Revista Nos Disparan en el Campanario Año IV Nro. 55 PSICOANÁLISIS Y POLÍTICA La Encerrona Trágica… por Carlos Baffoni
I
Eugenio Zaffaroni plantea preguntas
perturbadoras. En su alegato plantea que el desquicio que exhibe lo que ni siquiera
ya se puede llamar derecha produce desconcierto en el pueblo. Su apetito de
muerte, de destrucción, amenaza no sólo la democracia sino la república misma.
Que es el cimiento de la convivencia humana. Es algo así: Que no quede nadie.
Gobernaremos sobre tierra arrasada. Reinará la violencia. Zaffaroni insiste
sobre el impacto subjetivo en el pueblo de semejante desquicio mental de estos
"dirigentes".
Y los que no se desmarcan - Morales está
sencillamente desencadenado - quedan atrapados en una lógica paranoica, de
inflación del Yo típica de ésa afección, y no pueden aportar CORDURA al pueblo.
Sabemos que la paranoia es contagiosa - Hitler es un claro ejemplo de eso -, se
la llama también "Locura razonante" en la psiquiatría clásica. Con suma
razón, preocupado, demanda a la dirigencia política no "desnortear",
o sea marcar el norte. Luego tiene un fallido. "Espero que la población no
se sad....masoquista, y vote una propuesta que la conducirá a un sufrimiento
extremo. Quiso decir sádico, y la defensa hizo lo suyo. El fallido medio-dice
la Verdad: Muy bien puede ser el sadismo inconsciente el que empuje al pueblo a
votar a un sádico. Por identificación imaginaria al sujeto sádico. Y el par
infaltable del sadismo: el masoquismo.
Zaffaroni propone la resistencia PACÍFICA como
desmarque al sadismo de Morales y sus amigos. No violenta. Muy lúcido éste
hombre: Porque es muy fácil reaccionar ante una demanda sádica con violencia. Es
el goce del sádico, su elemento. Su caldo es la violencia. Por ejemplo: si una
mujer se enfrenta al sadismo de su pareja, ni la obediencia sumisa ni la violencia
resuelve la situación.
Sí puede ser eficaz la resistencia pacífica,
no al juego propuesto, desmarcarse, recurrir a una terceridad que haga de cuña
al goce sado-masoquista. Las "medidas de "restricción". Que
restringe, limita, el goce en cuestión. Claro, hay pérdida.... es un GOCE
MENTAL, no tiene nada de sexual. Por lo tanto, más atrapante...Se goza
insultando, denigrando, las palabras adquieren un valor de ataque, daño
subjetivo, el ataque físico es un complemento, que puede no estar. Morales - hay
otros - ataca con las palabras: "Yo conseguí lo que nadie". Claro,
trasforma a la policía en un escuadrón sádico. El sádico suele afirmar más su
dominio intimidando, y golpeando si es necesario. Como él mismo lo dice de
alguna manera: "Yo he triunfado donde los otros fracasan". SIN DUDA,
EL HOMBRE SE HA REALIZADO, PUEDE SENTARSE SATISFECHO A CONTEMPLAR SU OBRA.- Pero,
su goce - y no sabe - está atado a que su partenaire le siga el juego. Parece
que los jujeños le van a escupir el asado...
