Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 57 ES UNA OBLIGACIÓN CÍVICA.. por Eddy W. Hopper

 

Vivimos una etapa de fuerte obstrucción cultural voluntaria, la cual le impide “ver” a una abarrotante mayoría. El poder real, conocedor de este menoscabo, ha implementado estrategias de conquista que van desde el bombardeo mediático hasta la naturalización de las conductas de explotación; desde la inoculación de hábitos de consumo hasta la estructuración de una “lógica de oficina” fundada en la aceptación del rol subalterno y en la obturación de la vía del reclamo a través del fingimiento hipócrita frente a “superiores” y pares. Gran parte de la población - muy especialmente la clase media - funge hoy de sostén ideológico de ese poder real; y ello es así, aunque parezca una paradoja, dada su provocada incapacidad intelectual de ideología. En la periferia, y como minorías excluidas, estamos nosotros, los que nos damos cuenta. Los que sabemos que, en la práctica y más allá de los textos de Derecho elemental, LA LEY ES LO QUE LOS JUECES DICEN QUE ES; y que una de las estrategias del poder real para sostenerse como tal es hacer que los jueces DIGAN LO QUE EL PODER REAL QUIERE QUE DIGAN, aunque esta “iuris – dictio” quede fuera de todo código, de toda jurisprudencia, de todo principio general del Derecho, de toda Equidad. Aquellos que nos damos cuenta hemos asistido, durante los años del macrismo, a aberraciones jurídicas vertidas como amenaza desde el Poder Ejecutivo, tales como “buscaremos otros jueces QUE NOS REPRESENTEN”, o la justificación de la prisión efectiva de Milagro Sala con único sostén argumentativo en que “los argentinos SENTIMOS que tiene que estar presa”; o la colocación de artefactos explosivos en las inmediaciones de los hogares de jueces que no avalaron los primeros “tarifazos”; o el “ascenso directo” del abogado Rosenkrantz – uno de cuyos clientes es el Grupo Clarín - de su oficina de letrado particular a un despacho de Ministro del más alto tribunal de la Nación. Nuestra “Justicia” ha avalado la construcción de causas sin sustento fáctico ni jurídico como herramienta de persecución política. Las pruebas de ese armado SOBRAN, y no solo desde la salida a luz de la llamada “Gestapo macrista”: ya el Juez Federal de Dolores, el Dr. Ramos Padilla, había descubierto en enero de 2019 casi por casualidad, en el marco de un allanamiento a un acusado de extorsión, un material obscenamente multiplicado de carpetas, videograbaciones, constancias informáticas y elementos que daban cuenta de “métodos de penetración psicológica”, conexiones corruptas entre miembros del macrismo operando en distintos poderes y también vinculaciones con lineamientos y “bajadas” políticas y de fuerza desde el poder central. La clase media cooptada por el macrismo CALLÓ esas evidencias y tampoco las integró a su decálogo de exasperación honestista. Lo hizo, principalmente, porque su degradación intelectual le dificulta el conocimiento e interpretación de estos y de otros cientos de hechos de la misma calaña; y porque su decadencia moral le provoca el temor de que, desaparecido el macrismo, no habrá ya espacio de legitimación y validación de las miserias y antivalores que le fueron transmitidos por sus mayores. Hoy, encontrándose la Patria en cautiverio  –porque el poder real disgregante no cesa y porque una mayoría patologizada lo sostiene desde su criterio digitado o desde su silencio mediocre - tenemos el DEBER CIUDADANO de expresarnos activamente en contra de esta dinámica de perversión de la ley, el orden republicano y el Derecho. No podemos contar con esas clases convalidantes – sobre quienes también pesa esa obligación, pero son mayoría y avalan la degeneración de la República - porque los medios de comunicación las han convencido de que la “República” es el macrismo. Esos colectivos han aceptado que se pida disculpas a quienes eran nuestros opresores por habernos independizado; han asentido con gusto el reemplazo de nuestros próceres en los billetes por animales y caricaturas de peluches, han aprobado que los derechos sean llamados “beneficios” y por ende tengan vigencia “temporal”. Esas masas han permanecido calladas y han brindado su consentimiento a la destrucción de oficinas de prensa opositora al macrismo, a la detención nocturna e ilegal de ex funcionarios, al encarcelamiento sostenido por menciones obrantes en meras fotocopias. Esas hordas funcionales han querido creer, porque convenía a su criterio, que se ocultaba dinero en conventos o en ataúdes o en bóvedas que a la postre jamás existieron; que el personal de la Casa Rosada tenía prohibido mirar a los ojos a la Presidenta; que el Estado daba dinero a las personas por el solo hecho de tener parientes presos; que la gente tenía hijos únicamente para cobrar subsidios; que la hija de Cristina Fernández, por entonces de 10 o 12 años de edad, integraba una asociación ilícita; que la Presidenta de la Nación había robado una suma que superaba el medio BILLÓN de dólares y que la había escondido… bajo la tierra, o lo que es peor… ¡en un satélite!. Esa clase media imbecilizada está convencida, porque los medios manipulados por el poder real se lo “enseñaron”, de que EL PAPA Francisco “es kirchnerista”; cree que existe una articulación guerrillera entre Irán, Cuba, Rusia, Venezuela y la nación mapuche sobre la que se asienta el “poder kirchnerista” y que, entre otras cosas, mató a un fiscal que iba a dar un informe en el Congreso acerca de una causa en la que, finalmente, TODOS resultaron sobreseídos. Esa clase media, sin ningún indicio que alimentara la seriedad de su pretensión, postulaba en 2019 que, de ganar Alberto Fernández las elecciones, “en pocos meses seremos Venezuela”, sin tener tampoco la menor idea de qué significa ser Venezuela. Esa gente cree que en Venezuela no hay papel higiénico. A esa mayoría le parece bien que se encarcelen personas por lo que figure en un diario, y no por la colección probatoria válidamente incorporada que se genere como consecuencia de la sustanciación de un debido proceso. Así es que SOLO ESTAMOS NOSOTROS para reconstituir la Nación, la “verdadera” República. Para revivir el espíritu y sobre todo el funcionamiento republicano, que supone desde lo político-institucional la división irrestricta de poderes, controlados entre sí únicamente del modo - complejo e inalcanzable para nuestras mayorías - que la Constitución Nacional establece, y no a través de la digitación periodística o empresarial.
Sin embargo, más importante es el hecho de que, aquí y ahora, estamos históricamente llamados a defender el principio central de la forma republicana de gobierno: el reconocimiento y respeto por LA DIGNIDAD INTRÍNSECA DE TODOS los habitantes de la Nación, y la correlativa consideración que, en armonía con esa cualidad inmanente, se debe a todos y cada uno de quienes viven en el suelo argentino.

