Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 60 NO TE ENTREGUES … por Eduardo Schiel

 

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A propósito de la reseña del libro de John Steinbeck "Las uvas de ira", pero sobre todo de estos tiempos tan oscuros e impredecibles estoy tentado de compartir con ustedes unas páginas de mi libro  "NUNCA MAS NI NUNCA MENOS", págs. 81/83:

 

 ”Según las épocas, se podían ingresar algunos libros interesantes para leer. Para ello contábamos sobremanera con la ignorancia del guardia o del preso vip buchonazo, ¡¡¡viva!!! que era el encargado de la censura en la biblioteca del penal y quien autorizaba –o no - el ingreso de la lectura. Su ignorancia era nuestra sabiduría. Entonces se daba el caso que libros absolutamente triviales que tenían un título “dudoso” eran rechazados y otros “muy subversivos” eran autorizados (“Rebelión en la granja” George Orwell, “El Talón de Hierro”, obra magnífica, aunque escamoteada, del gran escritor Jack London sobre la consolidación del capitalismo macartista en la primera mitad del siglo XX y la eliminación de las disidencias sobre todo las socialistas y radicales; Mario Benedetti, John W.Cooke pasó con otros best seller como Stephen King, Marechal, Nicolás Guillén, “Artigas” de Jesualdo, “Hojas de Hierba” de Walt  Withman, y muchos otros. El gran tiempo perdido en una cárcel se puede ganar con grandes lecturas. Grandes por el volumen, incluso, que estando afuera, muchas veces no se encuentra el espacio suficiente para disfrutarlas. Como bonus track de este cautiverio obligado tuve la posibilidad y la fortuna de leer y conocer a casi todos los exponentes de la generación perdida norteamericana, John Steinbeck, Ernest Hemingway, Scott Fitgerald y a otros, como John Dos Passos, Truman Capote. Por supuesto a los autores clásicos europeos, a los autores del siglo de oro español, Don Quijote que me alegró y acompañó la vida. A los magníficos rusos como Dostoyevski (Los hermanos Karamazoff, El jugador, Crimen y Castigo), Tolstoi, con La guerra y la Paz y Annna Karenina, Puskin desde luego y La Madre de Máximo Gorki, obra que creo se inspiró anticipadamente en nuestras Madres. A la generación española del 27, a los latinoamericanos García Márquez, Cardenal, Arguedas, Vargas Llosa, Carlos Fuente, casi todos los libros de Jorge Amado, verdadero compañero de largas lecturas que me conectaba a la naturaleza, a la mejor expresión de la condición humana, pero también al conocimiento de las penurias, la explotación y la pobreza de los hermanos brasileros.Por supuesto la lectura de los escritores nacionales. Todo y siempre después de sortear muy dificultosamente la implacable censura que hacia el penal, sin criterio y sin lógica, de cada diez libros sólo entraban cinco, muchas veces los que anteriormente habían sido ya censurados o prohibidos. Designábamos a un compañero “bibliotecario” que era el encargado de seleccionar los títulos, para que los ingresen los familiares  que tenían visitas. Todo buen preso, por lo tanto, puede medirse en la ecuación entre el tiempo de su cautiverio y la cantidad de buenas obras leídas, venciendo al castigo y al verdugo. Entre esas buenas lecturas pude leer “El Príncipe” de Maquiavelo, imprescindible para cualquier militante, para conocer no tanto el “debe ser” sino también el verdadero “ser” de la política, y tantos otros… Como excepción no pude terminar “El Proceso” de Franz Kafka, porque resultaba demasiado explícito su laberíntico padecimiento burocrático torturante y el “Ulises” de James Joyce porque si bien transita en unas cuantas horas de la vida del personaje, ésas son eternas y complejas como la injusticia …. casi como la diaria condena del preso.

En cambio, el estudio del magnífico “Paideia” del alemán Werner Jaeger, sobre la cosmovisión del mundo griego -base de la civilización occidental- de la cual nos acusaba el bloque de poder dominante de querer destruir. Fue sin dudas una gran lectura, solo para estudiantes aplicados o para pacientes prisioneros.

Conforme mi pasión por las naos a vela y sus historias, gracias a la insistencia del “Bebe” (Lanfrit) con su madre, logró ingresar una hermosa edición española de las expediciones antropológicas del noruego Thor Heyerdhal con sus barcos de papiro, dosificando sus lecturas para extender en el tiempo el placer de acompañarlo en sus aventuras por los mares, como una ventanita a la libertad. Muchos años después conocí en vivo las naves Kon Tiki y Ra en su museo de Oslo, antecedentes de la expedición Atlantis de navegantes argentinos en la década del ochenta.

Todos los presos – además de grandes lectores- también son o se creen (nos creemos) poetas. Llenamos el tiempo útil garabateando algo así como poesías. En la mayor cantidad de veces con decidido contenido erótico o romántico sexista.