II
Hablando de las buenas maneras...Grabois las
abandona todo el tiempo. Es un "negro" culto. Lo peor para la derecha
fascista y blanquita. Las clases medias blancas tienen la creencia de que ellas
son las depositarias del saber. Serían los ilustrados. Pero, cuando se
enfrentan con los negros peronistas que se han apropiado de ese saber para
cuestionarlo después, dejarlo de lado, por falso, como todo saber instituido
por las clases dominantes, se revela creo, algo de la verdad reprimida. Porque
la verdad es lo opuesto del saber. Los más grandes intelectuales argentinos
vienen del campo opuesto al saber instituido. Porque cuestionan, usan ese mismo
saber enseñado por las universidades neocoloniales para denunciar la falacia de
ese saber y usarlo contra él. Grabois es un hombre muy formado, abogado, con
otros diplomas, es docente universitario, habla cuatro idiomas, pero habla como
un "negro". Es auténticamente peronista. O sea, la peste para las
clases "decentes". ¿El último peronista? Como me dijo un puntero
peronista cierta vez, ante la blancura de mi piel, y ojos celestes: "Vos
sos negro de acá, poniendo su índice en el lado izquierdo de mi pecho". Justamente,
de ahí es Grabois. El blanquito – negro -. Bueno... sería reconfortante que los "blanquitos"
que están gobernando, que andan con traje caro y corbata, todos de buenas
maneras, con un discurso cuidado, mesurado, bien aprendido, se enojen, puteen,
se indignen, se descompongan, y vean d qué color es su corazón. -
III
La ternura es la patria del hombre.
Alejandro Ulloa. Psicoanalista argentino.
Sandra Russo, una de nuestras mejores periodistas, escribió por estos
días un artículo citando al notable colega que sacó el psicoanálisis de las
estrechas paredes de su consultorio y lo ubicó en el corazón de las
instituciones. La categoría de ternura no es sólo mimos, como aclaró mi psicoanalista,
muy próximo a Ulloa, que fue su supervisor. Es una posición del sujeto ante la
crueldad, que es el reverso de la ternura.
Posición social. Ulloa lo articula al "buen trato". Sobre todo
en las instituciones que se supone cobijan el sufrimiento humano. El buen trato
es el 50% de la recuperación de los sufrientes. Russo - que leyó a Ulloa -
menciona otra categoría de Ulloa. La Encerrona trágica. Ocurre cuando el sujeto
- ella alude a Morales en Jujuy - pero puede ocurrir en cualquier situación,
tanto personal como social, termina encerrado en su propia crueldad, en un
circuito infernal con el otro. No puede sustraerse, es dominado por esta
lógica. Es un " juguete de las circunstancias" (Romeo y Julieta). Pero
Sandra Russo va un poco más allá. "La crueldad requiere un dispositivo
cultural que ostenta el accionar de los crueles". "Necesita la
complicidad impune de los otros". Necesita la mentira establecida en los
primeros tiempos del sujeto"… (Cita a Ulloa). Una mentira que se instala
como un saber fetichista (el fetichismo como perversión da un valor exagerado,
intocable de una parte del cuerpo del otro, por ejemplo los pies de una mujer.
Claro, en desmedro de la humanidad de la mujer, su totalidad). Este saber
recusa - niega frenéticamente - la verdad. La encerrona trágica es
paradigmática – esencial - del desamparo de sujeto, víctima de la crueldad. Sin
apelación a un tercero, sin ley. Para dejar de sufrir, depende de alguien a quien
rechaza totalmente y por quién es totalmente rechazado. Encerrona. Cualquier
mujer que sufre crueldad sabe muy bien de qué se trata esto. Russo avanza.
Alude a Eichman - el torturador nazi - que dice en su juicio, que él pensaba
que no era tan terrible lo que hacía porque TENÍA EL APOYO DEL PUEBLO ALEMÁN. Y
tenía razón. La complicidad de los ciudadanos alemanes está probada. Entonces,
nuestra complicidad consciente o no, sostiene el accionar de los dispositivos
de crueldad: El "Algo habrán hecho" de los 70 ante el genocidio
militar 76-82. Es probable que Morales - junto con su alter ego Larreta, que
propone la destrucción de su adversario político-sea votado por millones de
argentinos. Por eso, la decisiva posición del sujeto, activa, de no complicidad,
es necesaria para evitar la encerrona trágica. La propia y la de la víctima. El
psicoanalista - para mí - debe tomar una posición de total oposición activa
aquí. Nada de "neutralidad". Porque si no el analizante (mujer o
varón) se hunde en el desamparo ante la crueldad - que se llama sadismo también
- del Otro. El goce del Otro, que debería no haber.-
*Carlos Baffoni. Psicoanalista
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