Por estas y otras razones fundamentales, por nuestro futuro y nuestra dignidad como Nación exigimos la DEPURACIÓN DEL APARATO JUDICIAL MACRISTA, es hoy un DEBER CIUDADANO, una OBLIGACIÓN QUE NOS CORRESPONDE como actores del sistema republicano de gobierno. Quizás nuestra solicitud, nuestra protesta callejera no sea suficiente. SEGURAMENTE no lo será: el poder real es extremadamente poderoso y perverso, y su interpelación requiere múltiples estrategias de abordaje. SEGURAMENTE, aunque nuestra propuesta es republicana y por ende pacífica y libre de todo daño, seremos víctimas del instrumento policial, parapolicial y de inteligencia. SEGURAMENTE estaremos expuestos a la indiferencia o a la opinión crítica de nuestros parientes, amigos y relaciones. Nada debe desalentarnos. Todo aquel que perciba las esencias SABE POSITIVAMENTE que sin jueces probos la ley será LO QUE LOS PERVERSOS LES ORDENEN (O LES COMPREN) DECIR QUE ES. Cada plaza debería ser un grito colectivo contra esa dinámica de destrucción institucional y de conformidades negatorias de los más esenciales principios insertos en nuestra sabia e inclusiva Constitución Nacional. Los de la minoría lúcida a la que pertenecemos, los que hemos voluntariamente RECHAZADO la acción espuria de los medios de comunicación sobre nuestros sistemas de valores, haremos oír nuestra exigencia de reestructuración de un aparato judicial venal digitado por el poder real y consentido por una mayoría padeciente. Y lo haremos desde el lado de la Justicia; es decir, desde la vereda de ENFRENTE de cada Tribunal. Una vez más, como durante la noche macrista, el deber cívico nos convoca. Somos los únicos garantes de la Patria, pisoteada por la perversión de los perversos y el silencio de los culpables.






*Eddy W. Hopper. Abogado



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