Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V Argentina: la disputa del salario... por Ana Rameri y Claudio Lozano
El programa económico del gobierno de
Milei no necesita de la Ley Ómnibus y prescindiría también del DNU para
alcanzar el principal objetivo que consiste en conformar primero, para luego
consolidar con el proyecto dolarizador, un nuevo escalón más agravado de la
desigualdad. Basta con la botonera, siempre disponible para las
administraciones de gobierno, para reconfigurar por completo los precios
relativos de la economía, esto es, el valor de mercado que se le reconoce a la
función de cada actor y sector de la sociedad. Poco queda de la teoría de
los precios y su pretensión de cientificismo cuando el mercado toma la forma de
una sala de reunión en un palacio de Estado en el que sólo ingresa la parte
glotona de la relación comercial (más de las veces, relación social devenida en
comercial).
En los primeros dos meses de gobierno
quedó en evidencia la inexistencia de un blindaje institucional que impida que
en poco tiempo se pueda poner en peligro de vida a grandes sectores de la
población. La capacidad de daño que estamos asistiendo por parte la política de
económica, no sólo es la medida de la perversidad de quien ocupa hoy la
autoridad pública, sino que también es la vara de la vulnerabilidad de los
acuerdos, mediaciones e instituciones que la democracia conformó durante los
últimos 40 años de vida en democracia.
Luego de la devaluación de más del
100% en diciembre, la espiralización inflacionaria completaría en marzo el
traspaso total a los precios. Pero esa indexación de precios casi automática,
que en los términos del libertarismo vernáculo, simboliza una liberalización de
los valores de mercado tiene en su reverso una completa represión, la
contención salarial que devela una liberalización selectiva y el verdadero
objetivo del programa de gobierno de trastocar los precios relativos para
defender las relaciones de poder a favor de los propietarios de todas las
formas del capital. Relaciones de poder que, por otra parte y quizá sea lo más
curioso de este tiempo, hace mucho tiempo que no están en peligro de ser
modificadas.
La ofensiva contra el trabajo tiene
varios capítulos en la historia económica reciente y quizá lo distintivo en
esta oportunidad sea su velocidad. El gobierno de Milei, al menos en este
aspecto, no es una novedad, sino que se inscribe en una genealogía de programas
de ajuste estructural, privatizaciones y reformas del Estado. El momento
fundacional, el dictatorial, se cobró el 17,8% del salario del obrero industrial
gracias a la licuación experimentada por el Rodrigazo. Antes de la nueva
avanzada neoliberal de los ´90, el período alfonsinista y la hiperinflación
desatada a partir de febrero 1989, cuya génesis nada tuvo que ver ni con el
déficit fiscal ni la emisión monetaria, sino con comportamientos especulativos
del bloque de poder local e internacional en torno al dólar para conducir al
gobierno a una situación de estrangulamiento externo, también derivó en un
deterioro considerable de los ingresos laborales.
La década de los ´90 y la solución
monetarista para la alta inflación, sin embargo, no trajo una solución para el
poder adquisitivo de los salarios, en todo caso cristalizó los niveles mínimos
establecidos en 1991. La salida devaluadora del 2002 sí concluyó la etapa con
un colapso de salarial que en toda la década significó haber rebanado el
salario industrial en un 22%. La tercera vez que la conducción del Estado
encabeza un programa deliberado de ajuste fueron los cuatro años macristas y le
valió al conjunto de los salarios (incluyendo los no registrados y al sector
público) una pérdida del 25%.
Nuestro presente parece catalizar
este ciclo histórico, pero en pocas semanas, teniendo en cuenta que en los
primeros 20 días de gobierno, el “Caputazo”, catapultó los precios y deprimió a
los salarios en -13,2%, perjudicando aún más a la mitad de la fuerza de trabajo
que está en situación de informalidad laboral (caída del 14,2%) y a quienes
desempeñan funciones laborales en el ámbito que Milei denomina “la casta”:
los/as trabajadores/as estatales perdieron en menos de un mes el 16%.
Es evidente que el instrumento ya
clásico de la devaluación sumado al disciplinamiento por la amenaza del
desempleo son suficientes para que los programas de este tipo puedan alcanzar rápidamente
sus metas. Secuela del capítulo oscuro de nuestra historia, el terrorismo
económico, nunca ha dejado de asechar, lo que nos lleva a una pregunta bastante
intuitiva: ¿por qué hasta el día de hoy no hay representación del Trabajo -en
el sentido más amplio posible- en el directorio del Banco Central de la
República Argentina? Máxime en un país cuya experiencia parece indicar el hecho
de que, más que la devaluación afecte al salario (obvio y evidente), es a
través de la política cambiaria como se establece el valor del salario, al
menos en las condiciones actuales.
