Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 58 Monedas Digitales de los Bancos Centrales… por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/
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Si quieres conocer el valor del dinero,
trata de pedirlo prestado
(Benjamín Franklin)
Con el advenimiento de la tecnología
y, sobre todo, con posterioridad a la crisis del 2007/8 -que sirvió como
catalizador-, las nuevas formas de dinero han tomado un sinnúmero de
denominaciones: dinero virtual, moneda digital, dinero electrónico, criptomonedas
privadas y públicas… Las criptomonedas –denominadas así porque utilizan
criptografías- cuentan con diversas características diferenciadoras respecto a
los sistemas tradicionales: no están reguladas ni controladas por ninguna
institución ni requieren de intermediarios en las transacciones, se usan una
base de datos descentralizada, un registro contable compartido
-llamado blockchain-, etc.
Las criptomonedas no cumplen con los
usos que tradicionalmente se les otorga a las monedas: unidad de medida, medio
de pago, reserva de valor. Tampoco cuentan con el respaldo de un Banco Central
u otras autoridades estatales por lo que no están cubiertas por mecanismos de
protección al cliente como un Fondo de Garantía de Depósitos. Tienen gran
volatilidad, por lo que no son confiables en la actualidad como reserva de
valor, tampoco son unidad de cuenta porque no existen balances expresados en
criptomonedas y, desde el punto de vista transaccional, como medio de pago, son
bastante limitadas.
Estas definiciones nos llevan a
pensar si en la actualidad, los bancos centrales tienen la capacidad,
conveniencia o beneficios en eliminar el efectivo y volverlo virtual. Es decir,
no nos interesan las criptomonedas privadas, sino las públicas. El mundo
financiero y su realidad parecerían encaminarse a esta lógica. De hecho, las
tarjetas de debido y crédito operan como mecanismos virtuales, algunos medios
de pagos digitales bancarios, diferentes billeteras virtuales nos permiten
realizar compras con beneficios, pero en esos casos, a través de un banco.
Estos bienes económico digitales con
propiedades dinerarias son los que vamos a explorar. Aunque es atractivo
explicar las consecuencias de poner en práctica una moneda virtual e imaginar
los resultados en la lógica financiera actual, también es necesario darnos
cuenta que, la implementación de estas criptomonedas públicas denominadas
Monedas Digitales de Bancos Centrales (MDBC) no sólo tiene algunas o varios de
los atributos del dinero fiduciario, sino también, intentan posicionarse como
una alternativa en la guerra de divisas que evite las sanciones experimentadas
por algunos países a través de SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial
Telecommunication) sociedad que establecer procesos comunes y estándares para
las transacciones financieras con dominio estadounidense.
Tras la Segunda Guerra, se puso en
marcha un nuevo sistema monetario mundial liderado por los Estados Unidos que
consagró el dólar estadounidense como única moneda convertible en oro, por
lo tanto, como única divisa internacional en Bretton Woods. Lo que se dio a
llamar dinero fiduciario, del latín “fidare” que significa “confiar”. El 15 de
agosto de 1971 Richard Nixon acaba con la convertibilidad del dólar y le ponía
fin al patrón oro mundial. Nace lo que el ministro de finanzas francés, Valéry
Giscard d’Estaing, acuñó con el término «privilegio exorbitante” La razón era
simple: no había alternativa al dólar.
En la práctica, Estados Unidos puede
crear un billete de 100 dólares para poder adquirir bienes valorados por ese
importe a cualquier otro país. Mientras que el resto del mundo no puede
imprimir esos 100 dólares, sino que los tiene que producir, mediante un bien
por ese valor. Es decir, EEUU, puede sencillamente consumir y pedir
prestado al resto del mundo más allá de sus medios a medida que los
extranjeros adquieren dólares estadounidenses.
Pero hay más, en 1973 se funda en
Bruselas el sistema de pagos SWIFT, también llamados de transferencias
internacionales. Esta organización que nuclea a 212 países y 11.000
instituciones bancarias, instituciones comerciales, corredoras de bolsa y
agentes de sociedades de valores, sistemas de compensación, instituciones de
administración de inversiones y muchos otros. Es básicamente, un entramado
global de bancos que tiene a cargo una red internacional de comunicaciones
financieras entre bancos y otras entidades. Para las transacciones con el resto
del mundo se necesita el BIC (Bank Identifier Codes) generado por el SWIFT, que
permite el control por parte de EEUU.
SWIFT
posee y administra el sistema BIC, lo que significa que puede rápidamente
identificar un banco y enviar un pago de manera segura o anularlo. Entonces la
red puede ser usada para comunicar una orden de pago de forma rápida y segura.
