Revista Nos Dos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 56… PERSPECTIVA DE GÉNERO…. LA MUJER, CON TECHO Y PARED DE CRISTAL… por Horacio Pili

 

La perspectiva de género y diversidad se basa en eliminar la situación de desequilibrio entre varones, mujeres y la diversidad, que existe como resultado de construcciones históricas, sociales, culturales, políticas, económicas y jurídicas, basadas en modelos patriarcales y en profundos estereotipos de género. 

Las políticas públicas con Enfoque de Derechos, requiere incorporar de forma plena la perspectiva de género, diversidad e interculturalidad que debe guiar toda práctica orientada al respeto y garantía de los derechos humanos, utilizando como marco los principales instrumentos interamericanos en la materia. El género como concepto y como categoría de análisis ha permitido evidenciar la desigualdad y la opresión de las mujeres. El género es construido socialmente, “no se nace mujer, sino que se llega a serlo” afirmó Simone de Beauvoir, a través de un proceso constante de socialización en la familia y la sociedad. El feminismo desde el pensamiento crítico cuestiona la idea tradicional de género como una construcción social rígida que impone roles y estereotipos a hombres y mujeres. Se argumenta que estas representaciones culturales del género son aprendidas y perpetuadas por las instituciones sociales y los medios de comunicación, lo que conlleva a la perpetuación de desigualdades. Mediante la deconstrucción del género, el feminismo busca liberar a las personas de las expectativas y presiones sociales asociadas con su sexo biológico y permitir una mayor expresión individual y diversidad. Las razones de la poca presencia de mujeres en lugares jerárquicos, tanto públicos como privados, obedecen a un sistema cultural patriarcal en que ellas son quienes resuelven las situaciones de cuidado, económicas y de salud en el ámbito doméstico. Las políticas públicas y las leyes no colaboran en poner de manifiesto las diferencias de acceso de acuerdo con el género en la vida pública, y que se vio potenciada durante la pandemia. Según la Agencia ONU Mujeres, cuando las mujeres acceden a una participación igualitaria, gestionan más recursos y además prevalecen políticas de educación, salud, medioambientales, orientadas hacia las mujeres con ingresos temáticos como los cuidados o la violencia de género. Asimismo, se incluyen a las mujeres en el ámbito público y político.

Otra, es la introducción de políticas que generen cambios cuantitativos en el ejercicio del poder por parte de las mujeres, fundada en el ejercicio de su autonomía plena. He aquí el famoso TECHO DE CRISTAL, que no es ni más ni menos que ROMPER LIMITES  y  hacer cima en la simbólica montaña que es la lucha en la vida. Hacer cima no solo significa llegar, sino que también incluye no quedarse sino seguir explorando y buscando nuevos retos en igualdad con el varón y la diversidad. En definitiva es una construcción inacabada.

La tercera ola del feminismo que se dio en la década del 90, deconstruyó el movimiento, se enfrentó a sí mismo y dio apertura al movimiento LGBTI+. No se limitó a la mujer occidental, sino que también lo hizo la mujer originaria, la afrodescendiente y la de diversos orígenes étnicos. Es una permanente lucha desde la periferia hacia los centros de dominio.

La participación electoral es un indicador fundamental para analizar la participación de las mujeres en la gobernanza; la poca participación es un indicio de recelo en el proceso político; por ello es necesario sea desagregada no solamente por sexo, sino también por etnia, edad. En este sentido nuestro país está avanzado respecto a otros de nuestro continente. La sanción de la ley IVE, rompiendo con 500 años de hegemonía católica, quizás fue el gran ariete que derribo estructuras rígidas y que estaban firmemente naturalizadas en la sociedad. La mujer argentina como colectivo, hace punta en la desnaturalización de paradigmas intocables e inopinables.

El pensamiento crítico feminista también ha cuestionado la división sexual del trabajo, que históricamente ha relegado a las mujeres a roles domésticos y de cuidado, limitando sus oportunidades de desarrollo profesional y económico. Esta división perpetúa la brecha salarial de género y la desigualdad de oportunidades en el ámbito laboral. El feminismo ha luchado por la valoración y reconocimiento del trabajo doméstico no remunerado y la promoción de políticas que facilitan la conciliación de la vida laboral y familiar para ambos sexos. Estamos ante LA PARED DE CRISTAL.

Las últimas cifras aportadas por la Encuesta  Permanente de Hogares dan cuentan de una diferencia en menoscabo de los ingresos para la mujer de un 27 %, pero su mal remunerada tarea traducida en aportes al PBI, llega al 16%. Dicho esto, vale agregar que el trabajo doméstico, de cuidado, ya sea de niños o adultos traducido en cifras es mayor al aportado por la industria que llega al 14%. El feminismo desde el pensamiento crítico ha sido una herramienta poderosa para cuestionar las estructuras de poder patriarcal y desafiar las desigualdades de género arraigadas en nuestra sociedad. A través de la deconstrucción del género, la crítica a la división sexual del trabajo, la lucha contra la violencia de género, la defensa de la autonomía reproductiva y la adopción del enfoque interseccional, el feminismo ha buscado una sociedad más justa e igualitaria para todas las personas, independientemente de su género o identidad. La lucha feminista continúa, y es fundamental seguir promoviendo el pensamiento crítico y la acción colectiva para construir un mundo donde la igualdad, la justicia y el respeto sean los pilares de nuestra convivencia. La otredad es un proceso social que reproducimos tanto individual como colectivamente, y que tiene que ver con constituir un propio grupo de pertenencia, un nosotros que se fortalece al crear y reforzar límites que señalen a un otros como absolutamente diferentes a ese nosotros. La sensación de alteridad es la conciencia de la diferencia y surge a partir del contacto intercultural entre grupos culturalmente diferentes. Así, esta postura en relación con la percepción de la identidad propia y la de los demás, puede basarse en distintas características culturales, ya sean formas de vestir o de moverse, de sociabilizar, comer, sus ritmos musicales o interactuar con el medioambiente. En tanto y en cuanto reconozcamos la percepción del otro y rija la analéctica  crítica, que es la que  expresa en su totalidad la exteriorización del otro en toda su dimensión y valor, la sociedad será verdaderamente integrada y equitativa.-

 

Bibliográfica consultada:

Ámbitos de Aplicación de Políticas Publicas con enfoque de Derechos y no Discriminación.

Autor: Julio Contreras

Encuesta Permanente de Hogares

 

 


*Horacio Pili

Docente de Formación Profesional

Diplomatura en Ciencias Políticas con Orientación  en Políticas Publicas y Desarrollo Social

 


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