En definitiva, el ajuste del
salario equivale a una transferencia brutal de ingresos del trabajo al capital
concentrado, que considerando las referencias de precios que en los últimos dos
meses aumentaron por encima del promedio general, equivale a una ampliación de
los márgenes de ganancia del oligopolio petrolero, del sector minero, el
agronegocio, los laboratorios, supermercados y las grandes productoras de la
industria alimenticia. Y, claramente, los acreedores de la deuda pública
representan el bloque que extrae ventajas del feroz ajuste fiscal que en enero
de este año evidenció un recorte real del gasto público primario de más del 30%
interanual (los intereses de deuda crecieron en este mismo período un 140%
real).
El empobrecimiento, en alcance y en
profundidad, es evidente, aunque a nadie se le escapa que la situación era
grave con anterioridad a esta nueva política de rapiña. Veamos un poco los
números oficiales para comprender el punto de partida. Hace pocos días el INDEC
publicó la última base de ingresos del tercer trimestre del año pasado, es
decir, en el contexto de las P.A.S.O., cuando asomó el volumen electoral de
Milei y Massa concedía una devaluación al FMI del 22% para luego otorgar unas
cuantas compensaciones a los salarios y jubilaciones, pero bastante poco a los
amplios sectores naturalizadamente excluidos. Así, la pobreza quedó clavada en
torno al 41% pero la indigencia no paró de crecer y escaló del 7,8% al 11,5%.
¿Podía empeorar? Sí y
paradójicamente, incluso con cierta legitimidad social porque al malestar
general que no encontraba respuesta ni solución, se le ofreció una explicación
y una salida: el problema se lo ubicó en la emisión monetaria y la solución fue
la motosierra y el ajuste por todas las vías que existan. Engaño, claro, que
omite que en esta reconfiguración económica no se sabe precisar tasas positivas
de crecimiento económico, por el contrario, se avizora un tiempo prolongado de
estanflación (con una fuerte depresión de la economía que se estima entre el 3%
y 5% para el año corriente) porque la salida exportadora es la elegida y, de
llegar un plan de estabilización, éste consolidará un salario en dólares
similar al de la salida de la Convertibilidad.
Efectivamente, el mes de enero fue
testigo de la caída del consumo, especialmente del masivo, que como tal es
reflejo del poder de compra de los sectores medios y populares. Según la CAME,
las ventas minoristas cayeron 28,5% interanual y la estimación de las ventas de
los supermercados fue del -11%. La recaudación de IVA, en su calidad de
impuesto a los bienes y servicios al consumidor final, también cayó en términos
reales un 15,4%. Y la recaudación de aportes a la seguridad social, el
descuento legal al salario que realizan los/as trabajadores/as registrados al
sistema de seguridad, cayó en un -25,5% reflejando el colapso salarial.
Considerando este panorama y la magnitud de la regresión de los gastos de los
hogares que reflejan los datos anteriores, es posible estimar sobre la base de
la relación que en los últimos tres años se verificó entre la tasa de pobreza y
los ajustes del poder adquisitivo, que la incidencia de la pobreza se ha
expandido considerablemente en los últimos dos meses. De esta manera, al mes de
enero el escenario más moderado indica que como mínimo la tasa de pobreza se
ubicaría en el 49% y en el más agravado, en un 62% pero en conjunto,
considerando los valores intermedios, el porcentaje de personas con ingresos
que insuficientes para acceder a una canasta básica sería del 56%.
Tomando los valores promedio, lo que
surge es que de aquel 41% oficial alcanzado en las PASO 2023, el comienzo del
nuevo programa de ajuste estructural hizo saltar este indicador al 48% en
diciembre del año pasado para ubicarlo cercano al 56% en enero 2024, según
estimaciones propias (IPyPP). Esto implica que en tan sólo 50 días Milei logró
lo que a Macri le llevó cuatro años en términos de aumento de la pobreza.
El horizonte está lejos de ser
alentador. Las instancias de recomposición colectiva de los salarios vienen
siendo despreciadas a la luz de las decisiones reciente del gobierno. Quedó en
evidencia ante el rechazo de convocar a la Paritaria Nacional Docente, la
retención del envío de fondos del FONID y el fracaso en la negociación del
salario mínimo en el Consejo Salarial. Hace tiempo, desde nuestros espacios,
venimos diciendo que esas instancias y otras, se presentaban insuficientes para
dar respuesta al heterogéneo y fragmentado conjunto de la fuerza de trabajo. Pero
lamentablemente el rumbo del oficialismo fue en sentido inverso a la idea de
reactualizar ampliando las instituciones en el marco de las nuevas relaciones
de trabajo en la contemporaneidad. El centro del ataque es, efectivamente, a la
organización de quienes viven de su trabajo (sindicatos, obras sociales,
movimientos sociales, etc); minar los espacios de dialogo porque tienen claro
que la colectivización de los intereses de muchos que en la relación de poder
suelen ser la parte débil, puede sumar fuerza de disputa y resistencia.
Ana Rameri Economista.
Investigadora del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP)
Claudio Lozano Economista. Presidente Nacional de Unidad Popular y Coordinador del
Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), Argentina.
Fuente: Sin Permiso
https://www.sinpermiso.info/textos/argentina-la-disputa-del-salario
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