Luego de la primera vuelta electoral
uno tiene la extraña sensación de que el pueblo, en el marco de una confusión tan generalizada como manipulada, ha decidido no otorgarle la victoria y menos la confianza a
nadie. Creo que todos hemos perdido en mayor o menor medida. La sociedad ha
repartido dudas más que certezas, y esas dudas, acaso sin proponérselo de manera
deliberada, han establecido una suerte de tabla de recelos decreciente en donde
ninguna de las propuestas se exhibe confiable en tanto lo social, lo económico
y lo político.
Por un lado es evidente el
crecimiento sin pausas de una extrema derecha fascista y violenta desde
diciembre del 2015 hasta la fecha, actuando por varias vías (judiciales,
mediáticas y políticas) como colectora amenazante incitada por la reacción
plutocrática de modo evitar la reiteración de cualquier tipo de programa revulsivo
que puje con el poder real, esto ha provocado que el campo nacional y popular
acepte resignar varias de sus aspiraciones apoyando a un candidato y a un
paradigma que ciertamente no responde a ese exitoso precedente trasformador y
revulsivo que de la noche a la mañana fuera obligado a convertirse en
calabaza. En cierta forma aceptó el convite y pre-aviso conservador del nefasto Teorema de Baglini.
Como hace cuatro años hicimos con Alberto, no hay posibilidad de quiebres por más que la orientación ideológica y política que está tomando Unión por la Patria no responda a nuestra matiz de preferencia. En un horizonte en donde se perciben en alianza las siluetas, por un lado de un grupo de psicópatas y desquiciados anarcocapitalistas, y por el otro de un grupo de criminales de extrema derecha, no hay posibilidad alguna de ser neutral o en todo caso de enviar el voto a la bolsa testimonial de la utopía.
Será Massa; votaremos centro-derecha, sabiendo que votamos centro-derecha, seguramente votaremos a un proyecto con el que tendremos conflictos y críticas ideológicas profundas, por lo tanto deberemos entender que quedarán para más adelante, para otros tiempos, la razón de los matices y subjetividades, las cuales guardaremos y arroparemos, porque como alguna vez afirmó Horacio González, no es recomendable ignorar y menos rebajar a las ideas derrotadas...
La concepción política y la ideología
están en los paradigmas, en los por qué, en los para quién, no en las
herramientas, ergo, en los con qué, pues una misma herramienta puede ser
utilizada por derechas y por izquierdas, pero bajo paradigmas distintos. Por
caso un programa de subsidios puede servir para establecer políticas
distributivas o para concentrar aún más la riqueza, lo mismo ocurre con un
nuevo impuesto o con el endeudamiento. Y eso no es pragmatismo, el pragmatismo aparece realmente
cuando desparece el paradigma, las herramientas son circunstanciales y hasta
epocales. Parece que cuesta mucho que se comprenda.
Pero vayamos un poco al otro
horizonte… y aquí recurrimos a nuestro brillante analista, amigo
y compañero, Eddy W. Hooper
Primero la conclusión: Juntos por el Cambio / Cambiemos no se está resquebrajando.
Nació resquebrajado como herramienta de penetración psicológica/psiquiátrica,
en un contexto de proyecto y estrategia de dominación.
Explicación de clase media que soy:
. La derecha no es un partido, ni un conjunto de partidos. Puede, sí, ser
interpretada por una organización formalmente partidaria. Pero la derecha es un
FENÓMENO CULTURAL IRREVERSIBLE, que excede el ámbito partidista.
. La derecha no se estructura necesariamente en partidos, porque sólo la
mueven INTERESES y no necesidades. Su "modo de ser" es la
implementación de ESTRATEGIAS DE DOMINACIÓN, que pueden o no echar mano de la
figura del "partido político" o de la "alianza política".
. El campo nacional y popular genera, en cambio, ESTRATEGIAS DE
SUPERVIVENCIA, tanto política como fáctica (social, etc.). El campo nacional y
popular sólo pudo ser un continuo cultural más o menos estable cuando tuvo la
conducción de verdaderos líderes unificantes, los cuales se abocaron a la
administración de necesidades y a repeler las estrategias de dominación de la derecha,
más poderosa.
. En este contexto, los únicos escenarios en los que puede desarrollarse
el campo nacional y popular son: a) La Revolución; b) El sistema de partidos.
. Para la implementación de un esquema revolucionario, es necesaria una
reacción impulsada por la consciencia de clase. En Argentina no es posible, por
propia elección voluntaria de sus abrumadoras mayorías, fruto de una
victimización cultural reprochable y en consecuencia culpable.
. Así que a las estrategias partidarias de administración de necesidades,
la derecha (a veces, ni siquiera) opone estrategias de dominación, alimentadas
por estructuras centralmente culturales que influyen sobre el resto de los
perfiles de la vida (economía, relaciones con el entorno, garantías de
estabilidad de las diferencias).
. Todo ello conduce a pensar que Juntos por el Cambio / Cambiemos fue una
herramienta de momento, nacida como estrategia de dominación de una derecha
que, por diversas causas, eligió desde principios de siglo acceder al poder
formal a través de vías constitucionalmente previstas.
. Y tampoco es que la derecha "se reacomoda", como pensé alguna
vez. No se reacomoda, porque nunca se "desacomodó" ni se
"desacomodará".
Los lazos que unen a sus protagonistas son mucho más fuertes y estables
que la suma de los vínculos de pertenencia presentes en CUALQUIER partido
-administrador de necesidades- que no sea un movimiento. Además, precisamente
por su origen cultural, esos lazos se accionan y desarrollan inmediatamente
como devenir o reacción "natural".
. La derecha está actuando, ahora despojada de su "vestido
partidario", unida en la eternidad dominante como desde el medioevo
europeo e identificada luego en la Revolución Francesa; la misma que generó un
cuarto de siglo después la Restauración monárquica y que heredamos con nuestra
Revolución Burguesa (o Golpe de Estado) del 25 de mayo de 1810.
.El Pacto Macri-Milei es, entonces, una estrategia de dominación frente a
un mesiánico que sólo posee estructura cultural para administrar necesidades.
. Para finalizar, este texto no tiene ninguna intención crítica: es una
descripción posible de los fenómenos que están más allá de la individualidad.
. Es sólo que tengo la necesidad de decir que no hay pulverización de
ninguna cosa: lo que hay es el desmantelamiento de una cáscara organizativa
pensada para ganar voluntades imperfectas, porque la derecha moderna únicamente
hace uso de la fuerza cuando detenta el poder formal.
Es verdad. Ya no es Milei. Es Macri al frente de la alianza reaccionaria que sin tirar un tiró le robó el partido. Si las fracturas internas, por un lado y por el otro, se trasladan a sus bases Massa será presidente, si se juntan como en el 2015 la cosa puede terminar nuevamente muy mal.
ResponderEliminarDebido al giro peronista hacia la centro derecha como dice la nota en la cual coincido, los Radicales tenemos la oportunidad de reinventarnos y volver a nuestras fuentes progresistas, alejarnos de Macri y toda esa lacra y tener identidad propia de acuerdo a las bases fundacionales, así vamos a ocupar nuestros espacio de origen y un lugar vacante del espectro político
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