Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 57 ECONOMÍA Psicótico bypass neoconservador en Ucrania… por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
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La guerra de Ucrania es la mejor inversión
en defensa estadounidense en toda su historia
(Mitt Romney)
El argumento establecido para la
guerra de Ucrania comenzó a modificar su rumbo desde diciembre del 2022 con
exóticas intenciones de eventuales conversaciones de paz. Algunas alertas
fueron más notorias que otras, yo diría que los papeles del Pentágono llenan el
concepto de inverosímil. La cumbre de la OTAN en Lituania mostró un retrato de
los medios occidentales acerca de “la soledad del presidente ucraniano Volodímir
Zelenski”, todo un titular tendenciosamente ilustrativo, más aun cuando éste se
debatía tratando de poner el valor a los soldados caídos en combate. Una
retorcida y sombría negociación, de toma y dame, dentro de una perturbada
distribución de roles donde los muertos los pone Ucrania a cambio de
financiamiento y suministro bélico. ¿Cuánto vale cada muerto? Dependiendo de la
cuenta, entre 100 o 150 mil dólares.
Unos días después, Stian
Jenssen, jefe de gabinete y hombre de confianza de Jens
Stoltenberg (actual Secretario general de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte, OTAN), aseguraba en un evento en Noruega que una solución para
poner fin a los 18 meses de guerra podría ser que «Ucrania ceda territorio y
recibir a cambio la entrada en la OTAN«, algo así como una instantánea de la
actualidad.
Es verdad que los objetivos de la
crónica occidental cambiaron, lo que sorprende no es su giro, sino que
discusiones antes ocultas al público sean expuestas sin diplomacia, como una
simple ecuación de costo-beneficio, la cual, como argumento, no deja de ser
espantosamente innegable. El Center for European Policy
Analysis (CEPA) y
el senador por Utah, y antiguo candidato republicano a la presidencia
estadounidense, Mitt Romney, afirmaron, en diferentes periodos de tiempo, que
la cantidad gastada por Estados Unidos para financiar el régimen de Kiev, desde una perspectiva de rentabilidad, con aproximadamente el 5.6% de todo
el presupuesto de defensa del país, es la mejor inversión en defensa
estadounidense en toda su historia.
El senador amplió la lógica de su
razonamiento detallando algunos puntos que son el pensamiento de gran parte del
establishment político–militar de su país. La guerra no se libra cerca de la
frontera estadounidense, se lleva a cabo a 9.156 kilómetros de distancia, en
otro continente. Muertos, heridos, refugiados, ciudades y pueblos desbastados,
no son americanos. En total, la administración Biden recibió la aprobación del
Congreso para 40.000 millones de dólares en ayuda para Ucrania en 2022 y ha
solicitado una ampliación de otros 37.700 millones de dólares para 2023 con un
presupuesto total de defensa de 860.000 millones.
Estas sumas resultan insignificantes
cuando se comparan con un presupuesto total de defensa de Estados Unidos, unos
715.000 millones de dólares para 2022. La asistencia representa el 5,6% de su
gasto total de defensa. Rusia es el principal adversario de Estados Unidos,
un rival de primer nivel, no muy lejos de China, su principal rival
estratégico. En términos fríos y geopolíticos, según los neoconservadores,
esta guerra brinda una excelente oportunidad para que Estados Unidos erosione y
degrade la capacidad de defensa convencional de Rusia, sin tropas sobre el
terreno y con poco riesgo para las vidas estadounidenses.
Las fuerzas armadas ucranianas ya han
matado o herido a más de 100.000
soldados rusos, la
mitad de su fuerza de combate original. Pérdidas confirmadas de vehículos
blindados, incluidos miles de tanques, piezas de artillería, aviones y
helicópteros y algún buque de guerra. El gasto estadounidense del 5,6% de
su presupuesto de defensa para destruir una parte de la capacidad militar
convencional de Rusia parece una inversión absolutamente increíble, aunque los
datos no sean del todo exactos, el razonamiento sigue siendo válido.