También burlando la censura y represión epistolar poesías sociales, políticas y revolucionarias. Yo llevaba unos cuadernitos “Gloria” de tapas azules - que vendía el penal – el cual logré conservar y sacar de los muros, que dan cuenta de ese pasado “literario”, íntimo <por lo secreto, pero sobre todo por lo irreproducible>.

Todas las noches, anunciando el instante de apagar las luces del penal sonaba un tema del brasilero Roberto Carlos, que cada vez que escucho me resurge el rechazo instintivo: “te agradezco señor un día más”… era una burla y chicana, pero también una velada amenaza de los represores. Siempre ante la embestida represiva del sistema instaurado por la dictadura hubo una acción defensiva y ofensiva de signo contrario de nuestra parte, de hombres y mujeres, aún en las peores condiciones de esa asimétrica relación de fuerzas. Esto mismo pude comprobar en cientos de testimonios que me tocó tomar, leer o revisar durante el trabajo en la Comisión. Frente a muy distintas tácticas y métodos represivos destructivos en los campos de concentración y lugares de tortura, existió esa voluntad de resistir, aún en las peores circunstancias. Con los peores torturadores y asesinos existió la voluntad de derrotar los planes del genocidio - en lo individual y en lo colectivo - tratando de evitar que ser valientes no salga tan caro. Aunque obvio es decirlo, pese a esos heroicos actos, desesperados, en combates individuales absoluta y diametralmente asimétricos, para mantener la integridad y la condición humana, en la mayoría de los casos, no se pudo lograr. Dan prueba de ello los 30.000 detenidos desaparecidos. Extraje fotocopias – que aún conservo - de la denuncia en CONADEP de las cartas desesperadas que les envía a sus hijos desde el exilio en Amsterdam (27/01/78) Tulio “Tucho” Valenzuela, que había logrado fugarse en Méjico de una patota de torturadores que lo llevó para traicionar una cita de la conducción montonera, reteniendo a su compañera Raquel Negro, madre de sus hijos, en el CCD “quinta de Funes” en Rosario, como rehén. A ella la asesinaron y luego también –cuando regresó al país - a este valiente y digno militante revolucionario. Sólo para mencionar dos testimonios en la especie, de los tantos que me impactaron en la ESMA, donde era una práctica de demolición final de un prisionero, después de la tortura infinita y para terminar de “quebrarlo”, según su nivel político en la organización Montoneros, lo llevaban frente a la presencia de Norma Ester Arrostito, una de los cuadros de conducción. La mostraban como un trofeo que resaltaba el triunfo de la dictadura sobre la guerrilla. La señalaban con voluntad de “derrotada”, envuelta en una especie de camisón, descalza, arrastrando grilletes en los pies, para que la vean en ese estado y pierdan toda esperanza en la causa. Ella sabiendo que no tenía ninguna posibilidad de vivir, aun así, siendo casi una figura etérea fantasmagórica por el estado en que la habían convertido, cuando el prisionero se acercaba, ella para  romper con todo el montaje de la operación le susurraba al oído “yo no colaboro…” según el impresionante testimonio presencial de Graciela Daleo, otra sobreviviente que pudo derrotar a sus torturadores. El otro caso – entre muchos que resulta ocioso resaltar – era el de un prisionero de la ESMA que también logró sobrevivir, Víctor Basterra (Conadep 5011) “un colaborador” que realizaba trabajo esclavo fabricando documentación trucha de todo tipo para los marinos. Pero mientras tanto - a riesgo extremo de su vida - les fue tomando registros fotográficos a todos los que pudo para carnets y credenciales falsas, sacándolos fuera  del control represivo. Ello posibilitó después tener las fotos de 73 torturadores, en el diario <“La Voz>, con sus caras, sus datos y “alias”, elementos importantes en la maquinaria del genocidio marino, que sirvió para lograr identificaciones, iniciar tempranamente los juicios y lograr condenas para gran parte de ellos (14). Estos ejemplos aleatorios representan una muestra que lo mismo que ocurría en las cárceles institucionales, en las mesas de tortura y en los campos de concentración existieron aquellos que lucharon a costa de sus propias vidas para mantener hasta el final la integridad de sus propias existencias, las de sus compañerxs y de los ideales de sus respectivas utopías de sociedades más justas, solidarias e igualitarias. LOS UNICOS VENCIDOS SON LOS QUE NO LUCHAN

 ¡¡¡ No te entregues corazón libre!!!

¡¡¡NO TE ENTREGUES ¡!!!! "

 

 


Eduardo Schiel es abogado, ex docente universitario en derecho constitucional, ensayista, miembro de la CONADEP, redactor del NUNCA MÁS, autor del libro “NUNCA MAS NI NUNCA MENOS”.

 


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