Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V El Falso Austríaco… por Conrado Yasenza para La Tecl@ Eñe
Fuente: La Tecl@ Eñe
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Periodismo y mercado
Los modos en que la política
argentina –y universal – se asocia con actos ilícitos e ilegales es un problema
estructural que debe ser abordado con seriedad y, en lo posible, distanciado
del impacto noticiable que rige la lógica de la maquinaria mediática. El
aprovechamiento periodístico es inevitable, lo sabemos; los oportunismos políticos
también. Políticos y periodistas tendrán que formarse mejor, leer historia y
política, mejorar su capacidad de argumentación y análisis para evitar un
declive que parece cercano. El aporte de Maquiavelo es sustancial en esa
dirección. Una síntesis sobre pensamientos complejos es siempre un riesgo.
En Maquiavelo hay tres ideas centrales para aproximarnos al tema. 1) La
Historia como herramienta al servicio del conocimiento político ligada a las
nociones de ascensión y caída (o progreso y decadencia) de las naciones. 2) Esa
decadencia o declive, Maquiavelo lo concibe como un fenómeno asociado a la
corrupción. La corrupción es entendida por el filósofo y diplomático
florentino, como un proceso sociológico colectivo de degradación que afecta las
herramientas de regulación social y política. Dice Maquiavelo del político:
«aquel que abandona lo que hace por aquello que debería hacer se precipita a su
ruina en lugar de a su provecho” (para pensar el fallido gobierno de Alberto
Fernández). 3) Maquiavelo utiliza la historia de Florencia como un
anti-ejemplo. Pensamos con él: Florencia es el rostro de lo que debemos evitar.
La ciudad del Renacimiento padecía la corrupción tanto en el plano civil
(corrupción interior) como en el militar (corrupción exterior). La corrupción
privaba a Florencia de la Libertad, es decir, le impedía un gobierno en el cual
toda la sociedad civil estuviese involucrada.
La idea de la sociedad involucrada es
clave en este tiempo de minarquistas mesiánicos que representan a las familias/grupos
más ricas del país; hablamos de Paolo Rocca de Techint; Luis Pagani del grupo
Arcor; Alejandro Bulgheroni -Bridas-PanAmerican Energy; Eduardo Eurnekian,
Corporación América; Héctor Magnetto, Grupo Clarín; herederos de Blaquier,
Ledesma; Nicolas Caputo, Mirgor; Federico Braun, La Anónima (Braun, de la
familia Braun-Menéndez, quien ante una pregunta del secretario de Redacción de
Clarín, Ricardo Kirschbaum, durante la cumbre que reunió a los hombres más
poderosos del país, al cumplirse los 20 años de la Asociación Empresaria
Argentina (AEA) dijo: “Con la inflación, La Anónima remarca precios todos los
días”); Coto (Alfredo Coto y familia) -junto a Carrefour y Cencosud representan
el 50% de las ventas del sector supermercadista (dato de CNDC); Claudio Belocopitt,
dueño de Swiss Medical Group y Medicus; Marcos Galperin, Mercado Libre.
Para beneficiar a estos grupos fue
redactada, en estudios jurídicos privados y a pedido del funcionario fantasma,
Federico Sturzenegger, la Ley Ómnibus (Ley de Bases, para La Libertad Avanza; a
la luz de los hechos ocurridos en estos días, Ley Recoleta, Ley Savoy, y, a la
fecha, Ley Combi).
La sociedad civil movilizada y
organizada es una de las garantías de conservación de la vida en común y de la
noción de libertad, que el presidente Javier Milei, quien sólo piensa en
términos de mercado, considera como una facultad natural, un estado o un modo
de ser individual. Hay que recordarle al presidente que la libertad no es
nihilismo, y sí, como dijo alguna vez Horacio González, existe una
libertad del goce efectivo de derechos. Cabe recordar que para el presidente
auto percibido anarco capitalista, la relación de las necesidades y los
derechos es un problema, porque para Milei las necesidades son infinitas y los
derechos hay que pagarlos con recursos que son finitos. Nihilismo
mercantilista; una ideología, la del presidente, que tiene algo patológico
vinculado a una zona siniestra de su alma.