Si dividimos el presupuesto de
defensa de Estados Unidos en función de las amenazas que enfrenta, a Rusia tal
vez se le debería dedicar un gasto del orden de 100.000 a 150.000 millones de
dólares. Es razonable que el ejército estadounidense desee que Rusia siga
desplegando fuerzas militares para que Ucrania las destruya. Mientras tanto,
reemplazar el equipo destruido y mantenerse al día con la nueva carrera
armamentista que ahora ha desencadenado con Occidente seguramente terminará
llevando a la economía rusa a la quiebra; especialmente una economía
sujeta a agresivas sanciones occidentales.
Ninguna de estas reflexiones sucedió,
las municiones y suministros de la OTAN colapsaron, el gobierno de Putin está
cada vez más firme, la ofensiva ucraniana es una ironía que comienza a
manifestarse en una serie de datos poco gratos para Occidente. Los muertos
ucranianos son 400.000 en una población de tenía 43.8 millones de personas y
que hoy no alcanza los 25 millones. De seguir así, al finalizar la guerra será
un estado fallido, donde faltarán brazos para su reconstrucción, financiamiento
para transformarlo y atractivo para invertir. Del lado americano, se olvidaron
de un detalle no menor, las primarias en 2024.
El apoyo a la guerra de Ucrania por
parte del público estadounidense ha caído drásticamente. La mayoría de los
estadounidenses se oponen a que el Congreso autorice fondos adicionales para
apoyar a dicha nación en su guerra con Rusia, según una nueva encuesta de CNN, realizada el 4 de
agosto. En
comparación, otro sondeo, llevado a cabo en los primeros días de la invasión
rusa, a finales de febrero de 2022, encontró que un 62% sentía que Estados
Unidos debería haber hecho más. En la actual, el 55% dice que el Congreso de
Estados Unidos no debería autorizar financiación adicional para apoyar a
Ucrania, mientras que el 51% dice que Estados Unidos ya ha hecho lo suficiente
para ayudar a Ucrania.
Una muestra a futuro fue el debate en
Milwaukee de los candidatos republicanos, al que Trump, el candidato con mayor
intención de votos, no se presentó. La idea que rondaba en los medios tenía que
ver con las preguntas del debate con respecto a Ucrania y qué actitud tomarían
los candidatos hacia el apoyo de Estados Unidos. Algunos pidieron la eliminación o reducción de la ayuda
estadounidense, mientras que otros hablaron enérgicamente a favor de ampliarlo.
Lo cierto es que un panorama de estas características no es bueno ni para
Europa ni para Ucrania. Menos aún para los demócratas, cuyas primarias pueden
resultar atadas a los vaivenes de una guerra.
Según el Financial Times, la
financiación de la Unión Europea para apuntalar a Ucrania también está en
problemas por desacuerdos entre los estados miembros, con preocupaciones sobre
presupuestos nacionales con costos crecientes que amenazan el flujo de apoyo
financiero a Kiev. La disputa prepara el escenario para lo que se espera sea
una de las negociaciones de la UE más tensas en lo que queda de este año.
En junio, la comisión
europea estableció un complemento de 66.000 millones de euros para el presupuesto 2021-2027,
que fue financiado por los estados miembros. Bruselas ha propuesto por
separado 20.000 millones de euros para el suministro de armas a Ucrania. Es
decir, la solicitud es de un paquete de 86.600 millones, donde se dediquen
19.000 millones de euros para cubrir costos de
intereses inesperadamente altos sobre el endeudamiento conjunto de la UE, alrededor de 2.000 millones de
euros para aumentos de costos administrativos, incluidos aumentos salariales
para los funcionarios, 15.000 millones de euros para gastos relacionados con el
aumento de la migración y la financiación para países externos, y 10.000 millones
de euros para iniciativas.