O si EEUU impone una sanción, ninguna empresa, proveedor o persona podrá
depositar, pagar, o retirar dinero, lo que hace que las inhabilitaciones americanas
a personas, compañías o países tengan impacto real.
Una encuesta publicada a principios
de este año por el Banco
de Pagos Internacionales (BPI) encontró que 53 de 66 bancos centrales,
es decir el 80% estaban considerando monedas digitales. Desde el 2018 el uso
del efectivo físico se encuentra en declive, pero al parecer no sólo su desuso
está inclinando la balanza de los bancos centrales a repensar las monedas. La
transición inter-sistémica en un mundo multipolar sin una moneda de reserva
natural puede estar más cerca de lo que piensan muchos comentaristas y también
sus consecuencias.
¿Por qué querrían las autoridades
sustituir el dinero en efectivo por una variante digital? Entre otros motivos,
la logística del efectivo es cara (emitir, distribuir y retirar efectivo
requiere una infraestructura costosa, ventanillas bancarias, cajeros
automáticos, etc.), el dinero se deteriora con el tiempo, es sucio y transmite
enfermedades, en este momento agravado en pandemia, genera delitos (robos) y
falsificaciones, entre otras cosas. Una variante digital sería más eficiente,
más limpia y más segura. Además, la guerra de divisas o la geopolítica de las
sanciones financieras juegan un papel central en el interés de esta
sustitución, veamos un ejemplo de gran imaginación pero que describe una parte
del debate a futuro.
La
guerra de divisas: una simulación de crisis sobre la Seguridad Nacional.
En un futuro no muy lejano, China se
convierte en la primera gran economía en emitir una moneda digital de banco
central (MDBC). El desarrollo pasa en gran medida desapercibido al
principio, ya que los pagos en China ya están altamente
digitalizados. Corea del Norte prueba un misil nuclear que demuestra
avances significativos en su programa nuclear. Los analistas creen que
esta arma nuclear tiene poder intercontinental para alcanzar a los Estados
Unidos en poco tiempo de desarrollo. La simulación incorpora el
financiamiento del desarrollo del misil a través de la moneda digital china,
que las autoridades estadounidenses no pueden rastrear, fuera del
SWIFT. Poco después, los países que quieren escapar de la supervisión y
las sanciones de Estados Unidos, como Rusia, Cuba, Venezuela e Irán, comienzan
a emitir sus propias monedas digitales.
China opera cada vez más sin
efectivo. En 2020, las transacciones sin efectivo ascendieron a 49 MM de
dólares, lo que representa cuatro de cada cinco transacciones de pago. El
gobierno ha dado un gran salto en tecnología financiera y está listo para
extender la prueba de su moneda digital llamada Pago Electrónico en Moneda
Digital (DCEP o “yuan digital”).
Ahora, dependiendo de los objetivos,
el dinero en efectivo es un tipo de activo muy particular que aglutinaría a
cuatro características fundamentales. (I) Se intercambia entre pares (sin
conocimiento del emisor), (II) es universal (cualquiera puede tenerlo); (III)
es anónimo y (IV) no devenga intereses.
Dada estas características y los
objetivos económicos se pueden imaginar cuatro propósitos que tendrían los
bancos centrales para emitir dinero digital. 1) Mejorar el funcionamiento de
los sistemas de pago al por mayor, 2) reemplazar el efectivo por un medio de
pago más eficiente, modelo chino, 3) mejorar los instrumentos de la política
monetaria, 4) reducir (o incluso eliminar) la probabilidad y el impacto
desestabilizador de las crisis bancarias.
El banco BBVA en su documento de
trabajo N.º19 “Monedas digitales emitidas por bancos centrales:
características, opciones, ventajas y desventajas” realiza un análisis más
pormenorizado de los temas expuestos, donde las opciones pueden combinarse de
diversas maneras para generar diferentes modalidades de intervención del Banco
Central en la creación de moneda. De las opciones expuestas, las tres
últimas son las más disruptivas y por ende más atractivas o seductoras para
analizar.
La primera medida, la de mejorar el
sistema de pagos mayoristas tiene que ver con alternativas de fiabilidad de los
bancos centrales con las transferencias. No tiene sentido discutir la bondades
de las compensaciones de transferencias entre Liquidación Bruta
en Tiempo Real (LBTR) utilizadas hoy por los bancos centrales o DLT de
bloques tipo blockchain utilizadas por las criptomonedas. Este último formato
no necesita intermediario. Para quien le interese puede buscar las diferencias
de las alternativas y sus costos en la red o en los links expuestos. Las
criptomonedas como no necesitan intermediario tienen un costo menor. En El
Salvador una de las justificaciones para la aceptación de criptomonedas se basa
en la menor comisión en el envío de remesas desde el exterior.
