Llevo un par de días durmiendo bastante mal, angustiado. Hace un tiempo decidí dejar suspendida la carrera de Derecho para seguir lo que me apasiona, lo que me hace feliz, la Historia y la Arqueología. Temo que en breve se vienen tiempos muy oscuros en los que van a ser necesarios muchos abogados laboralistas, seguramente otros especializados en derechos humanos también, siento íntimamente que no voy a tener un mierda para aportar socialmente. Pero como decía Fontanarrosa, las malas palabras no existen, además esta es una nota que sale del corazón y como una canción de amor de tres tonos, lo que importa es la intención.
No nos olvidemos que Menem ganó las
elecciones luego de haber volado un pueblo por el aire para cubrir el
contrabando de armas a los ustachas
de Franjo Tudman, muchos concluyeron que este inesperado resultado se debió al
voto cuota vergonzante.
Y me cuestiono, quizás sea yo el
equivocado…
-
Cuando se levantaron los servicios ferroviarios, el pueblo
nada hizo anestesiado por Neustadt, el cual desde el prime time le prometía a
su audiencia una parte de los supuestos dos millones de dólares de pérdidas
diarias.
-
Cuando se regalaron los recursos naturales como el gas, el
petróleo, el agua y las empresas públicas de servicios tampoco. Muchos siendo conscientes
de que una empresa privada jamás hubiera llevado gas o agua corriente y menos
teléfono o electricidad a su pueblito de pocos miles de habitantes aislados en
el medio de la nada, pero como ya tenían el servicio, lo consideraron un bien
adquirido y se cagaron en los demás.
-
Tal vez a la mayoría del pueblo tampoco le interesan la salud
y la educación públicas.
-
¿Y si le hablamos a un pueblo solidario e idealizado que solo
existe en nuestra imaginación?
-
¿Y si realmente los derechos por los que nuestros abuelos
dieron la vida no forman parte del interés popular?
-
¿Y si la mayoría ve el acceso a la vivienda no como un
derecho sino como otro bien de “mercado”
lo que convierte a una familia con niños o un abuelo o cualquier persona
en un “cliente”? Y como clientes, si no
tienen el dinero necesario “para consumir el bien” que duerman en la calle, como
si esto fuera elegir entre comprarse o no
una corbata nueva.
-
¿Y si ni siquiera le importa a la mayoría de nuestro pueblo que
alguien que precisa insulina o medicamentos para el HIV se muera en la vereda
de la farmacia por no poder pagarlos?
-
También me pregunto si el Partido Justicialista es o no un
lugar desde donde uno puede participar y realmente cambiar algo, ya que veo la
democracia interna del partido como bastante inexistente, tal vez por ello
aunque comparta gran parte de las ideas nunca di el paso de afiliarme.
-
¿Cual es la función de un afiliado sino la de decidir en
elecciones internas?
-
¿Donde puede el militante hacerse escuchar, dar sus opiniones
aunque sean un delirio y no sentirse un mueble o un extra como en una película?
-
Si se prometen elecciones internas que nunca llegan o que se
cancelan una noche antes y se arregla todo entre cuatro personas en un despacho
¿para qué quieren militantes aparte de hacer numero o doblar boletas? Doblar
boletas es algo que puede hacer un mono o una maquina de imprenta de esas que hacen
folletos o volverse totalmente obsoleto en caso de un cambio en el sistema ya
sea por boleta única o voto electrónico.
-
Eso espanta al electorado más joven, lo espanta antes de que
siquiera intente acercarse, según como veo yo las cosas.
-
No digo un estado de asamblea permanente, estilo trotskismo
universitario donde se discute hasta el aroma de la pastilla del inodoro, pero
tampoco el otro extremo que es la absoluta verticalidad existente en la
actualidad.
Parafraseando y pensando que la mayoría de nuestros representantes se encuentran muy alejados de figuras como Rodolfo Ortega Peña…tal vez derramaríamos nuestra sangre por un pueblo que la va a negociar por un horno microondas o el último modelo de teléfono móvil.
El clima reinante hoy permite escuchar discursos que antes
causaban vergüenza y que quienes los tenían no los recitaban en público sino
entre conocidos y ya medio bajo los efectos del alcohol. Hoy cualquier idiota se anima a vociferar como un
heladero en bicicleta que va a haber que
reprimir mucho para “garantizar el cambio”. La cagada va a ser cuando esos
muertos que no le importan dejen de ser nombres o números y pasen a ser caras y
en alguna de esas caras se vea reflejado el mismo o vea a su viejo, a alguno de
sus amigos o vecinos o a la chica que le gustaba en la secundaria y a la que
nunca se animó a decirle nada.Van a ser fantasmas que los van a perseguir de
por vida y ni con una “renoleta” cargada de merca se los van a poder borrar de
su memoria.
*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur
Comentarios
Publicar un comentario