Si conceptos graves que inciden
objetivamente en la vida de las sociedades quedan atorados en el ariete del
discurso periodístico comercial, que es el discurso de los intereses
económicos, no queda más que admitir con Roberto Arlt que nuestras culturas y
sociedades están regidas por la idea de “noticia”, y que lo noticiable
debe ser una mercancía a vender en el mercado de capitales simbólicos; no
cualquier mercancía, sino aquella que genere gran impacto (un Tweet o un
videíto de 3 minutos en TikTok) y aumente así las ventas de, por ejemplo, un
periódico o un portal vía el clickbait.
Hacia el final de la novela de
Arlt Los lanzallamas, la escena narrativa se desplaza hacia el espacio de
la redacción periodística. Llega la noticia, por teléfono, del suicidio de
Erdosain, el asesino de la «bizca» María Pintos. Ese asesinato ya es una
crítica hacia los efectos sociales del periodismo y hacia las patologías que
una sociedad enferma en sus circuitos culturales produce. Erdosain
ha leído en un periódico un asesinato que luego él duplicará al matar a la
bizca. Es un asesinato dostoievskiano, ejecutado al estilo de una existencia
cercada y sin rumbo, como la de Rodión Raskólnikov. La noticia llega a la
redacción sin más datos que la noticia en sí (la fórmula sumaria
del “se carece de más datos”): El suicidio. El secretario de
redacción, ante esa carencia que no importa, determina que se imprima en la
tapa: «Se suicidó Erdosain«, y remata: «Macanudo. Mañana tiramos cincuenta
mil ejemplares más». Si esto ocurre, que es lo que generalmente ocurre, los
periodistas debemos también realizar una autocrítica sobre los modos en que el
oficio se ejerce, y hacernos cargo de las patologías sociales y culturales que
ese modo de ejercer el periodismo produce.
Qué vendrá ahora, desde la política y
el periodismo, y sin subestimar la gravedad de este tiempo de cínicos y mesiánicos.
La pregunta contiene un problema: la reducción del concepto de corrupción como
un absoluto que elimina distinciones, ligado intrínsicamente a lo político.
Así, el mal mayor es el absoluto «política«, no una matriz capitalista que
propone como fin supremo la acumulación de riquezas que históricamente ha
desplegado canales y tendido puentes de corrupción financiera, especulativa,
para la reproducción y conservación de esa riqueza. Entre esos puentes se halla
el vínculo capitalismo-actividad privada -empresariado– plusvalía
riqueza – negocios-corrupción. Hay políticos corruptos como hay empresarios
corruptos o periodistas también. O si se prefiere, detrás de un político
corrupto también hay un privado corruptor-corrupto.
Esos puentes y canales, inscriptos en
la matriz de un capitalismo productor de conductas, es lo que el sistema
político y los ciudadanos debemos debatir en profundidad. Es decir, y como
planteaba siempre Marcelo Zlotogwiazda, hay que discutir la riqueza. No hacerlo
encierra un grave peligro, contiene el piolet que asesina, desde absolutos, el
sueño de una sociedad mejor. El todo social es un absoluto en sí, entonces la
corrupción fue y es K, y así se intenta decretar la muerte de una
experiencia política transformadora que también contuvo fallas y deudas; el
balance entre transformaciones y fallas/deudas es personal, aunque hay datos
para mensurar una realidad efectiva: Salario mínimo en dólares a finales de
2015: u$d 589; salario mínimo en dólares a finales de 2019: u$d 221; y más acá
en el tiempo, siempre tomando datos oficiales: Salario Mínimo: $156.000 a un
dólar oficial, en diciembre de 2023, de $847, por ende, 184 dólares; y al
31/01/2024, con un salario mínimo plantado en $156.000, sin reunir el Consejo
del Salario Mínimo, Vital y Móvil y el dólar oficial a $870, el salario fue de
U$S 179.-
Esta cuarta ola globalizadora no es
un espejo esquemático que nos devuelve la imagen reflejada de la temporada de
dilapidación noventista del patrimonio nacional. Conserva lineamientos
parciales muy similares que comparte con momentos de la historia y sus
estadios. Esas parcelas son las más visibles y refieren al daño social
colectivo que el conjunto de la población no logra internalizar, a pesar de la
trágica culminación del tercer ciclo en 2001 con el saldo de 39 muertos como
resultado del estado de sitio decretado por una democracia cerrada y
agonizante, y de los cuatro años del gobierno de Macri, la cabecera de playa o
el primer tiempo de este brutal segundo tiempo que ya demuestra ser un drama social.
