo, o permitir la ayuda humanitaria- no pueden
cumplirse sin un alto el fuego de facto. Escribe el abogado de derechos humanos
Robert Herbst: "En la decisión sobre genocidio y en la orden de medidas
provisionales hay, sub silentio, un requisito de que Israel ponga fin o
reduzca sus operaciones militares. Puede que eso sea equivalente o no a un
'alto el fuego', pero probablemente lograría el fin prácticamente de todas lo
que supone matar y herir de forma masiva genocida, la destrucción de la
infraestructura que aún queda, y la entrada masiva de ayuda humanitaria para restaurar
cierta medida de vida civilizada en Gaza".
Me permito disentir. Las acciones que
realmente violan las Medidas Provisionales son, por su propia naturaleza, vagas
y manipulables. Frente a la acusación de que un acto es genocida, por ejemplo,
Israel puede alegar legítima defensa. De hecho, es a la vaguedad entre ambas
cosas a lo que se debe que el TIJ no pudiera emitir la orden de alto el fuego.
Para que el "genocidio plausible" se impida de forma efectiva, las
seis Medidas Provisionales que prohíben a Israel continuar con sus acciones
genocidas debían dictarse junto con un alto el fuego inmediato. Para determinar
si se está produciendo un genocidio es necesario que exista un proceso a largo
plazo de destrucción total o parcial de un pueblo (como el violento
desplazamiento por parte de Israel de los palestinos de sus tierras y su patria
desde 1948 o la intención abiertamente genocida del sionismo de substituir a la
población palestina de Palestina por judíos y transformar un país árabe en uno
judío) o actos manifiestos de asesinato y destrucción (como los que Israel ha
cometido en Gaza hasta ahora). Pero el hecho de que el Tribunal le advierta de
que está examinando actos específicos de genocidio permitirá a Israel reducir
sus operaciones militares para abstenerse cosméticamente de cometer actos
específicos considerados genocidas sin reducir de facto la letalidad y
destructividad de su guerra en curso. Así, la matanza de 27.000 palestinos
(hasta ahora), en su gran mayoría civiles, equivale, en opinión del Tribunal, a
un genocidio plausible. Pero sin una orden de alto el fuego, y al reducir el
comportamiento genocida a "actos", Israel puede alegar que cada
matanza constituye un desafortunado "daño colateral" o un trágico
error. Se pierde el bosque del genocidio por los árboles de las acciones
individuales. Israel ya ha destruido el 70% de Gaza y desplazado a más de dos
millones de sus habitantes. Puede permitirse seguir adelante con más
"cuidado", manteniendo sus operaciones militares al nivel de "meros"
crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, lo que significa que sin un
alto el fuego las seis Medidas Provisionales no tendrá ninguna repercusión en
las operaciones militares reales.
Puede que yo sea en esto demasiado
severo, pero sobre el terreno el subtexto de la sentencia del TIJ parece ser:
te concedemos permiso, Israel, para continuar tu campaña militar en Gaza (con
sus consecuencias genocidas, aunque no se cometan nuevos actos genocidas)
siempre que a partir de ahora te abstengas de actos que puedan interpretarse
como genocidas. Es cierto que el TIJ puede revisar su decisión en el futuro,
pero en Israel se puede oír el suspiro colectivo de alivio hasta La Haya.
La prueba llegará dentro de un mes,
cuando Israel presente su informe al TIJ sobre cómo está gestionando las
medidas. La Corte podría entonces juzgar sus esfuerzos y, si los encuentra
significativamente insuficientes (lo cual en mi opinión tiene que pasar, no
obstante el sesgo), emitir una orden de alto el fuego. Eso está por ver.
Mientras escribo estas líneas, un día después de la sentencia del TIJ, Israel
ha lanzado un importante ataque en Jan Yunis, que ha rodeado con miles de
civiles atrapados en su interior, y está iniciando su avance hacia el sur,
hacia Rafah, aunque "con cuidado". No hay indicios de que la
sentencia del TIJ haya afectado en modo alguno a las operaciones militares. De
hecho, las acciones de hoy de Israel podrían considerarse una "respuesta
sionista" a la CIJ. Es esta preocupación por que la sentencia de la CIJ tenga
poco efecto inmediato sobre lo que los palestinos están experimentando
realmente lo que ha llevado a la decepción por la negativa del TIJ a ordenar un
alto el fuego.
La pelota está en nuestro tejado
La sentencia de la CIJ pone de
relieve el fallo fatal del sistema internacional de Derecho: pactos y leyes
maravillosos, bien pensados y potentes como la Carta de la ONU, la Convención
sobre Genocidio y la Cuarta Convención de Ginebra, cualquiera de los cuales, de
haberse aplicado realmente, habría provocado el colapso de la ocupación ilegal
de Israel, habría protegido al pueblo palestino y nos habría dado los
instrumentos para desmantelar el régimen colonial de Israel. En lugar de ello,
tenemos un sistema jurídico al que se le endilga un sistema de aplicación
extremadamente débil que esencialmente anula las leyes mismas.
El TIJ nos ha proporcionado un sólido
argumento jurídico y moral para impulsar nuestra campaña contra el genocidio en
Gaza, si no más allá. Sin embargo, en lo que respecta a la protección real de
la población de Gaza y a exigir responsabilidades a Israel por su crimen de
genocidio, el TIJ nos ha pasado la pelota. La pelota tendría, por supuesto, que
estar en el tejado de nuestros gobiernos. Son ellos los encargados de hacer
cumplir el Derecho Internacional, una responsabilidad que nunca han aceptado
realmente y que violan con impunidad.
Depende de nosotros asumir la
sentencia del Tribunal de que se está llevando a cabo un genocidio plausible
ante nuestros ojos y hacer lo que el TIJ podría haber hecho y no hizo: obligar
a nuestros gobiernos a imponer un alto el fuego inmediato. Debemos ser los
perros guardianes que denuncien no sólo el crimen de genocidio que supone el
ataque de Israel a Gaza, sino todos los crímenes de guerra y crímenes contra la
humanidad que Israel seguirá cometiendo, que están insertos en el propio
proceso de pacificación militar. Debemos ejercer una presión pública sobre
nuestros gobiernos -especialmente los de los Estados Unidos y Alemania- para
que pongan fin a sus masivas transferencias de armas e impongan sanciones
económicas a Israel.
Y debemos ser conscientes de que el
genocidio continúa. Más allá de pedir un alto el fuego, más allá de pedir el
fin del genocidio israelí, debemos responsabilizar a Israel de la situación
genocida que está forjando, que continuará después incluso del fin de las
hostilidades.
FIN DEL GENOCIDIO ISRAELÍ ¡YA!
¡ALTO EL FUEGO INMEDIATO EN GAZA!
LIBERACIÓN DE TODOS LOS REHENES
ISRAELÍES Y PRESOS POLÍTICOS PALESTINOS
Counterpunch, 29 de enero de 2024
Fuente: VVAA
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