«Todos queremos ayudar a
Ucrania, no hay renuencia a hacer lo que se nos pide, o incluso a hacer
más si es necesario«, dijo un alto diplomático de la UE.
Extraña frase. Como
si el problema del financiamiento fuera poco, el controvertido presentador
estadounidense Tucker Carlson viajó a Budapest para entrevistar al primer
ministro húngaro, Viktor Orbán,
para su programa Tucker on X. La guerra en Ucrania fue uno de los temas
principales de la entrevista de media hora. Una de las preguntas fue sobre su
reacción ante la destrucción del gasoducto Nord Stream: “Nosotros, los
húngaros, dejamos claro de inmediato que hay otro gasoducto, no el Nord Stream,
sino el South Stream, a través del cual fluye gas desde Rusia a lo largo
del corredor sur: Turquía, Bulgaria, Serbia, Hungría.”
“Junto con el Primer Ministro de
Serbia, hemos dejado muy claro que si alguien quiere hacer con el corredor sur
lo mismo que se hizo con el corredor norte, lo consideraremos un casus
belli, un ataque terrorista, y lo haremos responder inmediatamente.” El
primer ministro húngaro afirmó que ya se ha perdido la oportunidad de incluir a
Ucrania en la OTAN: “Esta ventana de oportunidad ya se ha cerrado. No
podemos hacer esto. No podemos permitirnos el lujo de tener una frontera
tan larga entre Rusia y Ucrania bajo el control de la OTAN. Esto
significará una amenaza internacional para todos nosotros, incluso para
Washington.»
Bajo esta amenaza poco velada se
hallan Ucrania y sus circunstancias que se prepara para el nuevo ejercicio
financiero. El Gabinete de Ministros debe presentar el proyecto de
presupuesto estatal para 2024 a su Parlamento antes del 15 de septiembre. Esto
sabiendo que, desde hace casi dos años, los donantes occidentales financian su
presupuesto, mientras que el país gasta todos los impuestos recaudados en
necesidades militares.
Según el periódico ucraniano RCB, la necesidad mensual de Ucrania de
endeudamiento externo es de 3.000 a 4.000 millones de dólares. Esta
cantidad cubre todos los gastos no relacionados con la seguridad y la defensa,
principalmente los gastos sociales como pensiones, ayudas, subsidios,
etc. La segunda parte del presupuesto, que asciende aproximadamente a 1,6
billones de grivnas (U$S 43.000M), se destina a necesidades de defensa. El
tesoro recibe estos fondos en forma de impuestos, derechos de aduana y
préstamos internos.
En pocas palabras, Ucrania necesita
unos 100.000 millones de dólares para funcionar y pelear, pero como algunos
republicanos comprendieron rápido el inicio de las campañas presidenciales en
Estados Unidos, esta es la oportunidad para criticar a Biden por el gasto
excesivo en apoyo a Ucrania. Los europeos, por su parte, los más castigados de
esta guerra, tienen graves problemas sociales y presupuestarios por la crisis
energética, la desindustrialización y la caída del producto.
Acechado para obtener logros en la
contraofensiva, con poco personal y armamentos, Ucrania tiene que soportar otro
tipo de condicionamientos, no ya de las internas europeas y la carrera
presidencial americana, sino del FMI y los socios europeos por los negocios
futuros. Ucrania ha sido catalogada como uno de los países más corruptos del
mundo y para poder hacer negocios con el gas, tierras y privatizaciones,
Estados Unidos impuso una condición informal para proporcionar dinero: debe
preparar un proyecto de ley para fortalecer la independencia institucional y la
eficiencia de la Fiscalía Especializada Anticorrupción (SAP). El proyecto de
ley sobre SAP debe estar presentado antes del 15 de septiembre, con la mayor
independencia posible.