Qué hay de nuevo viejo
El Estado mínimo y la desregulación
del mercado son los pilares centrales del neoliberalismo. Estos dos conceptos
pertenecen al economista vienés Friedrich Von Hayek, considerado el padre
del neoliberalismo. La crudeza de este pensamiento económico responde a la
propia crudeza de Von Hayek, quien fue asesor económico del genocida Augusto
Pinochet. Von Hayek afirmó que se sentía orgulloso de haber asesorado a
Pinochet porque prefería una dictadura a una democracia estatal. La democracia
estatal es el camino directo hacia el comunismo, afirmaba Hayek. Una idea para
linkear con qué es para Milei la democracia: Estado colectivista, comunista,
socialista; sistema de casta corrupta conformada especialmente por los
políticos. Milei ni siquiera pudo responderle a la periodista Luciana Geuna, en
una entrevista realizada en el programa Verdad/Consecuencia, que se emite por
la señal de cable comercial TN, si creía o no en la democracia.
El gobierno La Libertad Avanza no
pierde la oportunidad para declarar que el espejo en el que busca su añorado
reflejo es la economía libremercadista chilena, logro supremo del sangriento
dictador, aunque se declare anarco capitalista y se referencie en una doctrina
económica del siglo XIX. Se trata de la Escuela de Austria, o “escuela
marginalista”, creada por Carl Menger, cuyo primer oficio fue el de periodista.
Menger sostiene en su Teoría subjetiva del valor, que los objetos no valen
por el trabajo que contienen ni tampoco por su escasez, sino por su utilidad
psicológica, según las condiciones subjetivas personales a cada utilizador. No
se pueden ni medir ni comparar porque las “satisfacciones” son personales. Es
importante destacar que Menger y los marginalistas no condenaban el rol del
Estado ni clamaban por ninguna libertad, ya que de otra manera no sólo hubiera
perdido su trabajo de tutor del hijo del príncipe Rodolfo,
príncipe heredero al trono de Austria, Hungría y Bohemia, sino que
probablemente éste lo hubiera encarcelado.
Pero, en realidad Milei se referencia
en los “neo austriacos” que como lo describe Bruno Susani, doctor en Ciencias
Económicas de la Universidad de París, “no son economistas sino polemistas. Su
literatura, que devino una doctrina, condena la acción económica y social del
Estado, pero es un invento de dos inmigrantes austríacos en los Estados Unidos
a quienes la extrema derecha del Partido Republicano, en su cruzada contra
Franklin D. Roosevelt durante los años 40 del siglo XX, dio ‘cobijo y
comida’ a cambio de ideología”. (https://www.pagina12.com.ar/703170-8-a-la-escuela-austriaca-una-rama-muerta-de-la-teoria-econom)
Entonces, nada nuevo hay bajo este
terrible sol: Una economía en la cual la salud, la educación y el trabajo no
son derechos universales, sino privilegios para pocos. Una economía que todo lo
importa porque su idea no es la producción industrial. Un modelo cerrado para
tradicionales castas de privilegio. Ese es el modelo de Milei, aunque mencione
otros países como Chile, Irlanda, EE.UU. o Alemania. En una operación semántica
de remplazo lingüístico, y siguiendo el precepto Hayek, Milei prefiere una
economía de liberalización del mercado, de achicamiento/destrucción del Estado
y de restricción de derechos, a la creación de falsas ilusiones de igualdad que
generan las inclementes democracias populistas.
