Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 58 "Tenían razón nuestros abuelos y bisabuelos tanos y gallegos laburantes: NO HAY QUE SER CURIOSO"… por Eddy W. Hopper

 

Gráfica: Antonioni y la Trilogía de la Incomunicación. N° 1: L'AVVENTURA (1960)

 

 

Para una Historia de la Clase Media Universal dejo esta diadema que he encontrado en el traductor online.

Hay quienes coleccionan dientes, estampillas, plata, derrotas. De niño y adolescente yo coleccionaba revistas de historietas (agarré la época en que el ambiente vernáculo comenzó a llamarlas "comics", un apócope de la expresión "comic strip", que así se concebía a la historieta -sólo en su dimensión de comedia o chiste- desde el Yellow Kid hasta más o menos la Primera Guerra Mundial. Bueno, mis amigos que verdaderamente conocen las historietas lo saben).

Desde la aparición de Internet y ante aquellas primeras conexiones "dial up" a valor de pulso telefónico que hacia el 2007 ya eran bastante accesibles, me maravillé con la cantidad de películas que hay flotando en la red; aun así, por entonces, cada una tardase 4 días o una semana en bajar. Es que "afuera" (en el mundo de los vivientes) la oferta era deplorable: mucho Suar, demasiada muestra del estilo "Canto a la Vida"; mucha clase media que ponderaba que "si pago una entrada, quiero c*garme de risa un rato, no ponerme a llorar" y así.

Dentro de la compu, en cambio, pervivían - en mi ilusión, para SIEMPRE - el niño tremendo de Les Quatre-Cents Coups, la Trilogía de Antonioni (L'Avventura - La Notte - L'Eclisse), la Trilogía en blanco y negro de Leonardo Favio (Crónica - El Aniceto - El Dependiente), la impresionante producción de ciencia ficción norteamericana de los 50, su contrapartida rusa (Solaris, Stalker; y también El Viaje Cósmico de 1935, Aelita, El Cielo Está Llamando de 1959...); incluso una COPRODUCCIÓN YANQUI-SOVIÉTICA de Ciencia Ficción en plena Guerra Fría, sólo lograda por el genio de Roger Corman: Viaje al Planeta Prehistórico, del año 1965).

Y más, mucho más en cine mudo: TODO Victor Sjöström, precursor y genio del cine sueco; Häxan, John Ford silente, Murnau, FRITZ LANG, Carl Th. Dreyer, David Griffith; y aun la prehistoria del cine argentino: La Quena de la Muerte, La Revolución de Mayo, Juan Sin Ropa; en fin, miles.

¿En qué lugar iba a ver esas maravillas, TAN alejadas del gusto y las inclinaciones prevalecientes? (¡Fassbinder!, ¡Bo Widerberg! ¡Torre Nilsson (TODO Torre Nilsson)! ¡Christensen!). Probablemente, NADIE tuviera la culpa de ese olvido de lo mejor: era A MÍ a quien no le gustaban "bodrios para ciudadanos honestos" del tipo "Un Marido para mi Mujer", "El Niño con el Pijama a Rayas", la saga de Star Wars; incluso la saga de Batman (a salvo esa en la que está el Guasón de Heath Ledger, que pagó con la muerte la herejía de haber hecho una de las mejores actuaciones de la Historia del Cine en una película que de antemano sabía iba a ser para el pochoclismo generalizado). Así que comencé a bajar a lo Perro Santillán; y ahora tengo un bloque contundente de 13.000 películas agolpadas en más de 30 terabytes, cada una con sus subtítulos y......catalogadas.

Fue precisamente en el ámbito de esta santa tarea de catalogar (que ya llevó MUCHÍSIMAS HORAS, DÍAS Y AÑOS de mi vida, y que podría destruirse en SEGUNDOS), que quise saber qué significaba en japonés la expresión "Shirikurae Magoichi", título de una película japonesa de 1969, dirigida por un tipo que descubrí como gran realizador de sagas guerreras llamado Kenji Misumi. Busqué entonces cómo se escribía ese título en japonés, y parece que se escribe así: "尻啖え孫".

Claro, eso figura en la Internet Movie Data Base (IMDB), que es el sueño de todo aficionado: un fichero completísimo de los datos de todas las películas que HAY y HUBO; y también HABRÁ en los próximos años. Yo estimo que algún empleado infiel, que se toma a risa la triste naturaleza humana, que conoce el japonés y que se quiso burlar de nosotros, colocó la expresión que se ve en la imagen. Un genio del tipo de aquellos niños que le cambiaban a Bart Simpson algo parecido a "16.000 millones de picocentilitros de mí malteada por tu almuerzo"; y al final le terminaban dando una gota contra toda la comida de Bart. Así fue que caí en la trampa sornástica del que sabe más que yo, y así también lo quiero compartir con ustedes.




Mis bisabuelos que bajaron de los barcos tenían razón: no hay que querer saber, hay que trabajar; y si no, hay que jorobarse. La curiosidad mató al gato. Por lo mismo, no culparía a nadie que NO TUVIERA CURIOSIDAD de leer todo esto que acabo de escribir. Sería un SABIO, a la manera de nuestros mayores.

 


*Eddy W. Hopper. Abogado






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