El interés por el tema anticorrupción
en el extranjero no es casual. Occidente, que proporcionan a Ucrania
grandes paquetes de ayuda para necesidades humanitarias y militares, quiere
estar seguro de que esos fondos se utilicen para los fines previstos. «En conversaciones privadas nuestros socios dicen en broma
que los ucranianos no han robado ni un solo dólar a los contribuyentes
estadounidenses. En Occidente hay dudas sobre nuestras adquisiciones estatales
y proyectos de recuperación. La administración vendrá de BlackRock.
Zelensky recogió el guante y comenzó
a preparar a Ucrania para congelar el conflicto, una de las alternativas
barajadas. El presidente dijo que considera posible «lograr la
desmilitarización de Rusia» en Crimea por medios políticos. Es decir,
olvidémonos poco a poco del regreso de Crimea por la fuerza militar y, por supuesto, olvidemos la
promesa de Zelensky de febrero: «Este verano alimentaré a los peces en el
muelle de Crimea». La idea de que el conflicto se “congele”, y parte de Ucrania
siga siendo un Estado separado, sería exactamente la misma situación que se
puede observar entre Israel y Palestina.
La guerra de Ucrania es la
culminación de un proyecto de 30 años de duración del movimiento neoconservador
estadounidense. La administración Biden está repleta de los mismos neocons que
defendieron las guerras como una elección de EE.UU. en Serbia (1999), Afganistán
(2001), Irak (2003), Siria (2011) y Libia (2011) y que tanto han hecho por
provocar la invasión de Ucrania por parte de Rusia. A lo largo de su historia,
el movimiento ha producido absolutos desastres y, sin embargo, Biden ha llenado
su equipo de neoconservadores. En consecuencia, el presidente estadounidense
está llevando a Ucrania, EE.UU. y la Unión Europea a una nueva debacle
geopolítica. Si Europa es mínimamente perspicaz, debería alejarse de estos
desastres de la política exterior estadounidense.
Uno podría entender que el Instituto
para el Estudio de la Guerra,
un think-tank neoconservador dirigido por Kimberley Allen Kagan (y
apoyado por una serie de contratistas en materia de defensa como el General
Dynamics y Raytheon) esposo de Victoria Nuland, la Subsecretaria de Estado para
Asuntos Políticos de los Estados Unidos, juegan al negocio de la guerra. Cuando
en 2013 estallaron en la capital ucraniana las protestas contra el Gobierno, la
corrupción y la precariedad, EE.UU. entró en juego en favor de la oposición.
Varios integrantes de la administración demócrata del presidente Barack Obama y
el vicepresidente Joe Biden visitaron en la céntrica plaza Maidan a los
manifestantes donde Victoria Nuland repartía sándwiches contribuyendo al golpe
contra el presidente prorruso Víktor Yanukovich, quien terminó huyendo del país
y dejando en una conversación telefónica la mítica frase de Nuland Fuck the
EU!
La lógica neoconservadora se basa en
una premisa falsa: que la superioridad militar, financiera, tecnológica y
económica de Estados Unidos permite a dicho país imponer condiciones a
cualquier región del mundo. Mientras su marido escribe teoría acerca del mundo
unipolar, su esposa se encarga, ya sea desde la presidencia de George W. Bush
hijo como embajadora de Estados Unidos ante la OTAN, desde la Secretaría de
Estado adjunta de Asuntos Europeos y Euroasiáticos de 2013 a 2017 con Barack
Obama, hasta la Subsecretaría de Estado para Asuntos Políticos en la
actualidad, de promover sus hipótesis.
El dilema actual es que, si bien no
le ha ido para nada mal a la Subsecretaría ni a los neoconservadores en
general, tanto en la expansión de su teoría como en la ocupación de cargos,
podrían perder la presidencia con los Republicanos o para seguir en la
competencia deberían desaparecer o congelar momentáneamente la guerra en
Ucrania, hasta enfocarse en la región del indo-pacifico. El baipás podría ser
un riesgo imprudente o audaz, pero siempre será para un mundo más comprometido,
arriesgado y perverso.
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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