Lo cierto es que los rasgos
estructurales de la transformación en la matriz económica de la Argentina son
la desigualdad distributiva, la reprimarización productiva y la dependencia
financiera externa, que como correlato producen la destrucción del empleo y la
producción vía apertura de importaciones, el aumento de la pobreza y la
indigencia, el endeudamiento y la fuga de capitales, la caída del poder
adquisitivo y del consumo, y el aumento de la inflación.
Los medios ayer opositores y hoy
oficialistas funcionan como resguardo y guía del cambio de la matriz económica
y social operada en el país. Trabajan mancomunadamente con los ideólogos del
marketing publicitario, quienes han encontrado en la posverdad o las filosofías
líquidas, la pócima para definir qué es real y qué no, aunque los hechos
producidos respondan a la virtualidad artificial que construyen los romanos
senadores mediáticos.
El neoliberalismo y el odio
El neoliberalismo es el nombre falso
del capitalismo. El odio, el desprecio por la otredad, por el otro, por lo
humano, lo colectivo, lo solidario y fraterno; la condición de mercancía usable
y desechable que el capitalismo le atribuye al hombre es el verdadero rostro de
lo que llamamos hoy neoliberalismo. Ese odio – que es de clase- es
portador de una trama lingüística que organiza un modo de pensar, y que los
medios de comunicación transforman en el sentido común de una cultura uniforme.
Es la lengua del desprecio, del rechazo intenso y voraz. Es la urdimbre de una
memoria política que hoy se expresa en las construcciones gramaticales de la
inquina.
La alusión a la animalidad del mundo
plebeyo – que, en la lengua de Milei, no tiene pies sino patas – que logró
mejorar su calidad de vida, remite a las expresiones de Mauricio Macri: “Si en
invierno estás en remera y en patas, estás consumiendo energía de más», o a “La
grasa militante” de Alfonso Prat Gay. Y cómo no recordar a Javier González
Fraga y sus dichos sobre las políticas sociales kirchneristas que “le hicieron
creer a un empleado medio que podía tener celular e irse de vacaciones al
extranjero”; fueron, también, las de María Eugenia Vidal y la justificación del
aumento de un 40% en las tarifas de los servicios públicos: “Era mentira que
podían tener calefacción y electricidad sin tarifas reales”; o Juan José
Aranguren proponiendo no usar el auto si el combustible es caro; o las del
diputado radical Julián Dindart y las humillantes declaraciones
sobre las mujeres, los embarazos y los subsidios: «Todas las mujeres que
reciben la asignación por hijo buscan tener algún otro para tener un poco más
de dinero»- antes dicho por el monstruoso Miguel del Sel.
Cierro con una declaración que quizá
hoy no se recuerde mucho: la del ex secretario de Empleo del gobierno de Macri,
Miguel Ponte -ex responsable del área de recursos humanos del Grupo Techint-,
quien usó una imagen fisiológica para justificar la flexibilización laboral:
“La posibilidad de entrada y salida del mundo laboral es una esencia del sistema
laboral. Como en el organismo lo es comer y descomer”. De eso se trata el
neoliberalismo capitalista, aunque se disfrace con ropajes de vieja escuela
austríaca. Es la cara hipócrita de Jano. La gramática del asco que se exhibe
como al pasar ante el pasmo de una sociedad que no termina de comprender el
alcance del daño que se autoprodujo.
Es el capitalismo neoliberal que nos
come y que al comprobar que la grasa contiene los huesos del oscuro pueblo
que reclama de hambre y dolor, nos escupe ya no hacia la ira de Zeus, sino
hacia el vacío, la nada, el abismo.
Mientras tanto, hay un DNU vigente.
Avellaneda, febrero de 2024.
Conrado Yasenza
*Periodista. Docente en UNDAV.
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