La opción dos, la de sustituir el
dinero en efectivo por uno virtual quizás sería la que más rápido pareciera
instituirse. Los incentivos para que los bancos centrales desarrollen este
nuevo tipo de efectivo pueden mejorarse si se considera que la competencia de
las criptomonedas constituye una amenaza para el sector privado. El principal
problema aquí es el anonimato. Una cosa es emitir billetes que, por su propia
naturaleza, es anónimo -es decir uno va a la feria y paga en efectivo, nadie
sabe tu nombre ni el del vendedor- y otra muy diferente es que el Banco Central
emitan un medio de pago digital que deliberadamente sea anónimo y que, por lo
tanto, sea un canal de pagos ilegales y de actividades delictivas. Por esta
razón, la mayoría de los bancos centrales consideran que, en caso de emitir, lo
harían según la modalidad de cuenta bancaria como en la actualidad.
La tercera opción “nuevas
posibilidades para la política monetaria” es más utilizada en el primer mundo.
En la reciente crisis, los bancos centrales reaccionaron con una agresiva
expansión monetaria, con mayor profundidad ante la pandemia, pero con tipos de
interés cero o negativos. A los bancos centrales les resulta más difícil
expandir la liquidez con tipos de interés negativos, sobre todo, porque la
gente querrá quedarse con el efectivo si el interés está por debajo de cero.
Pero si podrán expandir la liquidez a las empresas para crear nuevas burbujas de
manera directa o generando créditos a tasa cero, que tendría que ver con la
atractiva cuarta opción.
Si el objetivo de crear moneda es
reducir o eliminar la probabilidad de las crisis bancarias, entonces los
ciudadanos tendrán que abrir una cuenta en el Banco Central, identificada como
en el caso de los depósitos bancarios. De acuerdo con la lógica de esta
propuesta, las crisis bancarias son el resultado que la expansión crediticia
creada por los bancos. Estos son instituciones apalancas e intrínsicamente
frágiles. Si los bancos centrales ofrecieran depósitos a la población en forma
de moneda digital, la provisión de pagos se desvincularía de la provisión de
crédito y, según esta lógica, se evitaría la mayoría de las crisis bancarias.
De acuerdo con este punto de vista,
la tecnología ofrece ahora la posibilidad de desvincular la generación de
depósitos de la provisión de crédito; lo cual no es verdad ya que siempre se
pudo hacer -según los neo-keynesianos-, pero con los depósitos en el banco
central transformando radicalmente el papel de los bancos comerciales y de los
bancos centrales. Al estar los depósitos en el BCRA, las corridas cambiarias
serian imposibles.
Existen varias alternativas en esta
línea de propuestas: los bancos se transforman en entidades de crédito que
captan sus recursos en el mercado. En otras, compiten con los bancos centrales
por los depósitos. Lo que es cierto es que las redes de seguridad, como el
seguro de depósitos y el papel de los bancos centrales como prestamistas de
última instancia serían redundantes y podrían eliminarse o reducirse
significativamente.
Lo más interesante de esta opción, es
lo que los bancos centrales podrían hacer con el dinero depositado. Préstamos
al gobierno o compra de deuda pública. De este modo se abriría la posibilidad
de una financiación del sector público. Deposito en cuentas de particulares
ante expansiones fiscal, por motivo de pandemia, por ejemplo, sin utilizar.
Compra de reservas, préstamos a entidades financieras para desarrollo. Se
abriría una gran ventana de opciones.
Por su parte, en la guerra de
divisas, el gobierno estadounidense impone sanciones económicas a los países
que no actúan según el orden que EEUU. Países como Rusia, Irán, Libia, Corea
del Norte y Venezuela han sido sancionados económicamente e impedidos de usar
el sistema SWIFT quedando con ello imposibilitados de importar y exportar en el
mercado internacional formal: ninguna institución financiera del mundo puede
facilitar transacciones monetarias con estos países.
Tanto Rusia y China vienen
implementando mecanismos para impulsar y desarrollar sus transacciones
comerciales en sus propias monedas: rublos y yuanes. Ambos han reducido
significativamente sus reservas internacionales denominadas en dólares y las
viene reemplazando por oro, euros y yuanes. Así también, Rusia, China, India,
Irán y Turquía vienen proponiendo una red financiera global alternativa al
SWIFT para evitar el control estadounidense. Las monedas virtuales con respaldo
de los bancos centrales podrían ser una alternativa, para escapar y comerciar
con medios de pagos acordados por los gobiernos en lo que será central en el
futuro, acuerdos comerciales en monedas propias y si son digitales mejor.
Lo que queda por estudiar son los
niveles de señoreaje que perderían los gobiernos con estas emisiones. Y a pesar
de que, el dólar no ha modificado el nivel mundial en su demanda, también queda
por ver, si su hegemonía sigue viva.
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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